Chile | Marcelo Díaz, diputado: “Es una elección que está expresando con mucha nitidez un corrimiento de la agenda hacia el abandono del neoliberalismo”

3.620

Entrevista al diputado Marcelo Díaz

Por Luca Guillén, de la redacción de NODAL

El próximo 21 de noviembre el pueblo chileno acudirá a las urnas para elegir al sucesor o sucesora de Sebastián Piñera al frente del Palacio de La Moneda. También se renueva la mitad del Senado y la totalidad de la Cámara de Diputados así como también los consejos regionales. Para conocer el clima electoral que vive Chile, NODAL dialogó con el diputado Marcelo Díaz, quien es candidato a Senador por la región de Coquimbo e integra el Frente Amplio que que postula a Gabriel Boric para la presidencia.

¿Qué particularidad tienen las elecciones del próximo noviembre y cómo es el clima electoral que se vive en Chile?

Esta elección se da en un contexto muy particular. Primero porque es la primera elección post estallido social, que es la manifestación más cruda de ese malestar que venía recorriendo a la sociedad chilena que había evidenciado como desde el retorno de la democracia efectivamente los niveles de crecimiento aumentaron pero ese crecimiento de la riqueza en Chile no se traducía en una mayor bienestar. Por el contario, persistían profundas incertidumbres derivadas de un modelo neoliberal que le entrega a la ciudadanía la responsabilidad de asegurar, en torno a su capacidad económica, el acceso a servicios públicos tan esenciales como la salud, la jubilación y la educación. El 18 de octubre expresa el momento máximo de irritación y de hastío de la gente con el modelo neoliberal que por tanto tiempo ha regido los destinos de Chile.

En segundo lugar, como consecuencia del estallido, en un momento constituyente en Chile. Después de muchos tiempos de haberlo intentado, incluso en el gobierno anterior que me correspondió a mí como ministro de la presidenta Bachelet encabezar el proceso constituyente con la negativa de la derecha, que entonces tenía la llave del tercio más uno que le daba poder de veto que usó de manera persistente y constante para abrir un cambio constitucional. Esta constitución y el modelo neoliberal se derrumba con el estallido social y la derecha no ve otra alternativa que entregar la Constitución. Hoy en día nos encontramos, en paralelo a la elección presidencial, con una asamblea constituyente única en Chile y en el mundo porque es una constituyente paritaria, con escaños reservados para pueblos originarios con una alta participación de independientes y que está empezando la discusión de los contenidos de esa nueva constitución que, por primera vez, vamos a poder sancionar democráticamente a través de un plebiscito.

Otro elemento que marca estas elecciones es la pandemia. Si bien acabamos de terminar el 30 de septiembre el estado de excepción constitucional y el toque de queda, y Chile ha avanzado sustantivamente en la vacunación con dos dosis e inclusive con tres dosis, es una situación que marca el clima electoral. Son tres hechos los que marcan el clima electoral: el estallido social, la convención constituyente y la pandemia. Es una elección que está expresando con mucha nitidez un corrimiento de la agenda hacia el abandono del neoliberalismo. Es curioso que, incluso candidatos de derecha hayan levantado propuestas que antes siempre fueron banderas de la izquierda, como por ejemplo un nuevo sistema previsional con solidaridad. A pesar que lo rechazaron al gobierno anterior que propuso algo parecido. Hoy en día eso parece quedarse corto de cara a las expectativas de la gente en las propuestas de las distintas candidaturas, como la creación de un seguro universal de salud que se viene planteando hace más de una década, fue denegado y resistido sistemáticamente por la derecha que defendía este modelo dual de una salud pública de mala calidad y una salud privada de una calidad mejor para quien podía pagarla. Hay un corrimiento de la agenda hacia una mayor satisfacción de las necesidades sociales con una derecha que está tratando de defender lo poco que le queda. Ha obtenido muy malos resultados en las últimas elecciones, sobre todo en la de Constituyentes que no obtuvo ni siquiera un tercio que le habría permitido tener poder de veto. Hay un predominio de una agenda de transformación social que es lo que explica que la candidatura de Gabriel Boric y el Pacto Apruebo Dignidad parece el más probable ganador de las próximas elecciones presidenciales

En mayo de este año decidió bajar su candidatura presidencial y anunciar su apoyo a Gabriel Boric de Convergencia Social ¿Por qué declinó su postulación?

El movimiento Unir, al que yo pertenezco, que hoy forma parte del Frente Amplio, proviene en su inmensa mayoría de exmilitantes del Partido Socialista que decidimos renunciar y formar este otro espacio. Entre otras cosas por la insatisfacción con la política de alianzas del Partido Socialista que, si bien no contaba con el apoyo de la militancia que era partidaria del retorno a su domicilio histórico que es la izquierda y un entendimiento con el Frente Amplio y el Partido Comunista, mantenía y mantiene una alianza con la Democracia Cristiana. Este fue uno de los factores que hicieron muy difícil avanzar a la presidenta Bachelt en la agenda de transformaciones que había propuesto en su segundo mandato. Uno puede tener un juicio si eran tan profundas o menos profundas esas transformaciones pero iban en esa dirección y fueron frenadas por el sector conservador de la Democracia Cristiana.  Por eso resultaba difícil poder comprender un entendimiento entre la el Partido Socialista y la Democracia Cristiana en este nuevo cuadro surgido después del segundo triunfo de Piñera y con mayor razón después del estallido social.

Decidimos integrarnos al Frente Amplio porque creíamos que podía constituirse en quien articulara a un espacio político de fuerzas de izquierda y progresista capaz de presentar una alternativa viable, política y electoralmente para conducir al país después del estallido social. En el momento que el Frente Amplio no tenía muy claro sus definiciones presidenciales, desde el movimiento Unir se propuso mi candidatura como una alternativa para esa contienda.

Después del éxito del Frente Amplio y las fuerzas de izquierda en la elección constituyente, creo que necesitábamos tener un rápido acuerdo en torno a un candidato común de la coalición y decidimos con el movimiento Unir declinar mi candidatura en favor de Gabriel Boric porque sentimos, y no nos equivocamos, que él expresaba de manera muy genuina el ETOS de ese proceso de transformación que Chile nos demanda. Es un liderazgo capaz de aunar a fuerzas progresistas de diversos signos en torno a un programa transformador y capaz de cautivar una mayoría que nos permita ganar la elección presidencial. Las primarias contra Daniel Jadue, dan cuenta que ese diagnostico era el correcto. Como no se trata de un proyecto personal sino que la decisión dolorosa de haber dejado al Partido Socialista fue para sumarse a un partido colectivo en el marco del Frente Amplio, nos pareció que una contribución que podíamos hacer era aunar fuerza en torno a la candidatura de Gabriel Boric.

¿Qué diferencia a Boric de los otros candidatos que aspiran a reemplazar a Piñera en el Palacio de La Moneda?

La diferencia es clara y evidente Por un lado está Sebastián Sichel, que es el favorito de Piñera, exministro de su gobierno, que además cuenta con el apoyo del mundo empresarial. Desde esa perspectiva es un candidato absolutamente de continuidad que intenta vestirse con ropaje de reformista usando su antigua condición de militante de la Democracia Cristiana. Entre otras cosas, por eso lo eligieron, para aprovechar esta suerte de biografía política que le permite intentar vestirse como lo que no es, como alguien de centro cuando es el representante de la derecha tradicional y el candidato del presidente.

Por otro lado está la candidatura de José Antonio Kast que en las encuestas está situado como una opción que podría ganarle a Sichel, es un candidato de la extrema derecha. Que levanta una agenda de ese tipo y busca emular el proyecto radical de Donald Trump en Estados Unidos o de VOX en España, ese es el nicho que ha construido. Hoy en día se ve creciendo, más que por sus fortalezas, a mi juicio, por las debilidades que ha demostrado Sichel. Y porque el votante de la derecha sabe que Sichel es un liderazgo prestado.

También está la candidatura de Yasna Provoste, de quien tengo una muy buena opinión, pero que expresa una continuidad de un eje de gobierno que tiene luces que aportar, qué duda cabe que los 20 años de la concertación dejo elementos para rescatar, pero la falta de autocrítica de ese período de lo que se hizo bien de lo que se hizo mal, generó esta crisis de la concertación de la que muchos se distancia. En esa perspectiva, Provoste es una opción de esa tradición. Además militante de la Democracia Cristiana, que es un partido que en su interior tiene corrientes progresistas, los sectores más conservadores han tenido siempre la fuerza y los votos suficientes para influir o bloquear las transformaciones que se han impulsado desde la otra alma que es el sector progresista o socialdemócrata.

Ante estas candidaturas, no cabe duda que la de Boric, por sus atributos personales y su liderazgo, ha sido capaz de expresar de manera más clara y nítida un proyecto de transformación que nosotros definimos como un camino seguro para el conjunto de demandas que la ciudadanía exige en salud, pensiones, descentralización, protección del medio ambiente y equidad territorial. Hay una anhelo de cambio que la gente asocia de manera más autentica al proyecto de Gabriel Boric. Primero porque es un camino con gobernabilidad pero sin retorno, no hay atajos pero tampoco retroceso. Porque el peor riesgo que corre Chile hoy en día, que se expresa en el estallido social y el proceso constituyente, que busca transformar Chile para hacer de este un país más justo, más digno, con menos abuso, con menos desigualdad, se detenga. La falta de cohesión social era una bomba de tiempo porque no le podíamos negar a la ciudadanía el derecho a construir un país en que sus necesidades fueran constituidas como derechos y el esfuerzo del Estado estuviese puesto en asegurar el acceso material y sustantivo a esos derechos.


VOLVER

Más notas sobre el tema