Evo Morales y Álvaro García Linera: «El golpismo no ha desaparecido, ha renacido de otra manera»

Foto: Bernardino Avila
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Convocados por el programa La Pizarra de AM 750, los líderes ineludibles de la izquierda latinoamericana hicieron un extenso recorrido por sus infancias y años de militancia. Además recordaron los momentos más duros del golpe y su posterior estadía como asilados en Argentina.

Se conocieron tres décadas atrás en una reunión sindical de la Federación del Trópico en un lugar parecido a un «gallinero». El destino volvió a cruzarlos en 2005, cuando como compañeros de fórmula presidencial tomaron las riendas de una Bolivia frágil y siempre expuesta a los poderes externos. En 2019, luego de 14 años en el gobierno y un nuevo proceso electoral que quedó trunco entre denuncias de fraude nunca comprobadas, tuvieron que abandonar un país en llamas. El año 2020 los reencontró en aquella histórica vuelta a Bolivia para celebrar el retorno a la democracia de la mano del presidente Luis Arce. Un año después, Alfredo Serrano Mancilla consigue volver a juntarlos cara a cara en Buenos Aires. Se trata de Evo Morales y Álvaro García Linera, o al decir del expresidente boliviano, «una yunta, un toro negro y un toro blanco».

Aprovechando su viaje a Argentina para asistir a la presentación del libro Evo, operación rescate, Morales y García Linera pasaron por La Pizarra, el programa que se emite los sábados de 15 a 17 horas en AM 750. Y más que una entrevista de Serrano Mancilla, el encuentro fue una excusa para intercambiar recuerdos de la infancia, de los años de militancia y del primer cruce entre ambos. También hubo tiempo para el repaso por los momentos más duros del golpe, que incluyeron el caótico viaje que los depositó en territorio azteca. De su posterior estadía como asilado en Argentina, García Linera reconoce sobre todo la «solidaridad del pueblo» y «el empoderamiento de las mujeres». Morales, en tanto, habla una y otra vez con orgullo de su emprendimiento de cría de tambaquí, un pez de agua dulce que le lleva buena parte de su rutina diaria. Además, vuelve a repetir algo que con el tiempo se convirtió en una de sus grandes máximas: «Hay que enamorarse de la patria y no de la plata».

–Serrano Mancilla: Quiero empezar este encuentro hablando de los sueños. Quiero saber si Evo se acuerda de los sueños de cuando era pequeño.

–Morales: Bueno, sabe Álvaro que soy soñador… Recuerdo perfectamente a mis 12, 13, 14 años en el pueblito de Orinoca, el pueblo que me vio nacer y más abajo en sus bofedales, su vertiente de agua llamada La Cruz. Estaba caminando y en mis sueños veo víbora, víbora, víbora. Hay un momento en que no puedo caminar ya. Me miro y por debajo de mí, víboras. Empecé a llorar y desperté llorando. Ya no podía dormir. Cuando tenía mis 15, 16 años soñé que había estado volando de Orinoca hacia mi cerro Cuchi. Estaba volando, pensando: «Así debe volarse en avión». Y de golpe aparecen nubes y empiezo a asustarme, ya no veía nada. Otra vez empiezo a llorar y despierto llorando. El tema del sueño de las víboras lo comenté a mi madre. Mi madre me dijo: «Evito, en tu vida no te va a faltar plata». Solo me dijo eso. Pero cuando le informé a mi padre mis sueños, me dijo: «Evo, va a ser algo en la vida, pero para ser respetado en la vida hay que saber respetar a mayores y menores». Aprendí bastante de mis sueños de niño.

–¿Y tú, Álvaro? ¿Eres de soñar, te acuerdas?

–García Linera: Bueno, doy fe de la gran capacidad que tiene Evo de soñar y de acordarse, y muy vinculado a cosas que van a suceder. Soy un estudioso de los sueños de Evo y estaba muy atento a cómo él se sentía para enfrentar retos, problemas que había en gestión de gobierno. Y en mi caso, claro, como todo ser viviente sueño, pero no me acuerdo. Me cuesta muchísimo acordarme de los sueños.

–¿Y cuál es la persona que más los ha influenciado cuando eran jóvenes?

–Morales: En temas de moral, de ética y disciplina mis padres. La familia Morales era muy querida en Orinoca, muy respetada. ¿Sabe qué decían? Los Morales no pegan a su mujer, y mi madre me decía: «A la mujer no se agrede físicamente, no se pega». Y mi papá con su doctrina: «No se pega a la mujer. La mujer es costilla del hombre. Si pegas a la mujer, tú mismo te estás pegando». Son parte de los valores que me dejaron mis padres. Me acuerdo de un profesor que también falleció, el profesor Justiniano López, que entraba a las clases y hablaba de nuestra realidad. Creo que era profesor de Geografía, y decía: «Ustedes, jóvenes tan simpáticos, con semejante melena, pantalón ancho de botas anchas a la moda, pero viven una casita de hollín». Y protestaba yo y decía: «¿Por qué tiene que hablar de mi familia, de mi casa, de mi cocina?» Yo no aceptaba mentalmente, pero tampoco protestaba ante el profesor. Después nos conocimos cuando era diputado, y cuando gané la presidencia lloró el profesor Justiniano López. Nos hacía conocer la realidad, explicar cómo la podíamos mejorar. Claro, no se conocía fruta ni verdura. La comida era maíz, trigo, quínoa, chuño, papa. Entonces nos explicaba por qué no comen fruta, por qué no comen verdura. Era puro cuestionamiento. Yo quería que me hable de geografía y no de estas cosas. Protestaba momentáneamente pero era el mejor profesor para mí.

–Y en tu niñez Álvaro, ¿quién te dejó esas huellas que todavía seguramente se te vienen a la cabeza?

–García Linera: Fundamentalmente mi madre. Vivir del propio trabajo, no vivir de rentas ni vivir de ahorro sino vivir de tu trabajo cotidiano. Un hecho que me parecía muy digno. Y la segunda cosa, principios y lealtad a los principios, a muerte. Una vez que uno decide y tiene una serie de valores y objetivos, cumplirlos pase lo que pase, no importa el tiempo. Creo que esos dos… Bueno, muchos más elementos, pero esos dos me han marcado como una gran herencia que viene de mi madre.

–A ver si coinciden, porque esto es como el test de la verdad. ¿Se acuerdan cuando conoció uno al otro? ¿Cuándo se vieron por primera vez?

–Morales: Exactamente no me acuerdo de la primera reunión, pero él me hizo recordar que fue cuando presidía permanentemente la reunión de las Cinco Federaciones, ahora Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba. En un ampliado antes de empezar con orden del día, informe, debate, siempre llevaba un invitado y a él (García Linera) lo habré invitado así.

–¿Tú te acuerdas, Álvaro?

–García Linera: Bueno, cuando yo militaba en la guerrilla antes de entrar preso, ya sabíamos de un dirigente carismático, joven, simpático, que tenía mucha influencia en el Trópico. Yo no lo logré conocer pero ya desde el 85, 86 nos llegaban los informes del liderazgo de Evo. Luego yo entré a la cárcel, donde estuvimos cinco años y saliendo de la cárcel a través de otro compañero, Óscar Olivera, un dirigente fabril, nos contactamos con Evo porque yo saliendo de la cárcel iba a las fábricas, y ahí llegó la invitación de Evo porque tenían un hábito muy interesante que era un análisis político previo antes de entrar a los temas locales del sindicalismo agrario, un análisis de la situación nacional, de la situación internacional y luego ya al debate concreto. Y me invitó Evo a una charla, me acuerdo que en ese entonces no era un galpón, era un pedazo de tierra con unas hojas encima. No había más, era muy austera la estructura sindical. Y ahí los compañeros al estilo obrero, todos con su cuaderno y su lápiz, anotando todo. Ese es un hábito muy disciplinado. Ahí lo conocí a Evo. Eso fue antes de la Guerra del Agua del año 2000, cuando se expulsa a una empresa extranjera norteamericana. Ahí Evo llegó con seis mil compañeros de la Federación del Trópico a ayudar a los vecinos de Cochabamba a enfrentar a la policía y apoyar el bloqueo. Esa imagen de él como un comandante, dirigiendo a la gente para enfrentar la represión, fue una imagen muy potente que al día de hoy está en mí.

–Una pregunta Evo, ¿cuál sería la mayor virtud que tiene Álvaro?

–Bueno, primero fue muy leal en nuestros casi 14 años. Aunque la derecha por redes, por medios nos quiso enfrentar, ¿no? Yo me acuerdo perfectamente durante el proceso constituyente, la hermana Silvia Lazarte, la presidenta, me llama telefónicamente y llorosa: «Cuídate de Álvaro, nos va a quitar la presidencia». Y yo: «Silvia, a ver, calmate». Cada día, cada hora estábamos hablando telefónicamente. Siempre estamos juntos pero eso metió la derecha. Yo inventé decir que Álvaro y Evo somos una yunta, un toro negro y un toro blanco. ¡Y no me equivoqué! (se señala el pelo, risas).

–Y Álvaro, ¿cuál es la principal virtud que después de tanto tiempo ves en Evo?

–García Linera: Son muchas pero la primera, la más importante, la que siempre he admirado es su capacidad de tejer lealtades, alianzas, acuerdos de lo popular. Es un hombre que une. Ha habido líderes indígenas muy importantes, muy capaces pero ninguno con esta habilidad de unir. Hay una tendencia de lo popular, que es lo subalterno, a dividirse. Y en la división ganan siempre los poderosos. Y Evo desde que tengo memoria de las Seis Federaciones nunca se ha colocado él por delante, siempre la unidad por delante. Y eso permitió que lográramos la victoria electoral con el 54 por ciento por primera vez en 40 años en Bolivia, y era la habilidad que tenía Evo para unir Federación del Trópico, interculturales, mujeres campesinas, pobladores, vecinos del Alto, obreros de las fábricas, obreros de las minas, cooperativistas enfrentados a los de las fábricas, lo que por lo general iba enfrentado como sector social Evo lo unía, tenía la paciencia, la habilidad para encontrar el punto común. Y eso no lo aprendes en la universidad o en un libro, es una habilidad carismática y extraordinaria que tiene.

–Un momento clave para mí y creo que para mucha gente fue el momento en el cual salís en avión hasta México. Durante ese viaje, ¿os habláis, dormís, coméis, lloráis? ¿Qué se impuso?

–Morales: Llorar no, aunque el momento que un poquito me asusté ha sido cuando por fin de tantos intentos de ingreso de avión a la pista de Chimoré a las diez y media, nueve y media llego, subimos, carreteamos la pista para levantar y en casi media hora no levanta el vuelo. Preguntamos qué estaba pasando y ya no teníamos permiso de salida. Por eso me preguntaba, ¿y ahora qué hacemos? Tampoco vamos a llorar. Y empieza a carretear nuevamente a la terminal comercial del aeropuerto. Después subimos, levantamos vuelo. Yo me había dormido, me dijeron que estábamos en Paraguay y yo seguía durmiendo…

–García Linera: Yo estuve despierto hasta tarde pensando. También tenía preocupación por la situación de mi hija y de mi esposa. Y luego dormí y despertamos muy temprano cuando ya estábamos a la altura del mar y ya la pantalla te mostraba que el avión estaba saliendo ya del espacio aéreo, porque pasamos entre Perú y Ecuador sin autorización. Y cuando ya llegamos al área que dependía de México, ahí ya respiramos más tranquilos porque podía aparecer un avión norteamericano a desviarte, que lo saben hacer, lo han secuestrado a Evo en Europa cuando fue a Rusia, entonces podía aparecer por ahí un avión en alta mar que quisiera secuestrar a Evo, porque el objetivo final era matarlo.

–¿Y qué es lo que destacáis más de la Argentina? Si tuvierais que echarle un par de piropos, ¿qué es lo que más te impactó?

–Morales: Estábamos en una casa, muy solidario el pueblo argentino. El viernes, sábado, domingo tocaban el timbre: «Evo hola, asadito, asadito, asadito». Y durante nuestra estadía hermanos bolivianos cada fin de semana llegaban con su verdura, con su fruta y hay un momento en que no sabía hacer nada y tenía que mandar a otros compañeros, repartimos, casi instalo una tienda de verduras para vender. Muy solidarios los compañeros.

–¿Y tú que tienes en tu memoria, que se te quedó ya para siempre?

–García Linera: Varias cosas. Este tema de la cultura de la solidaridad es fantástico. Me tocó estar en cinco departamentos conseguidos por varios compañeros que están acá y era gratis. Pagué las expensas, pero no pagamos alquiler, íbamos con Claudia y con Alba de un departamento, luego a otro departamento y ya nos daba vergüenza porque eran jóvenes, activistas, militantes que se salían de su departamento con su toalla y su cepillo de dientes y nos dejaban su departamento para que viviéramos nosotros. Eso a mí me enamoró de inicio. La segunda cosa que me ha encantado es el empoderamiento de las mujeres. Me encanta eso para mi hija, tengo una niña de cuatro años y me gustaría eso. La mujer se sabe con poder. Evidentemente faltan muchas batallas, pero aquí en Argentina han logrado mucho reconocimiento, mucho empoderamiento en el lenguaje y los gestos, en las actitudes, en el caminar, en todo. Y eso lo valoro muchísimo. Creo que es una gran lección para el mundo entero. Y el parque, yo llevaba a mi niña al parque y los niños, niños y niñas mezclados intercambiando, hay una cultura del parque muy linda que es una forma de construir socialidad. No solamente están ahí chateando o están con la tableta jugando, se van al parque y juegan, se trepan, comparten, te piden galleta, te piden como si fuera su familia. Cualquier nene te pide lo que sea y tu nena va a pedir también lo que sea. Me encantó esa manera de construir una socialidad de calle, de parque, de plaza.

–Hablando del golpe de Estado, Evo, ¿crees que todavía hay ganas de golpe en Bolivia por alguna parte de la sociedad?

–Morales: Yo siento que después de que asumió la presidencia Donald Trump en Estados Unidos vuelve el fascismo, el racismo sobre todo. Y en Bolivia, pequeños grupos, la nueva derecha populista pero racista, y eso nos preocupa. Cómo usan algunos pequeños grupos del movimiento indígena, algunos sectores sociales, ahora se meten en los barrios… También para mí la justicia no acompaña lamentablemente, yo sigo convencido de que si la justicia en Bolivia desde el primer momento solamente hubiera hecho justicia, algunos derechosos no hubieran sido gobernadores ni alcaldes.

–Y tú Álvaro, ¿crees que hay todavía ese magma al menos parcial de ganas de golpe en Bolivia?

–García Linera: Y no solamente en Bolivia, en el continente, en el mundo, porque esa es la nueva realidad. Hay una derecha radicalizada, un pedazo de la derecha ya no marginal, sino creciente, que tiene una mirada instrumental de la democracia. Si la democracia le sirve para ganar, bien, pues si la democracia no le permite ganar, está dispuesta a quemarla, a prenderle fuego. Lo ha hecho en Bolivia, casi lo hace en Estados Unidos. La consigna, la bandera de fraude es la nueva consigna de una derecha perdedora electoralmente que, bajo el pretexto de que ha habido fraude, puede usar la violencia, las armas y en el caso de Bolivia, el asesinato o la masacre para preservar y defender sus intereses. Nosotros estábamos confiadísimos con Evo, habíamos unificado a los sectores populares, habíamos dado paso a los sectores empresariales, habíamos dignificado a policías, habíamos dignificado a militares. Y resulta que de un día para el otro, policías y militares dignificados y sectores empresariales pequeños que habían hecho negocios en nuestro proceso de cambio se vuelven golpistas. Ojo con el golpismo porque no ha desaparecido, ha renacido de otra manera.

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