Argentina | El programa con el FMI debe ser investigado – Por Sergio Chouza, especial para NODAL
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Sergio Chouza*, especial para NODAL
Transcurrido poco más de dos años y medio de Gobierno, Mauricio Macri se embarcó en un crédito con el Fondo Monetario Internacional porque los mercados financieros le cerraron las puertas en la cara. La necesidad de cerrar la brecha externa, derivada de un déficit fenomenal en el intercambio comercial, en turismo y el pago de intereses, fue determinante en la decisión de endeudamiento por la vía del organismo multilateral de crédito. Claro que este tipo de préstamos para países con problemas de insustentabilidad severos no está exento de riesgos. La modalidad ‘Stand By’ seleccionada implicaba un esquema de repago demasiado exigente en los años siguientes. La recuperación de la economía debería haberse dado a tasas chinas para que el acuerdo pudiera tener alguna mínima posibilidad de cumplimiento. De más está decir que aquello no ocurrió.
El programa en sus lineamientos tuvo como eje central la implementación de una política económica de ajuste macroeconómico acelerado. Recorte fiscal en todos los niveles de gobierno, y muchos caramelos para tentar a los bonistas privados, de modo tal de lograr las tan ansiadas refinanciaciones de los vencimientos 2019. Así, el objetivo del programa implicaba un recorte en el gasto público de alrededor de $500.000 millones en solo dos años. Se trataba de una doble política restrictiva, tanto monetaria como fiscal. En un contexto ya recesivo, era evidente que una profundización del programa de austeridad iba a profundizar la caída del PBI, con consecuencias sociales indeseables. Con todo, el objetivo del acuerdo fue únicamente la eliminación del déficit fiscal con un horizonte temporal muy reducido.
Una contracara de este proceso fue el sustantivo incremento del pago de intereses de la deuda. En números, la cuenta de intereses se proyectaba hasta los 3 puntos del PBI para el año 2020; esto es, la carga financiera para nuestro país sería más del doble de los intereses que se pagaban en 2015. Así, según se registra en los datos del Ministerio de Economía, el ratio de deuda a PBI creció 38 puntos por sobre los niveles del año 2015.
En ausencia de inversiones genuinas que permitieran cubrir el rojo de cuenta corriente, la toma de deuda vino a cubrir una salida continua y considerable de dólares. Frenar la fuga de capitales no es una aplicación permitida por el FMI para créditos como este. El acuerdo refrendado constituyó una flagrante violación al artículo sexto del convenio constitutivo del organismo. Por otro lado, la falta de un dictamen preliminar al acuerdo por parte de los organismos locales (Banco Central, Secretaría de Finanzas, entre otros) vulneró los requisitos básicos del derecho administrativo argentino.
Argentina dio vuelta la página desde fines de 2019. Además de emprender exitosamente una renegociación con el segmento privado, vamos en camino a resolver un nuevo programa con el Fondo Monetario. El objetivo, lógicamente, no es endeudarse más, sino pavimentar un camino no tan pantanoso para cancelar este crédito de la forma menos traumática posible. Pero uno de los hitos de este último mes fue la sanción de la Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Su propósito es impedir el gris en la legislación argentina, y exigir que el endeudamiento en moneda extranjera bajo ley extranjera, y con prórroga de jurisdicción requiera sin excepción la autorización del Congreso de la Nación. Asimismo, a partir de este año, cada programa con el Fondo Monetario Internacional deberá también ser aprobados por el Parlamento.
Por magnitud y velocidad, los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) conforman el proceso histórico en el que más creció la deuda. Semejante acto de irresponsabilidad en la administración del Estado no puede quedar impune. Mucho menos cuando, como bien dijo el presidente Alberto Fernández, los mismos economistas que incurrieron en ese desaguisado, hoy transitan por los canales de televisión dando lecciones de gestión económica. Para ir a un verdadero ‘nunca más al endeudamiento irresponsable’, es fundamental que las instituciones de nuestra República le den respuesta a una demanda de buena parte de nuestra sociedad, y determinen de manera concluyente las responsabilidades jurídicas que correspondan. Las responsabilidades políticas ya se dictaron: las y los argentinos saben muy bien que el desastre de la deuda macrista fue una trasnochada que se va a pagar por generaciones, y por eso en 2019 lo penalizaron en las urnas.
(*) Economista y Docente de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV)