UNPAZ | Lecturas #8M: pensamiento y praxis feminista
Por Martha I. Rosenberg – Marina Mariasch – Diana Maffía – Nayla Vacarezza – Débora Tajer – María Alicia Gutiérrez
Textos de la presentación del libro Del aborto y otras interrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política de Martha I. Rosenberg (Milena Caserola, 2020)
Introducción Por Martha I. Rosenberg
Este dossier con los artículos que integraron la presentación de mi libro Del aborto y otras interrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política el 2 de octubre de 2020 difundida por YouTube,1 pero no impresos, es anterior a acontecimientos tan decisivos como la sanción de la ley 27.610 de IVE. Es decir que el clima en el que tuvo lugar es un momento anterior a este hito histórico que seguramente podría cambiar no solo la forma de presentarlo, sino la forma de leerlo. Si yo pensara que lo emocional es apolítico no me hubiera interesado tanto que se publiquen estos textos, porque el efecto de conmoción intensa que viví solo se empareja con la admiración por las ideas aportadas por cada una, que en continuidad o no con las mías, me aportan materia para seguir pensando otras cosas que las que configuraron los ritornellos de mi recorrido recogidos en el libro. Al mismo tiempo que interrumpen cursos inertes de mi discurso, sostenido durante mucho tiempo, me ofrecen en sus lecturas puntos de apoyo presentes en los textos que admiten otros caminos. Estas lecturas me perdonan y al mismo tiempo me rescatan de mis repeticiones. Sus diferentes trazos componen una imagen que es en definitiva la que me impulsó a decir las palabras de las que es resultante. Con el breve tiempo ya transcurrido desde su publicación, esta compilación/autobiografía intelectual –como la hemos denominado– escrita con la pretensión de poner conceptos donde había acciones, se ha vuelto cada vez más íntima y personal, en la medida en que las lecturas que provoca revelan la fuerza de vínculos tramados, no en la presencia corporal sino en la comunidad, nunca total y no siempre explícita, de metas que objetivan anhelos políticos compartidos. Agradezco mucho a cada una por sus lecturas, por el compromiso intelectual y el afectuoso trabajo de hacerlas públicas y presentar mi libro, como era su cometido, como una parte significativa del extendido rizoma feminista.
Una mujer interrumpe – Por Marina Mariasch (UNA)
¿Qué es lo que quiere?
Quiere y desea, desea transformar.
El deseo, dice Martha, es político.
El deseo de Martha Rosenberg, cuando una lee sus ensayos, ese territorio en el que todo es prueba y error, pero sobre todo riesgo, ese deseo de Martha parece ser en parte el interrumpir.
No en el sentido de Mirtha Legrand, que interrumpe a los invitados, porque Martha tiene una capacidad de escucha enorme, no olvidemos que además de todo, es psicoanalista, Sí en el sentido de que su voz, nunca chillona, chilla, como dijo Borges de la voz poética de Alfonsina Storni, desentona.
¿Por qué grita esa mujer? Viene a la mente el verso de Thénon. Pero Martha no grita, su estridencia no está en los decibeles del sonido sino en el destello de la idea. Se parece, sí, a la poesía de Thénon, que tanto me gusta, porque inquieta, porque no nos deja en el mismo lugar en el que estábamos antes de leerla, por ser una adelantada a su tiempo.
La voz de Martha en este libro, en estos ensayos que conforman una autobiografía intelectual, política y también el tejido de un pañuelo de pensamientos que compone una lucha, se aloja en un libro y se aloja también en nosotras, lectoras, lectores, de estos “años 20” sin ninguna vanguardia más que la de la amenaza agónica de un apocalipsis.
¿Qué interrumpe esta mujer?
Diría tal vez los modos de ver, lo que sabemos o creemos sobre las cosas del mundo.
Interrumpe hoy una marea verde amplia y populosa, sin dudas celebratoria y hermosa, pero de la que por momentos emana un murmullo algo monótono. A veces también nosotras, las feministas, repetimos consignas cayendo de algún modo en patrones de repetición.
Interrumpió antes, una y mil veces, cortando el aire con una flecha, siempre afilada, siempre con modales, para decir la disonancia.
Si algo no busca Martha es la auto complacencia.
Ni la complacencia.
Ni agradar.
Aunque después nos retorzamos en esas contradicciones por ser queridxs y reconocidxs.
Y menos que menos busca la autocondescendencia de los años vividos ni la soberbia de haber inventado la pólvora.
Es una mujer ya no bajo influencia sino influencia de muchas, de todas, porque abre debate, y plantea nuevos interrogantes.
A Martha la conocí hace unos años, no tantos, aunque ya la había leído, y había querido consultarla muchas veces para notas que escribí en Página 12, pero no me animaba a llamarla. La conocí mucho después que muchas compañeras suyas de lucha –por eso me honra el doble estar aquí hoy en esta mesa–, cuando entré a trabajar a INADI.
Una de nuestras primeras actividades fue dar una charla en el posgrado de la Facultad de Derecho de la UBA. En la clase encontramos mucha resistencia ante los conceptos más básicos de género y perspectiva de género. Era uno de esos espacios donde te dicen desafiantes: “La violencia de las mujeres contra los varones también existe”.
La respuesta de Martha como siempre, descolocó, descoloca, (recordemos: deja fuera de lugar), Martha dijo: “Nacer es violento. Lo primero que sentimos es la gravedad del mundo, el frío y el calor, la necesidad y la falta, de la que nace el deseo”. Seguramente nociones fundantes del psicoanálisis, pero esas palabras, dichas ahí, corrieron el eje. Martha obliga a pensar en vez de a repetir consignas como mantras –de un lado, o de otro–.
Martha pronuncia lo que muchas veces nos cuesta escuchar, “lo que las madres saben”, como que “en cierto modo, un hijo está siempre desapareciendo para la madre en la medida en que la función materna se cumple”. Esa frase me habla, Martha lo sabe, pero ella aquí habla de las desapariciones forzadas a manos del terrorismo de Estado; y de sus madres, Las Madres nuestras de Plaza de Mayo. “No se es madre impunemente” dice también y reivindica la capacidad de asumir la defensa de la vida y de sus garantías políticas, jurídicas, económicas y sociales. “Nombrarse Madres las obliga a la puesta en acto constante del rol”.
Este libro, entonces, es mucho más que un puñado de artículos sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo, tema que ocupa las reflexiones de manera medular. Es un libro que piensa la relación entre lxs sujetxs, las formas feministas de hacer política –reconociendo muy tempranamente la condición necesaria de lo colectivo para que ésta sea fértil–, piensa el deseo femenino amén del cuerpo biológico, y las maneras de nacer, de convertirse en persona. Piensa de manera política nada menos que la vida.
Martha interrumpe el sentido común.
Hasta el último texto del libro –soy testigo de que siguió y sigue escribiendo– se arroja al decir oblicuo de lo políticamente esperable, dice por ejemplo: “Cualquiera sea la autopercepción de la propia identidad de género de la persona, la gestación es una experiencia que no puede dejar de calificarse como una experiencia de la femineidad”.
Pero despojada de una supuesta relación natural, mucho antes del actual y potente anti biologicismo, Martha explica que no hay hijx si no hay una madre que lo desee. Esa es la ley primera.
No hay comienzo de una vida para un sujeto sin la operación deseante de la madre. Las nenas de la generación deberían, entonces, dejar de llamarse Zoé para llamarse Bios.
Martha construye en este libro su Bios, historia, biografía, en un trayecto en el que cabe la publicación de uno de sus primeros textos en el periódico de la CGT, sus experiencias en Cairo, Cuba y en Beijing, la de su exposición en el Congreso por el debate de la IVE, y las vigilias millonarias en pañuelos verdes de 2018. Esa trayectoria hoy se materializa en papel, pero no termina. ¿Qué quiere la mujer? La mujer, ya sabemos, no existe. Existen las mujeres. Y esta mujer, Marta Rosenberg sigue agitando, interrumpiendo, sacudiendo la modorra intelectual, hasta que SEA LEY y después.
Persistencia de la palabra encarnada – Por Diana Maffía (IIEGE/UBA)
El libro, como ustedes saben, se llama Del aborto y otras interrupciones. Y hay un subtítulo con tres temas: Mujeres, psicoanálisis y política. Y yo creo que estos temas podrían estar en cualquier orden. Que en realidad estas tres vertientes, las mujeres, el psicoanálisis, la política, están recorriendo el libro en muchos de los artículos.
Es una compilación desde la década del sesenta, porque en realidad la intervención de Martha, tanto en el psicoanálisis como profesional como en la política por su vocación, como en la interrogación acerca de lo femenino, pero también en el movimiento, en el activismo feminista, es muy larga.
Quizás la conocemos más por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, por su compromiso con el tema del aborto, y eso hace que la palabra interrupción tenga un sentido muy literal que tiene que ver con la interrupción del embarazo. Pero “interrupción” es un término que también tiene un trasfondo político. La idea de interrupción en las trayectorias de las mujeres de nuestra generación, de las personas de nuestra generación tiene que ver, por ejemplo, con las interrupciones que la dictadura les impuso a nuestras vidas. Esas interrupciones que las diversas dictaduras, en mi caso 17 años de dictadura hasta el retorno de la democracia, tienen que ver con trayectorias que a veces no siguen la linealidad de una trayectoria personal.
Pero por eso quizás es que es más meritorio que haya esta persistencia de Martha en los temas y en el develar el modo en que estos temas se interrelacionan. Por eso decía que el orden podría ser cualquiera, porque en realidad, desde el psicoanálisis ella se va a preguntar por la feminidad, pero también por la política. Desde la política va a ser una lectura psicoanalítica, una lectura vinculada con la agencia, con los deseos, con lo que está oculto, con lo individual y con lo colectivo. Y también desde el movimiento de mujeres nos ha traído al movimiento preocupaciones de feminismos que tienen que ver también con el psicoanálisis y la política. Entonces, todas estas narraciones están muy entrelazadas. La interrupción también tiene que ver con un concepto vinculado con el biopoder, en Hannah Arendt por ejemplo, o en Foucault, la idea de que hay que romper una inercia, una inercia que tiene que ver con el dominio de las fuerzas políticas sobre la singularidad, sobre las individualidades, sobre nuestras corporalidades y nuestras subjetividades. Parte de la lucha política es lograr que esta singularidad tenga capacidad de agencia y tenga palabra.
El trabajo con el lenguaje es un trabajo exquisito a lo largo del libro, no sólo porque tiene una manera de escribir y de narrar con mucha precisión y con muchas sugerencias, con muchas aperturas, sino también porque es la herramienta que Martha eligió, la del lenguaje, en su activismo, en su militancia, en su profesión. Esa es la herramienta sobre la cual va a poner su oído atento, su interpretación, su hermenéutica. Y ella dice en la introducción algo acerca de que es un libro en cierto modo muy feminista, muy de mujer feminista, porque hay mucha dispersión.
Dice que le han rechazado en algunas editoriales estas escrituras, el juntar estas escrituras como algo que carecía de la unidad racional que se espera, ¿no? Y por eso quizás esta cuestión a la vez de subversión feminista, pero también de lo femenino, como lo que queda oculto, como la sombra de esa racionalidad. Y dice: hay acá una dispersión cronológica, porque efectivamente, no es que siga la linealidad, sino que hay momentos de mucha productividad y momentos de menos productividad. Hay una dispersión lógica porque pareciera que no es un argumento que se va sucediendo con otro causalmente. Y hay idas y vueltas, rodeos, maneras de volver a pensar los mismos temas, volver y volver a pensar los mismos temas. Y también dice: hay una dispersión disciplinaria, porque no es que se atenga estrictamente a la teoría feminista cuando introduce política y psicoanálisis. No se atiene específicamente al psicoanálisis.
Seguramente en su carrera profesional podrá contar de qué manera esto ha incidido su preocupación por la política y su preocupación por el feminismo. Esto nos ha aportado además unas miradas de algunas psicoanalistas feministas, unas miradas muy creativas y muy fructíferas en relación con la decodificación de género y con el volver a pensar entonces nuestras subjetividades, nuestros deseos, nuestras conformaciones identitarias, etcétera.
Se habla también de una manera de desmarcarse de las olas del feminismo, si bien se ubica en sus principios, en lo que podríamos llamar la segunda ola, es decir, aquel feminismo que comienza a mediados del siglo XX, en la década del 60, porque es el momento en que se inscribe en el activismo y en la preocupación por estos temas. Sin embargo, no hay una disciplina en el modo de evolucionar a través de lo que el feminismo ha denominado la segunda, tercera o la cuarta ola, etcétera. Porque en realidad esta idea de las olas es algo que viene y se mueve, que se mueve colectivamente, que avanza, pero también que retrocede. Es un poquito unilateral, como si todo el movimiento disciplinadamente avanzara y retrocediera. Y yo creo que si hay algo a lo que escapa el pensamiento de Martha es a la masificación, a la idea de que hay algo inevitable en el ir con la corriente o contra la corriente.
Esta pasión por obtener la singularidad pensando la mujer como ideal abstracto cuando retoma la pregunta de Freud “¿qué quiere una mujer?” y dice: me habla a mí, pero entonces yo tengo que resignificar eso en primera persona y no en tercera persona. ¿Qué quiero, qué quiero como persona? Pero también ¿qué quiero como mujer? ¿Qué me une a los deseos de otras mujeres? Hay acá un camino de indagación y de auto-indagación en el que seguramente el haber tenido que compilar tantos años de trabajo debe haber incidido.
También me gustaría escuchar a Martha hablar de qué impacto tuvo esta compilación sobre ella misma. El volver a leerse y el volver a tejer todos estos pensamientos. Ella se define, dice, como parte de una revolución a la que llama revolución feminista, anticapitalista, antipatriarcal. Feminista, porque está contra el patriarcado, efectivamente. Pero también anticapitalista, porque está contra cierto modo de opresión que deriva de las relaciones de producción. Y desarrollado en un mundo al que califica como un mundo de ofensiva neoliberal, conservadora y fundamentalista. A este mundo se opone múltiplemente el pensamiento de Martha. Al feminismo neoliberal, precisamente por considerarse anticapitalista, por ser una pensadora de izquierda y una activista de izquierda, no sólo una pensadora. Al mundo conservador por tener este espíritu revolucionario.
Si hablamos de interrupción, hablamos precisamente de singularizar la política frente a lo que Hannah Arendt llama la administración de la vida. Es decir, si la política meramente se va a convertir en una administradora de nuestras vidas personales, en la anonimia de esas vidas personales, singularizar la vida es un acto revolucionario y organizar esas singularizaciones en un movimiento como el movimiento de mujeres, como un movimiento plural, son actos revolucionarios que van contra entonces el estilo a la vez neoliberal y conservador que les da a las vidas de las mujeres un destino biológico derivado de su cuerpo y de su capacidad de gestar. Aquí haber trabajado tanto en la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, implica interrumpir ese destino de maternidad y, en todo caso, repensar la maternidad. Qué clase de maternidades, para quienes elegimos la maternidad, queremos llevar adelante desde estas singularidades.
Y finalmente habla contra los fundamentalismos y hablar contra los fundamentalismos implica adoptar una actitud crítica. Y esa actitud crítica es un alerta permanente en la vida. Es una postura filosófica y epistemológica, pero también es una postura política porque implica no volverse obediente a líneas partidarias o a tendencias políticas que pudieran llamarnos a silencio. Que pudieran decirnos que, por ejemplo, discutir el aborto es inoportuno, que pudieran decirnos que hay cierto tipo de reclamos para los que tenemos que esperar. Esta indisciplina que deriva de afirmar una posición crítica también es una marca de discurso y es una marca de activismo.
Martha toma estos tres ejes de pensamiento, las mujeres, la política y el psicoanálisis, pensando en las palabras, pensando en las palabras de las mujeres que hablan un discurso que no es creado por ellas, sino creado por el patriarcado, y en ese discurso patriarcal deben expresarse y en ese discurso patriarcal deben expresar los deseos. Y Martha dice algo muy interesante: el deseo leído en las acciones. O sea, cómo decodificar desde el psicoanálisis, pero también desde la política, ese deseo oculto que hay en la acción y cómo, una vez identificado, lo podemos volver a expresar en palabras. Entonces se actúa el deseo, pero también se dice y al decirlo se junta, se une, se puede hacer común, se puede hacer lengua común con otros deseos, con otras aspiraciones y con otros activismos.
Las palabras entonces que busca Martha en este libro no son palabras abstractas, son palabras encarnadas. Son palabras encarnadas y no de cualquier manera, son palabras encarnadas en las mujeres y no para cualquier cosa. Son palabras encarnadas en las mujeres, para la agencia de la política, para transformarse en actrices de cambio en las relaciones de poder. Bienvenido este libro de Martha. Es un acto generoso que nos deja además para que estos feminismos tan jóvenes, casi adolescentes que nos rodean y que están demandando parte de su historia y de su genealogía, y que han encontrado en algunas mujeres mujeres luchadoras, como es el caso de Martha Rosenberg, una figura a la cual reconocer, a la cual reconocer en esa genealogía y que es una manera entonces de dejar su palabra y dejar su testimonio.
El movimiento vivo de la sabiduría feminista – Por Nayla Luz Vacarezza (IIGG-UBA/CONICET)
Del aborto y otras interrupciones es el testimonio de un recorrido vital y de un pensamiento que es muy personal, y que también lleva consigo la marca de lo colectivo. No es casual que el primer texto esté fechado en 1982. Un año que condensa como ningún otro en nuestra cultura política las luchas por la democracia y por su recuperación luego de la dictadura. Ese punto de partida temporal anuda el pensamiento de Martha con esperanzas construidas colectivamente y también con desilusiones por lo que la democracia, como sistema de gobierno, aun nos debe.
En 500 páginas que recogen más de 40 años de pensamiento, el libro transita distintos temas, pero vuelve sobre un problema que es también un deseo centelleante, ¿cómo modificar el orden social? Y también, ¿cómo creamos nuevas posiciones subjetivas, que son políticas, para afirmarnos como sujetos plenos? En el caso del aborto, lo que Martha nos muestra es que el horizonte a transformar es la ley, pero también la subjetividad y la cultura como un todo. El cambio legal es una pieza fundamental en la transformación de las relaciones sociales patriarcales que instalan a la maternidad como un destino. Legalizar el aborto legitimará el deseo y la capacidad ética de las mujeres y de quienes pueden gestar para decidir sobre su futuro. La lucha por la legalización se trama en sus escritos con otras luchas por la vida digna y por la transformación de las maneras en que producimos y reproducimos la vida en el capitalismo.
El recorrido nos acerca a una teorización feminista que surge en nuestras coordenadas geopolíticas. Lo leo como una invitación a dejar de pensar la teoría feminista como algo que hacen las feministas que piensan en el hemisferio norte, o que hacen las feministas que trabajamos en el ámbito académico. La teoría también es algo que se hace acá, en los tránsitos que conectan al movimiento, con la universidad, con las organizaciones, con el estado y con los espacios íntimos y colectivos donde construimos nuestros refugios para pensar y actuar. El trabajo intelectual de Martha no es meramente especulativo, sino todo lo contrario. Pensaba leyendo sus textos en la idea de conceptos sudorosos, de Sara Ahmed. Son conceptos que en vez de surgir de la contemplación o de una posición de exterioridad, nacen como respuesta al contacto con situaciones y problemas concretos. Martha piensa la maternidad y escribe sobre las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo; plantea al aborto como un síntoma social y nos cuenta al mismo tiempo la historia de la lucha por su legalización. Son conceptos sudorosos justamente porque son el producto del contacto corporal con disputas políticas concretas. Lo que leemos se forjó en las calles y en los innumerables foros públicos donde Martha puso y sigue poniendo el cuerpo, la palabra y el pensamiento.
Este libro marca un antes y un después de la circulación de la obra y el pensamiento de Martha. En mi caso, tomé contacto por primera vez siendo estudiante de Sociología, muy a comienzos del 2000, en una materia sobre estudios de género y feminismos que estaba a cargo de Silvia Chejter y de Alejandra Oberti. Ahí fue Martha a participar de la proyección de la película Historia de un secreto (Mariana Otero, 2003) y a conversar sobre la criminalización del aborto como una forma de violencia contra las mujeres. Por varios años, el pensamiento de Martha fue para mí algo que ocurría en vivo, en foros feministas, en los encuentros, en las protestas y en eventos públicos. Después, cuando empezábamos a escribir el libro La intemperie y lo intempestivo. Experiencias del aborto voluntario en el relato de mujeres y varones con July Chaneton (Marea, 2011), July me compartió una carpetita de recortes de diarios y revistas que tenían textos de Martha publicados. Cuento todo esto porque muestra la trama afectiva y política de la transmisión feminista. Y también muestra cómo mi generación accedió a la obra de Martha y a su pensamiento: escuchándola en vivo o a través de la generosidad de otras feministas que guardan papeles y los comparten porque saben que son valiosos. Afortunadamente esas formas de transmisión feminista seguirán existiendo, con su belleza y también con su fragilidad. Pero la gran alegría que nos trae este libro es que a partir de ahora leer a Martha ya no va a ser una proeza de archivo ni un privilegio de iniciadas.
El libro es una pieza vital para la construcción de nuestras genealogías feministas en el sentido foucaultiano del término. Leyéndolo, una se encuentra con los puntos de emergencia de problemas, formulaciones y lemas que son parte integral de nuestro presente. Cuestiones que percibimos como actuales se forjaron en batallas pasadas y son el fruto del trabajo de otras. Los textos de Martha muestran, por ejemplo, cómo llegamos a luchar por algo que llamamos “los derechos sexuales y reproductivos” y cuáles son las discusiones que llevaron a la formación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Leer este libro mientras Martha terminaba de armarlo me hizo pensar, en sintonía con Clare Hemmings, en las historias feministas que nos contamos. ¿Necesitamos contarnos una historia de progreso, donde las ideas con más años son superadas por otras más nuevas? ¿O nos contamos una historia donde “todo pasado fue mejor”? Espero que quienes lean el libro de Martha encuentren en él las pistas para contarnos otras historias feministas, más allá del progreso y de la restitución.
Leer y releer a Martha nos lleva por una hebra del pensamiento feminista de la diferencia que muchas veces en el presente se quiere dar por superado, junto con la diferencia sexual como concepto, con toda su complejidad y su historia. Leer a Martha es volver sobre cuestiones palpitantes que no podemos dar por superadas. Si la diferencia sexual es una estructura contingente, histórica y por lo tanto sujeta al cambio, los géneros no tienen por qué ser solo dos. Esta idea vuelve una y otra vez a lo largo del libro como afirmación y como pregunta. Al mismo tiempo, Martha insiste en afirmar a las mujeres como sujeto político del feminismo y podemos estar de acuerdo o no con eso. Ahora bien –y esta es mi lectura– creo que cuando Martha dice mujeres no habla de un ser absoluto y tampoco de una substancia metafísica. Está hablando de sujetos históricos que se reconocen y que nos reconocemos en esas coordenadas, como parte de un proyecto político y como artífices de un futuro compartido. Hay quienes necesitan deshacerse de esa categoría identitaria y quienes desean pensarse desde otras coordenadas para imaginar la transformación social. También hay quienes, como Martha, se aferran a ella justamente porque desean reinventarla.
Leer este libro es animarse a no dar por resueltos los problemas que nos diferencian y nos unen en un espacio de disputas en común. Cuando lo lean quizás se encuentren con cosas que ahora pensamos de otra manera, o cuyas coordenadas cambiaron con el paso del tiempo. Esa distancia es el indicador de un camino recorrido colectivamente. Una invitación a pensar cuánto hemos cambiado y hasta qué punto nuestros deseos de transformación social son los mismos porque no fueron satisfechos. Leer el libro es también atreverse a encontrar en el pasado cosas que no sabíamos, destellos de novedad, ideas cuya fuerza todavía no ha sido detonada.
Vuelvo a pensar en este libro como una escena de transmisión feminista en sí mismo. Un espacio para encuentros que atraviesan el tiempo y las generaciones. El texto que se llama “Género y generación” nos da claves para pensar algo que puede parecer obvio: Las feministas no nacemos de un repollo, pero necesitamos nuevos artefactos y plataformas para entrar en contacto con la sabiduría de quienes nos anteceden en la lucha. Necesitamos también construir nuevas coordenadas para reconocernos más allá de los lugares comunes de la familia patriarcal y burguesa. No hace falta que seamos ni las hijas, ni las madres, ni siquiera tenemos que ser las nietas de otras feministas para reconocernos y encontrarnos en una genealogía común.
Leo el libro de Martha y recuerdo los tés que tomamos en su casa conversando sobre el manuscrito. Quiero imaginar la transmisión como un movimiento reflexivo donde nos animamos a la aventura de la diferencia y donde la transmisión fluye en ambas direcciones. En la introducción, Martha habla de una transmisión sin garantía de éxito. Este es un libro que se ofrece para que otras “sostengan su deseo de transformar la sociedad que viven y construyen, ejerciendo necesariamente la crítica de lo que han recibido de sus antecesoras”.2 En esta escena vibrante de transmisión feminista, imagino un legado que no instituya una deuda. Un legado donde lo que se transmite es un sentido de la libertad y una energía obstinada para no darnos por vencidas. Leo y pienso, ojalá podamos hacer mucho más que replicar lo dado y andar más allá de los caminos ya recorridos. Ojalá podamos seguir haciendo de los feminismos una cámara de ecos donde los sonidos se transforman cuando recorren el tiempo y el espacio en todas las direcciones.
Para terminar, recurro a la hermosa metáfora de los nudos de la sabiduría feminista de Julieta Kirkwood. Martha habla de la persistencia de las preguntas que animaron su trabajo como un nudo hecho de tres ramales: mujeres, psicoanálisis y política. El libro muestra lo intrincado de esos nudos que se fueron atando en el recorrido de una vida. Pero los nudos, como dice Julieta Kirkwood, también son parte de un movimiento vivo. Es la geometría vital, compleja y cambiante de nuestros anhelos y de nuestras diferencias entretejidas. Gracias a este libro tenemos ahora una herramienta más para encontrarnos con esos nudos tramados con tiempo y esfuerzo. Quienes se atrevan a la aventura pueden remontar el recorrido de las distintas hebras, perderse en el laberinto y desandar sus amarres, con paciencia, con uñas, con dedos y con dientes. Descubrir los hilos que hay detrás de otros hilos para armar un camino propio y sumar nuevos nudos a la trama.
Una psicoanalista feminista indispensable – Por Débora Tajer (UBA)
Conozco a Marta desde hace 30 años, desde 1990. La conocí personalmente en la Comisión Mujer de Unione e Benevolenza, que fue una movida muy interesante que se hizo en ese salón. Por eso tuvo ese nombre en la calle Perón. Ahora Perón, antes Cangallo. Fue una movida que se hizo después de la caída del Muro de Berlín, participó mucha gente que había pertenecido a diferentes agrupaciones de izquierdas convocadxs por la desorientación que teníamos en ese momento. Dentro de esa movida se armó, como era tradición, una Comisión para el tema Mujer. Dónde estaba Martha, Dora Coledesky, Marta Pesenti, Mabel Bellucci, Laura Klein, Josefa Cernadas, María Alicia Gutiérrez y yo. Allí nos conocimos y empezamos a intercambiar.
Luego en ese mismo año se hizo el recordado Encuentro Feminista Latinoamericano en el Balneario de San Bernardo, Provincia de Buenos Aires y allí armamos conjuntamente un taller autogestivo sobre feminismo y socialismo que fue maravilloso con compañeras de toda América Latina, había sandinistas que nos contaron lo importante de legalizar el aborto porque con la derrota esa práctica que era permitida pero no legal se borró del mapa, había brasileras que nos contaban que el feminismo en su país era elitista de “madame”, chilenas del MIR, uruguayas de lo que empezaba a ser el Frente Amplio y muchas otras más.
Y al regreso de ese encuentro militante entre feminismo e izquierdas, ya nos empezamos a encontrar en el marco del Psicoanálisis Feminista, que es lo que vengo a contar en esta presentación del libro de Martha, vengo a hablar como psicoanalista feminista. Pero me pareció importante compartir que nos conocemos de antes, de la política de izquierdas en su relación con el feminismo.
Es a partir de la creación del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, que es un espacio que creamos el año 1995 y que sigue vigente que hemos compartido muchísimos espacios, encuentros, congresos, mesas, sobre estas temáticas, sobre psicoanálisis y feminismo.
A propósito, no digo género, digo feminismo, Martha sabe por qué. Es un concepto que Martha durante mucho tiempo se resistió a incorporar como categoría en el campo del psicoanálisis, fiel a su linaje dentro del psicoanálisis feminista de la diferencia sexual. Y quiero también compartir con ustedes un hito que para ambas ha sido muy importante. En noviembre de 2018, le hicimos un homenaje a seis meses de su muerte a Gilou García Reynoso, otra psicoanalista enorme de este país que ha sido íntima amiga de Martha durante largos años y he tenido el lujo que sea mi psicoanalista durante 20 años. Participaron con nosotras Marisa Rodulfo, Juan Carlos Volnovich, Ruben Efrón y Ana María Fernández. Lo hicimos en el marco de un Congreso de la Facultad de Psicología de la UBA donde soy Profesora.3
Voy a decir algunas cosas sobre Martha como psicoanalista.
Primero, esto excede el psicoanálisis. Martha es una intelectual con una formación amplísima, sólida y muy importante.
Por otro lado, es una psicoanalista de una fineza clínica maravillosa y sus aportes al psicoanálisis y al feminismo son de una exquisitez absoluta que tiene una distinción específica, que es una de las mejores formadas en lo que podríamos llamar la corriente del psicoanálisis de la diferencia sexual. Esto es, la articulación entre el feminismo de la diferencia y el psicoanálisis lacaniano. Algunxs autorxs interesantes en este campo son Luce Yrigaray, Helene Cixous, Teresa de Lauretis, Silvia Tubert, Frida Saal, Michel Tort y Martha Rosenberg. En Argentina, una de las que más sabe y más ha producido desde esta corriente.
Voy a contarles algunos de sus aportes específicos. Uno que a mí siempre me gustó es una frase de ella de “no ir a caza de la cabeza del rey acéfalo”, esto es suponer al otro en un lugar de amo que a veces el otro no está. Y esto es muy típico de las feminidades tradicionales en el patriarcado y de los núcleos tradicionales en mujeres innovadoras, que es parte de lo nos encontramos y tenemos que trabajar en la clínica y esta distinción de Martha me parece de una lucidez absoluta y me ha servido muchísimo a lo largo de todos mis años como psicoanalista y para mi vida también.
Otro aporte, es una advertencia que ella hace de cuidarse de no trabajar en psicoanálisis feminista desde una perspectiva psicologista, ni sociologista, ni biologista. El sociologismo sería pretender explicar sin resto la sexuación por obra de la asunción de roles sociales prescriptos.
El biologismo incluye la naturalización, la medicalización y la sexologización conductista de lo sexual e ignorando la dimensión inconsciente del deseo y, por último, el psicologismo, que también es una tentación que considera al sistema simbólico que sustenta y determina los lugares sexuados como una estructura ahistórica y la dominación masculina como invariante y necesaria de esa estructura.
Otro aspecto importante es su preocupación en todos sus textos sobre la representación del otro, la otra, el otre, la alteridad. Este que no soy yo, esta que no soy yo en diferencia y semejanza humana, diferenciando lo que sería la objetivación, de la reificación, que es cuando la otra persona se transforma en una cosa. Esto lo digo simplemente, pero ella lo trabaja con mucha fineza intelectual. Y esta es una línea muy importante a lo largo de toda su obra psicoanalítica feminista. Y esto obviamente en el campo de la diferencia sexual dentro del patriarcado.
Y por supuesto, se destacan sus trabajos sobre aborto en el campo del psicoanálisis también, donde hay varias perlitas, yo elegí algunas. Por supuesto, hay otras que las van a leer, pero yo elegí algunas para compartir. Una pregunta de ella es ¿Qué transmitimos a las hijas? Por supuesto, malestares, síntomas, lugares de inconsistencia. Lo que queda por hacer y se pregunta ¿Las podremos reconocer como nuestras hijas en el linaje cuando se han identificado con algo de esto que hemos transmitido consciente e inconscientemente? El reconocimiento de las hijas como propias es un tema muy complejo y viceversa, reconocerse en las madres como parte del linaje. No hay que olvidar que el mandato que tenemos en el patriarcado como hijas es “no seas cómo tu madre” y cómo madres hacia las hijas “sé mejor que yo”. ¿Qué pasa entonces cuando nos vamos pareciendo a nuestras madres, fundamentalmente cuando somos madres o cuando vamos envejeciendo? ¿Y qué pasa cuando hemos tenido más logros que lo que nuestras hijas pueden o desean alcanzar? ¿Y cómo se juega todo esto en el deseo o no deseo de maternar? Creo que el cómo reconocernos como mujeres de diferentes generaciones en un linaje, familiar profesional o político, es un trabajo imprescindible para una clínica psicoanalítica feminista.
Y por otro lado, otro aspecto que ella plantea es la importancia de que la hija devenga mujer, identificándose no solo con las inconsistencias, sino con aquello que deseamos no esté la identificación con el deseo en el sentido amplio y que esta relación madre hija no reproduzca solo a la madre, a la Madre con mayúscula.
La importancia de de-sujetarse del ideal materno patriarcal para quedar disponible para crear otra significación en la vida. Y esto no implica no desear tener hijos o hijas. Pero sí que esta práctica esté por fuera del imperativo y del ideal patriarcal. Y también otra de las perlitas es cuando ella nos plantea que paradójicamente un aborto puede proyectar un futuro para alguien. Y esto yo lo he visto mucho en la clínica y me parece de una fineza clínica muy importante. Por último y ya para terminar, les invito a leer a Martha psicoanalista.
Es una exquisitez, es un viaje de ida. No se lo pierdan.
Del aborto y otras interrupciones: Biografía intelectual de una lucha – Por María Alicia Gutiérrez (FSOC/UBA)
Celebro la aparición del libro largamente esperado, que reúne –como ella misma lo dice en la introducción– un recorrido vital, una biografía intelectual y política, ambas consideraciones en el sentido fuerte del término porque supone una dimensión dialéctica (no binaria) de ese recorrido, donde se conjugan el pensar como acto político y la acción política como un modo del pensar en la intervención.
El título del libro es elocuente, Del Aborto y otras interrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política, porque inscribe las “obsesiones” de Martha, desde hace muchos años y que retornan (ritornello, dice ella) sistemáticamente. Producen una trama, un tejido donde esta tríada se implica todo el tiempo. Todos los textos del libro, aunque se refieran a un aspecto, ponen la mirada en los otros y las referencias que usa dan cuenta de ese entramado.
La idea de “interrupción” pone a jugar múltiples sentidos, como devenir, suspensión o detención, tan necesaria para poder elegir libremente sobre el propio cuerpo y los proyectos de vida, así como para poder pensar. La interrupción supone un vacío que alberga ser llenado de sentido, de sentido propio, acorde a la historia, el deseo y la subjetividad de cada quien pero también, una acción política que permita a las mujeres y personas gestantes recuperar sus decisiones en condiciones de autonomía y libertad.
Martha desarrolla un pensamiento “situado” al decir de Donna Haraway, una epistemología que lo ubica en las coordenadas de su historia personal, en los avances y contradicciones del pensamiento psicoanalítico, los recorridos de las teorías feministas y la política, en cada contexto histórico.
La autora es tributaria del feminismo de la segunda ola (especialmente el francés), del psicoanálisis freudiano y su variante lacaniana y de una historia política, sistemáticamente emancipatoria.
Podríamos decir que Martha es contemporánea, en el sentido que lo piensa Giorgio Agamben cuando plantea que corresponde a su tiempo quien lejos de encandilarse con las luces puede ver las sombras.
En esas sombras hurga sistemáticamente Martha: la sexualidad, la reproducción social de la vida (desde les sujetes y la biopolítica de las poblaciones), la maternidad, los derechos sexuales y reproductivos, el aborto, la subjetividad de las mujeres, el debate sobre las identidades. Analiza y cuestiona el anudamiento capitalista, estado/sociedad/mercado, que niega los derechos; la organización política de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito como forma de construcción novedosa, producto de la larga trayectoria del movimiento de mujeres y de las luchas en el campo internacional y nacional.
Se refiere a los derechos sexuales y reproductivos y el aborto desde una concepción integral entendiendo la justicia reproductiva como la necesidad de legislación pero también de las condiciones habilitantes para su ejercicio, para lograr una vida digna para las mujeres y personas gestantes. En palabras de la autora: “La biopolítica de los derechos reproductivos fue, desde su origen, una manera de lidiar con las diferentes diferencias: la sexual y de género; la de clase y acceso a los recursos; la étnicocultural; la de edad; la de orientación erótico-sexual; traducidas todas ellas en desigualdad, injusticia y discriminación sufrida por las mujeres y por las personas que no se adecuan a las pautas dominantes de género”.4 Esta concepción anclada en una perspectiva feminista interseccional y desde una práctica política que supone transversalidad y pluralidad. Por ello, la lucha por un derecho individual liberal se ha transformado en un derecho colectivo, en una resignificación de sus sentidos. Esas líneas han supuesto el accionar de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, de la que Martha es cofundadora, así como el surgimiento y expansión de la Marea Verde.
En este punto me voy a detener. Martha desarrolla hacia el final del libro algunos capítulos sobre las potencialidades, los logros y las dificultades de la Campaña. Como ejemplo de ese entramado que va tejiendo sitúa su origen en un contexto nacional, regional y global de avance de los modelos neoliberales, donde los proyectos de privatización general y en particular en el campo de la salud, tuvieron un impacto restrictivo en el acceso a derechos para las mujeres y las personas gestantes. Por ello, la reconocida expresión desde los fundamentos de la campaña “deuda de la democracia” instala la demanda por la legalización del aborto desde una perspectiva integral de ciudadanía e interpela, con información detallada, a los decisores políticos. Pero a su vez, plantea que el acto de abortar “es una acción que cambia profundamente todas las relaciones sociales, cambia la posición del sujeto, la manera en que se gestiona y regula esta sucesión de las generaciones, mediada por la heterosexualidad y su normativización mediante el refuerzo de los estereotipos de género. La práctica del aborto es una práctica contra-hegemónica, contracultural, a pesar de que las mujeres que se lo practican no siempre tengan conciencia de que están resistiendo y desafiando la identidad maternal prescripta como la identidad esencial del género femenino”.5
El conflicto, inherente al pensamiento y la acción política, y en el libro se sitúan en la relación saber/poder. Por ello, el libro y Martha “incomodan”. ¿En qué sentido incomodan? La filósofa brasileña Marilena Chaui refiere que desde hace 40 años, con la hegemonía de los modelos capitalistas neoliberales de financiarización transnacional, las subjetividades, que se ajustan a esas lógicas, producen una fuerte vivencia de presente efímero, sin historia y sin futuro. Martha intenta romper con sus propias prácticas estas lógicas. Incomoda todo el tiempo porque hace de la política una interrogación y duda permanentes, una puesta en cuestión de las lógicas hegemónicas y no suscribe a “lo político” como forma de gestión de la vida de las personas.
Por ello y para finalizar, Martha nos cuenta, en un pie de página del texto “Misterio de la Femineidad. ¿Inercia del falicismo?”, que Freud se formuló una pregunta que funda el psicoanálisis y que ella pensó que debería ser contestada, que ella quería contestar, hasta que registró que solo le surgían nuevas preguntas. A eso nos invita este hermoso y profundo texto: a preguntarnos, repreguntarnos y estar siempre en la búsqueda, a una re-vuelta en palabras de Julia Kristeva. Es un emocionante texto de transmisión generacional, para quienes puedan y quieran tomarlo. Les jóvenes estarán muy agradecides y deseamos que surjan nuevos decires que Martha tiene para transmitirnos.
Martha I. Rosenberg es Feminista. Psicoanalista. Médica UBA (1963). Posgrado en Psicología de la Niñez y Adolescencia, Departamento de Psicología y Psicopatología de la Edad Evolutiva-UBA (1966). Co-fundadora de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Ex presidenta del Foro por los Derechos Reproductivos. Asesora en el Área de Género del INADI. Capacitadora en ESI, Ministerio Nacional de Educación. Integrante del Consejo Asesor Honorario del MNMGyD.
Marina Mariasch es Licenciada en Letras (UBA), docente y crítica cultural. Trabaja la temática de género en el campo de los derechos humanos desde distintos organismos del Estado y desde organizaciones de la sociedad civil.
Diana Maffía es Doctora en Filosofía (UBA). Docente a cargo de “Filosofía Feminista” en la carrera de Filosofía (UBA). Directora del postgrado en “Género y Derecho” en la Facultad de Derecho (UBA) y directora del Observatorio de Género en la Justicia (Consejo de la Magistratura CABA).
Nayla Vacarezza es Socióloga y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Docente en la Carrera de Sociología (UBA) e investigadora del CONICET.
Débora Tajer es Doctora en Psicología, Psicoanalista y Sanitarista Feminista. Profesora Titular Cátedra Introducción a los Estudios de Género Facultad de Psicología (UBA). Miembra Foro de Psicoanálisis y Género APBA. Autora del libro Psicoanálisis para todxs. Por una clínica pos patriarcal, pos heteronormativa y poscolonial, Editorial Topia, 2020.
María Alicia Gutiérrez es Socióloga. Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Investigadora del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. (UBA). Integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
1 La presentación puede visualizarse en https://www.youtube.com/watch?v=kicR7fPsDZU&t=
2 Rosenberg. M. (2020). Del aborto y otras in-terrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política. Buenos Aires: Milena Caserola, p. 21.
3 Disponible en el siguiente link https://youtu.be/F3oE6WNDxHg.
4 Rosenberg. M. (2020). Del aborto y otras in-terrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política. Buenos Aires: Milena Caserola, pp. 475-476.
5 Rosenberg. M. (2020). Del aborto y otras in-terrupciones. Mujeres, psicoanálisis, política. Buenos Aires: Milena Caserola, p. 484.
Revista Bordes de la Universidad Nacional de José C. Paz