Argentina | Por el impacto de la pandemia, la pobreza trepó al 40,9%
Por Alfonso de Villalobos
Formalmente el índice de pobreza se incrementó en cinco puntos desde el último informe oficial que había dado como resultado un 35,5%. El 40,9% de pobreza equivale a más de 18,4 millones de personas que viven en el 30,4% de los hogares. Según los datos oficiales, en promedio, durante el primer semestre de este año “el ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de $25.759, mientras la Canasta Básica Total promedio del mismo grupo de hogares alcanzó los $43.785”. Por ese motivo la denominada “brecha” se ubicó en el 41,2%.
El informe oficial destaca que se trata del “valor más alto de la serie por cuarto semestre consecutivo”. Por eso “no solo hubo un aumento en la incidencia de pobreza respecto del segundo semestre de 2019, sino que la situación de las personas bajo la línea de pobreza empeoró por la mayor distancia entre sus ingresos y la CBT”. Entre los niños de 0 a 14 años la pobreza llega hasta el 56,3% «aunque el mayor crecimiento con relación al semestre anterior se observó en los grupos de personas de 15 a 29 años, con un aumento de 7,1 puntos porcentuales».
Sin embargo, en estas condiciones, el dato semestral no refleja enteramente la realidad en la medida en que su agregación omite la heterogeneidad del impacto económico en esa variable que generaron la pandemia y las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio en los meses de abril a junio.
Como adelantó Tiempo Argentino en su edición del domingo, en realidad, durante el segundo trimestre de este año y al calor del derrumbe de la economía (acumula un 12,6% de caída hasta julio), más de cinco millones de personas cayeron debajo de la línea de pobreza.
Es que, mientras durante los primeros tres meses el índice se había contraído levemente hasta un 34,6%, en los meses de abril, mayo y junio el promedio escaló hasta un 47% según un nuevo informe elaborado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas dirigido por el economista y Director del Banco Nación Claudio Lozano.
De este modo, proyectando el estudio realizado sobre los 31 conglomerados urbanos al total de la población, se trata de 21,14 millones de personas que viven debajo de la línea de pobreza y 12 millones las que no juntan los recursos mínimos necesarios para sobrevivir que están contenidos en la Canasta Básica Alimentario y que, por lo tanto, se encuentran debajo de la línea de indigencia.
El salto muy marcado en el segundo trimestre se verificó también en los datos de distribución del ingreso. Según el informe difundido la semana pasada, el 10 por ciento más rico de la población acumulo ingresos equivalentes a 25 veces los que obtuvieron las personas que se encuentran entre el diez por ciento más pobre de la población cuando, hace un año es relación era de 20 veces y durante el primer trimestre de este año de 21. Se trata de una transferencia de recursos mensual que, a escala de toda la población, equivale a $48 mil millones.
Así las cosas, el empobrecimiento de la población, no resultó únicamente de una caída en términos absolutos de los ingresos generales y del producto sino de una concentración de la riqueza en los sectores más acomodados de la población. Las políticas sociales desplegadas por el gobierno tales como el IFE y la tarjeta alimentar no alcanzaron para que 6 millones de personas, que son el equivalente al 12,6% de indigencia que registró el IPyPP para el segundo trimestre, no pasen hambre en la Argentina.
El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, declaró que “en términos de recursos aplicamos $420.000 millones en este tiempo de la pandemia. Todo el año pasado se destinaron a la política alimentaria $28.000 millones, mientras que este año, en ocho meses, fueron $80.000 millones”.
De ese modo, señaló, “se ha amortiguado parte de la caída, pero tenemos una nueva realidad. Tenemos los nuevos pobres, gente que cayó en la pobreza durante la pandemia, y pobreza estructural, histórica». Por eso, se bien señaló que “hay mucho para encarar desde la política social, hay que hacer cambios estructurales para evitar que periódicamente la Argentina vuelva a ciclos tan complicados porque la salida de la pobreza tiene que ver con el crecimiento económico y un modelo de desarrollo”.