Desconexión digital agudiza exclusión educativa en Centroamérica – Por Maria Nuñez Chacón
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por María Nuñez Chacón
En Honduras, María Lourdes Hernández es maestra de la Escuela Rubén Darío ubicada en una pequeña comunidad indígena Pech, donde al igual que el resto de los centros educativos del país se suspendieron las clases presenciales producto del COVID-19.
Ella realiza, dos veces por semana, un recorrido de dos horas en motocicleta y en canoa para llegar al caserío La Bolsa, porque los niños de esta comunidad no tienen posibilidades de llevar clases virtuales, al no tener acceso a Internet.
Hernández conoce muy bien su situación y sabe que sin este esfuerzo los niños no podrían continuar su año escolar; por lo tanto, reúne a sus 20 estudiantes en la escuela -está embarazada y no puede visitar a cada uno en su casa-, cuidando todas las medidas biosanitarias, con distanciamiento social y equipo de protección.
En la escuela unidocente, Las Lilas de Cañas Dulces, ubicada a 40 kilómetros del centro de Liberia en la provincia de Guanacaste, un total de 32 alumnos, 21 de primaria y 11 de preescolar, tuvieron que dejar de asistir a clases, producto de la pandemia; pero en la comunidad rural no hay acceso a Internet y existen dificultades para la comunicación telefónica.
Pese a ello, los estudiantes y sus padres de familia caminan kilómetros a caballo o en moto y cruzando quebradas para recoger el material impreso que los docentes preparan.
En Las Lilas trabajan de la mano Adelita González Peña, maestra y directora; Giovanna Gutiérrez, docente de preescolar; Daniela Jiménez, docente de apoyo; y Roy Jiménez, profesor de inglés. Todas las explicaciones las realizan a través de Whatsapp.
“Todo lo hacemos con horarios flexibles, porque los chicos no siempre se pueden conectar a la misma hora. Por ejemplo, los papás les explican cuando pueden y si tienen alguna duda, yo les hago un video y se los envío, ya sea que los vea en el momento o después cuando puedan”, explicó González.
Desde sus hogares, los chicos estudian con la ayuda de sus familias y buscan formas de enviar evidencias de sus trabajos, ya sea que tienen que subirse a una montañita para buscar señal o guardando el material escrito para mostrarlo cuando sea posible.
“La convivencia familiar se refleja en los y las estudiantes. Trabajamos entregando material y muestras de cariño, incluimos a los padres de familia para establecer un compromiso y apoyo, porque el hecho de no tener tecnología a la mano, no quiere decir que los estudiantes queden rezagados”, añadió la docente.
Cuando los chicos llegan por los materiales educativos, les entregan paquetes de comida (como parte de lo que otorga el MEP) y los docentes les dan regalitos o reconocimientos por sus esfuerzos y trabajos.
Estas historias son únicamente una pincelada de lo que viven millones de estudiantes y docentes en Centroamérica y República Dominicana, quienes han tenido que buscar alternativas innovadoras -en el mejor de los casos-, para continuar con el año lectivo. Pero muchos otros, ni siquiera logran acceder a los servicios educativos.
De acuerdo con el programa Estado de la Región, la desconexión digital es una de las razones principales por las que se ha agudizado la desigualdad y exclusión educativa en la región centroamericana durante este año de pandemia.
Para el año 2019, en Centroamérica y República Dominicana había 8,6 millones de hogares con al menos una persona menor de 17 años, es decir un 60% a nivel regional; pero de esos, apenas el 39% tenía una computadora y solo el 55% contaba con conexión a Internet.
Es decir que, en medio de la coyuntura impuesta por la pandemia, únicamente los niños y jóvenes de esos hogares tendrían la posibilidad de recibir clases virtuales, en caso de que la institución en la que se encuentren ofrezca esa opción; por ende, la desconexión digital ha afectado a millones de personas.
Alberto Mora, director de Estado de la Región, explicó que existen brechas muy importantes en el acceso a computadora e Internet, sobre todo entre Costa Rica y Panamá, respecto de las demás naciones; donde El Salvador muestra un enorme rezago y de Nicaragua no se tiene información para hacer el análisis.
“Los mayores retos para viabilizar la formación a distancia, durante este período, se observan en El Salvador y República Dominicana, donde apenas el 17% y el 23% contaba con computadora, mientras que menos de una cuarta parte de los salvadoreños y un tercio de los dominicanos cuentan con conexión a Internet. Panamá y Costa Rica están en mejor posición y son los que ofrecen mayor cobertura de conexión fija de banda ancha, cercana al 50%, en los demás países es menor del 25%”, explicó.
Pero si se analiza el acceso real a la educación remota y digital en hogares donde hay más de una persona en edad escolar, es probable que exista competencia por el uso de dispositivos y la conexión a Internet, lo que significa una mayor exclusión, si los horarios de clases coinciden o si deben compartir los recursos.
Los jóvenes son los más excluidos
Para el año pasado, apenas un 63% de los cerca de 18 millones de personas en la región centroamericana y República Dominicana, que estaban en edad escolar, asistía a un centro educativo -sin considerar Nicaragua-.
Las brechas son evidentes entre los países, pues en Guatemala apenas una de cada cinco personas de ese grupo etario se encontraba estudiando; en Panamá y República Dominicana eran tres de cada cuatro y en Costa Rica, cuatro de cada cinco.
Mora detalló que al desagregar los datos por edades se muestra cómo en los niños entre los 6 y 11 años la asistencia es cercana al 89% a nivel regional, pero se reduce al 80% en jóvenes de 12 a 17 años. La desigualdad es superior en países como Honduras y Guatemala, con indicadores menores al 70%.
Pese a las dificultades, Mora explicó que la crisis puede plantear una oportunidad de implementar soluciones creativas e innovadoras para diseñar instrumentos que permitan a los docentes y estudiantes a incursionar en nuevas formas de llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La capacitación y actualización del personal docente y ampliar el acceso a la tecnología, junto con modalidades que permitan una mayor interacción docente–estudiante–familia se posicionan como alternativas con gran potencial para avanzar en materia educativa.
De hecho, los miembros del Consejo de ministros de educación de la región CECC del Sistema de Integración de Centroamérica (SICA) desarrollaron un plan de contingencia, que permitiera identificar experiencias y casos de éxito en el proceso educativo en comunidades de difícil acceso a la tecnología, según explicó Carlos Staff, secretario ejecutivo del órgano.
Entre los resultados de este acuerdo está una alianza denominada “Conéctate con la Estrella” para impartir clases por televisión y radio, ofreciendo una alternativa educativa en medio de la pandemia; así como el programa radial costarricense “Aventura Bikëtsö”, que en cabécar significa pienso. Asimismo, destacaron las iniciativas de entrega de alimentos a poblaciones vulnerables en Costa Rica y El Salvador o la entrega de computadoras y útiles en República Dominicana.
Acceso a computadora
Hay enormes brechas en cuanto al acceso a computadoras entre los países de la región, El Salvador; República Dominicana; Honduras y Belice son los que tienen los indicadores más bajos.
País | Hogares con al menos una persona en edad educativa que tiene acceso a una computadora | Hogares con al menos una persona en edad escolar | Porcentaje |
Guatemala | 1.428.177 | 2.867.090 | 49,81 |
Costa Rica | 379.829 | 732.960 | 51,82 |
El Salvador | 183.420 | 1.093.334 | 16,78 |
Panamá | 449.437 | 612.741 | 73,35 |
República Dominicana | 390.297 | 1.712.156 | 22,80 |
Honduras | 484.726 | 1.535.415 | 31,57 |
Belice | 25.239 | 66.684 | 37,85 |
Internet limitado
La falta de acceso a Internet es un factor que definitivamente incide en la exclusión educativa, dejando por fuera a millones de niños y jóvenes de la educación formal, en medio de la pandemia.
Fuente: Estado de la Región, elaboración propia con base en las encuestas de hogares y de vida de los países.