Mujeres indígenas de los nueve países amazónicos se reunieron para defender el medio ambiente y denunciar el machismo

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La apuesta de las guardianas de la Amazonia

Por primera vez, 174 mujeres de los nueve países amazónicos se reunieron en Tena (Cundinamarca) para crear una agenda común propia de las mujeres indígenas de la cuenca, compartir experiencias y exponer las problemáticas a las que se enfrentan las mujeres indígenas de los países que integran la Amazonia, que fue impulsada por las organizaciones de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).

De la Cumbre de Mujeres Originarias, que culminó el martes y representó a 511 pueblos indígenas, salió una carta a los directores y secretarios de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), que se celebrará en Glasgow (Escocia) a finales de este mes, en donde denuncian que son excluidas.

“Nos encontramos en alto riesgo tanto la biodiversidad como los pueblos indígenas que la hemos habitado milenariamente. Las mujeres amazónicas seguiremos siendo las guardianas de las selvas y bosques amazónicos. Estamos en la primera línea del cambio climático porque somos las conocedoras del bosque, de plantas y medicinas tradicionales. Las transmisoras de la convivencia armónica, las protectoras del agua y las dadoras de vida.

Sin embargo, sus voces no son escuchadas. No tenemos cupos específicos para participar en la COP26 ni facilidades para asistir. Carecemos de visibilidad y no poseemos fondos para financiar nuestros proyectos territoriales en favor de la conservación. El sistema de financiamiento actual no está protegiendo los bosques: solo busca reducir emisiones y perpetúa el modelo socioeconómico que nos trajo hasta aquí”.

La petición de las mujeres es ser incluidas en las discusiones internacionales sobre la Amazonia como protagonistas de los proyectos de mitigación de la crisis climática y receptoras de las compensaciones de los daños causados a la naturaleza y las culturas amazónicas. De hecho, una de las soluciones al cambio climático (que han sido abanderadas sobre todo del movimiento indígena de Brasil), que es la titulación de tierras colectivas en la Amazonia, quedó por fuera del Acuerdo de París de 2015.

A pesar de esta exclusión, diversos estudios hablan sobre el papel clave de las personas indígenas en la conservación. Un documento de la FAO, con base en más de 300 estudios, concluye que gracias a la pervivencia de las culturas indígenas y su manejo de la naturaleza se evitaron entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de emisiones de CO² cada año en Brasil, Colombia y Bolivia. Estas emisiones combinadas equivalen a sacar de circulación entre 9 y 12,6 millones de vehículos durante un año.

Las mujeres también exigieron ser reconocidas como las defensoras de la Amazonia (lo que implica que se les reconozca como administradoras, y detener la desaparición y el asesinato de líderes y lideresas. Sobre este último punto, los pueblos indígenas no paran de ser atacados. A pesar de que representan apenas el 5 % de la población mundial, en 2020, el número desproporcionado de ataques contra los pueblos originarios continuó una vez más, con más de un tercio de todos los ataques fatales contra los defensores, según el más reciente informe de Global Witness.

Sonia Guajajara, lideresa indígena que reunió a 5.000 mujeres de todo Brasil en 2019 para exigir la demarcación de tierras indígenas y marchó en Brasilia contra el gobierno de Bolsonaro, también compartió su experiencia como lideresa criminalizada por defender los derechos de las mujeres amazónicas en su país. “Estábamos marchando contra el marco temporal, que es la ley que se quiere pasar en el Congreso de Brasil y que quiere limitar el año de demarcación de los territorios indígenas a las ocupaciones de 1978, no se cuenta la ocupación milenaria ni tradicional”, explicó. Por ser vocal en contra del gobierno Bolsonaro, Guajajara fue convocada por la Policía por el delito de “difamación” y fue considerada una “persona peligrosa para la patria de Brasil .

“También hay otro proyecto de ley que quiere negar la demarcación de nuestra tierra y que abre espacio para especulación inmobiliaria, minería, y le da digamos premios o titularidad a quienes ocuparon tierras públicas, pero muchas son territorios indígenas invadidos. Son medidas que acaban con los derechos de todos los pueblos indígenas. Por eso las mujeres estamos en la línea de frente para evitar estas medidas”, agrega.

Las mujeres de los seis departamentos amazónicos de Colombia (Guaviare, Guainía, Caquetá, Vaupés, Amazonas y Putumayo) anunciaron que nació el primer movimiento de mujeres indígenas defensoras de la Amazonia colombiana. “Vamos a reaccionar frente a las formas de violencia que vivimos en nuestro territorio”, dijo la delegación colombiana. Entre otras, tanto las mujeres colombianas como el resto de las representantes de 511 pueblos indígenas de la cuenca volverán a sus territorios para declarar un movimiento autóctono y exigir paridad en los espacios de toma de decisiones, no solo internacionales, sino dentro de sus comunidades.

Aunque hay muchos estudios y declaraciones políticas que reconocen el papel de las personas indígenas en la conservación, no hay cifras respecto a la participación de mujeres indígenas en la toma de decisiones en sus comunidades, o nada que indique qué porcentaje de mujeres están administrado la financiación que algunas comunidades reciben en apoyo a proyectos de conservación, o de los estados.

Según cálculos de Naciones Unidas, en la Amazonia viven más de 23 millones de mujeres indígenas, y prácticamente la mitad vive en ciudades amazónicas, lo que tiene efectos en el acceso a salud, educación, agua y vivienda, transmisión del conocimiento tradicional como la partería, la cerámica, el tejido, la siembra y cuidado de la chagra, entre otras.

Berenice Sarataya, lideresa de Bolivia, explica que “una de las preocupaciones es que con el Covid-19 se nos han ido muchos sabios y se nos han quedado muchas preguntas. Tenemos que tratar de recuperar nuestro conocimiento. También pedimos un protocolo permanente de consulta previa y que nos incluyan a las mujeres en las discusiones de cambio climático”.

Aunque la variedad de pueblos y costumbres es evidente (hay más de 500 presentes, encarnadas en un centenar de mujeres), las mujeres amazónicas están haciendo frente a problemas similares: deforestación (que crece 6% cada año según Global Forest Watch), el aumento de monocultivos y agricultura, urbanización (el 40% de la Amazonia ya está en ese proceso), actores foráneos al margen de la ley (como el Cartel del Sinaloa en el Putumayo colombiano o los garimpeiros armados en Brasil) y la contaminación de los ríos.

Teresita Andazú, lideresa de Perú del pueblo Ashani, es la primera presidenta mujer cornesha (o presidenta) de la historia de su organización. Las mujeres de su tejen y tiñen telas con corteza de árbol o semillas, y tratan de venderlas en las ciudades cercanas. “Tenemos muchos problemas, minería, monocultivos, y por eso algunas comunidades no han podido ser tituladas, o si ya están tituladas entregan tierras encima de las nuestras y dicen que porque somos poquitos necesitamos poquita tierra, pero eso no está en nuestra cultura” explica la lideresa.

Como quedó consignado en el mandato de las mujeres defensoras de la Amazonia, sus vidas y culturas están en riesgo. La Organización Ambiente y Sociedad socializó el Acuerdo de Escazú e invitó a las lideresas a difundir en sus territorios el alcance e importancia de este acuerdo para la protección del agua, del bosque, de los animales y sobre todo de la vida.

El Espectador

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