Elecciones subnacionales, una nueva batalla por el estado plurinacional boliviano – Por Juan Carlos Pinto Quintanilla

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Juan Carlos Pinto Quintanilla *

Empieza una nueva etapa de la Democracia en Bolivia, y empiezan a aparecer nombres y candidatos para una mayor elección de representantes en el país. Se elegirán 336 alcaldes, 2008 concejales, 9 gobernadores, 8 subgobernadores, 19 corregidores, 272 asambleístas departamentales, 15 autoridades regionales, que establecerán la democratización a nivel local y definitivamente dejarán establecida la geografía del poder a nivel territorial.

Desde cada municipio, desde cada departamento se plantea o la ampliación hegemónica expresada en las pasadas elecciones con el apoyo al MAS-IPSP o bien una ruptura contra hegemónica establecida por las oposiciones paradisputarle al gobierno central la gobernabilidad posible desde las regiones o departamentos.En este camino, es que debemos ver a los contendientes a través de sus representaciones: los partidos y agrupaciones ciudadanas.

Existe en la actualidad de manera permanente una crisis institucional de la representación partidaria. Salvo el propio MAS con sus dificultades, los partidos creados o ya establecidos antes de la pasada década, o ya no están vigentes o andan ofreciendo la rehabilitación de su sigla al mejor postor.

Otros los más nuevos, como Comunidad Ciudadana (CC), son una suma de intereses políticos y de clase en torno a Carlos Mesa, que no suman a una colectividad sino a una serie de individualidades, descontentos e incluso los que salieron del propio MAS buscando mejores proyecciones políticas.

No tienen organicidad y tienen una bancada en la Asamblea Plurinacional con la que esperan presionar para lograr ventajas políticasen la gestión, pero además desde allá posesionar territorialmente a quienes podrían ser sus candidatos en las subnacionales.

A otros que se crearon al calor de la coyuntura golpista, son los que representan a partir de Creemos la expresión de la derecha ultraconservadora, que dispuesta a propiciar golpes de estado propugna ahora la lucha por una hegemonía regional desde el oriente que le permita hacer frente al gobierno nacional e imponer ventajas para los sectores oligárquicos cruceños.

Su eje central estará centrado en la gobernación y el municipio de la ciudad de Santa Cruz, sin posibilidades reales de expandirse a otros espacios territoriales. La Pazque ha sido la cuna de la victoria masista 2020 con más del 62% de apoyo, pero tanto la gobernación como las alcaldías de La Paz y El Alto fueron perdidas por el MAS-IPSP en las pasadas elecciones sub-nacionales de 2015, aun cuando se tuviera un voto nacional apabullante en apoyo al binomio Evo Morales-Álvaro García Linera.

Hoy existe una nueva coyuntura y hay un rearme de las organizaciones en procura de la representación local y que terminará por definir la batalla por la hegemonía en la sede de gobierno.

En Cochabamba, lugar de manera tradicional de las victorias del MAS, sin embargo la alcaldía fue perdida como en otros lugares del país, por insistir en proclamar candidatos que no tenían ningún respaldo popular, y en muchos casos tan sólo el de los propios medios de comunicación, de la farándula o bien de los escenarios deportivos, o incluso el de ser conocido en su factura por haber ocupado públicamente algún cargo.

En definitiva, el MAS-IPSP, en las capitales de departamento, y más allá de ellas, generó una lógica marquetinera de con quien ganar, por sobre perspectivas políticas y principios del Instrumento y del propio proceso revolucionario de cambio.

Entonces abundaron las clases medias, “los pitimasistas”, conversos que ingresaron con parentela y amigos a los espacios de poder y se desvincularon totalmente de la perspectiva política del cambio, más bien muchos se sirvieron de él para el envilecimiento y la corrupción que finalmente fue achacada al MAS-IPSP por las conductas personales de esas autoridades.

Tenemos que repasar la experiencia pasada en la gestión de las autoridades elegidas en los procesos electorales subnacionales. Los resultados siempre han sido importantes, como es el caso de las Alcaldías, que de 336, el MAS llegó a tener 225 como promedio a lo largo de dos elecciones subnacionales realizadas desde el 2005; demostrando el poder territorial con el que cuentan las organizaciones sociales y el MAS como su representación política.

Ahora bien este gran poder territorial no estuvo en relación con la capacidad de gestión de las autoridades locales, por cuanto algunas autoridades no fueron elegidas por el mandato popular sino por las decisiones de algunos dirigentes e incluso ministros, finalmente el propio Evo y por tanto el control social no término de ser una herramienta social fundamental para apoyar y fiscalizar a esas autoridades.

Por otra parte muchas de ellas además fueron elegidas bajo el liderazgo de Evo, y no de sus propios méritos y reconocimiento social, de esta manera, los llamados “invitados” principalmente en las ciudades se hicieron frecuentes, y lamentablemente la mayoría de ellos pretendieron asumir que sus “cualidades sociales” habían sido suficientes y que no le debían nada a la representación política, generándose un desencuentro entre la perspectiva política y los intereses individuales o familiares de las autoridades electas.

En otros casos, los alcaldes electos, sin apoyo político y de gestión, ni por el MAS ni por el propio Gobierno central, en casos se inmovilizaron, se asustaron de la maraña administrativa y no realizaron gestión, siendo tildados de ineficientes; en otros, se rodearon de familiares, amigos y técnicos oportunistas que asumieron la conducción de la gestión, y en definitiva realizaron corrupción que en casos derivó en cárcel y en el congelamiento de los fondos municipales.

Peor aún en otros casos como en el pasado republicano y neoliberal, algunas autoridades abusaron del poder con el acoso político sobre las mismas compañerasdel propio MAS para forzar su renuncia, en otros casos como el de Chuquisaca incluso hablamos de denuncias de violación por parte de concejales y autoridades. Ahora bien como leemos esto sin el prejuicio que seguramente lo harían los “pititas”?.

Pues desde la mirada de la colonización persistente en lo republicano-neoliberal, que ha marcado a los colonizadores y también a los colonizados, que interpretan el poder con la misma mirada introyectada por la colonia, de querer ser igual que los poderosos cuando tengan poder. Es decir, aunque nuestro proceso proviene de una insurrección de los oprimidos, de los IOC, las formas y contenidos del poder aún no los hemos consolidado en alternativa.

No se trata tan sólo de llegar al poder sino de qué hacer con él, envilecernos como siempre lo hicieron los patrones, o ejercer el servicio al pueblo como mandato popular, ese el dilema estructural. Pero partamos del principio popular de elegir a los mejores compañeros y esperar que se respete ese mandato.

Que no se busque ganar con cualquiera que sume votos, sino con compañeros honestos, transparentes y comprometidos, con los que incluso si no llegamos a ganar, seremos coherentes y éticamente transparentes con lo que proclamamos como principios y objetivo político, creemos que debíamos haber aprendido bastante de las lecciones del último tiempo.

Ejerzamos el control social y el acompañamiento sobre los elegidos, pues es nuestro derecho y políticamente nuestra obligación, para que realicemos colectivamente una gestión diferente, comprometida y gestora del poder popular.

Mientras exijamos, creemos espacios para la conformación de escuelas de formación política y de gestión para apoyar a nuestras autoridades electas y a nuestros dirigentes actuales y futuros, los necesitamos para combatir la corrupción y profundizar la lucha por la descolonización para hacer posible el Vivir Bien.

No es la lucha por el poder sobre las pegas, es por el proyecto político comunitario y plurinacional, y los que elijamos deben representar este horizonte político, que seguirá siendo de lucha, porque lo que sigue no es un final feliz, sino de esfuerzo y construcción; ejerciendo la autocrítica para mejorar aprendiendo de las caídas o las ausencias del pasado y proponiendo siempre caminos para una revolución consecuente.

* Sociólogo con especialidad en Derechos Humanos. Fue director del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático del Órgano Electoral Plurinacional. Es autor de artículos de aporte y deliberación social.


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