¿Cambiará el Congreso? – La Hora, Guatemala
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El movimiento ciudadano que generó el rechazo a la forma en que el Congreso aprobó el Presupuesto tuvo efecto no sólo en forzar a que ese mamotreto quedara archivado, sino además para que la misma Organización de Estados Americanos, llamada como tabla salvadora por Giammattei, emitiera un comunicado con una breve y acertada descripción de lo que ocurre en el país. El Ejecutivo, presionado por ese informe, adoptó una política conciliatoria usando temporalmente al Vicepresidente como aire de refresco, mientras bajan las aguas y el chapín vuelve a su acomodada indiferencia, pero respecto al Congreso nadie se hace ilusiones de que, siquiera para taparle el ojo al macho, pueda haber un cambio porque ello demandaría un cambio radical de la actitud de la mayoría de diputados y eso es, literalmente, imposible.
Y no es asunto de escasa relevancia porque cualquier cambio importante que se deba producir en el país, empezando por el famoso patrón de compras y contrataciones del Estado, tendría que pasar por el pleno del Congreso y tener al menos el respaldo de la mitad más uno de los representantes para convertirse en ley. Cuesta creer en la remota posibilidad de que esa mayoría pueda existir o siquiera conseguirse para la implementación de mecanismos que sirvan para transparentar el uso de los recursos públicos si ello significa que lo pactado para la aprobación del Presupuesto, compromiso que subsiste y será honrado a pesar de que no hayan cobrado vigencia las partidas pactadas porque el acomodo que se hará, ahora bajo la supervisión del Vicepresidente, incluirá a los Codedes y el Listado Geográfico de Obras.
El sistema ha hecho verdaderos ajustes para garantizarse eternidad y continuidad y el Congreso es el principal garante de ese objetivo porque la estructura legal que hace posibles todos los negocios y trinquetes está basada en leyes que han sido cuidadosamente aprobadas por los sucesivos diputados que, con relevos más o menos destacados, se han ido acomodando en las curules del Palacio Legislativo. Las minorías, que no son parte de la jugada, no cuentan en realidad y en muchos casos terminan evidenciando unos cuantos de los vicios, pero la verdadera realidad de lo que ocurre en los pasillos y oficinas del Congreso queda en silencio sin que nadie abra la boca por aquello de que “hoy por ti, mañana por mí”.
De suerte que en buena medida, tristemente, lo pactado por el Vice y el Presidente terminará sin resultados porque cualquier cosa importante, de verdad relevante, necesitaría de una mayoría de buenos diputados y esa no existe.