Situación de los sistemas de salud latinoamericanos: fortalezas y debilidades – Por Leonel Tesler

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Por Leonel Tesler *

Afirmar que en tal país, durante la pandemia de COVID-19, hubo tantos casos o tantas muertes por culpa del sistema de salud o gracias a él sería caer en un simplismo engañoso. Las decisiones que se tomaron no surgieron desde los sistemas de salud sino que los tuvieron como destinatarios directos o indirectos. Las medidas de confinamiento o su ausencia, los cierres o aperturas de las fronteras, el redireccionamiento del gasto estatal y otras intervenciones fortalecieron, debilitaron, colapsaron o protegieron a los sistemas de salud. Eso les permitió dar respuestas preventivas y asistenciales más o menos adecuadas ante el estallido de la demanda. El impacto de esas medidas estuvo determinado por las condiciones previas de los Estados en general y de sus sistemas de salud en particular, que se analizarán a continuación para Latinoamérica.

CUS, SUS, no-CUS

Los sistemas de salud europeos pueden agruparse en dos grandes modelos alternativos: el Beveridge y el Bismark. El primero consiste en un sistema estatal financiado con rentas generales. El segundo, un sistema de seguridad social que recibe aportes de los trabajadores y empleadores. En Latinoamérica, con las excepciones de Cuba -que tiene un sistema de salud estatal- y Costa Rica -que sigue el modelo Bismark- no son aplicables esas categorías. En cambio, pueden clasificarse dentro de tres grandes grupos: CUS, SUS y no-CUS.

La Cobertura Universal en Salud (CUS) es una política diseñada y financiada por el Banco Mundial para garantizar el acceso a la salud y la aplicación de una lógica mercantil a los sistemas de salud los países en vías de desarrollo. Se encuentra con variantes en Chile, Colombia y México, entre otros. Comparten la existencia de un sector público y otro privado. El público recibe fondos de los impuestos y los aportes de la población afiliada que cuenta con empleo formal. El privado se financia con el pago de la cuota por parte de los clientes. La población asalariada tiene la posibilidad de “elegir” si permanece en el sistema público o migra al privado. Las empresas, a su vez, son libres de aceptar a las personas más sanas y de mejores ingresos. Así se constituye un sistema para pobres y otro para ricos. La fortaleza de este tipo de sistemas es que existe una lógica sanitaria única que les da la posibilidad de planificar, implementar y evaluar políticas.

Brasil comparte con los países adheridos a la CUS la existencia de unsistemapúblico de salud que cubre a la mayor parte de su población. El Sistema Único de Salud (SUS)es el resultado de la militancia del movimiento “sanitarista”. Logró, primero, el reconocimiento constitucional de la salud como derecho universal y responsabilidad del Estado. Luego construyó un sistema que garantiza la inclusión y la participación social en la toma de decisiones. Su relativa autonomía permitió que continuase funcionando a pesar de las medidas anti sanitarias de Jair Bolsonaro. Sin embargo, el SUS convive con un sistema de aseguradoras privadas que cubre al 25% de la población y concentra aproximadamente la mitad del gasto anual en salud.

Argentina es un ejemplo de país no-CUS. No existe una normativa única que defina al sistema de salud y conviven diversos modelos de organización sanitaria que surgieron a lo largo de la historia. Aproximadamente el 60 % de la población está cubierta por las obras sociales sindicales, poco menos del 40% sólo cuenta con la cobertura estatal y aproximadamente el 1% es cliente de una empresa de medicina prepaga. Estos tres subsectores (las obras sociales, el Estado y las prepagas) están a su vez atomizados. Hay más de doscientas obras sociales sindicales a las que se le suma el PAMI, las 24 obras sociales provinciales y las obras sociales especiales (de los poderes Judicial y Legislativo, de las Fuerzas Armadas y de las universidades); el subsector estatal está fracturado entre la Nación, las provincias y los municipios. Esta conformación dificulta la gestión de la información, la planificación y la intervención en salud. La fragmentación es la principal debilidad de este sistema. Su fortaleza es lo que queda de solidario en las obras sociales y el subsector estatal.

La segmentación, un problema común

Los países latinoamericanoscomparten la existencia de sistemas de salud diferenciados para ricos y para pobres. Los tiempos de espera son más largos, la hotelería es más fea y el maltrato es más frecuente en los sistemas para pobres.

El principal desafío está en encontrar una solución común y soberana para la desigualdad en el acceso a la salud. Sólo será posible cuando los Estados latinoamericanos vuelvan a discutir, planificar y actuar de manera coordinada en materia sanitaria. La reconstrucción de la UNASUR puede ser la principal fortaleza que nos depare la post pandemia.

* Médico Sanitarista. Presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria.


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