Ambientalismo y feminismo, una reivindicación interseccional – Por Mercedes Pombo
Por Mercedes Pombo*
La confluencia entre la marea feminista que nos atraviesa y el movimiento ambiental, que hoy
se resignifica frente a la creciente problemática del cambio climático, se da tanto en un plano
histórico como reivindicativo y material.
Los signos de nuestro tiempo
Un factor característico de ambas luchas en todos los escenarios contemporáneos donde
germinaron es el rol de la juventud, actor político fundamental de la batalla cultural
transversal, así como el surgimiento de movimientos plurales y heterogéneos que se edifican
desde las bases sociales hacia las dirigencias.
Este protagonismo, en parte, encuentra explicación en el rol histórico de la juventud como
catalizador de transformaciones profundas. Particularmente en lo referente a la lucha contra la
crisis climática, los signos de este tiempo sitúan a nuestra generación en un punto de inflexión
sin precedentes y, de no protagonizar dichas modificaciones, será espectadora de sus
consecuencias.
Puntualmente en Latinoamérica, estas reivindicaciones que en otros lugares del mundo
tuvieron su auge en los años 70, ya unificadas en ese entonces bajo la corriente de
ecofeminismo, fueron condenadas a la clandestinidad debido a la oleada golpista que azotó la
región.
Las generaciones que crecimos por fuera de la oscuridad asfixiante de la dictadura hoy
levantamos estas banderas sobre la base de los derechos humanos conquistados con el
compromiso histórico de ampliar estos cimientos.
Caminos para la justicia social
Si bien tanto el reclamo por la igualdad de género como por un ambiente sano y un futuro
habitable son indisociables de nuestros derechos humanos fundamentales y necesarios para
cualquier horizonte socialmente más justo, muchas veces son relegados a un segundo plano.
Según el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (OXFAM), más del 1 % más rico de la
población emite más carbono que la mitad más pobre del planeta.1 Esta desigualdad no solo
se expresa en términos causales sino que, paradójicamente, quienes menos contribuyen a
generar estas situaciones críticas son los que se ven más azotados por sus consecuencias.
Son los sectores históricamente relegados a áreas con una menor calidad de vida, cercanas o
situadas sobre rellenos sanitarios, donde el agua contiene altos niveles de plomo; zonas
fumigadas por agrotóxicos, o inundables, frente a un panorama en el cual estos factores de
vulnerabilidad se agudizan de forma permanente.
Producto de la feminización de la pobreza y el incremento en las tareas de cuidado que
implican las catástrofes socioambientales, esta injusticia supone asimismo una profundización
en las desigualdades de género preexistentes.
Este impacto diferencial, frente a situaciones críticas, se pone de manifiesto en la pandemia
que estamos atravesando, que por otra parte está estrechamente ligada a la degradación del
medioambiente, producto de la relación causal entre la pérdida de la biodiversidad2 y la
propagación de virus zoonóticos.
Frente al incremento en las tareas de cuidado y de los trabajos no remunerados que generó la
cuarentena, son por lo general las mujeres quienes se ponen al hombro esa sobrecarga, tanto
en el interior de los hogares como en espacios comunitarios, organizando merenderos y ollas
populares.
Por otra parte, el impacto económico de la crisis sanitaria también fue más gravoso para las
mujeres. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a raíz de
la pandemia, unas 47 millones más de mujeres y niñas caerán por debajo de la línea de
pobreza.3
Estas consecuencias serían aún más crudas en el escenario futuro, signado por la crisis
climática, caracterizado por un aumento de inundaciones y sequías, olas de calor, propagación
de vectores de enfermedades infecciosas, crisis de refugiados y escasez de recursos, entre
muchos otros factores que agudizan las situaciones de vulnerabilidad.
Renaturalizar al hombre
La interseccionalidad entre los pliegos reivindicativos del feminismo y el ambientalismo
responde a las condiciones materiales de existencia, que hacen que afecte particularmente a
las mujeres, pero también a un mismo andamiaje conceptual.
La banalización de estas luchas obedece muchas veces a una concepción que opone la
preservación ambiental al desarrollo social y económico.
Esta noción parte de la evidentemente errónea premisa de la inagotabilidad de los recursos
naturales y la inexistencia de límites geofísicos, objetivando así a la naturaleza y elevando al
hombre sobre el entorno en el que está inmerso.
Sin embargo, tanto nuestro modelo productivo como nuestras prácticas culturales hoy se
estructuran sobre esta falsa dicotomía cuyo único vínculo con la realidad son las relaciones de
abuso que engendran.
La dominación del hombre sobre la naturaleza tiene su correlato en la dominación del hombre
sobre la mujer, mediante la construcción de categorías estancas que ponen al hombre, la
racionalidad, la economía y el trabajo remunerado por un lado y a la mujer, la naturaleza, la
irracionalidad y las tareas de cuidado por el otro.
Frente a esta cosmovisión, Yayo Herrero, antropóloga y activista ecofeminista española,
considera que “no se trata de ‘desnaturalizar’ a las mujeres sino de ‘renaturalizar a los
hombres’ […] haciéndoles a ellos y a las distintas instituciones sociales conscientes y
responsables de las obligaciones que se derivan del hecho de que las personas tengamos
cuerpos insertos en la naturaleza”.
Contraponiéndose a las teorías esencialistas, Herrero sostiene que las mujeres dedican mucho
más tiempo y energía a las responsabilidades que derivan de la corporeidad humana, no por
una naturaleza intrínseca, sino por la coyuntura en la que se socializan.
Un ejemplo que ilustra el modo en que las mujeres asumen la responsabilidad frente a las
luchas socioambientales es el de las Mujeres de Famatina. Frente al proyecto megaminero
impulsado por la compañía Barrick Gold en el departamento riojano de Famatina, un grupo de
vecinas recorrió casa por casa para informar a los vecinos qué implicancias tendría este
emplazamiento para el entorno, la salud y la comunidad. En un principio, para poder frenar el
avance de las mineras, resolvieron un corte de dos días porque pensaron que, en palabras de
la asambleísta Carina Díaz Moreno, “no les iba a dar el cuerpo” para más. Finalmente lo
mantuvieron dos años y echaron a cuatro compañías a lo largo del tiempo.
Este no es un caso aislado: de la misma manera, las Madres de Ituzaingó, en Entre Ríos, que
luchan contra el envenenamiento por agrotóxicos; las promotoras ambientales de trayectoria
cartonera, el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, entre muchas otras
experiencias de lucha, ponen de manifiesto que no solamente las mujeres se ven más
afectadas por sus consecuencias, sino que también son mujeres las que están en la primera
línea de batalla a la hora de hacer frente a estas problemáticas.
Existe, por otra parte, un esfuerzo desde los sectores que detentan los privilegios que
engendran las relaciones de dominación por restringir estas reivindicaciones a aspectos
cosméticos, sacándoles el contenido político. Esto responde a que, a diferencia de otros
reclamos, tanto el feminismo como el ambientalismo no se restringen a una ley o una medida
aislada sino que constituyen planteos paradigmáticos que ponen en tela de juicio nuestras
lógicas productivas y las estructuras de poder existentes.
Los feminismos y los movimientos ambientalistas emergentes se constituyen, de esta manera,
como movimientos estrechamente vinculados, cuyas reivindicaciones se vuelven un
imperativo de supervivencia frente a la transformación que exige nuestro presente, signado
por las consecuencias de un avance indiscriminado sobre la naturaleza y reflejado de manera
descarnada por la pandemia.
*Referente de Jóvenes por el Clima
Fuentes:
1. https://www.oxfam.org/es/ notas–prensa/el–1–mas–rico– de–la–poblacion–emite–mas–
del–doble–de–carbono–que–la– mitad–mas–pobre–de
2. https://gacetamedica.com/ investigacion/el–cambio– climatico–y–la–perdida–de–
biodiversidad–favorecen–las– enfermedades/
3. https://www.unwomen.org/en/digital–library/ publications/2020/09/gender–
equality–in–the–wake–of– covid–19