La nueva década perdida de América Latina – Por José Antonio Ocampo

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Por José Antonio Ocampo*

En cualquier otro año que no sea este, el crecimiento económico en América Latina daría motivos de orgullo a los gobiernos de la región. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el crecimiento del PIB en 2021 estará en torno al 6 por ciento, mientras que el Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento del 6,3 por ciento.

Desafortunadamente, incluso la proyección más optimista es insuficiente para compensar la contracción que sufrió la región en 2020, de -6,8 por ciento.

América Latina será la región del mundo en desarrollo con el peor desempeño al salir de la pandemia. Debido al crecimiento muy débil en los cinco años anteriores a la pandemia de covid-19, la región experimentó una “media década perdida”.

Ahora, con el colapso económico de 2020, la recuperación limitada de 2021 y un crecimiento moderado esperado para 2022 (2,9 por ciento según la Cepal), está claro que la región se encuentra en medio de otra década perdida de desarrollo. Si 2023 es similar a 2022, el crecimiento anual promedio para el período 2014-23 sería de solo 0,7 por ciento anual, peor que la tasa anual de 1,4 por ciento que América Latina tuvo durante la década perdida de los años 1980.

La recuperación económica de la crisis del covid-19 también ha sido muy desigual. Cuando se consideran en conjunto los años 2020 y 2021, Chile y Colombia son los dos países más grandes con el mejor desempeño; se espera que ambos superen sus niveles de actividad económica previos a la pandemia.

Brasil y Perú también pueden hacerlo, pero el PIB de Brasil se contrajo en el segundo y tercer trimestres. Argentina y México tendrán un nivel de actividad económica inferior al de 2019, y el colapso económico en Venezuela ha continuado. Entre las economías más pequeñas, solo la República Dominicana, Guatemala y Paraguay mostrarán una mayor actividad económica en 2021 que en 2019.

Los efectos sociales en la región han sido devastadores. La Cepal y la Organización Internacional del Trabajo estiman que en 2020 se perdieron 25 millones de puestos de trabajo en América Latina. Al segundo trimestre de este año se habían recuperado solo 17 millones, por lo que el empleo todavía se encuentra alrededor de un 3 por ciento por debajo del nivel anterior a la crisis. No hay estimaciones de la tasa de pobreza para el 2021, pero llegó al 33,7 por ciento en 2020 según la Cepal, por lo que la región ha perdido más de una década en términos de reducción de la pobreza.

Los efectos internos de la pandemia han sido mucho más significativos que los choques económicos internacionales que ha experimentado América Latina. De hecho, a pesar de los problemas con el transporte marítimo y las cadenas globales de valor, el comercio internacional se ha recuperado mucho más rápido que después de la crisis de 2008-09.

Los precios de las materias primas también mostraron una fuerte recuperación desde mediados del año pasado. En general, se espera que las exportaciones latinoamericanas crezcan un 25 por ciento en 2021, gracias a un aumento del 8 por ciento en los volúmenes y las tendencias positivas en los precios de exportación. La principal excepción es el turismo, que ha experimentado una recuperación muy incompleta.

Los flujos de capital han sido abundantes para los países que tienen acceso a los mercados financieros. Durante los primeros nueve meses de 2021, las emisiones de bonos latinoamericanos en el mercado internacional de capitales alcanzaron los 124.000 millones de dólares, un 5,6 por ciento más que en el mismo período de 2020, cuando las emisiones también mostraron una tendencia positiva. El costo de dicha financiación ha sido muy bajo para los patrones históricos. Y, en contra de la expectativa de que la pandemia reduciría las remesas de los migrantes, estas aumentaron tanto en 2020 como en 2021, particularmente de los migrantes en los Estados Unidos.

Pero la desaceleración de la mayoría de las principales economías y el aumento de la inflación en todo el mundo indican que las condiciones globales pueden ser menos positivas en los próximos meses.

La Reserva Federal de Estados Unidos ha señalado que subirá las tasas de interés en 2022 y el Banco Central Europeo también endurecerá su política monetaria. China, un mercado importante para América Latina, enfrenta dificultades causadas por los problemas de deuda de su sector de la construcción y algunas grandes empresas. Y los precios de las materias primas, incluido el petróleo, parecen haber alcanzado su punto máximo, aunque siguen siendo altos.

Además, el espacio fiscal de los gobiernos latinoamericanos seguirá estando limitado por los altos niveles de la deuda. Y los bancos centrales de la región están aumentando las tasas de interés desde sus mínimos históricos para responder a los aumentos de la inflación.

En cualquier caso, dado el débil crecimiento económico esperado, los gobiernos latinoamericanos deben evitar adoptar políticas macroeconómicas contraccionistas. Más importante aún, deberían centrarse en reformas estructurales. Tomar medidas para reducir la desigualdad a través del gasto social y sistemas tributarios más equitativos sería un buen lugar para comenzar.

Los gobiernos también deberían fomentar políticas activas de desarrollo productivo y exportaciones con mayor contenido tecnológico, respaldadas por una mayor financiación para la ciencia y la tecnología.

También sería bienvenida la adopción plena de la agenda ambiental mundial. Y los responsables de la formulación de políticas deberían emprender un fuerte impulso a la integración regional, despolitizando los procesos existentes y ampliando su acción hacia nuevas áreas, en particular en materia de salud y productos farmacéuticos.

Por último, pero no menos importante, la región debe demostrar su dedicación a la democracia. La crisis de la deuda de la década de 1980 debilitó a los regímenes autoritarios en el poder y facilitó la democratización. Pero ese compromiso está hoy en duda.

Desafortunadamente, como lo destacó el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (Idea) en un informe reciente, esta es una tendencia mundial. Es esencial que los países latinoamericanos demuestren en las próximas elecciones que la democracia sigue siendo un pilar de su estrategia de desarrollo.

Paradójicamente, la mejor manera de superar la actual década perdida de América Latina puede ser centrarse en cuestiones que van más allá del crecimiento económico. Una agenda que se centre en el fortalecimiento de la democracia, la reducción de la pobreza y la desigualdad y la protección del medioambiente tiene más probabilidades de mejorar las posibilidades de la región de lograr un crecimiento más incluyente y más sostenible.

* Ocampo fue ministro de Hacienda de Colombia y subsecretario general de las Naciones Unidas, es profesor de la Universidad de Columbia, presidente del Comité de Políticas de Desarrollo de la ONU y presidente de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional. Es autor de ‘Resetting the International Monetary (Non) System’ (Oxford University Press, 2017) y coautor (con Luis Bértola) de ‘The Economic Development of Latin America since Independence’ (Oxford University Press, 2012).

El Tiempo

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