El Mercosur es empleo, producción y desarrollo para el Uruguay y nuestra gente – Por Daniel Caggiani, especial para NODAL

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Por Daniel Caggiani *

Mucho tiempo ha pasado desde su creación y poco se escribe sobre “sus bondades”  y mucho se habla  sobre “sus problemas”. Casualmente siempre son los mismos. “El Mercosur es una jaula”, “un corset”. “Debemos romper las cadenas del Mercosur”. Todos ejemplos de figuras retóricas muy potentes pero que al analizarlas carecen de sentido.

Lo cierto es que el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) no solo vive y lucha sino que además cumple 30 años de  su “primera fundación” y algunos menos de su “refundación” tardía. Siempre es un buen momento para recordarlo y más que nada para resignificarlo en sus orígenes, sus alcances y su necesidad. No por que todo lo que ha sucedido en materia de desarrollo del proceso regional haya sido lo esperado y lo deseable y sin duda existen luces y sombras en ese sentido pero como decía mi abuela, nadie es monedita de oro para caerle bien a todos.

Del Tratado de Asunción al de Ouro Preto II

El MERCOSUR es hijo de su tiempo y surge en un contexto con dos características muy particulares, por un lado una democratización de nuestros países y al mismo tiempo el auge del modelo neoliberal en nuestro continente.

El mundo entero siente que ha terminado una etapa histórica. Se da la distensión entre las grandes potencias, el derrumbe comunista en el Este, la democratización latinoamericana, y la aparición de un nuevo orden económico mundial, en el que los Estados se regionalizan en torno a polos, los mercados son planificados por las multinacionales y un neo-proteccionismo vuelve a dejar a nuestro continente en una muy difícil situación. Por lo tanto, América Latina se ve obligada a mirar hacia su propia región.

Además del patrimonio integracionista latinoamericano, otros antecedentes del MERCOSUR fueron los procesos de convergencia en política exterior y los procesos de cooperación y concertación política regional.

La respuesta política al tema explosivo de la deuda externa a inicios de los ochenta conformó otro punto de inflexión importante, en efecto, una de las vertientes de antecedentes de toda esta aproximación latinoamericana se da por la deuda externa y la respuesta que llegaron a elaborar los países de América Latina desarrollando una posición política.

Mucha agua pasó por debajo del puente en el proceso de Integración regional con avances y retrocesos en su primera década de funcionamiento,  luego de las crisis económicas y sociales que vivieron nuestros países a comienzo de las década del 2000 y los cambios de orientación de los nuevos gobiernos nacionales, en Brasil, Argentina y Uruguay,  el  Mercosur también experimentó un nuevo proceso de fundación en otra época y bajo otra orientación del proceso regional. lo que se conoce como el Mercosur más político y menos fenicio.

En 2004 en la Cumbre Presidencial de la ciudad de Brasil de Ouro Preto, denominada Cumbre de Ouro Preto II se articuló y proceso una nueva refundación del bloque regional con la decisión de redimensionarlo, articulando la creación del Parlamento del Mercosur, la aprobación de uno de los instrumentos más importantes para atender las asimetrías del Bloque regional, el Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM) y se amplió el bloque regional con el ingreso de Bolivia y Venezuela como Estados Asociados.

Esta refundación del Mercosur fue el puntapié inicial para relanzar una nueva institucionalidad del Bloque con la futura creación del Instituto Social del Mercosur, el Instituto de Políticas Públicas y Derechos Humanos y la figura del Representante Permanente (Secretario General) que buscaba el fortalecimiento de esa nueva institucionalidad regional.

Peguenle al Mercosur

Sin lugar a dudas las expectativas en sus orígenes fundacionales y refundacionales que se han depositado en el desarrollo del Bloque Regional no han sido correspondidas con los resultados del desarrollo del mismo. Sobre todo porque el Mercosur carga con nuestras propias fortalezas y debilidades y en los últimos tiempos se ha vuelto como una especie de “chivo expiatorio” donde todos, por derecha e izquierda, concentramos nuestras críticas y lavamos nuestras culpas de los que no pudimos realizar ni nunca vamos a poder lograr en materia de integración regional e inserción internacional de nuestros países.

Ahora, lo que nadie sensatamente puede negar, es que que el Mercosur es una realidad para nuestros países y que es que exista un renovado y verdadero liderazgo en ideas y que tenga un claro liderazgo político del  proyecto de integración que nos saque de esta especie de “muerte cerebral” que el bloque se encuentra transitando los últimos tiempos.

Tan malo no somos.

El Mercosur es hoy la quinta mayor economía del mundo. Más del 50% del PIB que producen los países de América Latina y el Caribe se realiza en el Mercosur. Si comparamos el Mercosur con América del Sur su PIB es más del 70% del PIB del Continente, es decir, casi 3 de cada 4 dólares producidos en el continente son producidos en el Mercosur. Por otro lado, el Mercosur concentra el 66% de las exportaciones totales de la región, en otras palabras, 2 de cada 3 dólares que ingresan a América del Sur tanto por motivo de sus exportaciones tienen como destino al Mercosur.

 

Si además  comparamos al Mercosur con otros procesos de integración económica regional en América Latina como la Alianza del Pacifico, integrada por los países de Chile, Colombia, México y Perú, el Mercosur no solo es un bloque regional con una mayor densidad de regulaciones entre sus socios comerciales con respecto a los de los países integrantes de la Alianza del Pacifico, sino que además los flujos de comercio intra regional del Mercosur triplican a los que se desarrollan en los países que integran la alianza del Pacifico. (Ver siguiente gráfica).

Fuente: Elaboración propia en base a CEPALSTAT

Por otra parte, como Bloque regional somos integrantes de una de las mayores reservas de biodiversidad del mundo. Tenemos una de las más importantes reservas de agua dulce del planeta: el Acuífero Guaraní y también somos responsables de la mayor reserva de recursos energéticos del mundo, tanto renovables como no renovables.

Somos parte de un mercado ampliado que tiene una población de casi 300 millones  de personas con una diversidad formidable de pueblos y culturas.

Sin dudas el Mercosur tiene mucho por mejorar pero no todo es tan malo ni todo lo que reluce por ahí es oro.

La incertidumbre del mundo del mañana

Todo lo que ha sucedido en estos últimos tiempos a nivel global, tanto en materia sanitaria como sus consecuencias en los aspectos económicos y sociales ponen en evidencia que los tiempos que se avecinan serán de mayor incertidumbre. No solo por los eventos más coyunturales que han trastocado la vida de miles de millones de personas sino por que al mismo tiempo estamos viviendo un cambio de época donde el curso de los flujos comerciales del mundo ha emigrado de occidente a oriente y con ellos una disputa en varias dimensiones entre Estados Unidos y China.

Esta disputa también puede permitir abrir nuevas posibilidades de desarrollo regional y en el plano del comercio regional.

Dos ejemplos importantes que ocurrieron en estos meses:

En noviembre de 2020 se firmó el tratado para la conformación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), integrado por China y diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático -ASEAN ((Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam) y cinco países con los que ASEAN ya tiene acuerdos de libre comercio (Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda). Concentra el 30% de la población mundial,  el 29% del Producto Bruto Mundial,  y cerca de un tercio de la inversión extranjera directa que se realiza en el mundo, transformándose en el mayor bloque comercial existente.

Casi al mismo tiempo, en 2021 comenzó a funcionar la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), conectando a 1.300 millones de personas de 53 de los 54 países de la Unión Africana y la República Árabe de Sahrawi, con un producto interno bruto (PIB) de 3,4 billones de dólares.

Este tipo de acuerdos regionales demuestran que los procesos de integración comercial regional son estratégicos y quizás puedan generar en el futuro una nueva  dinámica de negociación entre grandes bloques comerciales.

Importancia del Mercosur para el Uruguay

Para nuestro país el Mercosur es como el agua potable, es difícil que sobrevivamos un largo tiempo sin él, no sólo por los que significa para nuestra economía nacional hoy, que sin duda es determinante, sino sobre todo por el futuro.

Ante un futuro de tanta incertidumbre y de muchas turbulencias a nivel mundial ¿Alguien puede sensato podría dudar de que el Mercosur no sería un refugio natural ante amenazas?. No para escondernos ni quedarnos quietos, pero por lo menos hasta pasar el temporal y que amaine el viento y luego  tomar impulso y “ganar espalda” para afrontar los enormes desafíos que el mundo va a enfrentar en este cambio de época. Tan solo por esto ya es valioso en sí mismo.

Además, el Mercosur es fundamental para el desarrollo del empleo y la producción nacional. Uruguay tiene una fuerte vocación exportadora y una parte de nuestra producción agroexportadora tiene un peso determinante en la búsqueda de mercados extrarregionales para poder comercializar nuestros principales productos de exportación como son la carne, la soja y la celulosa que representan casi el 50% de nuestras exportaciones de bienes. En los últimos años, con el fenómeno de China como principal socio comercial de América Latina, el gigante asiático juega un papel importante en el destino de nuestras exportaciones, casi el 30% de las mismas tienen ese destino. Sin embargo, estos sectores no terminan moviendo la aguja del empleo y la actividad económica nacional.

Nuestro segundo socio comercial  de bienes se llama Mercosur. Casi 1 de cada 4 dólares que ingresan a nuestra economía por exportación de bienes se explican por el Mercosur. (ver gráfico)

Fuente: Elaboración propia en base a CEPALSTAT

Es verdad que en algún momento el peso de las exportaciones con destino al Mercosur representaban un mayor porcentaje. Pero lo cierto es que es nuestro segundo socio comercial y que representa aún un porcentaje demasiado importante como para despreciar.

Si además uno analiza la canasta exportadora de bienes hacia el bloque regional la misma se compone, no solo de los bienes primarios sino también aquellos bienes industrializados que tienen mayor valor agregado, es decir más trabajo nacional.

Si  incorporamos el peso cada vez más determinante del comercio de servicios en nuestra oferta exportadora y que un porcentaje muy importante de esos servicios provienen de los servicios turísticos que tiene un claro componente de turismo receptivo regional y que a su vez es uno de los rubros que generan mayor cantidad de  trabajo intensivo. Según UruguayXXI, en 2019 el turismo representó el 12% del total de exportaciones de bienes y servicios, unos 1.920 millones de dólares aproximadamente.

Por lo tanto, si nuestro principal proceso de Integración regional no solo es importante por sus orígenes sino por lo que representa hoy para nuestra economía nacional y será más determinante por las turbulencias del mundo que se viene, debemos también animarnos a repensarlo.

Repensarlo, no desde la lógica de los gobiernos, repensarlo desde la lógica de la integración, desde la visión de los actores involucrados en la construcción y desarrollo del mismo. De los trabajadores y empresarios, de los científicos y universitarios, desde sus múltiples dimensiones que democratizan el proceso de discusión y enriquecen el debate. Necesitamos un Mercosur de menos expertos y de muchos más ciudadanos.

Tratar de imaginar un Mercosur más sofisticado, que salga de ese estado de “muerte cerebral” y podamos imaginar un proceso de integración regional para los próximos 30 años. Un Mercosur que sea capaz de pensar una agenda de desarrollo del bloque regional post covid.

Enfrentar los desafíos de fortalecer nuestra democracia, de integrar nuestra producción y aumentar nuestro comercio, de combatir la desigualdad, el endeudamiento, la pobreza y la indigencia, la salud y el empleo, la migración, problemas comunes  que son verdaderamente  acuciantes en nuestras sociedades y que requieren de respuestas comunes de nuestros Estados.

Por qué es precisamente es  por todo esto que necesitamos más y mejor integración regional para lograr más empleo, mejor producción y más desarrollo de nuestra gente .

* Diputado del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio.


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