Chile | El error del Gobierno en apurar la aprobación del TPP-11 – Por José Miguel Insulza, Jorge Pizarro y Ricardo Lagos

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. Por José Miguel Insulza, Jorge Pizarro y Ricardo Lagos Weber

El aporte del comercio exterior, reflejado en la red de TLC que generó nuestro país desde los años ’90 con más del 85% del PIB mundial, ha tenido un impacto positivo sobre nuestra economía y desarrollo. Junto a otros factores, explica que el ingreso per cápita de los chilenos haya crecido en el período 1990-2019 más que cualquier otro país de Sudamérica. En ese mismo período, y aunque siguen siendo ingresos inaceptablemente bajos, los sectores más vulnerables en Chile (20% más pobre) vieron crecer sus ingresos más del doble que el 20% más rico. Las clases medias también avanzaron más que el 20% de mayor ingreso.

Esa decisión de política exterior permitió aumentar nuestro PIB y establecer diversas áreas productivas y de servicio de nuestro país e intercambio de la balanza comercial muy favorable para los productos que exportamos, diversificando la oferta y generando más empleo en muchas regiones de Chile.

Nuestro país ha sido pionero en la construcción de acuerdos comerciales en el mundo. Este liderazgo se reflejó, en que luego que EE.UU. se retiró del TPP el 2017 por la decisión del Presidente Trump, el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, junto con el canciller Heraldo Muñoz, decidió seguir adelante y liderar un TPP sin los EEUU.

La discusión del TPP está plagada de fake news. Muchos de los puntos que se acusan como obstáculo para firmarlo, no se ajustan en nada a lo que es el contenido del tratado.

No existe ninguna disposición que limite o condicione los derechos y políticas laborales o establezca restricciones para fijar un sueldo mínimo. Tampoco existen normas que impidan la creación de empresas públicas o existen artículos dentro del tratado para que se flexibilice o relajen las normas de protección medioambiental. Menos aún que se impida cambiar el sistema de pensiones o nuestra propia Constitución, como se afirma entre otras muchas fake news.

Las aprensiones y mitos que se han levantado en torno al TPP son alimentados en algunos casos por una mirada proteccionista, en otros por desconocimiento más profundo de los textos y en otros porque consideran que nuestro modelo de desarrollo económico debe ser distinto al actual y entienden que este tipo de tratados impedirían transitar hacia un modelo distinto. No cabe duda que nuestro actual sistema requiere cambios estructurales para superar las desigualdades, pero esas son decisiones que debemos tomar internamente y frente a esas definiciones ni el TPP ni ningún otro tipo de acuerdo que Chile ha suscrito constituyen un obstáculo o una restricción para poder llevarlos a cabo.

El TPP ya fue puesto en marcha por Canadá con Justin Trudeau o en Nueva Zelanda por Jacinta Ardern y muchas otras naciones. Cabe preguntarse: ¿serán tantos los países, que al igual que Chile, están equivocados al suscribir y ratificar este acuerdo? ¿Naciones tan disímiles como Vietnam, Malasia, México, países emergentes o Australia que ya han suscrito este acuerdo, estarán dispuestos a firmar un tratado que hipoteque sus políticas de desarrollo? Creemos que no.

Naciones como Nueva Zelandia, que han demostrado un desarrollo más inclusivo e igualitario, incluyendo a sus pueblos originarios han decidido apostar todo al comercio exterior apoyándose en acuerdos de esta naturaleza que fijan normas básicas y mínimas que regulen la actividad comercial para poder relacionarse y den garantías de desarrollo.

Desde el punto de vista comercial, el TPP permitiría que más de tres mil productos chilenos puedan acceder al mercado en otros 10 países -con los cuales ya tenemos acuerdos comerciales- pero, respecto de los cuales, aún persiste restricciones al comercio. Con el TPP, con esos mismos países contaríamos con arancel cero para un número significativo de productos aumentando nuestras exportaciones. Por primera vez un acuerdo comercial menciona explícitamente que se deben potenciar a las pymes para integrarlas dentro del tratado.

Dicho todo lo anterior, los gobiernos deben sopesar bien los momentos políticos que se viven para no generar ni profundizar las crisis. En especial para este Gobierno que tiene su legitimidad por el piso y un proceso constituyente en marcha. Hay que cuidar el proceso constituyente, hay que cuidar el clima político y por eso un tratado como el TPP que genera grandes diferencias, muchas pasiones, así como la desinformación interesada que lo rodea, hace necesario debatir a fondo los efectos que tiene y los alcances del mismo.

Tenemos la convicción que el TPP es un buen acuerdo para Chile, pero reconocemos que hay muchos que piensan distinto. Entonces lo que cabe no es lograr la aprobación de un acuerdo de esta envergadura por un voto. De lo que se trata es de generar las condiciones y construir las mayorías que permitan su aprobación de manera adecuada.

La decisión del Gobierno de acelerar la votación de este proyecto no ayuda a generar los entendimientos necesarios en torno a temas tan importantes y delicados como son este acuerdo y el proceso constituyente. Por ello creemos que sería un error urgir su aprobación. Hagamos un debate con todos los actores. Démonos el tiempo que sea necesario.

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