El acuerdo comercial entre Canadá y Mercosur ante el desafío ecológico – Por Clara Rodríguez
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Clara Rodríguez(*)
La intensidad y amplitud de los incendios ocurridos en la Amazonía brasileña durante el año 2020 incentivó la campaña de Greenpeace Canadá a solicitar al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, la anulación de la firma de un acuerdo comercial con el Mercosur. Reykia Fick, responsable de la campaña por Greenpeace, argumenta que Canadá no puede firmar un acuerdo con un país como Brasil presidido por un gobierno cuya política de protección ambiental es nula. La deforestación de la Amazonía ha tomado unas proporciones alarmantes y por ende el aumento de los incendios con el fin de crear áreas abiertas para la ganadería y el comercio ilegal de madera. Durante el gobierno de Bolsonaro se han desmantelado los organismos responsables de la supervisión y el control de la deforestación en la Amazonía y esa supervisión ha sido delegada a las Fuerzas Armadas de Brasil que no tienen nada que ver con el cuidado del Medio Ambiente. Según Reykia, los intercambios comerciales tienen que tener en cuenta los impactos ecológicos y sociales de los países involucrados en dichos acuerdos.
Rómulo Batista, biólogo y miembro de Greenpeace Brasil, es responsable de la campaña contra la deforestación y las quemas del bosque. Según él, Brasil era líder en cuestiones ambientales. En los Acuerdos de París, Brasil se comprometió a reducir de 22000 kilómetros cuadrados de territorio deforestado a 5000 kilómetros cuadrados y lo logró en 2012. Con el gobierno de Jair Bolsonaro, el aumento de territorio deforestado se ha triplicado con respecto al 2012. El gobierno argumenta que las áreas que se han quemado durante los incendios del 2020 y la deforestación sucesiva corresponde a un territorio históricamente explotado, cuestión que no es cierta. Ante la carencia de un control y supervisión estatal se ha incrementado en un cuarenta por ciento la deforestación de un territorio de tierras vírgenes. El proceso acelerado de deforestación en la Amazonía es inquietante. Hay cincuenta millones de hectáreas donde no hay ningún tipo de área protegida, es “la tierra de nadie”. A estos territorios ya han llegado personas que provocan la deforestación a través del fuego, crean un área abierta donde colocan un poco de ganado y a través de medios fraudulentos obtienen un documento de propiedad.
En la Amazonía la tierra adquiere más valor deforestada que virgen
Según Rómulo, en la Amazonía la deforestación da más valor a la tierra. Una tierra deforestada permite el acceso a los bosques que contienen maderas con más valor comercial como el Cedro que son maderas tropicales duras para la exportación. Hay muchos intereses económicos y políticos en torno a este comercio. Un ochenta y cinco por ciento de la explotación de madera en la selva Amazónica es de carácter ilegal. La mayor parte de la madera se queda en Brasil pero la de más valor comercial se exporta.
Los organismos responsables de verificar y controlar la deforestación se han desmantelado durante el gobierno de Bolsonaro. De otra parte, dice Rómulo, las reglas y leyes concernientes a la protección del medio ambiente en la Amazonía tardan en ser aprobadas por el Congreso. Por ejemplo, la protección de los manglares fue delegada a las fuerzas militares de Brasil sin que el ejército entienda qué es lo que tiene que proteger. No hay una política ambiental favorable a la biodiversidad ni al control de la deforestación y de la vida en la Amazonía. No hay un plan ambiental para la utilización sostenible de los recursos naturales, ni de territorios protegidos. El gobierno no se ocupa. Y cuando, por ejemplo, sucedieron los incendios, se señaló a las comunidades indígenas como responsables de ellos. La visión gubernamental corresponde a la de los años 1950, se ve a la Amazonía como una fuente de recursos para explotar y hacer un lucro inmediato.
Impactos ambientales
Rómulo Batista nos explica que cuando se efectúa la deforestación, se hace con fuego. Un primer fuego arrasa un cincuenta por ciento de los árboles y cuando se produce un segundo fuego se quema el bosque completamente. Esto trae como consecuencia la pérdida de la biodiversidad. Según algunos científicos, la región Amazónica está en el punto del no regreso, es decir, si continuamos extendiendo el territorio deforestado, la Amazonía será en el futuro una sábana muy degradada. La cantidad de vegetación que se encuentra en la selva Amazónica es lo que auto regula la vida del bosque y de esa vegetación también depende el ciclo de lluvias. La Amazonía produce en lluvia más agua que el rio Amazonas a causa de los ríos voladores. Los ríos voladores son la humedad que emite la selva amazónica a la atmósfera. Esta humedad cruza todo el Amazonas y al toparse con los Andes causa lluvias a más de tres mil kilómetros de distancia. Estas lluvias favorecen la actividad agrícola del sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y el norte de Argentina.
Impactos sociales
Según Rómulo Batista, las actividades comerciales ilegales. tanto de madera como la minería. ejercen una presión muy grande sobre las comunidades indígenas que habitan allí. Por ahora, no hay una ley que estipule la propiedad de estas tierras para los indígenas y, por lo tanto, que ningún colono puede apropiarse de ellas. Bolsonaro ha reiterado que, durante su gobierno, las comunidades indígenas no tendrán ni un centímetro más de tierra. Hay comunidades indígenas que han tenido que aislarse completamente porque sus tierras fueron invadidas por personas que practican la tala ilegal de árboles, madereros, ganaderos, mineros. Es una lucha histórica por la tierra la de las comunidades indígenas y frente a sus reivindicaciones se ha respondido con amenazas de muerte a sus líderes.
Otro problema es el de la minería ilegal. El aumento del precio del oro a nivel internacional ha convertido la extracción ilegal del oro en una actividad muy lucrativa. Esta minería ilegal, dice Rómulo, nos lleva a que todos perdamos: Pierde el gobierno porque el que explota el oro no paga impuestos; pierde la naturaleza por la contaminación del agua; pierden las comunidades indígenas porque se incrementa la presencia en sus comunidades de la prostitución, el alcohol y la droga.
Rómulo Batista acompañó a varios líderes indígenas de la región amazónica a una gira por varios países europeos coordinando la campaña: ”Sangre indígena ni una gota más” para despertar la consciencia entre los europeos que la explotación de recursos naturales de la selva Amazónica bajo una lógica puramente comercial tiene repercusiones en la vida de las comunidades que viven allí. Con respecto al acuerdo de libre comercio entre Canadá y Mercosur, Rómulo reitera que el gobierno de Canadá no puede firmar un acuerdo con un país que no respeta los acuerdos ambientales internacionales y donde no hay ningún control y seguimiento de las condiciones de cómo se producen los productos que exporta Brasil. Tenemos que pensar un modo de producir y consumir mejor. Por ejemplo, hay algunos países como Holanda donde se está legislando para que no se permita el comercio en su país de productos provenientes de territorios deforestados. Son iniciativas interesantes, dice Rómulo Batista.
(*) Clara Rodríguez, periodista radicada en Canadá.