Mercosur, 30 años – Por Rubens Barbosa

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Por Rubens Barbosa

El Tratado de Asunción, que creó el Mercosur, conmemora este mes 30 años. Como mecanismo de apertura de mercado y liberalización del comercio, el Mercosur está hoy casi paralizado y se volvió irrelevante desde el punto de vista comercial.

El Mercosur representa hoy solo 6,2% del intercambio comercial de Brasil, luego de haber representado casi 16% del comercio exterior total.

En sus tres décadas de existencia, el proceso de integración de los países del cono sur alternó períodos de fuerte expansión y de estagnación, tanto desde el punto de vista del sector privado como institucional. En general, desde el punto de vista del sector privado, el ejercicio fue positivo ya que los empresarios pasaron a involucrarse más en las negociaciones de acuerdos comerciales y a poner su atención para nuestro entorno como mercado para sus productos manufacturados.

Desde el inicio, el Mercosur enfrentó desafíos para su construcción. Una de sus características a lo largo de todos estos años fue la incertidumbre en cuanto a su consolidación y a su futuro. La idea de formar un mercado común en 4 años, a partir de 1991 como estaba previsto en el Tratado, simboliza el grado de ambición no respaldada por la realidad de todo el proceso. La consolidación y el futuro del Mercosur siempre quedaron dependiendo de la evolución económica y comercial de sus miembros y de las decisiones políticas que afectaran la evolución natural del bloque. Por más de diez años politizado, el bloque se transformó en un foro político y social.

La situación actual no es diferente. Hay desafíos políticos y técnicos que volvieron el proceso de integración subregional aún más incierto. En el campo político, los presidentes de Argentina y Brasil, por motivaciones ideológicas, no se hablan desde hace dos años. Las conversaciones continúan a nivel técnico, pero el apoyo del más alto nivel no existe.

El año pasado, Argentina anunció que dejaría de participar de las negociaciones de los actuales acuerdos comerciales y de las futuras negociaciones del bloque, para enseguida retroceder y anunciar que continuaría en las negociaciones del Mercosur, pero en un ritmo diferente de los demás miembros. La justificación principal argentina fue que tomaba esa decisión para evitar los efectos negativos de la pandemia. Posteriormente, Argentina decidió que no participaría de las negociaciones con Corea para no afectar su industria.

Las negociaciones para la inclusión del azúcar y la industria automotriz continúan fuera del Mercosur por la resistencia argentina. Con relación a la Tarifa Externa Común -tan perforada que justifica calificar al Mercosur como una Unión Aduanera imperfecta- Brasil propuso en 2019 una reducción del 50% y ahora acepta discutir la reducción a cerca del 20%, siempre con la oposición argentina.

El acuerdo de libre comercio más importante fue negociado con la Unión Europea hace más de un año y está paralizado por objeciones de parte de algunos países europeos en función de la política medioambiental brasileña. Se están negociando o se están preparando acuerdos con EFTA, México, Canadá, Líbano, Singapur, Corea del Sur, América Central, Reino Unido, Indonesia y Vietnam.

Este año, a iniciativa de Uruguay, se revivió la propuesta de flexibilizar el Mercosur para que los países miembros puedan individualmente concluir acuerdos de libre comercio con otros países. Va a ser una larga discusión en función de los intereses concretos que dificultan la superación de cuestiones técnicas (¿cómo quedaría la TEC? ¿Se tendría que renegociar el Tratado de Asunción?) y políticas (¿fin de la Unión Aduanera y retorno a un área de libre comercio?).

A pesar de esas incertidumbres y de esos desafíos, cabe registrar recientes avances significativos como el Estatuto de la ciudadanía (acuerdo sobre seguridad social, residencia, pasaporte común), la negociación con distintos países del acuerdo de facilitación del comercio, de cooperación de inversiones, de comercio electrónico y de compras gubernamentales. En términos institucionales, la reducción y la simplificación de la burocracia, del número de órganos internos y reducción del presupuesto del Mercosur.

Después de 30 años, el Mercosur precisa hacer un alto para organizarse. Además de la flexibilización y de la reducción de la TEC, nuevos temas necesitan ser discutidos como la cadena productiva regional, la acumulación de origen, la autonomía regional soberana, la 5 G y la estrategia de negociación conjunta. El Protocolo de Ouro Preto, que creó la Unión Aduanera en 1994, prevé en su artículo 47 que los países miembros podrán convocar una Conferencia Diplomática para examinar su estructura, su funcionamiento y operación.

En vista del cuadro general y de las importantes propuestas en discusión, en caso de que sea convocada, esa Conferencia, por primera vez, con visión de futuro, podría discutir políticas y medidas para fortalecer y revitalizar el Mercosur.

El País


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