Mario Rovere, médico sanitarista: “Con las vacunas, se impuso en el mundo una lógica de competencia en vez de cooperación”

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Entrevista a Mario Rovere, médico sanitarista y exviceministro de Salud argentino

Por Denise Godoy, de la redacción de NODAL

Hasta el momento sólo ocho países de América Latina han comenzado con el plan de vacunación contra el coronavirus. Muchos otros han iniciado las negociaciones con los diversos laboratorios y países como Colombia y Perú, al borde del colapso sanitario, aún no han recibido las primeras dosis para comenzar con la inmunización de la población. La región ya ha superado el millón de muertes y la demanda global por las vacunas dificulta su acceso y distribución.

En conversación con NODAL, Mario Rovere, médico sanitarista y exviceministro de Salud argentino, analiza la situación de Latinoamérica respecto al proceso de vacunación y los efectos de la segunda ola.

¿Cuáles son las dificultades que enfrenta la región para acceder a las vacunas?

El panorama de las vacunas ha cambiado de alguna manera el eje de la información mundial sobre el coronavirus pero no el problema mismo de la pandemia. Se han distribuido 39 millones de dosis en 49 países y al resto del mundo aún no ha llegado ninguna vacuna. Este panorama se extiende o se concentra en América Latina porque la situación y la capacidad de negociación de los países es muy diferencial. La vacuna está circulando sobre dos lógicas. Una orientada fundamentalmente al mercado y una lógica de distribución con criterio político orientada a la salud y a la búsqueda de equidad.

El primer punto de alarma lo levanta justamente la OMS al advertir del colapso global más importante de la historia de occidente justamente por la forma en que se están distribuyendo las vacunas. Es la primera vez en la historia de la humanidad que una enfermedad totalmente nueva encuentra una respuesta en vacunas en menos de un año. Sin embargo, la situación ha evidenciado que se impuso en el mundo una lógica de competencia en vez de cooperación Más de 250 grupos empezaron a trabajar por separado para la producción de la vacuna y en este momento las diez que están más o menos en punta configuran todo un mosaico de lógicas, volviendo a la idea de orientación al mercado u orientación a la política. Por supuesto que los países que tienen más orientación a la política como Rusia o China no regalan las vacunas. Por otro lado, las vacunas más rentables y las más caras de todas maneras tienen un compromiso de donación al sistema de COVAX de la OMS. Una de las últimas expectativas es el hecho de que EEUU haya cambiado su política hacia la OMS y que además se haya comprometido a impulsar que el laboratorio Pfizer done 40 millones de vacunas al sistema COVAX.

Evidentemente los países de más bajos ingresos de América Latina tienen problemas muy serios con respecto al acceso a las vacunas pero sorprende en ese contexto el gigante de Brasil que, con sus permanentes contradicciones, está recibiendo dosis y al mismo tiempo Bolsonaro insiste en que las vacunas no están científicamente comprobadas. De alguna manera las medidas sanitarias de Brasil están siendo sostenidas fundamentalmente por los gobernadores de los estados más comprometidos.

Los países como México que son noticia por las idas y vueltas con respecto a la vacuna en el mundo, están relacionados con el laboratorio Pfizer que súbitamente cambió su sistema de producción y no queda muy claro si el laboratorio en realidad ha cambiado su contrato con la llegada del nuevo gobierno de EEUU.

¿Qué se podría hacer desde los Estados para revertir la lógica mercantilista de la industria farmacéutica, sobre todo en un tema tan vital como las vacunas contra el Covid-19?

Principalmente se deben construir cooperativas de países compradores, es decir, constituir una especie de monopsonio u oligopsonio que sería la capacidad de usar poder de compra, que es casi lo contrario del monopolio. Se trata de formar un club de compradores que establezcan las reglas de juego capaces de revertir los manejos de los laboratorios que en la última década han llegado a situaciones absolutamente incompatibles con cualquier estándar de ética en el mundo. Resulta importante señalar que una de las grandes herramientas son las compras conjuntas, los consorcios de compras entre los países y por supuesto que ahí juegan un rol importante la OMS, la OPS y los distintos sistemas que funcionan como mecanismos compensadores. Por supuesto que se puede hacer una gran crítica a la historia de la OMS pero definitivamente los organismos internacionales en contexto de pandemia son fundamentales y es hora de fortalecerlos y controlarlos más que debilitarlos.

La segunda ola de contagios viene golpeando duramente a la región y en algunos países ya se advierte un colapso sanitario. ¿Cómo ves la situación de los sistemas de salud de América Latina para afrontar este avance de la pandemia y qué medidas te parecen las más pertinentes que deberían adoptar los gobiernos para atenuar la cantidad de víctimas?

Cuando decimos que América Latina no es la región más pobre sino la más injusta del planeta, eso también se extiende a la infraestructura sanitaria y al presupuesto público porque el sistema sanitario a su vez requiere de un flujo muy importante de insumos y de personal de salud. En la última década se ha insistido en que la verdadera vacuna polivalente que tiene el mundo son los trabajadores de la salud. No es extraño que el mundo haya decidido dedicar el año al lema de la salud y al personal sanitario y cuando uno ve lo que pasa entre los países y lo que pasa al interior de ellos se encuentra con diferencias asombrosas, analizado con un sistema de valores donde prevalezca la equidad.

En América Latina prácticamente ocurre lo inverso y lo vemos en las situaciones más extremas donde uno podría hablar de Ecuador, Brasil o Perú. Dentro de esos países se encuentran situaciones como las de Manaos, dos veces con colapso sanitario de niveles terroríficos en esta pandemia, la situación de Lima en Perú y las de Quito y Guayaquil en Ecuador. Evidentemente en estos países la distribución de los recursos y el acceso ha llevado a situaciones tan críticas que en muchos casos ya no solamente no hay camas de terapia intensiva sino que tampoco hay atención hospitalaria ni sanitaria en domicilios y se encuentra quizás la más patética de las imágenes que es el mercado negro de tubos de oxígeno donde la gente entra en disputa llegando incluso a la violencia para obtenerlos.

Esta situación verdaderamente dramática se muestra en toda su dimensión en algunos países más que en otros y creo que la destrucción de UNASUR Salud ha sido también un mecanismo extra para impedir lo que podría haber logrado el organismo con una de sus metas que era el comportamiento solidario de toda Suramérica frente a las pandemias, con un programa tan específico como escudo sanitario que fue destruido por los gobiernos de Macri, Bolsonaro y todo lo que alimentó el Grupo de Lima. Estamos frente a una situación dramática pero más aún porque esta pandemia ha caído en pleno auge de las políticas neoliberales.


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