Orcao, el brazo paramilitar en Chiapas – Por Luis Hernández Navarro

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Por Luis Hernández Navarro*

Apenas el pasado 11 de septiembre, dos autoridades zapatistas de la junta de buen gobierno Patria Nueva, del caracol 10 (Ocosingo), José Antonio Sánchez Juárez y Sebastián Núñez Pérez, fueron secuestrados. Ocho días estuvieron desaparecidos. Fueron despojados además de un radio de comunicación y 6 mil pesos en efectivo.

No fue un hecho menor. La provocación fue evidente. Ese día, la Extemporánea, delegación aerotransportada Zapatista de 177 personas de raíz maya, se encontraba en la Ciudad de México, para emprender su expedición a Europa.

El secuestro fue perpetrado por la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao), organización paramilitar responsable de múltiples agresiones a las bases de apoyo zapatistas en los últimos 20 años.

La primera de ellas tuvo lugar el 28 de octubre de 2001, cuando integrantes de esta agrupación llegaron a la comunidad de Cuxuljá, para despintar el mural del centro de comercio Nuevo Amanecer del Arco Iris creado por varios municipios autónomos en rebeldía, prender fuego, y amenazar y golpear a quienes se encontraban allí. Desde entonces, y con distintos pretextos, las agresiones contra las bases de apoyo rebeldes no han cesado.

Cuxuljá significa Agua viva en lengua tseltal. Forma parte del municipio de Ocosingo. Viven allí unas mil 500 personas. Para ellos, el agua es sagrada. Antes se llamó Pozo el encanto. El pozo le da a sus habitantes identidad (https://bit.ly/2WhONlG).

En diciembre de 2000, el EZLN demandó al gobierno de Vicente Fox tres señales para reanudar el diálogo de paz: cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, libertad de los presos políticos zapatistas y el retiro y cierre de siete posiciones del Ejército, de las 259 que tenía en ese momento en la zona de conflicto.

Uno de esos emplazamientos era Cuxuljá, en la carretera que enlaza San Cristóbal y Ocosingo. La presencia militar en la comunidad no era secundaria. El poblado es parte de un corredor de gran relevancia geopolítica. Es punto de comunicación clave de ocho municipios autónomos y un complejo entramado social. Así, cuando los soldados la abandonaron, el gobierno los sustituyó con una contrainsurgencia de rostro civil e indígena: la Orcao.

Simultáneamente, según alertaron en octubre de 2001 tres municipios autónomos, el Ejército cooptó a tres integrantes de la comunidad, quienes, armados y con uniformes, trataron de matar a los hijos de las autoridades zapatistas, y repartieron semillas de mariguana para su siembra. “A esta denuncia –señalaron– agregamos el hostigamiento que soldados, Seguridad Pública, Federal de Caminos han hecho sobre nuestra nueva tienda que estamos construyendo en nuestro lugar que nos pertenece en la posición que desocupó el Ejército federal en Cuxuljá.”

La Orcao se formó en 1987, a partir del trabajo del Iglesia católica, con 12 comunidades de Sibacjá. Se extendió con invasiones a fincas cercanas a Ocosingo, y en poblados de los municipios a poblados de los municipios de Chilón, Oxchuc, Huixtán y Altamirano. En parte, es producto del Congreso Indígena de San Cristóbal de 1974 y de las movilizaciones contra el extinto Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) por mejores precios para el aromático, más centros de acopio y más apoyos, en las que se formó, también, la Unión de Uniones.

Luchó también contra el rezago agrario y se opuso a las reformas al artículo 27 constitucional. Participó en 1992, en las jornadas para conmemorar los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, y reivindicó la libre determinación indígena. En algún momento se unió a la Alianza Nacional Campesina Indígenas Emiliano Zapata (Anciez). Fue parte, hasta su expulsión en 2015, de la Unorcaa (https://bit.ly/3goUvWS).

El municipio de Ocosingo se constituyó en 1921. Es el más extenso de Chiapas. En julio de 1999, como parte de la política contrainsurgente del Croquetas, Roberto Albores Guillén, fue fraccionado para formar dos municipios nuevos: Marqués de Comillas y Benemérito de las Américas.

El estado, y especialmente su región selvática, fue militarizado. Tanto así que Juan Vázquez, uno de los dirigentes de la Orcao, ahora dedicado a los negocios, denunciaba antes de ser cooptado por el gobierno, que Chiapas estaba vestida de verde… por la cantidad de soldados desplegados allí. Pese a ello, el 19 de diciembre de 1994, el EZLN rompió el cerco militar y fundó 38 municipios autónomos en rebeldía, nueve en Ocosingo.

Cuando, el 11 de abril de 1998, el gobierno federal y el estatal lanzaron un violento operativo policiaco-militar en Taniperlas contra el municipio autónomo Ricardo Flores Magón, que tuvo como uno de sus objetivos destruir un hermoso mural que se ha replicado por centenares en diversos países, la Orcao dejó hacer.

Dotada de estructura militar, armas y uniformes, la asociación olvidó pronto sus orígenes y se transformó en una fuerza de corte paramilitar contra el zapatismo. Sus dirigentes se volvieron funcionarios públicos, municipales, estatales y federales, durante los gobiernos de Pablo Salazar y Juan Sabines. Juan Vázquez fue nombrado primero secretario de Desarrollo Rural y luego secretario para la reconciliación, y Nicolás López (ya fallecido), director del Centro Coordinador del Instituto Nacional Indigenista en Ocosingo. Por más de dos décadas ha recibido millonarios recursos gubernamentales para multitud de proyectos, incluyendo los ganaderos, motor para parcelar la tierra común.

La descomposición política de la organización ha caminado de la mano de la degradación personal de sus líderes. Con el paso de los años y varias crisis internas, dirigentes como José Sánchez y Tomás Santiz Gómez, aún más violentos que los anteriores y al servicio de una diversidad de intereses, tomaron el control de la asociación, que se fraccionó. Su fuerza de choque se acomoda a los intereses del mejor postor. Su apoyo al Partido Verde en Ocosingo le ha traído importantes dividendos.

En Chiapas no hay una serie de conflictos intercomunitarios aislados, sino la crisis de un sistema regional de dominio. La Orcao es una pieza más de ese modelo, uno de sus brazos paramilitares. Esa crisis coloca a la entidad, tal y como alertan los zapatistas, al borde la guerra civil.

*Periodista y escritor mexicano, editor de la página de Opinión de La Jornada de México

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