Generar riqueza en Colombia – Por Gustavo Petro

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. Por Gustavo Petro *

Estuve en una conferencia donde se presentaron los datos de un estudio mundial dirigido por el economista Chileno José Gabriel Palma que me ha parecido interesante compartir con ustedes por lo que nos enseña.

Palma ha estudiado tres variables económicas, la desigualdad antes de impuestos, después de impuestos y la productividad, durante décadas en tres continentes: Europa, especialmente Alemania, América Latina, especialmente Chile y el sudeste asiático, especialmente Corea del Sur. Y ha lanzado unas conclusiones que deberían ponernos a pensar.

La Europa socialdemócrata tiene hoy una desigualdad antes de impuestos similar a la de América Latina, la región más desigual del mundo. Europa corrige la desigualdad con impuestos a los más ricos y las clases medias, y logra así convertirse en una región igualitaria similar al sudeste asiático.

Pero la igualdad del sudeste asiático se logra antes de impuestos. Es decir que Europa para alcanzar al sudeste asiático tiene que realizar un enorme costo social y estatal para, a través de los impuestos corregir la enorme desigualdad que emana de su mercado.

Por otra parte, la productividad se ha estancado en niveles altos en Europa y EEUU, mientras el sudeste asiático es la región del mundo con mayor crecimiento de productividad, que es la cantidad de producto que se produce en una unidad de tiempo de trabajo.

Esto indica que se confrontan dos modelos diferentes. El sudeste asiático logra igualdad desde el mercado mismo y no necesita de mayores cargas impositivas y desata su productividad. Europa, el caso que examina Palma es el de Alemania, genera mucha desigualdad y forzadamente la corrige con una enorme carga impositiva, pero su economía, que Palma llama geriátrica, perdió todo dinamismo de productividad.

En América Latina hay una enorme desigualdad antes y después de impuestos y una baja productividad estancada. El peor de los mundos.

Chile que había llegado a parecerse a los países del sudeste asiático por unos años ha regresado al promedio latinoamericano. Genera una inmensa desigualdad antes de impuestos, similar a la de Colombia y Alemania, pero también después de impuestos, a diferencia de Alemania y Europa, e igual que Colombia y toda América Latina.

Esta comparación lleva a Palma a concluir que América Latina debe seguir el camino del sudeste asiático y no imitar el costoso modelo socialdemócrata europeo.

Una interesante discusión que me gustaría profundizar aquí.¿Por que las economías del sudeste asiático, son igualitarias antes de impuestos, siendo capitalistas, y tienen una productividad dinámica y en ascenso?

La productividad esta ligada como su nombre lo indica, a la producción. El sudeste asiático se dedicó a producir, agricultura, agroindustria, industria, y últimamente industria avanzada, mientras América Latina se dedicó a extraer materias primas. La productividad al final no es sino la aplicación del saber científico a la producción, y tiene como condición, la producción.

En las economías extractivistas, que solo extraen lo ya producido por la naturaleza en el subsuelo, no se necesita grandes arquitecturas del saber científico, y por tanto no hay dinámica de la productividad. De hecho, ante la ley de los rendimientos decrecientes de todo recurso natural no renovable, la productividad de los yacimientos y por tanto del trabajo, tiende a caer.

El sudeste asiático partiendo de un nivel más pobre que América Latina en la década de los sesenta del siglo pasado, hoy esta varias veces por encima de nuestra región, y ha alcanzado los niveles europeos y norteamericanos.

Cuando fuimos a la guerra de Corea, Corea del Sur era más pobre que Colombia y hoy es varias veces más rica que Colombia.

Pero la diferencia no está solo en las dinámicas de la productividad.

El sudeste asiático es igualitario, mientras América Latina es la región mas desigual del mundo. La equidad lograda en el sudeste asiático no solo tiene que ver con la cultura, de hecho, tenían un feudalismo de castas muy fuerte en el siglo XIX, no solo tiene que ver con las profundas reformas agrarias que permitieron el acceso de la tierra a su campesinado, hechas por igual en países socialistas: la China Popular, como en países capitalistas como Japón, Taiwan y Corea del Sur.

Esas reformas agrarias les permitieron el camino de la industrialización moderna. Pero, sobre todo, el sudeste asiático logra niveles altos de igualdad, medida en el coeficiente Gini, a partir de la composición de sus empresas, de las cooperativas, de la fuerza del sector publico en servicios como en Singapur, en la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas.

Antes de impuestos, y en medio del mercado, se genera igualdad en el sudeste asiático y ésta es a su vez, a través de una educación democratizada y universal, es la base misma del despegue acelerado de su productividad.

Seguir el camino europeo, como muestran los datos alemanes, nos llevaría a aceptar la desigualdad producida por el mercado y corregirla costosamente con altísimos impuestos sobre el capital y la riqueza. Grandes aparatos estatales de captura de impuestos y grandes aparatos de distribución de la riqueza social. Es el camino socialdemócrata que parece haber agotado por completo la senda de la productividad.

De hecho, en las sociedades europeas y norteamericana, la economía geriátrica como la llama Palma, se abre es otro tipo de discusión. Si su alta productividad estancada debería generar riqueza exorbitante para unos pocos, que cada vez logran eludir más el pago de los impuestos, o si esa productividad debería transformarse en más tiempo libre disponible, para la sociedad, corriendo hacia abajo la edad de pensionarse.

Es decir, si los beneficios de la productividad dejan de privatizarse y se socializan en mayor tiempo libre pago disponible para toda la sociedad, lo cual lleva a otro concepto de la riqueza. La riqueza medida no en mercancías acumuladas y consumidas, sino la riqueza medida en el tiempo libre de una sociedad.

¿Cuál es el camino que América Latina y Colombia, deben escoger hoy prostradas en altas desigualdades, inclusive después de impuestos, y en la baja productividad estancada?

Indudablemente continuar el modelo extractivista, que izquierdas y derechas han abrazado en nuestra región, no es más que un suicidio.

Si seguimos el consejo de José Gabriel Palma, y escogemos el sendero del sudeste asiático, las tareas de la reforma agraria, la industrialización, y la universalización del saber se vuelven fundamentales.

Es lo que propuso Colombia Humana en el 2018.

Pero la equidad social antes de impuestos no se consigue solo con estos ejes estratégicos y fundamentales. Se necesita la decisión de una sociedad para construir la arquitectura de una mayor igualdad social.

Y aquí llegamos a un núcleo de propuestas que han sido anatematizadas en la discusión política colombiana. El cooperativismo industrial y financiero y la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas. La dignificación del trabajo que permita un aumento del salario relativo, es decir, el porcentaje de la masa de riqueza total que va hacia los asalariados. Hacia la mujer trabajadora.

En el sudeste asiático a estos conceptos no se les llama populismo, son su normalidad de décadas.

Perfectamente se puede cambiar impuestos a las empresas por participación de los trabajadores en sus utilidades, esta propuesta podría estimular la democratización de la empresa colombiana: perfectamente una banca pública, puede financiar la extensión del cooperativismo industrial y agroindustrial en Colombia. Perfectamente el estímulo a la asociatividad de la pequeña y mediana empresa y el acceso generalizado a la propiedad de la mujer campesina, nos pondría en el camino del sudeste asiático.

Del mundo enorme y complejo de la pequeña y mediana empresa colombiana, hoy victimizada por las políticas anticovid del gobierno, puede surgir para potenciarla, una gran cantidad de mecanismos de asociatividad, de cooperativismo, que no solo la impulsaría como el mejor actor económico del país, sino que ayudaría a transformar la sociedad colombiana hacia la equidad con mayores niveles de igualdad.

Lanzarnos por un camino de productividad e industria, como he propuesto; en otro momento hablaremos de la oportunidad que genera para Colombia la crisis climática y la transformación de la industria hacia la producción de bienes permanentemente reparables, para tocar un aspecto que Palma no menciona y que nos lleva a la nueva realidad dramática del cambio climático generado por la industrialización y la agricultura fósiles, nos lleva al planteamiento de la sociedad del conocimiento.

Quizás los soldados colombianos que fueron a la guerra de Corea, se sintieron más inteligentes y avanzados que sus compañeros de combate, los soldados coreanos. Pero hoy no es así.

Corea del Sur ha logrado que el nivel promedio de años estudiados por toda su población ya llegue al nivel de la educación superior. Toda la juventud coreana tiene acceso a la educación superior y de calidad. Ha entrado en lo que se denomina una sociedad del conocimiento como pocas existen en Europa y Norteamérica.

Esa educación generalizada y de calidad de la que se enorgullece Corea del Sur, Japón, China, Taiwan, Singapur, es la base del dinamismo de su productividad.

América latina si quiere salir del modelo extractivista depredador tiene que acometer la tarea de la industrialización y el desarrollo de su agricultura desde la construcción de una sociedad del conocimiento. La sociedad del conocimiento tiene un primer pilar fundamental: el acceso de toda la juventud a la educación superior tal como propusimos en el 2018.

El trabajo académico de Palma nos traza una base teórica fundamental para la propuesta que ya le hemos hecho a Colombia.

Es hora de dejar la estupidez del extractivismo, de pensarnos como un país petrolero y carbonero, tal cual Venezuela, y pasar a construir la compleja tarea histórica de industrializarnos desde la equidad.

Lo que proponemos es una fase histórica nueva para el país, que no nos lleva a destruir el capitalismo nacional, al contrario, proponemos desarrollarlo eliminando las relaciones de producción premodernas y feudales, pero articulándolo en un nuevo contexto publico. El capitalismo colombiano debe permitir el incremento del salario relativo y la participación de los trabajadores en las utilidades empresariales y la sociedad colombiana debe aprestarse a un gran desarrollo del cooperativismo que la vincule.

* Senador progresista colombiano, fue alcalde de Bogotá y candidato presidencial por Colombia Humana.


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