Descolonizar las miradas: Festival de cine colombiano tiende un puente de películas entre Colombia y Argentina

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Del 14 al 20 de diciembre, por la plataforma de vídeo bajo demanda indyon.tv, se podrá seguir la 3° edición del Festival Internacional de Cine Colombiano en Buenos Aires (FICCBA), narrativas desde el territorio. La programación está conformada por 43 películas  organizadas en 5 territorios y 3 conversatorios que podrán visualizarse completamente gratis en Colombia y Argentina.

Narrativas desde el territorio invoca una multiplicidad de voces, formas y lenguajes. Las historias y relatos que nos definen se inscriben en espacios determinados por un territorio, sean estos lugares cartografías o coordenadas desde donde queremos contar o narrar algo. De ahí que, es posible pensar que la territorialidad se construye de forma discursiva desde un pensar situado que es sociocultural, temporal y espacial.

Esta tercera edición del Festival de cine colombiano busca recuperar el espíritu de aquellos que desde tiempos coloniales se rebelaron ante el relato etnocentrista que justificó la dominación y el exterminio, por eso convoca a un cine desobediente, un cine que desafía la mirada oficial que construye y reproduce hegemónicamente “el” relato histórico. Así suma propuestas que cuestionan lugares y nombres que les han sido adjudicados, ponen en tensión las jerarquías racializantes, sexuales, de clase, lingüísticas, religiosas y económicas preasignadas. En esta edición sus organizadores convocan a las voces que se expresan como resistencia a la mirada homogeneizadora que impone la modernidad-colonialidad.

El FICCBA tiene como propósito fundamental contribuir con el desarrollo de la cultura y de las industrias cinematográficas colombiana y argentina, así como también promover su difusión en Latinoamérica. Abrir así cada año una ventana de exhibición para el creciente cine colombiano en Argentina y para el cine argentino en Colombia.

La programación está conformada por 2 secciones competitivas, la Competencia colombiana (que incluye 25 películas) y la Competencia argentina (conformada por 13 producciones), y una sección no competitiva con 5 proyecciones. Además se desarrollarán 3 conversatorios. Cada película podrá verse durante 3 días a partir de su primera presentación.

Descolonizar las miradas

Una de las claves en la programación del FICCBA en esta edición 2020, será establecer un punto de vista diferente al que tradicionalmente acceden los espectadores sobre la realidad colombiana. Sin negar la existencia de una historia de violencia recurrente, los programadores buscan abordarla desde otros sujetos, otras relaciones, otros territorios.

Nodal Cultura dialogó a propósito de esta visión con Daniel Saldarriaga, productor general del Festival.

¿Qué es lo que vamos a poder ver en el Festival?

La selección oficial está organizada en cinco territorios y tres conversatorios, en el que las películas argentinas y de la sección no competitiva complementan un diálogo que, si bien se enuncia desde Colombia, puede existir en cualquier latitud.

El primer territorio es el resultado de la tensión generada a partir de las políticas de Estado fallidas, su «ausencia presente» en el territorio y su performance de República desde lo discursivo.

El segundo territorio tiene como eje la violencia imperante de la clase política actual y tradicional colombiana en el intento de dominar los territorios, y cómo ese accionar se sustenta en un dogma de lo entrecomillas nacional.

El tercer territorio desdibuja las fronteras y lo selectiva que son sus pertenencias.

El cuarto territorio exalta diferentes luchas que resisten y cuestionan la conquista sobre los cuerpos, anclándolos como otro territorio posible desde donde enunciar.

El quinto territorio son las narrativas que surgen a partir de un trabajo colectivo o comunitario que desafían de alguna manera las formas jerárquicas de hacer cine y de estar en el mundo. Son las narrativas para la resistencia.

El conversatorio de apertura, Imágenes de un territorio descocido, es un espacio de diálogo para abordar el territorio desde la expectativa de movimiento presente en cada film, entendiendo la misma como el trayecto que cada película, al volcar su atención sobre un territorio, induce nuestra mirada hacia el mismo. Es una forma de la imaginación que puede grabar la presencia del territorio en el tiempo, en el porvenir. La imaginación como forma posible de un futuro.

El segundo conversatorio, Corporalidades desobedientes, es un espacio de diálogo para abordar el territorio desde los ejes cuerpo como territorio y la conquista sobre los cuerpos, las miradas desobedientes en el cine y sus propias preocupaciones.

El conversatorio de clausura, Narrativas para la Resistencia, es un panel con dos experiencias que evocan una forma de hacer cine que busca explícitamente líneas de fuga para la transformación social. Son ejercicios para la resistencia, para descentrar las lógicas establecidas, dominantes, la reelaboración de las historias, la inclusión de otras epistemes y la creación de espacios para que la imaginación manifieste otras formas posibles de ser en el mundo.

Este programa, a fin de cuentas, busca derribar mitos que se expresan en imaginarios intangibles y en materialidades como los monumentos.

Jíibie – excerpt from Laura Huertas Millán on Vimeo.

¿Por qué el lema de esta edición es Narrativas desde el territorio?

Como óptica que encauza la selección oficial de esta edición, evocamos la figura desobediente de Felipe Guaman Poma de Ayala, un cronista de origen incaico que en el siglo XVI escribe en castellano y quechua una monumental crónica sobre la dominación española, con dibujos de torturas y miserias que denuncian las atrocidades cometidas en contra de la población indígena. Con este espíritu diseñamos un programa que busca desprenderse de los imaginarios marca país, cuestionar los lugares y los nombres que nos han sido adjudicados. Poner en tensión las jerarquías raciales antes sexuales de clases lingüísticas, religiosas y económicas preestablecidas.

Creemos que volcar nuestras miradas hacia lo local es un gesto y un deber para contrarrestar el relato homogeneizador que impone la modernidad y la colonialidad en nuestros territorios. Narrativas desde el territorio crea un espacio para la emergencia de otros roles posibles a los pre asignados, otras formas posibles de imaginarnos y narrarnos. Apostamos a contribuir con la descolonización de nuestras miradas, dando pie a la creación de nuevas comprensiones, interculturalidades, convivencias, utopías, colaboraciones, inclusiones y solidaridades.

Como nuestra preocupación es entender el contexto complejo en el que están en Colombia en  estos momentos, en que existe un nuevo proceso de paz que está en crisis con un gobierno que lo deslegitima y que no los cumple, vemos la necesidad de buscar esas voces que emergen del territorio y que cuentan esas problemáticas desde una mirada autoral, poniendo en tensión y debatiendo con esas verdades oficiales, hegemónicas y conservadoras de Colombia. Son películas que ayudan a pensar en todo este fenómeno político y social y nos ayudan a seguir indagando permanentemente en este laberinto de la violencia y sus distintos matices.

¿Cuánto hay en las miradas de estigmatización sobre la realidad colombiana, generalmente resultante de la mirada impuesta por las productoras globales que parecen ver solo un país de narcos y mujeres exhuberantes?

Yo creo que hay unas temáticas que son muy recurrentes en el cine colombiano porque tenemos procesos que se repiten. Llevamos 60 años en unos ciclos de violencia muy parecidos, donde siempre hay algún proceso de paz: el que sucedió en los ’50 con las guerrillas liberales; el de los ’80 con el M-19; el que sucede desde el 2016 con las FARC. Este proceso de paz está en crisis, con un gobierno que deslegitima el proceso, que no cumple los acuerdos, y una oleada de violencia laberíntica que parece dejarnos como en ese loop de violencia.

Entonces creo que es un coherente que en el cine colombiano el tema recurrente sea la violencia. Pero bueno, ahora bien, ¿cuál creo que es la diferencia grande entre estas productoras como Netflix, donde es donde endiosan e idolatran a la mafia? Con las películas de nuestro programa, que también hablan de violencia, la diferencia es básicamente el punto de vista. Las películas de nuestra programación hablan de la violencia, pero no tienen un punto de vista exotizante. Frente a la mirada global creo que hay una parte de responsabilidad de los espectadores, pero lo cierto es que es muy fácil para un extranjero caer en el exotismo en este tipo de historias. Pero tiene que ver también un poco con la distribución, porque hay muchas más historias que hablan con puntos de vistas no exotizantes y no se distribuyen.

Así nos damos cuenta, otra vez, del problema de distribución que hay para el cine latinoamericano. Pese a que se produzca tanto, las películas no nos llegan al público de la región.

Programación

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