Merengue y dominicanos, matrimonio sin divorcio ni disgusto – Por María Luisa López y Lounelsi Mateo
Por María Luisa López y Lounelsi Mateo
El merengue ha moldeado el temperamento alegre del dominicano. Y aunque faltaría demostrarlo con estudios científicos, se podría afirmar que los dominicanos son en gran medida resultado del merengue, porque este género musical es el sonido de la alegría.
Un ejemplo de esto es lo que se vive en Rincón Caliente de Guananico, Puerto Plata, donde todo huele y sabe a merengue típico.
Allí se respira alegría, campo, verdor y tradición. También nostalgia, por los recuerdos de grandes músicos de este género que han salido de Guananico, convertida en cuna del merengue típico en República Dominicana.
Justo allí nacieron Isabelo y Facundo, quienes llevan la música en la sangre. Son descendientes de grandes intérpretes, lutier (afinador de acordeones), y artesanos de instrumentos musicales.
Hasta hoy en día, estos hermanos han tenido la tradición de sus ancestros, con mucho orgullo.
El humilde hogar de los Trejo Peña siempre estaba lleno de instrumentos musicales. En la sala, por ejemplo, habían cordeles de acordeones, pues su padre, Ramón Antonio Trejo (Monchy) era lutier.
Hoy en día estos hermanos continúan el legado de su padre, y de su abuelo Juan Esteban Trejo, pues heredaron, no solo el amor por la música, sino también el oficio.
Facundo
Es el mayor de los dos hermanos. Además de compositor y arreglista (con más de 50 producciones), es transportador de acordeones (lutier).
En sus propias palabras: el acordeón viene colombiano, o sea que la música viene sin transportar. «Entonces nosotros lo transportamos, le ponemos el tono que usted quiera».
Específicamente, transportar un acordeón es afinarlo, y esto es de lo que él se encarga para que con este instrumento se pueda tocar merengue, especialmente típico.
En los años 80, Facundo compuso un merengue titulado «El Calientico», según narra, al terminarlo se dio cuenta que le faltaba una nota, “si bemol”, pues los acordeones solo traen 21 notas.
“Yo le hice esa (nota) para ese merengue. Yo me cansaba de buscar y tuve que inventar esa nota ahí arriba (señala la parte superior de su acordeón)”.
Se inició en el oficio en los años 70 y hoy en día está entre los primeros transportadores de acordeones del país, algo que lo enorgullece. Recibe clientes nacionales e internacionales.
Entre los clientes dominicanos más relevantes menciona al merenguero El Prodigio, Fefita La Grande, Yovanny Polanco, y muchos más, pues afirma: “por aquí (su taller) en siendo músicos han pasado todos”.
Incluso, hace un tiempo empezó un proyecto de fabricación de acordeones desde cero.
“Ya estamos hasta haciendo acordeones. Esto es criollo (muestra uno que está fabricando). Lo ven y no dicen que eso es criollo. Más liviano, más reducido. Original. Solo nos faltan los accesorios para ponerlo a funcionar. Porque ya salen casi en cien mil un acordeoncito de esto”.
Para Facundo, la música lo es todo, y rememora los tiempos cuando era niño y escuchaba una tambora, de lejos. Corría, escondido de los adultos, entre monte, para llegar a donde se estaba tocando dicho instrumento. Dice que eso lo hacía porque lleva en la sangre el amor a la música.
Precisamente, a ella le debe lo que tiene hoy en día, incluso a su esposa, afirma entre risas.
“Mi esposa yo se la debo a la música porque cuando yo me casé ya tocaba merenguito, y uno andaba pepillito, y había que ponerse cosa buena, y veía a uno como algo (gracias a la música)”, indica.
Por el mismo amor que siente por la música es que desea poder transmitir ese sentimiento a las nuevas generaciones y que puedan aprender a tocar un acordeón, a transportarlo o a manipular cualquier otro instrumento.
Para esto, su sueño es que en Guananico se construya una escuela de música en la que los niños, niñas y adolescentes puedan ser formados en el arte y la cultura.
Sin embargo, y a pesar de que es un anhelo de muchos comunitarios en Rincón Caliente, no han recibido el apoyo de las autoridades.
“Nuestros gobiernos no le han dado el carácter que merece nuestro merengue. Donde quiera que usted va: ¿usted es dominicano? Usted es de la tierra del merengue. Usted oye en las emisoras un maldito reguetón, con malas palabras, pero no oye a un Ramón Orlando. No oye un merengue típico, que es la tradición de nuestro país. ¿Usted ve ahorita que le tocamos un merengue con güira, tambora y acordeón? Y lo bailan hasta los tullidos, porque es que eso va por dentro”, expresa.
Para Facundo, el merengue es lo esencial del país, pero no tiene quien lo defienda.
“Qué bonito que aquí hubiera una escuela. Si hemos hecho tantos músicos, ¿qué será si tuviéramos una? Yo quisiera que Dios nos diera ese privilegio de poder tener una escuelita, aunque me dejen fuera a mí, no importa. Lo que importa es que lleguen los instrumentos y les paguen a quienes trabajen ahí. Yo exhorto por este medio al gobierno que piense que la música nos distingue donde quiera, a cualquier músico de este país. Que el gobierno invierta en la música, especialmente en el merengue, que estamos huérfanos. Yo le exhorto a nuestro presidente que nos ayude con una escuela buena, aquí, en Guananico, que yo la defendería y defendería los instrumentos”.
Después de esa afirmación, inmediatamente cambia de tema para mostrar una reliquia: un acordeón del 1863. Aún funciona y lo toca para las cámaras de Acento.
Facundo muestra acordeón del 1863 from AcentoTv on Vimeo.
Explica que con eso era que se tocaban los primeros merengues que se hicieron en este país.
Después, pasa a indicar la manera en que transporta los acordeones: “yo cojo, sencillamente, estos son los pitos, cojo un pito de esos, está bajito entonces por aquí lo subo o si está alto lo subo por aquí. Se ve sencillo, pero es uno de los trabajos más delicados que hay. Eso es a través de oído y cerebro”.
Enfatiza que, para hacer este trabajo, obligatoriamente, el lutier tiene que ser músico. “Y buen músico. No toda clase de músico puede afinar un acordeón”, recalca.
Isabelo
En Rincón Caliente, Guananico, también vive su hermano Isabelo, quien es músico y fabricante de instrumentos, especialmente de tamboras.
Su día a día transcurre entre su taller, su casa, la iglesia y otros quehaceres, pues además es dirigente comunitario y un apasionado de la agricultura, como su abuelo Juan Esteban, quien nació en 1905 y también era lutier.
Sin titubear afirma que Guananico es la cuna del merengue típico en República Dominicana.
«Por nuestros ancestros. Nuestro abuelo Juan Esteban Trejo era lutier, fabricante de instrumentos musicales como tambora y güira, lo que heredamos hoy en día. Nuestro padre, Monchy Trejo, fue un gran compositor, arreglista, afinador de acordeones, transportador».
Opina que el alma de República Dominicana es la cultura, en su esencia, el merengue, luego la mangulina, y después la bachata.
“La bachata ha escalado, pero el merengue también ha escalado más. No quiere decir que el merengue no ha revolucionado, no. Es que está bajo la sombra del anonimato, por la no difusión. Las estaciones radiales ahora tienen eso como un mercado, pero la Constitución obliga al estado a promover, incentivar lo que es el merengue dominicano”, dice.
Comenta que la mangulina ha desaparecido y que la juventud no conoce qué es ese ritmo.
“Sí conocen un reguetón, un rapeo, otros géneros que no son dominicanos”, critica.
Por ese motivo entiende que se debe aplicar el Artículo 64 de la Constitución dominicana para que los músicos criollos tengan una mejor vida y para que se le asigne, al menos, un 3% del PIB a la cultura dominicana.
Explica que su padre, Monchy Trejo, fabricaba las tamboras, era compositor y arreglista. Hacía también güira y era lutier. Como si llevaran esa pasión por la música en los genes, en la familia ha permanecido de generación en generación.
Isabelo fabrica güiras, pero debido a la pandemia se ha disparado la materia prima con que las hace, que es el acero níquel, por lo que la producción está paralizada.
Sobre la fabricación de tambora
El fuerte de Isabelo Trejo es la fabricación de tamboras. Tiene un profundo conocimiento de este oficio. Al igual que su hermano Facundo, afirma que una persona que no sea músico no puede fabricar tamboras.
“Tiene que saber de música porque si no, no te va a entregar una tambora terminada con afinación 440. La afinación de una tambora es 440. A excepción de lo que pida el cliente. Porque el tamborero que no tiene palmeta siempre pide que se le dé un tono más al lado de la palmeta y al lado del bolillo”, asegura.
Explica que la tambora es un instrumento membráfono, compuesto por cuatro pieles de chivo y chiva. Eso es un matrimonio sin divorcio, dice sin titubeos.
“Si se pone la piel del mismo sexo, la tambora no coge afinación de ninguna manera. Afinándola se le explota la piel. Porque esto se afina. Estos nudos son los que afinan la tambora. La tambora da tono. Entonces es compuesta por cuatro pieles, chiva y chivo”, expresa.
Isabelo explica algunas técnicas para la elaboración de la tambora from AcentoTv on Vimeo.
En el caso de la palmeta, prosigue, siempre pone el de la hembra encima y el macho debajo, porque la hembra se acaricia.
En el caso del lado donde se toca con bolillo se le pone el macho arriba y la hembra abajo porque al macho “se le da palo” porque la piel es más fuerte, más rústica.
Isabelo identifica la piel del chivo porque siempre le sale “un afro” y se le nota más el espinazo. La chiva tiene la piel más tierna, más suave, más fina. Eso es algo que aprendió de un tío, hermano de su padre, que también era tamborero.
Narra que en aquella ocasión, año 2003, cuando construía su primera tambora, no podía afinarla.
Hasta que su tío vio lo que hacía y le explicó que siempre se deben colocar los cueros de chivos de distintos sexos.
«Yo le montaba los cueros a la tambora del mismo sexo y me quedaban desafinada. Un tío mío que era tamborero de mi papá me dice: ¿qué está haciendo? Me ve que yo estoy poniendo el macho arriba del macho, me dice: no, tiene que ponerle… identifica, mira, al macho siempre se le ve el espinazo, a la hembra son más finas. Entonces me corrigió eso. El matrimonio sin divorcio en la afinación de una tambora, montarle los cueros, es un matrimonio sin divorcio. Ambos sexos sí dan resultados. Si monto dos pieles del mismo sexo nunca afina, sea quien sea que la toque».
El merengue no tiene tristeza
Para el periodista Huchi Lora el merengue no tiene tristeza, lo que le ha hecho bien a los dominicanos.
Los hermanos Facundo e Isabelo tocan para las cámaras de Acento from AcentoTv on Vimeo.
Asegura que la alegría de este ritmo se debe, esencialmente, al acordeón, instrumento convertido en la melodía del merengue, sin tonos menores que son los que comunican la tristeza.
“Eso quiere decir que el acordeón no tiene tristeza. Y como el acordeón se convirtió en la melodía del merengue entonces el merengue no tiene tristeza”, afirma Lora.
Recomienda hacer un pequeño ejercicio para demostrar lo explicado anteriormente. Se trata de buscar videos en los que se esté tocando un merengue con las letras más dramáticas que puedan existir.
Como ejemplo pone el legendario Siña Juanica: “Ay Siña Juanica, de por Dios, Siña Juanica. Se me muere el niño y no tengo medicina”.
Lora agrega que en cualquier otro género sería diferente, pero si se toca en merengue, esas letras no comunican tristeza, por el contrario, se observa a la gente cantando, tocando, bailando y gozando, incluso en el estribillo:
“se me muere el niño,
tiene tos ferina,
y no tengo cuarto
pa la medicina…”
Quizás esta teoría también se base en la alegría que le impregna el dominicano a todo lo que hace. Ese estado de ánimo tal vez se lo transmite a quien lo escucha o lo ve cantando y bailando merengue.
Versión: La alegría entró por Puerto Plata
Al contar parte de la historia del merengue, Lora afirma que es muy difícil encontrar un acta de nacimiento de un género musical, debido a que son procesos y por lo tanto no hay, muchas veces, un lugar específico.
Pero sí ofrece algunos detalles importantes, como el hecho de que el merengue se inventó con orquesta, pero se popularizó con el acordeón.
“Lo que pasa es que desde que llegó el acordeón y comenzaron a tocar el merengue con el acordeón entonces eso puso al alcance de los campesinos el tener un grupo animando una fiesta. ¿Y como podía ir una orquesta a un campo a tocar? Entonces ya ellos tenían su conjunto musical que alborotaban todas las enramadas, como diría Rafael Chaljub Mejía”.
Precisamente, el escritor Rafael Chaljub Mejía coincide con Lora y señala que el merengue típico nació y tuvo su origen con la entrada al país de los acordeones, que se produjo en el 4to gobierno de Buenaventura Báez.
El también historiador de merengue típico agrega que los campesinos desentrañaron los misterios que tenía ese instrumento alemán y comenzaron a producir una música que no tenía precedente en el país.
“Sucedió como si el pueblo y el merengue típico se hubiesen andado buscando desde hace tiempo y desde entonces se contrajo un matrimonio sin divorcio que perdura hasta hoy”.
Explica que las letras del merengue típico son hijas de la espontaneidad, de la inspiración y la experiencia de un pueblo muy inteligente, que aprovechó el canal que se le abría con la llegada de los acordeones para levantar su autoestima, cantarse a sí mismo, cantarles a las cosas que lo enamoran, a los paisajes, a los hechos históricos, a los amores, la picardía, el morbo…
“Ocurre que la palabra merengue es tan rentable que cualquiera que quiera ganar popularidad inventa un ruido y dice que eso es merengue: Merengue de Patio, de callejón, Merenhouse…El merengue es una categoría de la cultura dominicana”, indica.
Sobre este aspecto, Lora comenta que como el nombre merengue es potente, como gusta, alegra, entonces vende, por lo que le ponen ese nombre a cosas que tiene la base rítmica del merengue, pero que no tiene nada que ver con la música tradicional de República Dominicana.
“Aquí se inventan unas cosas como mambo swing, eso ni es merengue ni se parece ni si quiera al merengue. Se trata de usar un nombre que ya tiene salida. Pero nada que ver. Yo no soy enemigo ni de los nuevos ritmos ni de las fusiones tampoco. Me parece que son enriquecedoras. A lo que me opongo es a que le pongan el nombre de un ritmo que tiene otra base, que es otra cosa”, expresa.
Cree también que es importante mantener la identidad porque el merengue es la única expresión de la cultura popular, en este caso musical, que queda viva en la nacionalidad dominicana.
“Y en la medida en que se va distorsionando, cada día somos un chin chin menos dominicanos. Mientras se está variando, tergiversando, adulterando nuestra expresión musical que es auténtica, que es nuestra, que surgió aquí, de realidades del pueblo dominicano”.
Tanto Lora como Chaljub entienden que se debe defender al merengue, proclamado como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el cual también pasó por las manos de la discriminación por ser una música de pueblo.
«Aquí existía especialmente en la capital y el Cibao una aristocracia, que todavía está ahí, con muchos prejuicios sociales. Los bailes de salón eran el vals de Strauss, la danza española y bailes franceses; entonces una música de pueblo, con olor a agricultura, a surco recién abierto, a manos encallecidas, a espaldas sudorosas, a rancho tabaquero, a pueblo, no podía entrar a esos salones. En ese tiempo al merengue lo maldecían, decían era una música creada por Lucifer», relata Chaljub.
Llegó para quedarse
Desde la entrada de los acordeones alemanes por Puerto Plata, su incorporación en los salones de baile en los tiempos de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, hasta la época dorada del merengue y la actualidad, este ritmo predomina entre los gustos populares del dominicano.
Aunque para muchos músicos y expertos en la materia el merengue no está siendo promovido en la actualidad, de igual forma se mantiene entre los ritmos favoritos del pueblo.
En un sondeo sin base científica realizado por Acento se preguntó a los lectores «¿Cuál música prefiere el pueblo dominicano para bailar?» De 1088 votantes, 567 votó por el merengue tradicional de orquesta y 198 por merengue típico.
Una segunda pregunta fue «¿Cuál es la expresión musical que mejor representa al pueblo dominicano?» De 419 votantes, 147 votaron por merengue tradicional de orquesta y 140 por merengue típico.