Myrian Villalba, mamá y tía de las menores asesinadas: «El Ejército paraguayo se dedica a torturar y ejecutar niñas»

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Por Guido Vassallo

Myrian Villalba necesita escupir el dolor que viene tragando hace mucho tiempo. Acaba de llegar a la provincia de Misiones y busca un lugar con buena señal. Myrian es la madre de Lilian Mariana y tía de María Carmen, las niñas de 11 y 12 años que el ejército paraguayo presentó como «caídas en combate» en un campamento del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) ubicado en la ciudad de Yby Yaú el dos de septiembre de 2020.

Serena pero convencida de sus palabras, Myrian dice que a las dos menores les plantaron el uniforme para hacerlas pasar por guerrilleras. También sostiene que luego las enterraron para borrar las evidencias de las torturas. Y que la causa que investiga sus muertes «no ha avanzado absolutamente nada». Esta mujer de 41 años, que vive en Argentina en condición de «refugiada política», es la tía de Carmen Elizabeth, a quien llaman «Lichita», la adolescente que permanece desaparecida en el mismo lugar en el que murieron sus primas. Además es la hermana de Laura, detenida y acusada de ser una supuesta enfermera de la guerrilla del EPP.

El Ejército del Pueblo es una organización político-militar con base en las zonas rurales del norte de Paraguay. Su lucha por el acceso a la tierra alcanza mayor visibilidad a través de los secuestros de políticos y terratenientes, el último, el nueve septiembre pasado, del exvicepresidente Óscar Denis. A cambio de su liberación, el grupo insurgente exige la distribución de alimentos de primera necesidad a las poblaciones indígenas de la zona y la liberación de dos comandantes, Alcides Oviedo y Carmen Villalba, los padres de Lichita. Denis permanece inhallable para las autoridades. Myrian Villalba es abogada y ejerció la defensa de familiares y «personas que fueron procesadas y condenadas aunque más no sea por apoyo logístico al EPP, y como usted sabrá en Paraguay no necesitas pruebas para ser condenado porque el ejercicio de la defensa es meramente de adorno».

Lilian Mariana y María Carmen Villalba eran primas y vivían con su abuela en Puerto Rico, una tranquila ciudad de menos de 20 mil habitantes ubicada en Misiones. Fueron al mismo colegio desde salita de cuatro hasta quinto grado. En noviembre de 2019, las dos niñas cruzaron la frontera para llegar a Paraguay y reunirse con sus padres biológicos, guerrilleros del EPP, por primera vez. «Cuando tenían que volver de la ciudad de Yby Yaú, Paraguay cerró las fronteras. Quedaron atrapadas en el monte», relata Myrian Villalba en diálogo con Página/12.

El dos de septiembre y tras una feroz emboscada, militares paraguayos ejecutaron a Lilian y a María e hirieron en una pierna a Lichita, quien logró escapar y esconderse en lo profundo de la selva, acusa Myrian Villalba. Integrantes de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) paraguaya habrían vestido a las niñas con uniformes del EPP y les sacaron fotos para intentar demostrar que eran guerrilleras. «Las fotos empezaron a circular desde un principio por los medios de prensa, sin respetar los derechos del niño ni los convenios ratificados por Paraguay», asegura Villalba.

No conformes con haber camuflado a las menores, los militares a cargo del operativo enterraron sus cuerpos raudamente, dijo Villalba. La familia de las niñas cree que no había detrás de esa llamativa decisión no hubo otro motivo más que el de ocultar las torturas y maltratos sufridos por Lilian y María. «Argumentaron protocolos de coronavirus. Pero perfectamente sabemos que ellas no murieron con covid-19 ni tampoco es ese el protocolo que se está utilizando», remarca Villalba.

Corrían las horas y las autoridades paraguayas no podían identificar a las niñas por sus huellas dactilares. En principio dijeron que se trataba de mayores de 18 años, pero después el médico forense de la fiscalía dijo que se trataba de «adolescentes de entre 15, 16 y 17 años». La madre de Lilian recuerda con dolor que «el cónsul argentino que estaba en Paraguay me llama al solo efecto de comprobar la veracidad de los hechos. Ahí supimos que se trataba de nuestras niñas de 11 y 12 años que fueron ejecutadas, torturadas y arrojadas a una fosa común».

Ni los familiares ni la defensa pudieron participar de la primera autopsia a los cuerpos de las niñas. «Es más, hasta ahora nosotros no tenemos participación en el caso. No nos reconocen calidad de víctima, no tenemos intervención y yo te diría con certeza que la causa no ha avanzado absolutamente nada. No se investigó nada, no se procesó nada, no hay personas privadas de libertad por este caso», comenta Villalba.

La defensa de las menores solicitó que se realice una nueva autopsia a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El pedido estuvo frenado durante meses pero ahora parece ir avanzando de a poco. «Por lo menos el canciller argentino le entregó al paraguayo unos proyectos y creo que figura en carpeta un tercer país europeo. Veremos cómo sigue, es muy difícil que Paraguay permita el ingreso de equipos antropológicos y por eso está obstaculizando la investigación», señala Villalba.

Llamativamente el ejército paraguayo no cuenta con imágenes ni registros del operativo que terminó con las vidas de Lilian y María. «Y no sería por falta de recursos porque el ejército paraguayo es el que mayor presupuesto recibe. Es para no dejar prueba de las violaciones de derechos humanos que cometen, y mucho menos para dejar registrado un delito de lesa humanidad que ha cometido el gobierno paraguayo. Porque acá no estamos hablando solamente de militares y policías, fue el gobierno el que avaló y ordenó el hecho», asegura la madre de Lilian desde Misiones.

El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, anunció el mismo dos de septiembre que habían dado un gran golpe a la guerrilla y felicitó a la FTC por ejecutar un «operativo exitoso». Cuando vio al mandatario posando para la foto desde el campamento en el que las menores fueron abatidas, Villalba sintió mucha impotencia: «Los héroes del Chaco y la Guerra de la Triple Alianza se hubieran revolcado en su tumba de ver cómo actúan las fuerzas militares en Paraguay. En vez de estar defendiendo a su pueblo se dedican a torturar y ejecutar niñas».

Myrian Villalba dice que no recibió ningún apoyo del gobierno paraguayo en todos estos meses. «Y de nuestra parte no existe ninguna intención de acercamiento hacia el gobierno paraguayo. Son los que están persiguiendo a una familia que vive en Argentina desde hace 11 años. No conformes con haber cegado la vida de nuestras niñas nos persiguen aquí, siendo que nuestra familia está compuesta por niños, niñas y mujeres», remarca.

Como contracara de la respuesta paraguaya, Villalba destaca la apertura del lado argentino: «Desde un principio el cónsul, el embajador y el canciller de Argentina estuvieron en contacto con la familia. Es más, ellos buscaron la forma de contactar con nosotros para ayudar en todo lo que se pueda y acompañar».

Alegando una intensa persecución, la familia Villalba solicitó refugio político en Argentina, pedido que les fue concedido el pasado 22 de febrero. «Y mira que nos costó muchísimo, salir de nuestra ciudad natal fue muy doloroso y salir de nuestro país lo mismo. Es difícil pensar que en este siglo existan esas situaciones siendo que las dictaduras y el Plan Cóndor terminaron hace tanto tiempo», relata Myrian Villalba a este diario.

Pero la pesadilla de la familia Villalba no termina con las muertes de Lilian y María. Desde el 30 de noviembre de 2020 Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, más conocida como Lichita, de 15 años, se encuentra desaparecida. Algunos testigos como su prima Tania aseguran haber presenciado la forma en que las FTC paraguayas se la llevaban de Yby Yaú, el mismo campamento en el que las dos menores perdieron la vida.

«Yo me fui con Anita y algunos militantes del EPP. Unos días adelante nos volvimos a encontrar con mi tía Laura y vimos que Lichita estaba herida en la pierna izquierda, en la parte de la pantorrilla tenía una herida muy grande, estaba totalmente pálida, muy amarillenta y tenía los ojos negrazos. Perdió mucha sangre», aseguró Tania, entrevistada por el medio digital ElDiarioAr. El 20 de noviembre Lichita habría sido nuevamente herida al recibir el refilón de un disparo de francotiradores militares en la cabeza.

A cuatro meses de la desaparición de Lichita, la familia no recibe ninguna noticia. «En la visita in situ que hizo el abogado Gustavo Franquet y otros compañeros de la Gremial de Abogados pudieron corroborar que del lugar no se entra y se sale sin ser detectado por militares», explica Myrian Villalba. Para agilizar la búsqueda la familia presentó un segundo habeas corpus que, a diferencia del primero, esta vez fue aprobado.

El derrotero de la familia Villalba desemboca en Laura, hermana de Myrian y madre de María, una de las niñas ejecutadas. Laura Villalba fue detenida y acusada de asistir como enfermera a miembros del EPP. Desde el 23 de diciembre de 2020 permanece aislada en una guarnición militar paraguaya. Para Myrian la acusación contra su hermana es «totalmente mentira porque ella venía llevando una vida normal con sus hijos, estudiando y trabajando».

Inevitablemente, el nombre de Abdo Benítez sobrevuela a lo largo de la conversación con Myrian. Cuando le pregunto qué le diría al presidente si lo tuviera de frente, se toma por primera vez una pausa para decir: «Le pediría que devuelva a Carmen Elizabeth y que pague por lo que hizo con Lilian, con María y con tantos campesinos y mujeres». Los casos de ejecuciones y torturas sufridas por dirigentes sociales, sostiene Myrian, son una práctica bastante común en Paraguay: «No podemos esperar otra cosa porque el presidente es hijo del que fue secretario privado de Alfredo Stroessner. O sea, sigue el mismo modus operandi».

Página 12


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