Homenajes a Néstor Kirchner | Estatua, caravanas y mil flores a 10 años de su muerte
Una estatua en el CCK, caravana de «mil flores» y posters en balcones para la doble conmemoración del 27
Por Javier Berro
Con la instalación en el Centro Cultural Kirchner (CCK) de la estatua de Néstor Kirchner que fue retirada de la sede de la Unasur en Quito, una caravana de las «mil flores», mappings y posters en balcones y ventanas, el gobierno del Frente de Todos conmemora los 10 años de la muerte del expresidente, que coincidirá con el primer año del triunfo electoral que llevó a Alberto Fernández a la presidencia.
Fernández tiene previsto encabezar al mediodía un acto en el CCK, donde se instalará la estatua de Kirchner que fue donada en 2014 a la sede de la Unasur en Ecuador y luego fue retirada en 2019 cuando se cerró el lugar.
«Nos preocupaba que quedara arrumbada en algún lugar de Ecuador», explicó el presidente días atrás, tras recordar que cuando llegó Lenin Moreno al gobierno de Ecuador decidió retirarla.
La estatua llegó hace dos semanas a la Argentina y se le realizó «un baño de bronce» en el taller de su autor, el escultor porteño Miguel Gerónimo Villalba.
Además de la estatua, se recuperó documentación de la Unasur y una parte de su mobiliario que será trasladado a la sede de la Casa Patria Grande, en el barrio porteño de Retiro, donde en los próximos meses funcionará una sede temporal de la Unasur, según fuentes oficiales, luego de que el propio Fernández hablara esta semana de la necesidad de «reconstitur» ese bloque regional fundado en Brasilia en 2008.
Hace dos semanas, Ernesto Samper, expresidente de Colombia y secretario general de Unasur desde agosto de 2014 a hasta enero de 2017, dijo que el organismo «no se ha acabado» e informó que tendrá una sede temporal en Buenos Aires.
Por otro lado, el Frente de Todos convocó a la denominada «Caravana de las Mil Flores» que se realizará en simultáneo en distintas plazas del país, a partir de las 18 y que en Buenos Aires tendrá su epicentro en la Plaza de Mayo.
Repitiendo el esquema del Día de la Lealtad que se conmemoró el 17 de octubre, los organizadores piden a los manifestantes respetar la distancia social, desde los autos y en grupos familiares, en el marco de los cuidados sanitarios ante la pandemia de coronavirus.
Los actos de recordación ya comenzaron este fin de semana con acciones militantes en todo el país, a través de las redes sociales, y con la realización de una jornada solidaria nacional en homenaje al ex presidente.
En la noche del lunes hubo proyecciones visuales con imágenes de Néstor Kirchner sobre fachadas de edificios y sitios emblemáticos de cada localidad, y en la ex ESMA se proyectó un ‘mapping’ para recordar el «rol fundamental» del exmandatario «en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia».
Durante estos días, las redes sociales del Frente de Todos comparten recuerdos de militantes y dirigentes del kirchnerismo, además de emisiones de discursos históricos como el recordado en Mar del Plata ante la Cumbre de las Américas en 2005 hasta el que brindara en Casa Rosada para anunciar el pago de la deuda externa del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Otra iniciativa para conmemorar su figura se encuentra en el sitio www.graciasnestor.ar, donde los militantes se pueden inscribir para recibir en su domicilio un poster con la imagen del expresidente.
«Te llevamos a tu casa un poster para que lo cuelgues y llenemos las calles con su imagen. El 27 colgalo en tu balcón, puerta o ventana y compartilo en las redes con el hashtag #GraciasNéstor», dicen los organizadores en un video.
Por su parte, el Partido Justicialista (PJ) invitó a «dejar una flor» en cada sitio que evoque la memoria del exmandatario, ya sea «una calle, un puente, un hospital, una escuela o un busto o lo que sea que nos recuerde al Flaco», al cumplirse ese día 10 años de que «nos dejara físicamente» y también para «apoyar al Gobierno Nacional» en el aniversario de su triunfo electoral.
El justicialismo también propuso poner la Marcha Peronista «en la plaza con tu novio, en el bar con tus amigos o en tu casa con la familia» con «barbijo, manteniendo la distancia social y respetando las medidas sanitarias».
La Central de Trabajadores de Argentina (CTA), liderada por Hugo Yasky, también convocó a participar de una caravana para este martes. La organización se concentrará a partir de las 14 de ese día en la plaza Alsina en Avellaneda, sobre la autopista 25 de Mayo, a la altura del peaje con mano al centro; y en los alrededores de la exEsma, en avenida del Libertador 8.151, para viajar en auto desde allí hacia el centro porteño.
«Lo volveremos a hacer como en el 17 de Octubre, es decir, todas y todos los participantes con barbijos, a razón de dos personas por auto, sin desplazamientos a pie y, por lo tanto, sin que nadie descienda de los vehículos», indicó un comunicado de la CTA.
A partir de las 19 de ese día, las redes sociales del Frente de Todos emitirán en vivo un programa especial, en el que prometen «invitados y testimonios que recorrerán la vida, los logros y el legado de Néstor Kirchner».
CARTA | Cristina Kirchner: diez años sin él y a un año del triunfo electoral – Por Cristina Fernández de Kirchner
Como todos y todas saben, no concurro a actividades públicas u homenajes que tengan que ver con aquel 27 de octubre. Tal vez sea un mecanismo inconsciente de no aceptación ante lo irreversible. No sé… Ya saben que la psicología no es mi fuerte. Pero además resulta que mañana también se cumple un año del triunfo electoral del Frente de Todos. ¿Qué increíble, no? Que la elección presidencial en la que volvimos a ganar haya coincidido justo con el 27 de octubre. Licencias que se toma la historia.
Cuando Néstor asumió la presidencia en el 2003, el país había sufrido, dos años antes, una crisis sin precedentes hasta ese momento. Todavía recuerdo aquella magnífica entrevista que Torcuato Di Tella le hiciera y que se publicó como libro bajo el título “Después del derrumbe”. Perfecta metáfora. El 10 de diciembre de 2019 a la Argentina otra vez la habían derrumbado, pero nadie esperaba, ni siquiera podía imaginar, lo que iba a venir apenas unos meses después.
El freno a la economía y la incertidumbre generalizada sobre que va a pasar con nuestra vida son agobiantes. No esta explicado en ningún libro ni hay teoría que lo resuelva. No hay soluciones. Es permanente ensayo y error. O mejor dicho: brote, contagio y volver otra vez para atrás. Aquí y en todas partes. Así y todo el tiempo. Sin embargo, aún en este marco de incertidumbre por la pandemia global y a casi un año de gobierno, sí podemos llegar a algunas certezas, al menos en el campo de la política.
Primera certeza
Durante mucho tiempo se sostuvo que uno de los problemas centrales durante mis dos mandatos como presidenta eran las formas: “no escucha”, “es confrontativa”, “no dialoga”, “no habla con los periodistas, “no responde preguntas”. Aún recuerdo un programa de televisión que armó un “coro de periodistas” que gritaban “queremos preguntar”. Por supuesto, nunca creí que ese fuera el problema. Como dice Máximo y conté en Sinceramente: “¿Y vos que creías? ¿Qué lo de las AFJP, las retenciones, YPF, paritarias libres y juicios de lesa humanidad eran gratis?”.
Sin embargo, no pocos dirigentes en el peronismo pensaban que efectivamente el problema eran las formas y no el fondo. Es más, muchos también le agregaban las cadenas nacionales y las características de mi retórica (por decirlo de un modo elegante). Y la verdad es que ese fue también uno de los motivos que culminó en mi decisión del 18 de mayo de 2019. Es que en política no solamente es lo que uno cree, sino lo que ve e interpreta el conjunto. Y resultaba esencial la construcción de un gran frente político y social que permitiera ganar las elecciones presidenciales con la convicción de que un nuevo mandato del macrismo arrasaría definitivamente con la posibilidad de un modelo de desarrollo argentino con inclusión social y razonable autonomía.
El 10 de diciembre de 2019 asumió como presidente de todos los argentinos y todas las argentinas Alberto Fernández. Fue Jefe de Gabinete durante toda la gestión de Néstor y durante los primeros meses de mi primer mandato. Luego la historia es conocida por todos y todas: se fue del gobierno y se convirtió en un duro crítico de mi gestión. Justo es decirlo, no fue el único. Sin embargo, la experiencia macrista en el gobierno y la relación de fuerzas que surgió en el peronismo luego de las elecciones parlamentarias del 2017, nos impuso la responsabilidad histórica, a quienes expresábamos la voluntad popular, de generar las condiciones para que el 10 de diciembre de 2019 alumbrara un nuevo Gobierno.
Sus características personales y su experiencia política al lado de Néstor, signadas por el diálogo con distintos sectores, por la búsqueda de consensos, por su íntimo y auténtico compromiso con el Estado de Derecho -tan vulnerado durante el macrismo-, su contacto permanente con los medios de comunicación cualquiera fuera la orientación de los mismos y finalmente su articulación con todos y cada uno de los sectores del peronismo que, dividido, nos había llevado a la derrota electoral; determinaron que junto a mí, como vicepresidenta, encabezara la fórmula del Frente de Todos que triunfó en las elecciones del 27 de Octubre, hace exactamente un año.
Así, en diciembre del año pasado asumimos después de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri y nos encontramos otra vez con un nuevo derrumbe. Cuatro años en los que se volvió a endeudar al país a límites insostenibles, con el retorno del FMI a la Argentina que le sumó a la deuda de los privados 44 mil millones de dólares más. Cuatro años de tarifazos impagables en los servicios públicos, cierre masivo de PyMES, pérdida del salario y jubilaciones, etc, etc, etc. Todo ello resultado de aplicar las políticas públicas que los factores de poder económico y mediático reclamaron durante los 12 años y medio de nuestros gobiernos y que se comprobó, luego de Macri, sólo conducen al desastre generalizado. Pero lo peor estaba por venir: en los primeros meses del 2020 devino un hecho inédito, impensado e inimaginable. Ni siquiera fue un cisne negro, sino una pandemia incontrolable que no tendrá cauce -como lo comprobamos a diario en todo el planeta- hasta el surgimiento de una vacuna o de un tratamiento.
En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas, hoy maltratan a un Presidente que, más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los “defectos” que me atribuían y que según no pocos, eran los problemas centrales de mi gestión. El punto culmine de ese maltrato permanente y sistemático, se produjo hace pocos días en un famoso encuentro empresario autodenominado como lugar de ideas, en el que mientras el Presidente de la Nación hacía uso de la palabra, los empresarios concurrentes lo agredían en simultáneo y le reprochaban, entre otras cosas, lo mucho que hablaba.
Primera certeza: Castigan al Presidente como si tuviera las mismas formas que tanto me criticaron durante años. A esta altura ya resulta inocultable que, en realidad, el problema nunca fueron las formas. En realidad, lo que no aceptan es que el peronismo volvió al gobierno y que la apuesta política y mediática de un gobierno de empresarios con Mauricio Macri a la cabeza, fracasó. Es notable, sobre todo en el empresariado argentino, el prejuicio antiperonista. Notable y además inentendible si uno mira los resultados de los balances de esas empresas durante la gestión de los gobiernos peronistas o kirchneristas -como más les guste-. Este prejuicio no encuentra explicación ni desde la política, ni desde la economía, y a esta altura me permito decir que ni siquiera desde la psicología… aunque ya les advertí que de eso no sé. Pero no quedan dudas que esta actitud incomprensible ha sido y es una de las dificultades más grandes para encauzar definitivamente a la Argentina.
Segunda certeza
Como se han quedado sin la excusa de las formas, tuvieron que pasar a un segundo guión: “Alberto no gobierna”, “la que decide todo es Cristina”, “rencorosa” y “vengativa”, que sólo quiere solucionar sus “problemas judiciales”.
Debo reconocer que son poco creativos. El relato del “Presidente títere” lo utilizaron con Néstor respecto de Duhalde, conmigo respecto de Néstor y, ahora, con Alberto respecto de mí. Después de haber desempeñado la primera magistratura durante 2 períodos consecutivos y de haber acompañado a Néstor durante los 4 años y medio de su presidencia, si algo tengo claro es que el sistema de decisión en el Poder Ejecutivo hace imposible que no sea el Presidente el que tome las decisiones de gobierno. Es el que saca, pone o mantiene funcionarios. Es el que fija las políticas públicas. Podrá gustarte o no quien esté en la Casa Rosada. Puede ser Menem, De La Rúa, Duhalde o Kirchner. Pero no es fácticamente posible que prime la opinión de cualquier otra persona que no sea la del Presidente a la hora de las decisiones.
En cuanto a lo de “rencorosa” y “vengativa”. A nosotros nunca nos movió el rencor ni la venganza. Al contrario, la responsabilidad histórica y el deber político para con el pueblo y la Patria guiaron todas y cada una de nuestras decisiones y acciones. No hay demostración más cabal de ello que haber decidido con el volumen de nuestra representación popular, resignar la primera magistratura para construir un frente político con quienes no sólo criticaron duramente nuestros años de gestión sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas en actos públicos o escribieron y publicaron libros en mi contra. Deberán esforzarse mucho para encontrar en la historia argentina ejemplos similares.
Por último, eso de que “sólo quiere solucionar sus problemas judiciales” (SIC), a esta altura ya resulta inaceptable. Lo único que queremos es el correcto funcionamiento de las instituciones y que se garantice la aplicación de la Constitución Nacional y la ley a todos y todas por igual, sin doble vara ni privilegios. Resulta insoslayable señalar que utilizan el eufemismo “problemas judiciales” para ocultar lo que hicieron en Argentina y en la región con el Estado de Derecho: se lo llevaron puesto para proscribir a los líderes populares. Con la articulación de sectores del Poder Judicial, los medios de comunicación hegemónicos y distintas agencias del Estado, durante el gobierno macrista se perpetró una persecución sin precedentes contra mi persona, mi familia y contra muchos dirigentes de nuestro espacio político. De ello hoy dan cuenta las escandalosas revelaciones y el hallazgo de pruebas a la luz del día, acerca de las conductas de periodistas, fiscales, jueces, agentes de inteligencia, dirigentes políticos y hasta del mismísimo Presidente Macri involucrado personalmente en los mecanismos de espionaje, extorsión y persecución.
Sin ir más lejos, miren Bolivia. Nada menos que la OEA dirigió un Golpe de Estado diciendo que había habido fraude en las elecciones presidenciales del año pasado. El resultado de las recientes elecciones en ese país hermano, me eximen de mayores comentarios. Y después dicen que el Lawfare no existe.
Segunda certeza: en la Argentina el que decide es el Presidente. Puede gustarte o no lo que decida, pero el que decide es él. Que nadie te quiera convencer de lo contrario. Si alguien intentara hacerlo, preguntale que intereses lo o la mueven.
Tercera certeza
Cuando terminé mi gestión el 10 de diciembre de 2015 la Argentina estaba desendeudada, el FMI al que le debíamos desde el año 1957 era sólo un recuerdo de los mayores de 21 años, los pagos de la deuda reestructurada en el 2005 y en el 2010 se llevaban a cabo con normalidad y sin recurrir a nuevo endeudamiento y el perfil de vencimientos para los años subsiguientes era más que sostenible. La desocupación era del 5,9%, los salarios y las jubilaciones -tomadas en dólares- eran las más altas de América Latina y la cobertura previsional había superado con creces el 90% de la población. La inflación, medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no superaba el 25% anual.
Sin embargo, la restricción externa -léase: escasez de dólares o excesiva demanda de dicha moneda; según como se mire- que apareció luego de haber soportado 6 corridas cambiarias -la última durante el año 2011, en el que fui electa por segunda vez consecutiva Presidenta de la Nación- motivó la regulación cambiaria que los medios hegemónicos bautizaron “cepo”. Dicha regulación establecía un tope para la compra de dólares para ahorro que era de USD 2500 por mes. Si, tal como se lee: USD 2500 por mes. Si la analizamos con perspectiva, la restricción no sólo era razonable, sino que daba cuenta del nivel del poder adquisitivo de ciertos salarios de la época. Muchos compraban dólares y muchos compraban el tope mensual. ¿Quién podría hoy acceder a esos USD 2500 para ahorrar mes a mes? Casi nadie. Sin embargo, por haber establecido dicha restricción cambiaria, nuestro gobierno fue atacado día a día por los medios hegemónicos. Un ataque sistemático que hasta incluyó movilizaciones convocadas por la oposición política y fogoneadas por aquellos mismos medios.
Así las cosas, el 10 de diciembre de 2015 asumió Mauricio Macri como Presidente de la Nación. De allí en adelante, las políticas de la República Argentina giraron 180 grados y se inauguró una gestión de gobierno conducida por empresarios que receptó en sus políticas públicas todas y cada una de las demandas de los distintos factores de poder económico de la Argentina, incluido su alineamiento acrítico en materia de política exterior. Apenas asumió liberó la cuenta capital, eliminó la regulación cambiaria -levantó el “cepo”- y decidió la apertura indiscriminada de importaciones dando inicio al período de endeudamiento más vertiginoso del que se tenga memoria y que culminó con un inédito préstamo para los argentinos y para el mismísimo FMI de 44 mil millones de dólares, destinado a financiar la campaña electoral para la reelección de Mauricio Macri como presidente.
Macri terminó su gobierno con una deuda impagable, con el FMI instalado otra vez en nuestro país, con una desocupación rondando los dos dígitos, con salarios y jubilaciones por el piso, con tarifas dolarizadas e impagables y con una inflación muy superior al 50%. Sin embargo, a pesar de los miles de millones de dólares ingresados al país como deuda, Macri tuvo que reestablecer el denominado “cepo” cambiario pero con una restricción mucho mayor: sólo podían comprarse para ahorro USD 200 por mes -menos del 10% de aquellos tan cuestionados USD 2500-. Después de cuatro años, el gobierno de los empresarios y de la derecha argentina, disparó al infinito el problema de la restricción externa, al endeudar a la Argentina como nunca nadie lo había hecho antes.
Hoy, luego del derrumbe macrista y en plena pandemia, y pese a no tener obligaciones de pago en moneda extranjera en lo inmediato gracias a la reestructuración de deuda llevada a cabo por el Gobierno, con superávit comercial y mayor nivel de reservas en el BCRA que cuando terminó mi gestión, continuamos con la restricción externa de esa moneda -o faltan dólares o hay demasiada demanda- a la que se suma una más que evidente extorsión devaluatoria.
Es que la Argentina es el único país con una economía bimonetaria: se utiliza el peso argentino que el país emite para las transacciones cotidianas y el dólar estadounidense que el país -obviamente- no emite, como moneda de ahorro y para determinadas transacciones como las que tienen lugar en el mercado inmobiliario. ¿Alguien puede pensar seriamente que la economía de un país pueda funcionar con normalidad de esa manera?
El problema de la economía bimonetaria no es ideológico. No es de izquierda ni de derecha. Ni siquiera del centro. Y no hay prueba más objetiva de esto que la alternancia de modelos políticos y económicos opuestos que se operó el 10 de diciembre de 2015. Todos los gobiernos nos hemos topado con él. Unos intentamos gestionarlo con responsabilidad, desendeudando al país en un marco de inclusión social y desarrollo industrial. Otros de orientación inversa -como el de Mauricio Macri- siempre han “chocado la calesita” con endeudamiento y fuga. Pero lo cierto es que ese funcionamiento bimonetario es un problema estructural de la economía argentina.
Tampoco es una cuestión de clase: los dólares los compran tanto trabajadores para ahorrar o para hacer una diferencia que mejore el salario, como empresarios para pagar las importaciones necesarias para hacer funcionar su empresa, para ahorrar y también, bueno es decirlo, para fugar formando activos financieros en el exterior, siendo esta última actitud una de las que más han contribuido a las crisis cíclicas de la Argentina.
Tampoco es producto de las experiencias hiperinflacionarias de la Argentina. Circula en redes un pequeño video de un reconocido humorista ya fallecido, sobre la pasión nacional por el dólar. El video data de 1962: Arturo Illia no había asumido como Presidente y Raúl Alfonsín estaría todavía de pantalones cortos en Chascomús. La coartada de la “hiper” para explicar el problema es también insuficiente. Basta recordar a Perón Presidente en la década del ’50 preguntando: “¿Alguien vio alguna vez un dólar?”
Tercera certeza: la Argentina es ese extraño lugar en donde mueren todas las teorías. Por eso, el problema de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el más grave que tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina. Nos guste o no nos guste, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla.
En este 27 de octubre, quiero agradecer a todos y cada uno de los argentinos y las argentinas, las muestras de reconocimiento, cariño y amor hacia quien fuera mi compañero de vida.
Y especialmente a Alberto, tanto por la decisión de repatriar la figura de bronce de Néstor que alguna vez emplazamos en la sede de la UNASUR en Quito, allí en la exacta mitad del mundo, como la de su nuevo emplazamiento en el hall del Centro Cultural Kirchner. Sinceramente, es una caricia al alma.
Néstor amaba ese lugar. Cuando lo recorrimos juntos el 24 de mayo del 2010 en el marco de los festejos del Bicentenario para inaugurar la primera parte de la obra que culminaría en el centro cultural más grande de Latinoamérica, me comentó que a ese lugar su padre -a quien adoraba- lo llevaba cada vez que venía a Buenos Aires. Es que el abuelo de mis hijos era empleado del Correo, llegando a ser su tesorero allá en Santa Cruz. Néstor me contó que le enseñaba con orgullo la grandiosidad del lugar, como si fuera suyo, una característica de los empleados del Correo Argentino… Orgullo de pertenecer. Mientras me contaba se le vidriaban los ojos, como cada vez que se acordaba de su padre. Sí, definitivamente es un buen lugar para él.
El hombre del Sur que planificó el peronismo de las futuras generaciones
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Fue como si por un instante el tiempo se hubiera detenido. Era la mañana del miércoles 27 de octubre de 2010. En un día normal, a esa hora, los colectivos deberían haber estado circulando atestados; los taxistas tocando bocina y levantando pasajeros; las personas llenando las veredas y caminando en distintas direcciones. Pero no era una jornada habitual. Como si el destino hubiese sabido algo de antemano, ese día había sido fijado para el censo nacional que se realiza cada década. Era feriado en todo el país cuando Néstor Kirchner falleció.
Y la relación íntima que existe entre una despedida y un nacimiento emergió ese 27 de octubre. Varias de las miles de las semillas que había sembrado el propio Kirchner, deseo expresado en su frase “que florezcan mil flores”, dicen hoy que en esa fecha terminaron de abrir sus capullos.
Algunos lo consideran un día fundacional, “un 17 de Octubre en otros términos”, el trasvasamiento de un mandato de construcción de futuro, el punto de inflexión para los que todavía no estaban convencidos, el inicio de un proceso de renovación de cuadros que garantizó la persistencia del peronismo.
Diez años después, aquella generación que terminaba de sellar su fidelidad con la política de la que –hasta la asunción de Néstor Kirchner– esperaba poco y nada, integra buena parte de los cuadros ministeriales y técnicos de la gestión de gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, gobierna municipios, compone las bancadas oficialistas de los cuerpos legislativos, lidera movimientos sociales e impulsa la renovación sindical, por citar solo algunos ejemplos.
Este fue el resultado, entre otros, de una minuciosa tarea emprendida por el propio Néstor Kirchner a través de un puñado de jóvenes –su hijo Máximo entre ellos– en las largas tertulias políticas que se sucedían en El Calafate y en Buenos Aires. El hoy ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, lo refleja muy bien en el texto que escribió para el libro Néstor, el hombre que cambió todo, de Jorge “Topo” Devoto, cuando cita un consejo de Néstor en una sobremesa de la quinta de Olivos: “Aprendan bien cómo funciona el Estado para hacerlo ágil y práctico. Las políticas y los recursos tienen que llegarle a la gente. Si no, ¿saben que pasa? Tenemos que seguir llamando a los tecnócratas”.
Leonardo Grosso, diputado nacional del Frente de Todos y referente del Movimiento Evita, da testimonio de esta realidad. Confiesa que antes de ir a la Plaza de Mayo ese 27 de octubre escuchó llorar por primera vez a su padre. Fue cuando le comunicó la muerte de Néstor a través del teléfono. Y luego describe el efecto de aquella fecha sobre su derrotero político: “Yo era un militante social de San Martín que creía que la política era parte del problema y para mí los políticos eran todos iguales, y que política y poder eran lo mismo. Uno de los enormes legados que nos dejó Néstor fue correr el velo de que gobierno y poder, política y poder, Estado y poder, no son lo mismo. Son cosas distintas. Y que desde el gobierno, desde el Estado y desde la política se puede combatir al poder para construir un país más justo. Eso fue exactamente lo que hizo él”.
Como Leo, en esa misma Plaza, la noche del 27 de octubre de 2010, estuvo Jonathan Thea, de Seamos Libres/Movimiento Evita. Hoy es coordinador institucional de la Jefatura de Gabinete de la Nación. En ese momento militaba en una organización social, cultural y política que trabajaba en algunos barrios de la ciudad y también en la Universidad de Buenos Aires, y aunque acompañaba procesos de transformación de América Latina como los de Cuba, Venezuela y Bolivia, no se consideraba una organización afín a los Kirchner. “Si bien no éramos parte de la coalición de gobierno, había muchas políticas que nos interpelaban y nos tocaban una fibra. No habíamos sido parte porque veníamos de una tradición más de izquierda. Habíamos empezado a militar poco antes de 2001 y en ese contexto político nos alejábamos de las estructuras políticas tradicionales y tratábamos de construir otro tipo de organizaciones. Además, para nosotros el PJ era mala palabra. Pero Cristina ya venía con políticas muy importantes, medidas que tenían un impacto clave en los sectores populares, una discusión con las estructuras económicas de poder en la Argentina, empezaba a haber un clima de avanzada después de la derrota de 2009, y me parece que la muerte de Néstor lo que hizo fue explotar y profundizar una política de agrupamiento de la militancia, sobre todo juvenil, muy grande. Nosotros fuimos, a partir de ese momento y en el transcurso de los años venideros, modificando nuestro posicionamiento, revisando nuestras propias posturas, y hoy somos parte del Frente de Todos”.
La idea de que la muerte de Néstor Kirchner fue un 17 de Octubre para las nuevas generaciones sale de las palabras de Lucía Cámpora, actual legisladora porteña del Frente de Todos: “Hace poco un compañero me decía que para él ese 27 de octubre fue para muchos de nosotros como nuestro 17 de Octubre, en otros términos porque la partida de Néstor fue muy dolorosa, pero en el sentido de sellar un gran voto de lealtad y compromiso para con el proyecto político y la conducción de Cristina. Y eso hicimos y eso hacemos con nuestra militancia. Volvemos muchas veces a sus discursos, no solo por lo emocional sino por lo que aporta volver a escuchar lo que pensaba. Se trata de eso, honrarlo con la militancia, entender que para él el compromiso de construir una patria más justa es el que tenemos que asumir todos y todas, y que la formación política es fundamental para poder hacerlo. Así que siempre lo llevamos en el corazón y en la cabeza a Néstor”.
Oxígeno al viejo peronismo
Aquel proceso que Kirchner había iniciado se sintetiza en la frase que Juan Cabandié, hoy ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, le atribuye al santacruceño en el libro de Devoto: “Quiero ser lo primero de lo nuevo y no lo último de lo viejo”.
Y aunque recibió un impulso inicial a través de sus propios actos humanos y de gobierno, largamente narrados a lo largo de estos años, se instalaría como soplo vital a partir del 27 de octubre: “El gobierno de Néstor Kirchner aseguró la pervivencia generacional del peronismo. Hizo ingresar a una generación a la militancia y a la identidad peronista después de diez años en los cuales para muchos de los jóvenes el peronismo era algo bastante lejano. No se puede comprender la vitalidad que tiene el peronismo ahora sin pensar todo el ciclo kirchnerista, pero fundamentalmente los cuatro primeros años de Néstor”, dice María Esperanza Casullo. Para la politóloga, en ese período incorporó a la identidad kirchnerista a actores que durante el menemismo no se hubiesen definido como peronistas o kirchneristas: movimientos piqueteros, juveniles, que no se identificaban con el menemismo, y que participaban de luchas contra aquel modelo. “Yo no sé si Wado de Pedro en 1998 y 1999, cuando militaba en H.I.J.O.S., se hubiese definido como peronista, pero quienes militaban en organizaciones de Derechos Humanos, en movimientos piqueteros o territoriales, terminaron confluyendo en una identidad”.
Casullo da cuenta del alcance de aquel mandato: “Si lo comparamos con otros movimientos de América Latina, el kirchnerismo tuvo siempre presente la herramienta del Estado, mientras otros movimientos de izquierda o de centroizquierda tenían una relación ambivalente con él. Para el kirchnerismo, el único actor posible para transformar la realidad es el actor estatal. Por eso aparece siempre en Kirchner el imperativo ético: es importante que se sumen a la acción estatal. Que trabaje como funcionario, científico, burócrata, investigador, pero muy cercano al Estado. Es una impronta que viene de momentos muy tempranos de su gestión”.
Kirchner fue, en resumidas cuentas, uno de los pocos dirigentes que en un país cortoplacista como la Argentina se animó a planificar a largo plazo.
Grosso retoma esa idea: “Entender que hacer política para acceder a los espacios de decisión del Estado nos permitía combatir las injusticias que generan los poderes concentrados de nuestro país fue central para mi generación, que no lo veía, que no lo entendía, que no lo había visto en la práctica porque desde Perón nunca más la política había estado al lado del pueblo. Néstor le abría la puerta a toda una generación a la práctica democrática de la construcción política, para cambiar la sociedad en la que vivimos. Si hay un motivo por el cual nuestra generación cree profundamente en la política es porque Néstor nos mostró que era posible cambiar la historia”.
Marcelo Leiras, politólogo, traza un enlace entre los hijos de la crisis de 2001 y el renacimiento de la militancia juvenil del kirchnerismo. “Los jóvenes que habían sido niños durante la crisis de 2001 y quedaron conmovidos por ver ese sufrimiento encontraron en el kirchnerismo un lenguaje y una invitación a involucrarse. La crisis de 2001 había despertado la solidaridad. Una de sus expresiones era la consigna ‘piquete y cacerola, la lucha es una sola’. Incluso en esa versión, que puede resultar caricaturesca, se ve la intención de asociar padecimientos. De decir todos estamos en la misma. Los niños que tenían padres que cantaban ‘piquete y cacerola’ son los jóvenes y adolescentes que luego encontraron un lenguaje y una invitación por parte del krichnerismo. Y no olvidemos que también les dio derechos políticos, como el voto optativo a partir de los 16 años. Esto no fue solo un fenómeno de la clase media. Se dio también en los barrios populares. Contenía una reacción a la despolitización de la generación anterior, la que fue joven durante los ‘90”.
Una noche en el Luna
Un hito fundacional para la juventud kirchnerista fue el acto convocado el 15 de septiembre de 2010 en el Luna Park. Es recordado porque ocurrió pocos días después de que Néstor Kirchner fuera intervenido por segunda vez por una obstrucción en la carótida, y porque pese al consejo de los médicos de guardar reposo, lo encontró en el escenario con la única concesión de no pronunciar discursos y ceder la palabra a Cristina. Allí condensó su idea de construcción política y transversal para el futuro. Detrás de él y de CFK se ubicaba, en las gradas, buena parte de la renovación política que acompañaría a Cristina en su segundo mandato.
Algunas historias en primera persona reconstruyen aquel acto desde las bases. “Fui parte de la organización del acto en el Luna Park desde el principio. Estuve en la distribución de las tribunas, la convocatoria, en la difusión. Tenía 21 años”, relata Facundo Ballesteros, hoy senador bonaerense por la Segunda Sección Electoral. “El legado de Néstor fue volver a confiar en la política. Era un presidente que recorría el país, algo muy importante para quienes somos del interior de la provincia de Buenos Aires. Eso va marcar algo para cualquier gestión nacional y popular”, agrega.
Marina Moretti estuvo ese día en las gradas del escenario, y recuerda: “Fue una de las primeras veces que movilizamos con mucha fuerza desde el interior de la provincia de Buenos Aires”. La hoy subdirectora ejecutiva de Prestaciones de Anses y concejal en San Andrés de Giles, asegura que la herencia que dejó Néstor Kirchner es “no darse por vencido”. “No dejar nunca que termine el día sin sentir que hicimos un aporte para que nuestros vecinos y vecinas, nuestro pueblo, las grandes mayorías, vivan todos los días un poco mejor. Néstor es Perón para mi generación. Y su impronta es con la que nosotros comenzamos a militar y gestionar”.
La calle, el palacio, la calle
La sorpresiva partida del “pingüino” alteró los planes. La Cámpora pasó a ser la principal usina de cuadros jóvenes sobre los que se recostó la exmandataria para abroquelar la gestión que ya venía asediada por la crisis económica mundial y el ataque de los sectores de poder que años después llegarían al gobierno con Macri.
Así, la organización juvenil kirchnerista tuvo que dividirse entre el trabajo territorial, que había sido la fortaleza de su formación, y una acelerada experimentación en la gestión. Fue puesta a prueba tempranamente.
Hoy acompañan la gestión de Alberto Fernández varios herederos de aquella forma de hacer política. “Claramente, Alberto no es Néstor Kirchner, el momento es otro, pero justamente lo que se ve es una maduración de la carrera política de este grupo que era muy joven en el gobierno de Kirchner y que hoy ocupa espacios de decisión. Si uno se pregunta cuáles son los nombres del gobierno de AF, hay pocos que vienen del de NK, como Ginés González García o Agustín Rossi, y muchos más los nuevos”, subraya María Esperanza Casullo.
Leiras cree que la identificación con el espíritu militante de NK no se apagó. “Los pibes encontraron una identificación en el kirchnerismo como modo de respuesta a este ciclo neoliberal corto que fue el gobierno de Macri. Así que ahí hay un discurso y figuras, en especial Cristina, con las que se identifican. Es un fenómeno que se extiende a Juntos por el Cambio, como espacio de derecha refractario al kirchnerismo que también tiene juventud. Pero los pibes politizados que tienen una sensibilidad por lo público, aunque lo público no se ejerza solo desde la política, encuentran un espacio en el kirchnerismo”. «