¿Cómo amenaza a Bolivia la posible victoria de un candidato proestadounidense? – Por Pablo Jofre Leal

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Pablo Jofre Leal *

Ha quedado en evidencia que Washington, apoyado por el Grupo de Lima y las fuerzas reaccionarias en Bolivia, se esfuerza, a toda costa, por mantener un control sobre la nación altiplánica, más allá de las elecciones del 18 de octubre próximo.

Objetivo que sólo puede ser realidad y materializarse según Washington y sus pronósticos optimistas, con el triunfo del candidato del partido derechista y ex presidente Carlos Mesa Gisbert.

Esto, considerando, que tras la derrota en Argentina de una de las marionetas estadounidenses en la región, el empresario Mauricio Macri, quien llevó adelante la protección de los intereses estadounidenses llevando a Argentina una profunda crisis económica. La Casa Blanca, tras ese estruendoso fracaso, busca restaurar su influencia política en América Latina.

¿Cómo? interfiriendo, en este caso, en los asuntos internos de Bolivia, como fue el propiciar el Golpe de Estado de noviembre del año 2019, estableciendo posteriormente las pautas de actuación del gobierno de facto y la derecha en general y hoy privilegiando el nombre de Carlos Mesa.

Washington no ha escatimado gastos y esfuerzos para imponer como candidato a su hombre de confianza, mediante la manipulación y la desinformación, el apoyo financiero y la influencia política, como se observó con claridad, al exigir el retiro de la carrera como postulante a la presidencia a la mandataria de facto Jeanine Áñez para no dispersar el voto de la derecha boliviana.

A pesar de esos esfuerzos de la administración estadounidense por establecer sus objetivos, cada día menos secretos, la población boliviana, según encuestas de opinión internas y externas, demuestran con claridad el rechazo a los planes injerencistas de Estados Unidos y sus organismos de inteligencia de convertir a su patria en una obediente colonia de Washington.

Frente a esas amenazas de intrusión y desestabilización las expresiones de soberanía del pueblo boliviano se están expresando, cada día, en otorgar más y más apoyo al candidato Luís Arce como líder de un país independiente de los influjos de Estados Unidos. Un político con la mente, que permita devolver a Bolivia por la senda del desarrollo que tuvo durante catorce años.

Un avance progresivo acompañado de clara estabilidad, que en el abanico de candidatos sólo puede ser garantizado por el representante de las fuerzas de izquierda del MAS, el economista y ex ministro Luis Arce. Un candidato que a paso firme se acerca al triunfo en primera vuelta. La tarea hoy es que supere por diez puntos porcentuales a su seguidor, de tal forma de evitar una segunda vuelta.

Para evitar este escenario desfavorable para las pretensiones hegemónicas de la administración Trump – que también está en pleno proceso electoral – Washington le quitó apoyo a la presidenta de facto y postulante presidencial Jeanine Añez, quien renunció a su candidatura el día 17 de septiembre pasado.

La idea de Estados Unidos, a dos semanas de las elecciones generales, donde se elige presidente y el cuerpo legislativo, es jugar todas las cartas a su elegido y el favorito de la Casa Blanca: el ex presidente Mesa y concentrar esfuerzos comunicacionales políticos, apoyo económico y logístico en un candidato de la derecha.

Esto podría significar en pocos días la renuncia de Luís Fernando Camacho bajo los mismos argumentos de Añez “Hoy dejo de lado mi candidatura en homenaje a la libertad y a la democracia” que en lenguaje llano sería “dejo esta candidatura porque Washington me lo ordenó”

Para la elección del 18 de octubre la Casa Blanca se está jugando sus fichas a tope. Y, para ello, cuenta con la incondicionalidad del genuflexo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) el uruguayo Luis Almagro, quien ha confirmado el envío de una misión de observadores conformado por 30 personas, para así garantizar el resultado esperado por su amo del norte: la derrota de Luis Arce bajo cualquier medio y como no podrá ser por los votos, podemos esperar acusaciones y opiniones destinadas a perjudicar la imagen y el triunfo de Arce.

Eso lo sabe hacer Almagro y los suyos. Recordemos, que una situación similar ocurrió en noviembre del 2019 cuando la OEA, el ministerio de colonias norteamericano, bajo diversos pretextos no reconoció el legítimo triunfo de Evo Morales, aplicó todo el menú que Washington suele usar en su cocina golpista con sus revoluciones de colores, probada en países donde Washington coloca a sus instrumentos de dominio y luego se lavó las manos frente a la comprobación que las elecciones fueron limpias: el daño ya estaba hecho.

Los servicios de inteligencia norteamericanos, apoyados por organismos como la USAID y los socios locales en terreno, se han centrado en tratar de dividir a la población boliviana, impulsando casos penales contra militantes y simpatizantes del MAS, así como inculcando una visión negativa entre la sociedad boliviana hacia la imagen del ex presidente Evo Morales Ayma y el gobierno que encabezó, acusándolo de conductas sexuales impropias, corrupción y terrorismo.

Incluso se emitió una orden de captura internacional que por segunda ocasión fue rechazada por la Interpol. El manejo y propiedad de los medios derechistas lograron poner estos temas en discusión y en algún momento centró el debate, pero que no ha significado una merma en los votos de adhesión a Luis Arce, que inteligentemente ha obviado entrar en ese terreno al cual tratan de conducirlo.

El panorama político revuelto, la intervención descarada de los Estados Unidos, la soberbia de las huestes derechistas, la violencia supremacista y el clima de odio creado, nos hace pensar, que si eventualmente el candidato derechista Carlos Mesa Gisbert triunfa en las elecciones del día 18 de octubre, el país enfrentará nuevos trastornos sociales, políticos y económicos.

Una generación de procesos de fuerte inestabilidad y caos, que pueden llevar a un sangriento enfrentamiento social, el empobrecimiento de la población, principalmente su población indígena agravando además la situación de inseguridad que vive el país. Un pronóstico poco alentador, pero no falto de realismo toda vez que sólo el fraude, una labor destinada falsear los resultados por Tribunal Supremo Electoral presidido por el Sr. Salvador Romero, estrecho colaborador del candidato Carlos Mesa Gisbert, podría impedir que Luis Arce llegue a Palacio Quemado.

No hay segundas opciones por el bien de Bolivia y su gente. Un país amenazado por una derecha que quiere revertir todo lo logrado en catorce años de gobierno masista y sobre todo por los afanes de un Estados Unidos que quiere recuperar el dominio que tuvo alguna vez sobre esta nación sudamericana.

Un objetivo donde juega un rol fundamental la presencia y explotación de numerosos minerales y el enfoque de diversificación de sus importaciones y exportaciones que hizo Bolivia, con China por ejemplo. Unido todo ello a las reservas de 21 millones de toneladas métricas de litio que posee este país sudamericano.

Un metal alcalino, estratégico para la transición energética, lo que supone casi el 70% de las reservas mundiales. Por la dignidad de Bolivia y los pueblos latinoamericanos la injerencia estadounidense debe tener el más amplio rechazo.

* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.


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