Argentina en la neblina de la crisis estructural – Por Jimena Montoya
Por Jimena Montoya *
El próximo domingo, en las elecciones de medio término, en Argentina se definirá la continuidad del proyecto político del Frente de Todos.
El desempeño de la lista gobernante determinará no sólo las posibilidades que sume uno u otro proyecto hacia las presidenciales en 2023, sino las condiciones y los márgenes políticos de gobernabilidad con los que podrá contar el gobierno hasta la finalización del mandato.
En otras palabras, el resultado electoral del domingo permitirá medir la fuerza o la debilidad con la que contará el Frente de Todos en posición de gobierno para cumplir con lo que ya no admite discusión y es parte de un programa de emergencia: dar continuidad a la campaña de inmunización (vital, no sólo para salvar vidas sino para hacer girar la rueda de la reactivación económica); poner en orden la macroeconomía, negociar con el FMI; poner plata en el bolsillo de los que menos tienen (ya sea mediante inyección de recursos o control del avance de precios y tarifas sobre el salario), contener al 60 por ciento de la población que vive por fuera del sistema de empleabilidad y revertir la pobreza, que alcanza ya al 42 por ciento de los argentinos y argentinas.
El 14 de septiembre, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, arrojaron un resultado poco alentador para el frente gobernante que perdió en 17 de 24 provincias. A nivel nacional, la coalición opositora obtuvo el 40,5% de los votos, frente al 30,2% que logró el oficialismo. “El mensaje de las urnas”, causó un debate a cielo abierto hacia el interior de la alianza gobernante en el que se expresó la profunda contradicción que atraviesa el gobierno respecto del pago de la deuda más grande que el Fondo Monetario Internacional ha admitido en su historia.
A diciembre del 2019, cuando el macrismo dejó el gobierno, la deuda representaba 90% del Producto Bruto Interno del país. La inflación alcanzaba 53%, el desempleo casi 10% y más de cinco millones de argentinas y argentinos se habían endeudado con Anses. La gran mayoría lo había hecho para pagar servicios públicos, que habían experimentado aumentos del 2.000% en el caso del gas y 3.000%, en el caso de la electricidad. Se cumplían 19 meses consecutivos de caída de la actividad industrial.
Lo que la vicepresidenta Cristina Fernandez dejó asentado en una carta pública luego de las PASO, no solo fue una postura respecto a la necesidad de dar prioridad a la lastimada situación social, antes de cumplir con los requisitos necesarios (que nombró como ajuste) para pagar al FMI.
Sembró preguntas fundamentales, que la polvareda levantada en los medios al representar las tensiones como una disputa de egos o una pelea matrimonial, no pudo tapar: ¿A costa de quién se pagará la deuda ilegítima, contraída para fugarse de las arcas nacionales a través de la bicicleta financiera, sin dejar rastro?
Este año, las liquidaciones por exportación de granos se mantuvieron en niveles récord (en septiembre 69,62% por encima del mismo período del año pasado, alcanzando una cifra histórica desde el comienzo de siglo). Es decir, el problema de fondo, cuya resolución ayudaría bastante a dar respuesta a la pregunta recién hecha, no es la falta de divisas sino la falta de control de las mismas.
Desde el inicio de la Pandemia, mientras el gobierno negociaba con el FMI para tener aire y afrontaba (no se puede negar que fue con éxito) la carrera desigual que se jugó a nivel mundial por la inmunización contra el Covid-19, se produjo en Argentina un proceso de concentración de riqueza aún mayor al que pre existía al gobierno del Frente de Todos, que transfirió recursos de los sectores trabajadores hacia los que más acumulan. Todo esto en medio del aislamiento social y la desmovilización popular dictada por la Pandemia.
El segundo semestre de 2020 arrojó un índice de pobreza de 42%. Mientras, en el sector tecnológico y en el ámbito de la llamada Economía de Plataformas el unicornio latinoamericano, Mercado Libre, pudo ubicarse entre las empresas más valiosas de la región. Gregorio PerezCompanc, poseedor de negocios en alimentos, telecomunicaciones y energía, alcanzó el puesto cuatro en el ranking que elabora la revista Forbes sobre los más ricos del país.
Ninguna nación del planeta quedó exenta del golpe económico que significó la pandemia. En este contexto las capacidades que tuvieron los países para poder adquirir o incluso fabricar vacunas, hicieron la diferencia en la carrera por lograr la mayor cantidad de población inmunizada en el menor tiempo posible, para la reapertura de actividades y la reactivación económica.
Un rápido recorrido por las medidas implementadas por el gobierno en ese período revela que se desplegó una estrategia de vacunación que hoy coloca a la Argentina entre los cinco primeros países de la región en el ranking de la población alcanzada, lo que evitó una catástrofe humanitaria, garantizó respuestas del sistema de salud, y contuvo lo que podría haber resultado en un estallido social.
Sin embargo cada vez que el gobierno intentó avanzar sobre aquella contradicción que ordena todos los conflictos, la puja distributiva, recibió el revés de los sectores concentrados. El control de precios de los alimentos, la suba de tarifas, los márgenes impositivos, la declaración de internet, telefonía y televisión por cable como servicios públicos universales, la regulación de los alquileres, el control de precio de la carne, son algunos de los conflictos principales que el gobierno enfrentó en pandemia para aliviar el salario argentino.
El fallido intento de expropiación de Vicentín durante 2020 fue una de las derrotas más significativas, especialmente si nos preguntamos cómo se daría hoy la discusión por los precios de los alimentos, con esta empresa en la órbita del Estado.
Ningún país del mundo escapó del salto de escala en el proceso de acumulación y concentración en el campo de las nuevas tecnologías y la industria farmacéutica que catalizó este hecho. Estados Unidos atraviesa un proceso de inflación, que alcanzó 5 por ciento en septiembre (niveles históricos para esta economía), Reino Unido no pudo evitar una situación de desabastecimiento, China (una potencia tecnológica mundial) sufrió cortes de luz y Europa, una suba exorbitante en las tarifas.
Las derechas más rancias que en Argentina tienen representación en esa extraña corriente anarco capitalista encabezada por Javier Milei, encuentran cancha para crecer, capturar aspiraciones y despolitizarlo todo, en la neblina de la crisis estructural que se atraviesa a nivel mundial.
El mandato sistémico en el que no es una opción válida dejar de acumular, impone límites al Estado y las instituciones conocidas como reguladoras, aglutinadoras y rectoras de la vida. En este contexto es que habrá elecciones de medio término el domingo en Argentina. Mientras, en diversos rincones de la región y del mundo se encienden procesos de lucha que dan cuenta de la crisis estructural y del empate catastrófico en la disputa entre capitales avanzados. Por fuera del lugar que la democracia asigna a los pueblos en la instancia de votar, a través de nuevas formas organizativas que aglutinan la fuerza dispersa como el feminismo, las disidencias y la denuncia del Ecocidio, las nuevas generaciones están diciendo algo que el mundo, ese que no ofrece futuro, tarde o temprano deberá escuchar.
* Comunicadora Social. Miembro del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)