Chile | ¿Para quién se abrirán las grandes alamedas? – Por Álvaro Verzi Rangel
Por Álvaro Verzi Rangel *
Es difícil comprender: Después de la revuelta social del 18 de octubre de 2019 y tras dos años de luchas en las calles, de cabildos y asambleas territoriales, de ollas comunes y organización popular, a pesar de la represión del gobierno, un amplio sector de chilenos votó a favor de la alternativa ultraderechista, junto al proyecto neoliberal de la derecha clásica de Sebastián Sichel y la opción de Franco Parisi, cuando todos pensaban que el centroizquierdista Gabriel Boric encabezaría la primera ronda electoral.
Para Marco Moreno, director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central «todavía queda un espacio donde tratar de convencer y seducir a la ciudadanía. La segunda vuelta tiene la ventaja que rebaraja un poco las opciones (…) “El candidato que va a ganar la elección es el que más logre adaptarse, el que sea más flexible a estas señales que estamos recibiendo de parte del electorado», señala.
La elección del 21 de noviembre evidenció una profunda crisis de la democracia, y dejó al descubierto una grave amenaza sobre su presente y futuro, pero sobre todo un desafío para la unidad de las fuerzas democráticas del país para construir un pacto de gobierno y de gobernabilidad, a favor de un programa de transformaciones consistente con una nueva constitución, señala Eugenio Rivera en El Mostrador
La lucha por una plena democracia, por la cual tantas mujeres y hombres dieron su vida hoy es mirada con indiferencia por el 53% de la ciudadanía. ¿Qué sufre la sociedad chilena para explicar tanta indiferencia; cuáles son los valores cívicos que se enseñan y se aprenden?
Para los analistas hay otra gran incógnita: cómo capitalizar los votos de Franco Parisi (tercero en la contienda primaria), que se pueden leer como votos antisistema de clase media, media baja, hecha a sí mismo, muy asociada al consumo, un nuevo rico de clase media, que tiene un componente antisistema.
¿Cómo se puede explicar que Parisi –que ni siquiera apareció durante la campaña y sigue en Estados Unidos donde vive- haya obtenido 899 mil votos, equivalentes al 12,8% del electorado? Claro que está lejos: Parisi está imputado por el no pago de pensiones alimenticias y se le adjudican acciones fraudulentas. Pero en lo que respecta a esta segunda ronda electoral, es esencial identificar a sus electores, y, por ejemplo, formular una propuesta sólida de regulación de la migración.
Aunque siempre presente, hoy la amenaza no proviene en primer lugar de un golpe militar, sino desde dentro de la propia democracia, como ocurrió con la elección de Hitler en las elecciones de 1933 en Alemania; como ocurrió el 2016 con la elección de Trump que concluyó el 2020 negando su derrota electoral e incluso mandó a que sus hordas asaltaran el Congreso de su país. El fascismo golpea, nuevamente, las puertas de Chile, pero esta ve sin uniforme militar.
¿Qué explica el desencanto popular y, por extensión, la baja participación popular y la importante adhesión que han obtenido los candidatos conservadores en las diferentes instancias electorales? La elección primaria fue un llamado a los políticos a bajar a tierra y que se preocupen por temas cotidianos como la seguridad, la migración, la economía y la inflación.
Son horas de buscar alianzas. Pero no hay nadie que sepa, a ciencia cierta, cuánto le pude aportar el apoyo del Partido Socialista (PS) o de la Democracia Cristiana (DC) a la candidatura de Boric o cuánto le aporta o perjudica a Kast el correrse un poco al centro con los partidos de la centroderecha. Son movimientos necesarios por razones de gobernabilidad si son electos.
Confinados, pegados a la televisión y a las redes sociales vivimos en la incertidumbre. La derecha, su gobierno y los fácticos hacen esfuerzos desde ahora por mantener lo existente: privilegian los negocios antes que la salud de las personas. La mayoría nacional, en cambio, espera algo distinto: construir un país en el que la vida de las personas sea lo principal, señala Roberto Pizarro.
Todos miran al centro. Tal como Gabriel Boric debe lidiar con el Partido Comunista en su intento por dar señales hacia el centro, desde el Frente Social Cristiano se encuentran en una encrucijada similar.
El difícil futuro de Kast
Un triunfo de Kast, con un entorno de temer, vislumbraría no sólo un escenario de confrontación con la Constituyente sino que confirma el gran fracaso (¿o desinterés?) de sectores liberales de construir una derecha moderada y moderna, no autoritaria.
Kast logró el 27,9% de los votos en circunstancias que el núcleo de su base es el sector pinochetista más radical, que se ha agrupado en el partido Republicano, en el cual tienen un peso decisivo los elementos vinculados al aparato represivo de la dictadura, y ha logrado arrastrar a la Unión Demócrata Independiente (la UDI pergeñada por Jaime Guzmán) , mostrando que ésta en estos 30 años no ha podido superar el sello pinochetista.
Una serie de peticiones que podrían trastrocar el espíritu y corazón del programa inicial, tienen al comando del Frente Social Cristiano de Kast trabajando en hermetismo, y bajo la presión de crecer con miras al 19 de diciembre. Entre ellas, las de no privatizar LA corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco) o cambiar la estructura de la propuesta económica, a sabiendas que cualquier tipo de “ruido” puede costar el Gobierno.
Por otra parte, las declaraciones del electo diputado del Partido Republicano, Johannes Kaiser, y que evidencian un discurso de odio en contra de las mujeres y minorías sexuales, se instalaron en la campaña de segunda vuelta como una piedra en el zapato con la que José Antonio Kast deberá lidiar de aquí en adelante.
Boric, cuesta arriba
La pinta es lo de menos. La tibieza no alcanza para seducir votantes. Hoy, para frenar al fascismo es necesario ampliar la candidatura de Gabriel Boric, incorporando las demandas que el pueblo instaló con fuerza desde el 18 de octubre de 2019.
Las alternativas de potencial transformador no lograron convocar, en medida suficiente y de manera amplia, a los pueblos que decepcionados y aburridos de promesas vacías, siguen reclamando cambios, señalan Convencionales Constituyentes, alcaldes y organizaciones sociales y territoriales.
Estas demandas son la defensa y promoción del proceso constituyente como el más importante que hoy atraviesa nuestra sociedad, la libertad a todas y todos los presos de la revuelta, la desmilitarización inmediata del Wallmapu (la nación mapuche); garantizar autonomías territoriales efectivas para avanzar hacia la consagración de los municipios como gobiernos locales.
Se suman a las peticiones el control de la inflación y fin al empeoramiento en las condiciones de vida de la gente; derechos políticos efectivos para las comunidades que permitan la participación vinculante desde abajo en la conformación de la democracia, a través de mecanismos de democracia directa, un plan de vivienda digna, adecuada y urgente, para enfrentar la crisis que ha provocado un aumento creciente de campamentos y políticas efectivas de protección de la vida de las mujeres que se encuentran expuestas a contextos de violencia machista.
Asimismo demandan la protección de derechos y garantías plenas de integración y participación de los grupos históricamente excluidos y que padecen múltiples estructuras de opresión, fin a la corrupción en el Estado y castigo efectivo a quienes usan y abusan del poder público para su beneficio personal y enriquecimiento ilícito, y declarar estado de emergencia climática en todo el país.
Las diferentes alternativas que se arrogaban la representación de los sectores populares (Boric, Provoste, Enríquez-Ominami), no han logrado leer ni representar las demandas populares. La crisis económica que terminó de explotar en 2020 por efectos de la pandemia, profundizó las precariedades del mundo popular y frente a ella solo han promovido paliativos miserables (como los retiros de fondos previsionales).
Los problemas estructurales, asociados a la inestabilidad laboral, el sistema de pensiones, los graves problemas del sistema de salud, las inequidades en educación o la desigual distribución de la riqueza, no han concitado el interés efectivo (ni afectivo) de la élite política progresista. Seguramente, los asesores (vernáculos, extranjeros) de imagen copiaron los libretos de la derecha.
Igor Goivovic se pregunta: Si nada distingue a estos sectores progresistas del discurso electoralero de los representantes de la burguesía ¿qué sentido tiene optar por ellos?
* Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)