¿Cómo será la política exterior de Biden hacia América Latina? – Por Rodrigo Duarte

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De materializarse lo que indican todas las encuestas, proposición riesgosa tras el fracaso histórico del 2016 pero más que posible dada la abultada diferencia entre candidatos que exhiben, el demócrata Joe Biden será el próximo presidente de los Estados Unidos. Y con él, el recalibramiento de la relación bilateral con América Latina, marcada durante los últimos años por la hostilidad de Trump hacia los inmigrantes de México y América Central, el endurecimiento de las relaciones con Cuba y Venezuela (con amenazas de derrocamiento incluidas), y el acercamiento a por lo menos un populista trumpiano de la región, Jair Bolsonaro.

De acuerdo al círculo íntimo del aspirante demócrata, la persona con más chances de conducir la diplomacia estadounidense por los próximos cuatro años es Susan Rice, una veterana de la administración Obama-Biden que en el 2012 estuvo a un paso de quedarse con el Departamento de Estado que fue para John Kerry. Además, según todos los reportes, Rice también se quedó a las puertas de acompañar a Biden en el ticket demócrata, ya que la decisión final habría estado entre ella y la senadora Kamala Harris, lo que demuestra la confianza del ex vicepresidente hacia la alguna vez embajadora estadounidense ante la ONU.

¿Qué podría esperar la región de Biden si llegara a la Casa Blanca? ¿Sería un reseteo total de la doctrina Trump, basada menos en la persuasión diplomática que en el intento de contrarrestar la influencia de China (el adversario escogido por Trump en detrimento de viejos conocidos como Rusia) y cortejar a los votantes anticastristas en Florida?

Según Mark Jones, profesor de asuntos globales en la universidad Rice de Texas y experto en cuestiones de América Latina, un gobierno de Biden sería un regreso a la política exterior de la era Obama, aunque aclara que América Latina «no ha sido una prioridad para ninguna administración de los EEUU desde por lo menos 2000».

La ausencia total de la región en los dos debates parece darle la razón, pero también es cierto que Biden, que visitó América Latina en 16 oportunidades durante sus años como vicepresidente, fue el encargado de supervisar las relaciones con los gobiernos latinoamericanos durante la presidencia de Obama, y tuvo un particular interés por América Central.

«Principalmente, una administración Biden significaría un cambio fuerte de los EEUU en cuatro áreas relevantes para la región», explica Jones a LPO. «Primero, una política más simpática en cuanto a los inmigrantes indocumentados, con menos deportación, detención y presión sobre México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Segundo, una política menos hostil vinculado a Cuba y menos presión sobre la isla que frena el turismo, las remesas, y el comercio bilateral. Tercero, una política con menos apoyo para la democracia en Venezuela, y menor problemas para Nicolás Maduro y la dictadura chavista. Cuarto, una política más equilibrado entre los gobiernos del centro-izquierda y centro-derecha de la región en lugar de una política que privilegia las relaciones con los últimos sobre los con los primeros».

Algunas de estas cosas ya fueron confirmadas por el propio Biden. Si bien en un evento reciente en Miami llamó a Maduro «un dictador», el demócrata se cuidó de prometer cualquier tipo de acción para provocar su salida del poder, como las propuestas por el «halcón» John Bolton en su paso por la administración Trump.

Además, dijo que las relaciones con Cuba debían repensarse porque las personas en la isla no estaban más cerca de la democracia de lo que estaban cuatro años atrás, alejándose tanto de la línea dura de Trump -que volvió a imponer las restricciones levantadas en el 2014 por Obama- como del descongelamiento con el régimen impulsado por su propia administración, que según los expertos le habría costado a Clinton el estado de Florida en el 2016, algo que el demócrata busca evitar a toda costa.

Por su parte, Joaquín Harguindey, especialista en política doméstica estadounidense, coincide que una administración Biden volvería al obamismo y a las «alianzas tradicionales de Estados Unidos, las cuales han sufrido los últimos años tanto por el estilo personal del Presidente como por un foco unilateral con pocos resultados tangibles».

Sin embargo, destacó en diálogo con LPO una posible diferencia que lo pone, curiosamente, más en sintonía con el nacionalismo trumpista que con el globalismo de su antiguo jefe.

«Buena parte de la base partidaria demócrata ve con malos ojos la expansión de los tratados de libre comercio debido a que los consideran una transacción perdedora y desesperanzadora para la clase trabajadora estadounidense, mientras que una gran proporción de los consultores y especialistas jerárquicos del partido los ven como un instrumento necesario para la competitividad y para robustecer los lazos económicos estadounidenses con el resto del mundo. Biden y su campaña están al tanto de este divorcio ideológico interno y han optado por desenfatizar el asunto por ahora, pero este es tal vez el ítem en el que poseen mayores chances de romper con el legado pro-libre comercio del partido Demócrata del pasado cercano», asegura Harguindey.

¿Obamismo 2.0?¿Realismo adaptado a los tiempos de inestabilidad post-pandemia? Como sea faltan, apenas 9 días para saber si Biden será el encargado de liderar los destinos de Estados Unidos y, como viene sucediendo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, para bien o para mal, parcialmente también del continente americano entero.

La Política Online


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