Respetar la independencia judicial, gran promesa – El Comercio, Ecuador

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Guillermo Lasso asume un compromiso ineludible y que refuerza las bases del Estado de derecho. La justicia debe ser independiente.

Una señal importante, clara, directa de fidelidad al mandato popular que, en una democracia, es una deducción apenas lógica. Pero que en el Ecuador de los últimos años fue un principio de convivencia civilizada esquivo, cuando desde una visión sesgada de la política hubo la decisión de intervenir a la justicia.

Así, el mensaje categórico de Lasso, expresado en su primera rueda de prensa como mandatario electo, este lunes en Quito, cobra vigor y se vuelve un compromiso ante la nación, al tiempo que refuerza valores y convicciones de vivir en democracia.

La idea, que debiera ser algo obvio, cobra importancia por cuanto durante un largo tiempo asistimos a una tarea de demolición institucional y concentración del poder sin precedentes. En ese sistema, los pesos y contrapesos se hundieron en el mar espeso del autoritarismo.

La noche del domingo, a la par de reconocer los resultados, los derrotados hablaron del cese de la persecución. Guillermo Lasso dijo que no llega con una lista de personas a ser perseguidas. Nítido mensaje de apertura y contraste evidente con los días que vivimos en períodos pasados, cuando la opinión del distinto y la diversidad de pensamiento o acción política fue avasallada.

La acción de la justicia se ha ido restableciendo poco a poco. El Ejecutivo no ha acumulado poder para presionar a los jueces y tanto la Fiscalía General como la Corte Suprema de Justicia han dado, la mayoría de veces, muestras de actuar de acuerdo con su propio criterio, con la ley en la mano y el equilibrio en pro del bien común y la vindicta pública.

Así debió ser siempre. Que los magistrados, obrando de buena fe, respetando el debido proceso y aplicando la justicia y la norma vigente, no actúen por presiones ni intereses de poder político o económico alguno. Que se investiguen con profundidad los actos del pasado, del presente y, por supuesto, del futuro gobierno, sin temor ni favor.

El Comercio


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