Más pruebas señalan al gobierno de Macri como colaborador del gobierno de facto en Bolivia

Foto: AFP
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Añez autorizó el arribo de personal y armamento argentino

El ministro de Defensa, Edmundo Novillo, aclaró anoche que el gobierno de Jeanine Añez autorizó el ingreso de personal y armamento bélico argentino el 13 de noviembre de 2019.

En conferencia de prensa, Novillo explicó que la autorización para la llegada de la aeronave que arribó al Aeropuerto Internacional de El Alto fue otorgada por la Cancillería durante la gestión de la expresidenta de facto.

Añez se proclamó el 12 de noviembre de 2019 y posesionó a su gabinete en la noche del 13 de noviembre, luego de haber sido dada la autorización para la llegada del C-130 de la Fuerza Aérea de Argentina, por lo cual responsabilizó a la gestión directa de la autoproclamada autoridad.

“Tratándose de un avión militar, corresponde a la Cancillería autorizar el sobrevuelo. En esa fecha, que es el 13 de noviembre, y esa fecha es importante conocer y tener claridad que ya estaba en funciones la señora usurpadora, golpista, Jeanine Añez con todo su gabinete, ejerciendo de manera irregular, ilegal, inconstitucional el gobierno y es en esa fecha, durante el gobierno de Jeanine Añez, que se autoriza desde la Cancillería a la fuerza área para que sobrevuele en el aeropuerto de El Alto”, manifestó.

“Es importante aquí conocer y tener claridad que ya estaba en funciones la señora usurpadora, la señora golpista Jeanine Añez con todo su gabinete ejerciendo de manera irregular, ilegal, inconstitucional el gobierno”, reiteró.

El titular de Defensa dijo, por último, que la FAB verifica aún la información sobre el personal y el cargamento que llegó en el avión militar argentino, por lo que anunció que se hará conocer esos detalles en los próximos días.

DOCUMENTACIÓN CONFIRMADA

Novillo informó este viernes que la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) certificó la existencia en sus archivos de la carta enviada por su excomandante Gonzalo Terceros al exembajador de Argentina en Bolivia Normando Álvarez García, para agradecerle por el envío de material bélico para reprimir las protestas sociales durante el golpe de Estado de noviembre de 2019.

“Quiero informarle al pueblo boliviano que esta carta en original está en los archivos del Comando General de la FAB; revisada en sus archivos, constatada su autenticidad. Es que me han certificado la existencia de esta carta de agradecimiento”, dijo en una conferencia de prensa en la ciudad de Cochabamba.

MAYTA: HUBO COLABORACIÓN DEL EXTERIOR

Lo ocurrido permite “vislumbrar que existió una estrategia para consolidar el gobierno de Añez a través de aplastar ese movimiento popular que reclamaba contra el golpe de Estado. Ese accionar violento tuvo colaboración desde el exterior, dejándonos entrever que en algún momento y de cierta forma existió una articulación internacional. Esto es muy grave, y es por eso que ha movido a la indignación”, manifestó anoche el canciller Rogelio Mayta.

Ahora el Pueblo


En Bolivia hubo armas, municiones y hasta espías argentinos

La colaboración del gobierno de Mauricio Macri con el golpe de Estado de Bolivia en 2019, que terminó con la presidencia de Evo Morales, va mucho más allá del envío de una decena de gendarmes para proteger al embajador, como quiso justificarse la titular del PRO, Patricia Bullrich. Según un informe realizado en el ámbito del Ministerio de Seguridad, el material bélico remitido fue mayor al que agradeció por nota el jefe de la Fuerza Aérea boliviana de esos días.

Surgen una serie de inconsistencias fruto de los datos que maneja la policía de Bolivia y que compartió con la Argentina, en las que, por ejemplo, aparecen menos cartuchos de balas de gomas que las registradas como enviadas o ni siquiera figuran las granadas de mano ni spray anti tumulto. Pero además, el plazo de permanencia de ese contingente, previsto para enero de 2020, se extendió hasta junio del año pasado. Al retornar, los gendarmes entregaron un informe donde dicen que utilizaron, por ejemplo, las 70 mil municiones que transportaron. A este informe hay que agregar la investigación que abrió la interventora de la AFI, Cristina Caamaño, para determinar cuál fue el rol que jugaron los dos agregados que tenía la Agencia Federal de Inteligencia en las ciudades de La Paz y Santa Cruz, que remitían información de manera continua desde Bolivia y se debe determinar cuál fue el destino de esos datos. En este contexto es que se enmarca el reiterado pedido de disculpas al gobierno y pueblo de Bolivia que realizó el presidente Alberto Fernández, cuando desde Tucumán dijo que lo avergüenza “que un gobierno argentino haya mandado armamento para parar la protesta de un pueblo que se levantaba contra un golpe militar”.

El informe que circula en el Ministerio de Seguridad complica la posible situación legal de la entonces ministra Bullrich. En ese trabajo, al que accedió PáginaI12, se muestra que la misión “Brindar seguridad y protección al Embajador y el personal de la embajada argentina en Bolivia” no circunscribía de manera estricta a ese objetivo.

La Anmac en el centro de la investigación

El detalle de lo autorizado es llamativo porque la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmac) autorizó, un día antes de la partida, el envío de pistolas semiautomáticas; escopetas de repetición; carabinas automáticas; ametralladoras; fusiles; chalecos antibalas; cascos y escudos balísticos; visores nocturnos y más de 8.000 municiones de distintos calibres. Es posible que se justifiquen esta cantidad por el hecho de que la “misión” duraba 62 días, tal como figura en la decisión administrativa que lleva la firma de Bullrich que, de acuerdo a la constancia que existe en el Ministerio de Seguridad, se firmó el 15 de noviembre de 2019 cuando los gendarmes y todos sus pertrechos hacía ya tres días que se encontraban en la capital del Estado Plurinacional de Bolivia. De todas formas, no está claro todavía –al menos en este informe– el uso que tuvieron las armas y municiones letales.

La autorización del todo ese material bélico antes descrito se había realizado el 11 de noviembre. Un día después se pidieron y consiguieron dos ampliaciones del material que se llevó. Primero fueron 70.000 cartuchos anti-tumultos marca Fabricaciones Militares y 100 spray de gas pimienta. El segundo pedido fue el envío de 661 granadas de mano de gas hostigamiento. Y la Anmac autorizó todo rápidamente. Hay que tener en cuenta que ese mismo día partió el C130 de la Fuerza Aérea Argentina hacia Bolivia.

El trabajo que realizan en el ministerio que conduce Sabina Frederic incluye dos informes que habían sido elaborados por la Policía de Bolivia. En uno de ellos da cuenta de la autorización que se hizo para el ingreso de los gendarmes que son integrantes de lo que se conoce como Agrupación Fuerzas Especiales Alacrán. También les autorizó las armas como las pistolas semiautomáticas; escopetas de repetición; carabinas automáticas; ametralladoras; fusiles, etc.

En un segundo, la policía boliviana da cuenta de la autorización de las 70 mil postas de goma, los 100 spray y las más de 600 granadas de mano de gas. Si se comparan los elementos autorizados en la Argentina y los registrado por la Policía boliviana surgen inconsistencias como que la policía de Bolivia menciona la existencia de 1.350 cartuchos antidisturbios. Tampoco hay mención, en las autorizaciones realizadas en la Argentina de lo que se conoce como “Manta Antibomba” que sí figura en los registros de la policía boliviana, así como ocurre con detector de metales y demás elementos.

Hay otro detalle que llama la atención en la información colectada por el Ministerio de Seguridad y es que los gendarmes permanecieron hasta junio de 2020. En línea con ese dato, al retornar de Bolivia el comandante Carlos Miguel Recalde, director de la Dirección de Operaciones de la GNA, informó que los gendarmes del grupo Alacrán no solo dieron seguridad a la embajada sino que “a los efectos de mantener y acrecentar las capacidades, se realizaron ejercicios de entrenamiento” y que por ese motivo “emplearon la cantidad de 70.000 cartuchos calibre 12,70 A/T”, es decir los Antidisturbios. Cabe recordar que el comandante de la Fuerza Aérea boliviana, Jorge Gonzalo Terceros Lara, firmó una nota de agradecimiento por 40 mil cartuchos 12,70 A/T.

El papel de la AFI en el golpe

En la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es uno de los lugares claves donde podría haber evidencias sobre la voluntad de colaboración política del gobierno de Mauricio Macri con el golpe en Bolivia. La interventora, Cristina Caamaño, abrió este viernes una investigación preliminar interna sobre los reportes que enviaban desde allí los dos delegados que el organismo tenía en las ciudades de La Paz y de Santa Cruz.

En los documentos hallados hasta ahora no aparecen referencias al envío de material bélico, pero sí habría datos de orden político que podrían resultar relevantes. El organismo intenta dilucidar también si hubo triangulación de información de inteligencia hacia Estados Unidos.

Por estas horas funcionarios/as recordaban la visita de Ivanka Trump, la hija del expresidente Donald Trump, al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que fue denunciada por referentes del MAS, como la diputada boliviana, Alicia Canqui Condori, como parte o señal de un “complot” para lograr el golpe contra Evo Morales. El entonces embajador argentino en Bolivia, Normando Alvarez García, a quien estaba dirigida la carta de agradecimiento del comandante de la Fuerza Aérea boliviana por las armas (menos letales) enviadas, es el actual ministro de Trabajo de Jujuy, cuya renuncia ya se reclama.

Teniendo en cuenta el papel que la AFI tuvo durante la administración de Cambiemos, cuando desplegó actividades de inteligencia ilegal de todo tenor y sobre toda clase de víctimas, desde dirigentes políticos como Cristina Fernández de Kirchner, hasta referentes de las propias filas macristas, y hasta familiares de los submarinistas del ARA San Juan, no resulta descabellada la posibilidad de que se hayan utilizado sus bases en Bolivia para incidir en la ofensiva contra Evo Morales.

Un dato llamativo en estudio es que uno de los agentes, quien incluso habría tenido una función de mando y estratégica, volvió a la Argentina dos meses antes del golpe, cuando su misión estaba prevista, al parecer, hasta diciembre. El otro agente asignado allí volvió después y sigue cumpliendo funciones en la AFI, según pudo constatar este diario a través de funcionarios de la investigación que lleva adelante el gobierno nacional.

Las consecuencias legales

Sobre las posibles consecuencias legales: en Bolivia se podría investigar la responsabilidad de autoridades argentinas en el delito de sedición, además de violaciones a los derechos humanos.

Ahora bien, para establecer posibles responsabilidades legales dentro de la Argentina, hay que dilucidar una serie de cuestiones que la abogada Graciana Peñafort enumeró en Twitter, algunas de las cuales comenzaron a ser despejadas: Quién ordenó el envío de material bélico a Bolivia, qué fuerza de seguridad lo aportó, qué actuaciones administrativas se llevaron adelante para autorizar ese envío y quienes intervinieron, cómo fue el trámite en la Aduana y qué documentos los acreditan.

Esto último es clave para saber, por ejemplo, si hubo contrabando, que es una de las hipótesis en sectores del Gobierno. Pero se estudian otros tipos penales, más allá de que un fiscal haya iniciado su propia investigación. Varias reparticiones debieron haber intervenido por los datos recabados hasta ahora, de lo que se intenta armar el rompecabezas: Cancillería, Aduana, Anmac (Ministerio de Justicia), Ministerio de Defensa, Ministerio de Seguridad, por lo menos, y Presidencia.

Página 12


El papel de Mauricio Macri en el golpe en Bolivia

El 10 de noviembre se produjo el golpe contra Evo Morales y ya al día siguiente había manifestaciones en los barrios del extremo sur de La Paz, en la zona de Los Almendros, Los Rosales, El Pedregal y Ovejuyo. La policía y las bandas parapoliciales no daban abasto para reprimir a los simpatizantes del presidente Morales. El 12 a la noche salió el vuelo del aeropuerto argentino de El Palomar con un cargamento de armas antidisturbios y llegó el 13 a Bolivia. El 15 fueron masacradas 12 personas en Sacaba, Cochabamba y 125 resultaron heridas cuando la policía reprimió a una impresionante marcha de campesinos. Días más tarde hubo otra masacre en Senkata, El Alto, con diez personas muertas y decenas de heridos. El actual gobierno legítimo de Bolivia denunció que el Hércules que salió de Argentina llevó armamento antidisturbios que fue usado en esas matanzas.

El gobierno de facto de Jeanine Añez dijo que los manifestantes se habían matado entre ellos porque iban armados. En esas manifestaciones populares en defensa de la democracia no hubo una sola víctima entre las fuerzas represivas. Todos los muertos y heridos fueron manifestantes que defendían al gobierno del presidente Evo Morales.

Añez y su ministro de Interior, Arturo Murillo, serán juzgados por sedición junto con otros de los golpistas, así como por los crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas represivas en Sacaba y Senkata contra manifestantes desarmados. Si el armamento que usaron fue enviado por el gobierno argentino, el ex presidente Mauricio Macri debería responder ante los tribunales bolivianos por esos delitos.

“Llegamos al puente Huayllani, –en Cochabamba– y nos encontramos con tanquetas, policías y militares, –cuenta Hernán Maldonado Rosales, afiliado al sindicato de cocaleros, quien perdió un ojo por los disparos de la policía. No quisieron dejarnos pasar, estuvimos horas esperando. Ya estaba atardeciendo cuando hubo presión para que nos dejaran pasar, y de repente comenzaron a gasificar. Llovían los gases. En medio de eso, las mujeres y los niños, porque había señoras con sus hijos, hicieron lo que podían para escapar”.

El testimonio del campesino cocalero recuerda que “algunos se desmayaron por el gas y había señoras botadas en la carretera que necesitaban ayuda. Los que entraron a sacarlas murieron, pero a pesar de eso, me armé de coraje y entré. Ayudé a unas cinco personas, pero cuando me estaba por acercar a otra, recibí un balazo en el ojo. Entonces retrocedí, me pasaron los policías y cuando vuelven, me patean. Ahí me desmayé. Desperté dos días después”. Gases y balas antidisturbios fueron los protagonistas de esas masacres.

“Parte de nuestra investigación es que analizamos de dónde vinieron las balas –afirma el abogado internacional de Derechos humanos, Thomas Becker– , todos los agujeros de bala que vimos estaban del lado donde había gente, no del lado donde estaban los soldados. Medimos los ángulos para saber de dónde vinieron las balas. Los que analizamos venían del puente Huayllani, es decir del lado donde estaban los soldados. Para nosotros es claro que se trató de una masacre”.

Los testimonios del campesino Maldonado Rosales y del abogado Becker, fueron tomados por la publicación digital Brasil de Fato. El 13 de noviembre llegó a Bolivia el Hércules con armamento antidisturbios que mandó el gobierno de Macri y el 15 se producía esta masacre en Cochabamba.

Macri había perdido las elecciones en octubre de ese año. El vuelo irregular con armamento despegó de El Palomar cuando Macri estaba furioso porque había perdido la reelección. Ya había tenido una reacción destemplada cuando se conocieron las PASO con un resultado imposible de remontar: dio órdenes al Banco Central para que dejara disparar al dólar. “Para que aprendan a votar”. En la conferencia de prensa posterior dijo que el dólar se había disparado por el resultado de las PASO donde la gran mayoría había optado por la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández.

El gobierno de facto de Jeanine Añez estaba pidiendo asistencia a sus gobiernos amigos. La intensidad de las movilizaciones estaba consumiendo el arsenal de armamento represivo. El entonces presidente de Ecuador, el neoliberal Lenin Moreno envió otro cargamento con proyectiles y gases. Resultaría una coincidencia extraordinaria que los gobiernos de Argentina y Ecuador hayan hecho estos envíos en la misma época y al mismo lugar, en respaldo a los golpistas bolivianos.

Cuando se produjo el golpe en Bolivia, Alberto Fernández, que ya era de hecho presidente electo, habló por teléfono con Macri para que diera refugio a Evo Morales y Macri se negó.

Hay una constante en Macri como la hay en la derecha argentina. Los agitadores golpistas bolivianos, que actuaban en realidad como policías de civil se ensañaron con las “mujeres de pollera” que eran insultadas y humilladas en las calles, y con la población indígena al punto que llegaron a quemar una wiphala en forma pública.

De hecho, al mismo tiempo que el gobierno legítimo de Bolivia denunció el envío desde Argentina del avión con armamento represivo, la dirigente popular Milagro Sala cumplió dos mil días de una prisión injusta que se basa en los prejuicios étnicos y políticos del gobernador de la provincia de Jujuy Gerardo Morales.

Los contactos entre las derechas de ambos países tienen más antecedentes, como el que se produjop en 1980, cuando el general y narco Luis García Meza dio un golpe con el asesoramiento y respaldo de los dictadores argentinos Emilio Massera y Jorge Rafael Videla. En apenas un año hubo 500 desaparecidos y decenas de asesinados. Había tenido buenos maestros de sus correlatos argentinos.

La denuncia del respaldo de Macri y Moreno al golpe contra Morales fue formulada por el canciller boliviano Rogelio Mayta por lo que tiene entidad institucional. El presidente Alberto Fernández envió una carta a su colega Luis Arce donde le expresó “dolor y vergüenza” por los hechos denunciados.

En el macrismo niegan que enviaron armamento a los golpistas, pero el gobierno boliviano exhibió una carta de agradecimiento del entonces jefe de la Fuerza Aérea de Bolivia, Jorge Gonzalo Terceros Ala, uno de los acusados de encabezar el golpe. Su abogado dijo que la carta es una falsificación. Pero el ministro de Defensa argentino, Agustín Rossi, confirmó que el vuelo existió y que lo están investigando.

La denuncia contra Macri tuvo fuerte repercusión internacional, pero en Argentina fue minimizada por la corporación de medios hegemónica. En general, los medios macristas dan a entender, al igual que la derecha boliviana, que no hubo golpe de Estado sino que Evo “se fugó” a partir de una revuelta popular. Es difícil explicar con ese enfoque el aplastante triunfo que logró apenas un año después el partido de Evo Morales, el MAS, con la candidatura de Luis Arce, quien había sido su ministro de Economía.

Página 12


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