Elección presidencial: los viudos a la cancha – Por Francisco Orrego
No podemos seguir viviendo anclados en el pasado. Esta campaña ha sido con espejo retrovisor. Poco han importado las ideas del futuro y las soluciones del mañana.
“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. (Edmundo Burke)
Las elecciones presidenciales de este domingo enfrentarán a diversas clases de viudos del Chile que fue y ya no es, representados por cuatro aspirantes principales, más algunos pocos actores de reparto. ME-O, Parisi y Artés, encarnan lo que la gran mayoría de chilenos no busca en líderes políticos. Son un fiel reflejo de lo que podría denominarse el “chanterío” criollo. Quienes voten por ellos, representan a los viudos de todo aquello que representa poca credibilidad e incoherencia. Pero me quiero enfocar, por razones de espacio, en los otros viudos: los de la revolución totalitaria, a los de la política de los acuerdos y a los de la revolución de la libertad, por mencionar a los principales.
Tenemos aquellos candidatos, incluyendo al Parlamento, que buscan refundar al país a través de políticas añejas, populistas e irresponsables que han probado ser un fracaso en el mundo entero. Son aquellos que hacen apología de la violencia como método válido de acción política, sin complejo alguno. Están a favor de indultar a los delincuentes del 18/O. Defienden gobiernos dictatoriales como Cuba, Nicaragua, Venezuela, entre otras.
No dudan en usar la funa, miedo y desinformación para apoyar su causa. Son los paladines de la cancelación. Se ponen poleras del Che Guevara, Fidel, Allende, Mao y otros líderes marxistas. Buscan conculcar las libertades personales de los chilenos a través de una creciente injerencia del Estado en todos los ámbitos políticos, económicos y sociales del país. ¿Los reconoce?
Luego, vienen los candidatos que son nostálgicos de los últimos 30 años del país, considerados como los mejores de nuestra historia, pero que se avergüenzan de defender los logros alcanzados en todo orden de materias. Son aquellos que no tuvieron la voluntad de defender la institucionalidad democrática vigente para el 15/N, con la fuerza y convicción que sus responsabilidades exigían. Prefirieron obedecer a la calle y someterse a la violencia que comenzó a partir del 18 de octubre, renunciando a la Constitución de 1980 y 2005.
Representan a la vieja política, aquella que defendió con uñas y dientes sus privilegios y estatus y que han sido incapaces de adaptarse a los tiempos modernos. Son los viudos de los gobiernos de la ex Concertación. Una élite de la política chilena, que cumplió un ciclo y ya va en retirada, aunque les duela reconocerlo. ¿Distingue a sus exponentes?
Finalmente, encontramos a los candidatos del orden y la libertad, quienes -aunque de forma algo tímida o acomplejada- han tenido la astucia de rescatar aquellos valores y tradiciones que son propias de la derecha y centroderecha y, al mismo tiempo, apropiarse de temas importantes y sensibles como son el orden público, la migración y la Araucanía, a los cuales la centroizquierda renunció, según confesión del destacado ex ministro Francisco Vidal.
Más allá de sus postulados valóricos, es la defensa de los principios del orden, progreso y libertad lo que atrae a una parte creciente de la población, según las últimas encuestas. Los chilenos quieren orden político, libertad económica y progreso social. Son sectores de la sociedad que no quieren más violencia, destrucción y vandalismo, ni en espacios públicos ni privados. Están en contra de los indultos por los delitos del 18/O. Quieren poder educar a sus hijos con plena libertad. Buscan igualdad de oportunidades para su realización personal y material. Valoran un sano equilibrio entre derechos y deberes ciudadanos. Son los viudos del orden portaliano. ¿Alguna idea de quiénes son?
No podemos seguir viviendo anclados en el pasado. Esta campaña ha sido con espejo retrovisor. Poco han importado las ideas del futuro y las soluciones del mañana. De poco sirve responsabilizar al sistema electoral vigente sobre los niveles de polarización y el agitado clima electoral que vive el país. La fragmentación del sistema político se refleja en la cantidad de aspirantes a la primera magistratura, cada uno de los cuales carga con sus luces y sombras, ha cometido errores y aciertos durante la campaña y representan, en mayor o menor medida, a cada uno de los grupos de viudos del ayer.
De cara al futuro, lo importante este domingo será votar por quién represente mejor las ideas y sueños que anhelan la gran mayoría de los chilenos. Como dice el popular refrán: “Vox populi, vox Dei” (La voz del pueblo es la voluntad de Dios). Solo una intercesión divina nos puede salvar de rodar por el precipicio al que nos enfrentamos.