Volvió el fútbol en Uruguay: empate en el clásico con niebla y sin público

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Por Nelson Fernández

Pasaron 148 días sin fútbol en Uruguay, y el día que volvió, no se pudo ir a la cancha. Y para verlo por televisión, había que adivinar quiénes son los futbolistas que se movían en medio de una niebla espesa. El contexto no era el mejor, y encima las dificultades para ver un buen espectáculo se fueron sumando.

Sin hinchas, sin vendedores de café ni de banderas, sin periodistas en la bancada de prensa, ni dirigentes en el palco. El árbitro roció con alcohol la pelota para desinfectarla y los entrenadores usando tapabocas, salvo cuando dieron indicaciones. Raro, todo muy raro, aunque los regresos del fútbol en Europa fueron acercándonos imágenes para que lo cotidiano en Sudamérica no resulte tan extraño.

Pero, condicionado por los cuidados de prevención de Covid-19, al menos el fútbol volvió para alegría, bronca, tristeza o euforia de los hinchas fieles. Hasta el entretiempo fue raro, sin fila de público frente al puesto de choripanes, sin ruedas de simpatizantes discutiendo un fallo arbitral, sin ruido más allá del golpeteo de la pelota y algún grito o indicación entre los propios futbolistas.

«Eso que se ve ahí parece ser una cancha de fútbol», dijo el relator de la transmisión televisiva oficial, minutos antes de volver al segundo tiempo del clásico del domingo, mientras las cámaras mostraban un Centenario que seguía bajo niebla, aunque no tan cerrada como al inicio del partido por los fuegos artificiales.

Sin gente, pero con pirotecnia

Al clásico le faltaron las 50 mil almas viviendo con tensión cada segundo, las que habitualmente se juntaban en el estadio Centenario para ver un Nacional vs. Peñarol: entraron los dos equipos, el cuerpo técnico de cada club, algunos dirigentes habilitados, y pocos periodistas especialmente acreditados para la transmisión.

Tapabocas, alcohol en gel, controles sanitarios. y todo el mundo mirándolo por TV. Eso sí: hubo pirotecnia que se tiró antes del partido, un bullicio extraño. La mesa de la conferencias de prensa quedó vacía luego del partido, porque eso también necesitaba de un protocolo adicional: exigían el hisopado con test negativo para los cronistas que estuvieran en la sala, o chance de preguntas a través del sistema virtual de zoom.

Pero eso no salió, por diferencias entre el gremio de futbolistas y la empresa que tiene los derechos de TV. Los jugadores no dan notas a Tenfield y al no poder hacer notas fuera de la conferencia, se marcharon callados. Silencio de Estadio, silencio de vestuarios.

El Centenario estuvo rodeado de vallas en círculos para impedir que se acercaran hinchas, aunque fuera para alentar desde afuera. Policías por los alrededores, también en torno a la sede de Nacional y al Estadio de Peñarol, donde se habían juntados algunos «barras» con banderas, pero fueron invitados a dispersarse.

El «distanciamiento físico» sigue vigente como prevención del Covid-19. Los jugadores de ajedrez y de golf precisan concentración; los futbolistas, no. Corren empujados por el aliento ronco de una tribuna que arma el alboroto que no figura en reglamentos, pero es parte esencial de un partido de fútbol.

Los gritos de gol de este fin de semana del fútbol oriental fueron un pálido coro de jugadores que se abrazaban, en medio del silencio frío del cemento vacío. Algo que no se parece en nada a un grito de gol. Pero el fútbol volvió, y el hincha mete pasión en su casa. Volvió porque Uruguay ha sobrellevado la epidemia con buenos resultados, sin cuarentena obligatoria, con responsabilidad en los cuidados sanitarios.

Y en el caso del fútbol se hizo con paciencia, en etapas, con miles de hisopados a futbolistas y otros integrantes de los equipos, y en cuatro fases para cumplir requisitos de vuelta a los entrenamientos.

La Copa Uruguaya había comenzado el 15 de febrero, y un mes después, tras la irrupción del coronavirus, quedó suspendida. Era justo cuando se venía la cuarta fecha del campeonato, en la que caía el clásico entre Peñarol y Nacional, el único partido del fútbol local que siempre llena el Centenario.

Pero la fecha fue general. Este fin de semana volvió el fútbol a las canchas uruguayas, luego de cumplir un cronograma establecido por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) en acuerdo con los gremios de futbolistas, entrenadores y árbitros, y con aval de la Secretaría de Deportes del gobierno nacional.

Hubo presiones para volver antes, dado que Uruguay había quedado en apenas 12 casos de contagiados activos el 19 de junio, pero el gobierno quiso mantener prudencia en la vuelta a clases, a las reaperturas de restaurantes, centros comerciales, teatros y cines, y también espectáculos deportivos.

La AUF diseñó una etapa con partidos durante todo el sábado, a horario diferente, para que cada encuentro fuera televisado en directo. La cuarta fecha comenzó el sábado a la mañana, con el partido entre Rentistas y Liverpool, que terminó empatado en un gol.

Rentistas, que había ganado los tres primeros partidos y llegaba con puntaje ideal, rescató un punto y mantuvo la punta del campeonato. Es un club de barrio, que nunca fue campeón de primera y que ha sobrevivido a mitad de tabla. Rescata la picardía del barrio Cerrito de la Victoria, cuando en 1933 jugueteaban en las calles unos imberbes irreverentes, que al ser reprochados por molestar a vecinos corriendo siempre atrás de una pelota, ante la pregunta de «¿Alguien trabaja mañana?», alguno respondió con ironía: «nosotros vivimos de rentas». Al fin decidieron fundar un club, al que bautizaron «Rentistas».

Liverpool pudo arrancarle el invicto, pero le faltó cerrar una victoria que parecía clara: El «negriazul» es uno de los clubes tradicionales del noroeste de Montevideo, nacido en 1908 con alumnos del Colegio de los Padres Capuchinos, que tomaron el nombre del fútbol inglés. Nada de gente alrededor de las canchas; se extrañó el olor a grasa de las «tortas fritas», los gritos de los «cuidacoches», el bullicio de niños vestidos como mascotas de sus clubes.

La etapa siguió con la victoria de Cerro frente a Plaza Colonia por 1 a 0 en el histórico Estadio Tróccoli. Cerro es uno de los clubes de esa símbolo montevideano (el otro es Rampla Juniors) y Plaza es un modesto club de la ciudad vecina de Buenos Aires. La pelota siguió corriendo en «Jardines de Maroñas», donde el visitante River Plate ganó 3 a 1 al Danubio, poderosa institución que este año sufre el temor de bajar a Segunda.

Por la tarde, en el Estadio Charrúa -que se venía utilizando para los torneos de Rugby- empataron Fenix y Progreso 1 a 1. Luego en el este uruguayo, empataron dos clubes del interior, Deportivo Maldonado y Cerro Largo, también 1 a 1. En el Parque Rodó, el local Defensor Sporting perdió 2 a 0 frente al ascendido Montevideo City Torque, gerenciado por los ingleses de City Football Group.

El domingo de mañana, en el Parque Capurro, Wanderers ganó 2 a 0 al Boston River, y por la tarde un clásico diferente. El argentino Gonzalo Bergessio puso el 1 a 0 para Nacional, con un cabezazo tras un córner, (luego ingresó también Claudio Yacob) y faltando 10 minutos para final, David Terans empató para Peñarol. Ambos siguen lejos de la punta de la tabla, que lidera Rentistas con 10 puntos: Peñarol lleva 5 puntos y Nacional apenas 3.

Volvió el fútbol a las canchas, pero no es lo mismo

Una primera fase con entrenamientos intermitente, una segunda con trabajos en grupos reducidos para recuperar fuerza y potencia, una tercera con utilización de vestuarios y aval para partidos amistosos, y la cuarta fase con la reanudación del torneo. Volvió el fútbol y con clásico, pero faltó pasión, ausente de sonido, escaso de emoción.

Hace justo 90 años se inauguró el Centenario. Aquel 18 de julio de 1930 jugaron Uruguay y Perú por el primer Mundial y tanta fue la locura de entonces, que los boleteros se borraron de sus puestos minutos antes del partido, para no perderse el inicio de la historia. Aquella historia siguió este domingo, en silencio y niebla.

La Nación

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