Trump y Biden, dos collares distintos para un mismo perro (dos discursos distintos para un mismo imperio) – Por Juan Guahán
Por Juan Guahán *
Por esas cosas de la modernidad política, la dirigencia latinoamericano-caribeña, que presume de progresista, supone que los presidentes pertenecientes al Partido Demócrata de Estados Unidos harán menos rigurosa la dominación imperialista. Se los suele contraponer a los provenientes del Partido Republicano, caracterizados como más reaccionarios.
Nos suelen enamorar las bonitas palabras de quienes se presentan como adalides de las libertades y de las legítimas reivindicaciones formales y campañas internacionales a favor de diferentes minorías. Esas reivindicaciones son justas respuestas a desarrollados prejuicios y eso está bueno, aunque sea usado para fortalecer el sistema de explotación y encubrir sus peores políticas respecto a las grandes mayorías populares que habitan la faz de la tierra.
Nada de estos es lineal y absoluto, se trata de tendencias avaladas por la historia. No debemos olvidar que tales diferencias es como si se tratara de dos collares distintos, pero el mismo perro.
En la medida que la acumulación se centraba en los sectores productivos, como los metalmecánicos por ejemplo -al final de la Segunda Guerra Mundial-, allí estaba concentrados los mecanismos que aseguraban la sumisión y dependencia de nuestra países.
A medida que los bancos y demás expresiones de los sectores financieros se fueron consolidando como el núcleo central del sistema, la situación fue variando. Hoy el Fondo Monetario Internacional tiene las llaves más importantes para asegurar nuestra sumisión. Claro está que si las rebeldías populares superan algunos límites siempre tendrán a su tropa de marines dispuestos a restablecer el orden y la “democracia”.
En pocos días, el 20 de enero, asume Joe Biden, del Partido Demócrata, como la presidente de EEUU. Donald Trump, del Partido Republicano, termina su mandato y quejumbrosa y amenazadoramente dejará el poder.
Ambos tienen y tendrán por objetivo mantener –hasta donde sea posible- el poder de su país. Pero habrá diferencias en las metodologías a aplicar.
Trump -en cierto modo más conservador- pretendió hacerlo restableciendo el poder industrial perdido, y para ello repatrió muchas empresas que operaban desde China procurando restablecer el poderío y orgullo estadounidense, dejando para un segundo nivel las otras relaciones estatales y las políticas multilaterales.
Biden lo intentará al estilo demócrata –a través de las presiones de las tecnocracias informáticas y los sectores financieros- con banderas como la democracia y los derechos humanos, pretendiendo imponer la supremacía estadounidense.
Lo hará en un nuevo intento por alcanzarlo, lo más rápidamente posible, a través de una acelerada globalización. Da por sentado que Europa volverá a ser su mejor aliado. En ese camino es muy probable que los choques con China y Rusia tengan puntos más altos que los vividos con Trump.
Lo que es seguro es que el dólar seguirá perdiendo fuerzas; China se aproximará a la hegemonía mundial y se acabará la buena relación entre presidentes que tenían Trump y Vladimir Putin, a la cabeza de EEUU y Rusia.
* Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)