La columna de Pedro Brieger | Un 12 de octubre con luces y sombras
Un 12 de octubre con luces y sombras
Por Pedro Briger, director de NODAL
El día en que el navegante Cristóbal Colón avistó tierra, después de semanas de atravesar el Atlántico, difícilmente imaginó que su apellido alumbraría países, ciudades, teatros, e incluso equipos de fútbol en el continente denominado América, en honor a otro navegante.
Ya nadie discute que estas tierras no estaban vacías y que no hubo “descubrimiento de América”. Las controversias ahora se trasladan a la política: por un lado, el lugar que ocupan en nuestras sociedades quienes descienden de los pueblos originarios; por el otro, los símbolos heredados de los conquistadores, entre ellos las numerosas estatuas del navegante genovés.
Justamente, como la actualidad marca el ritmo, el pasado 12 de octubre fue de luces y sombras. En Chile, mientras la Convención Constitucional sesiona presidida por Elisa Loncón, mujer y mapuche, el presidente Sebastián Piñera decretó el estado de sitio en varias regiones del sur para “enfrentar mejor, con mejores instrumentos y herramientas, el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado que se ha enraizado en esos territorios”. Ni siquiera hace falta que mencione la palabra “mapuche”, todo el mundo sabe a quiénes se vincula con el “terrorismo” en Chile. De cara a la elección presidencial del 21 de noviembre cuesta creer que el mensaje de Piñera no esté también dirigido a captar el voto de la derecha dura, que está migrando de su candidato, Sebastián Sichel, hacia José Antonio Kast, un político que reivindica a Pinochet y tiene un mensaje más agresivo.
En Bolivia, por el contrario, el 12 de octubre giró alrededor de la multicolor wiphala, la bandera que representa a los pueblos originarios y que desde 2009 es símbolo nacional y de lucha contra el racismo. El presidente Luis Arce en un acto en La Paz, rodeado de wiphalas, fustigó a la oposición que intenta derrocarlo, la misma que impulsó el golpe de Estado de 2019 contra Evo Morales y que suele despreciar a los pueblos originarios y sus símbolos.
Las actitudes racistas de la oposición en Bolivia son compartidas por gran parte de los partidos políticos de derecha y ultraderecha latinoamericanos que reivindican la colonización española por considerar que ha “traído la civilización a América”. El político argentino, José Luis Espert, incluso se atrevió a decir que “los seres humanos normales festejamos, como toda la vida, el Día de la Raza”. No es casual que estos partidos se asocien con VOX, el partido de ultraderecha español, que sostiene públicamente que “España tiene muchos que celebrar y nada de lo que arrepentirse” por la colonización de América.
En paralelo, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, reconoció las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas, y en la capital de México, en el céntrico Paseo de la Reforma, la emblemática estatua de Colón será reemplazada por una réplica de la joven de Amajac, una escultura femenina precolombina.
Mientras, las derechas y ultraderechas que se dicen “modernas”, continúan aferradas a un discurso racista, arcaico y discriminatorio.