Bolivia | Luis Arce gobierna y Evo Morales dirige el MAS – Por Julio Peñaloza Bretel, especial para NODAL

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Por Julio Peñaloza Bretel *

Apenas asumieron el mando del país, Luis Arce y David Choquehuanca comenzaron a gobernar Bolivia en modo reactivación plena de la democracia, mientras Evo Morales hacía su ingreso triunfal a territorio nacional, despedido en la frontera argentino boliviana por el presidente Alberto Fernández, quién se constituyó en un extraordinario anfitrión para que la vida del líder histórico del Movimiento al Socialismo (MAS) quedara exenta de peligros, luego de huír del país debido al golpe de Estado producido el 10 de noviembre del pasado año y que encaramó de manera inconstitucional a Jeanine Añez que terminó su mandato, conciente de enfrentar un juicio de responsabilidades por las masacres de Senkata y Sacaba.

Los medios de la derecha escarban dónde estarían las fisuras que pudieran distanciar al gobierno de Arce del activismo partidario de Morales, y hasta el momento se han encontrado con que caminan a paso firme por rutas paraleleas, pero en permanente conexión debido a que el aparato gubernamental se encuentra en plena organización, conformado por ministros nuevos y viceministros que ya participaron de las tres gestiones presidenciales anteriores desarrolladas entre 2006 y 2019.

Arce y Morales triangulan decisiones con la incidencia del vicepresidente Choquehuanca, otro referente de las organizaciones sociales, sobre todo en las provincias del altiplano de La Paz, que le está permitiendo al Movimiento al Socialismo (MAS) la proyección de un programa de gobierno para reactivar la economía y neutralizar un rebrote del corona virus, y al mismo tiempo, la selección de cuadros para designar candidatos a gobernadores y alcaldes que participarán en las elecciones subnacionales previstas para el 7 de marzo del próximo año.

Fiel a su perfil especializado en materia económica, Arce ya ha anunciado a través del ministro del área, Marcelo Montenegro, que en diciembre se pagará el bono Contra el Hambre de aproximadamente 140 dólares a todos quienes no perciben salarios regulares. Por otra parte se tiene previsto un impuesto a las fortunas que superan los cuatro millones de dólares y que involucran apenas a ciento cincuenta personas que llegarían a tributar algo así como cien millones de bolivianos –catorce millones de dólares– el próximo año.

Como para que no hayan dudas acerca de la ligazón de Arce con los movimientos sociales, el gobierno ya anunció la restitución del Ministerio de Culturas, abolido en el gobierno de facto, que estará a cargo de Segundina Flores, ejecutiva de las bartolinas  — Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa–. De esta manera se va conformando progresivamente un equipo gubernamental en el que se combina la participación de técnicos en el área económica, con dirigentes representativos de las organizaciones sociales que conforman el Pacto de Unidad sobre los que Evo y Choquehuanca tienen una incidencia determinante.

De esta manera, Bolivia comienza a recuperar su ajayu –alma o espíritu en idioma aymara—luego de la nefasta administración en la que Añez pasó a convertirse en figura decorativa, si se tiene en cuenta que era el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quién tomaba las decisiones fundamentales que consistieron principalmente en instalar una zañuda persecución política, acusando de “sediciosos” y “terroristas” a cuanto militantes del Movimiento al Socialismo se encontraban en el camino. Informes preliminares dicen que a los casi cuarenta muertos de las masacres de Sacaba y Senkata, hay que sumar mil quinientas personas que fueron procesadas, detenidas preventiva o domiciliariamente y eventualmente extorsionadas con presiones para incriminar a compañeros del partido con el propósito de anularlos políticamente en el futuro inmediato.

Los niveles de ineptitud, corrupción y matonaje político, hicieron del gobierno presidido por Jeanine Añez lo peor que pudo sucederle al país en treinta y ocho años de democracia, interrrumpidos durante los últimos once meses, en los que campeó la improvisación, la falta de escrúpulos y un autoritarismo que recuerda lo peor de las dictaduras militares soportadas en América Latina en los años 70 del siglo pasado.

* Periodista boliviano


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