La pandemia y el rol del estado – Por Malena Fontenla

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Por Malena Fontenla *

El virus del SARS-CoV-2 se propagó de igual forma en todo el mundo yprovocó la tragedia sanitaria más importante de la era. Todas las economías -incluso las de las potencias mundiales- se vieron sometidas a prueba y los sistemas de salud resultaron fuertemente afectados. Lo que no se desarrolló con sincronía fue la respuesta de los gobiernos ante el virus; intereses, políticas (y no-políticas) de estado, medios de comunicación y escala de valores salieron a jugar en una batalla feroz, lo que generó que, más allá de genomas y mutaciones, el virus impactara de forma distinta en cada país.

La pandemia de coronavirus puso en evidencia no solo las capacidades de losgobiernos de toda Latinoamérica, sino también su posicionamiento en una escala de valores de presunción unívoca, sus fortalezas y sus debilidades. En la batalla contra la enfermedad, fue fundamental optimizar los recursos y establecer un orden de prioridades (la engañosa dicotomía salud-economía fue el centro de los debates en América y el mundo).

Trabajo mancomunado con entidades científicas y académicas, esfuerzos inéditos en la obtención de recursos y acompañamiento a los sectores económicos inevitablemente debilitados,fueronsólo algunas de las estrategias sobre las que avanzaron la mayoría de los gobiernos que comprendieron rápidamente las características del virus que los azotaba: de rápida propagación, con altas tasas de mortalidad en determinadas poblaciones, ycuya forma más eficaz de contenerlo es el aislamiento social. No es de menor importancia resaltar que este aprendizaje fue intuitivo, con los errores inherentes a un proceso como ése. Mandatarios de todos los países debieron estar atentos a cada cambio en el comportamiento que este “enemigo” pudiera manifestar, y así ir construyendo paradigmas tan efímeros como necesarios.

Una patente del esfuerzo contra la pandemia se vio en la obtención de elementos de protección personal y de insumos sanitarios, en un contexto en el que la demanda mundial de los mismos superaba con creces a la oferta. En algunos países como Argentina se incrementó la capacidad instalada hospitalaria en importantes porcentajes (se incorporaron 1.500 camas de terapia, 1.200 respiradores, se concluyeron más de 125 obras en hospitales y se incluyeron más de 8.900 profesionales de la salud).

Independientemente del despliegue de medidas de todo tipo, la región latinoamericana se vio fuertemente golpeada, sobre todo aquellas donde los sistemas de salud venían con un marcado deterioro. Según un informe publicado en septiembre por Amnistía Internacional, México se convirtióen  el país con más muertes de personal médico por coronavirus al reportar “1.320 decesos confirmados por Covid-19 entre lostrabajadores de salud, por encima de los 1077 de Estados Unidos, 649 del Reino Unido y 634 en Brasil”.

El record de contagios entre personal de salud también queda en América Latina: según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en septiembre ya  “casi 570 mil trabajadores de la salud en toda nuestra región han enfermado y más de dos mil 500 han sucumbido al virus. Según estos datos, hasta la fecha tenemos el mayor número de trabajadores de la salud infectados en el mundo”.

Perú por su parte, vio los resultados del abandono del sistema de salud en general, y del primer nivel de atención en particular, directamente en la enfermería: desde el gremio repudiaron los más  de 77 decesos que habían ocurrido hasta septiembre, y más de 5000 contagios. Además, se ubicó como el tercer país con más médicos fallecidos por COVID-19 en América Latina

En países como Ecuador, hizo eco la indiferencia del estado: el Ministro de salud de ese país “responsabilizó a los profesionales de la salud que se contagiaron y fallecieron por COVID-19 de haber llevado el virus a los hospitales” (http://www.pichinchacomunicaciones.com.ec/ministro-de-salud-responsabiliza-a-medicos-de-llevar-el-covid-19-a-los-hospitales/ ).

No obstante la contundencia de las cifras de la pandemia en América Latina, es de destacar los numerosos desarrollos científicos, investigaciones y estudios que tuvieron impulso en el intento de encontrar un tratamiento para la enfermedad: desde el plasma de convalecientes hasta el suero equino, pasando por el ibuprofeno inhalado y muchos otros, alcanzando distintas fases y niveles de eficacia, decenas de organismos científico-académicos pusieron en marcha investigadores, colaboradores, voluntarios, con y sin ayuda del estado, en pos del mismo objetivo solidario y colectivo.

La pandemia sigue dejando pérdidas humanas y materiales a lo largo del mundo, pero también deja sistemas de salud más consolidados y la certeza de que la salud debe ser garantizada prioritariamente a todas las poblaciones americanas por igual.

* Estudiante de Comunicación Política y Pública en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) – Área de comunicación de la Escuela de Gobierno en Salud “Floreal Ferrara” del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y redactora de InfoPan


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