Marchas contra la violencia policial y por la aparición de Facundo Castro

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En la Plaza de Mayo, la mamá de Facundo pidió la renuncia de Sergio Berni

Por Alfonso de Villalobos

Dos movilizaciones confluyeron este jueves, a pesar de la cuarentena, en la Plaza de Mayo. No fue casualidad. Los organizadores de ambas marchas decidieron que así fuera.

Por un lado se produjo la sexta edición de la convocatoria que todos los años realizan el 27 de agosto los familiares y amigos de víctimas del gatillo fácil en reclamo de justicia por los crímenes perpetrados por las fuerzas de seguridad contra sus pibes, en general, del conurbano bonaerense.

Por el otro, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia que se movilizó en reclamo de la aparición con vida del joven desaparecido hace ya casi cuatro meses. Los familiares se encuentran a la espera de los resultados de la autopsia que va a determinar si la identidad del cuerpo hallado en las inmediaciones de donde fue visto por última vez coincide con la del joven.

De ambas movilizaciones y actos participó Cristina Castro, madre de Facundo. El blanco de las denuncias estuvo puesto en las fuerzas de seguridad y, en particular, en el pedido de renuncia del ministro de seguridad bonaerense Sergio Berni.

Los organizadores denunciaron que, desde que comenzó la cuarentena, las víctimas en manos de las fuerzas de seguridad alcanzaron, al menos, el escalofriante número de 92 personas. En el acto realizado por el Encuentro Memoria Verdad y Justicia realizado en la misma Plaza de Mayo, Cristina Castro, señaló que “estoy pidiendo la renuncia de Berni y no solo por Facundo sino porque es un desfachatado y un mentiroso. La renuncia es lo mínimo que podemos pedir”.

Allí mismo había dicho en el acto de los familiares de las víctimas del gatillo fácil que “nos hemos hermanado en el dolor”. A continuación señaló que “estoy esperando solo el ADN para llevarme a mi niño. Mi niño que salió entero a hacer ruta, y cuyo único pecado era estar enamorado y querer volver con su pareja. No quiero que esto vuelva a pasar nunca más. Cuando dijimos ‘nunca más’ lo dijimos en serio y si tenemos que salir a la calle lo vamos a hacer”.

En el acto del Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVyJ), Cristina Castro señaló que las fuerzas policiales están llenas de “asesinos que están comandados por Sergio Berni” y, además, apuntó al poder político: “no nos pueden matar a los pibes y la dirigencia política hacerse los pelotudos, porque ellos son los culpables”.

El documento que consensuaron para la ocasión las organizaciones que integran el EMVyJ señala que “Alberto Fernández y los gobernadores tienen la responsabilidad de haber envalentonado a las policías y demás fuerzas represivas por atribuirles el rol de control social de la cuarentena”.

Nora Cortiñas, destacada animadora del EMVyJ envió un saludo a la movilización a través de un audio de whatsapp donde reclamó «basta de perseguir a los jóvenes para disciplinarlos. Quiero que transiten su juventud en libertad, como corresponde».

Tiempo Argentino


Cristina Castro: «Cuando dijimos ‘nunca más’, lo dijimos en serio»


La marcha contra el gatillo fácil, con una presencia que desató la ovación de todos

Por Nahuel Gallotta

«A Facundo lo desapareció y lo mató la Bonaerense. La misma Policía que ha matado a cada uno de los hijos de todas las mamás que están acá. Nos hemos hermanado en el dolor», dice Cristina Castro, la mamá de Facundo Astudillo, en Plaza de Mayo. Está rodeada de cientos de mamás y familiares que pasaron y pasan por su misma situación, y de carteles y banderas que recuerdan a varios de los más de 7 mil casos de gatillo fácil, registrados por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), desde el regreso a la democracia.

La mujer recibe un regalo que la emociona: una escultura de Facundo, hecha por un artista que se identifica como Julio César, con el escudo de Boca y el amuleto en sus manos que le había regalado su abuela, el mismo que aparecería tirado dentro de una bolsita en el destacamento policial de Teniente Origone.

«Hoy tengo la certeza: puedo decir que estoy esperando un ADN para llevarme a mi niño a mi casa. Un niño que salió entero a hacer ruta. Su único pecado fue estar enamorado y querer volver con su pareja. Por eso lo mataron. A mi hijo no me lo devuelven. Pero no quiero que vuelva a pasar. Habíamos dicho nunca más», concluye Cristina.

A la mujer la ovacionan los cerca de 3.000 familiares de víctimas y miembros de organizaciones sociales que se dieron cita en la tarde de este jueves en la sexta Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. Las consignas fueron «basta de muertes, basta de causas armadas y basta de torturas en comisarías y cárceles».

El caso de Astudillo Castro es el más mediático en la actualidad. Pero lejos está de ser el único de la cuarentena. La semana pasada, Correpi difundió un informe en el que contabilizaron 92 muertes de personas a manos de integrantes de la fuerzas estatales, entre el 20 de marzo y el 20 de agosto.

Las más conocidas son la de Luis Espinoza, desaparecido y asesinado por la Policía de Tucumán; la de Blas Correas, el chico cordobés de 17 años baleado por agentes en una confusa persecución y la de Florencia Morales, que apareció ahorcada en una comisaría de San Luis, luego de ser detenida por romper la cuarentena.

«Lo que decimos es que estamos ante una política de Estado», aclara Emilia Vasallo, una de las organizadoras de la marcha y mamá de Pablo «Pali» Alcorta, fusilado por el policía Diego Tolaba, en 2013. Lo mismo se canta en la Plaza: «Atención, atención, no es un policía, es toda la institución».

«Marchar nos da orgullo, amor y es una forma de que nuestros hijos estén presentes en todas la mamás. No buscamos generar lástima; queremos generar impotencia, bronca», explica Vasallo. «También sentimos que las marchas sirvieron para poner al gatillo fácil en la agenda política y de los medios de comunicación, que antes hablaban de este tipo de asesinatos como ‘muertos en enfrentamiento'», añadeero antes de Cristina se escucharon varias historias más. «La mayoría de nosotros nos conocemos. Desgraciadamente tenemos muchos casos nuevos», dice Angélica, madre de Jonathan «Kiki» Lezcano, un adolescente de 17 años asesinado por efectivos de la comisaría 12a. y enterrado como NN durante tres meses.

También estuvo Julia. Con una remera con la foto de su hijo y la leyenda «Pasaré mi vida pidiendo justicia por vos» cuenta, como puede, de la muerte de Agustín Lara: tenía 16 años, sufría hostigamiento policial por parte de agentes de la comisaría 48a. En marzo de este año, la Gremial de Abogados había presentado un hábeas corpus.

«El policía que asesinó a nuestro hijo declaró que tuvo miedo por su vestimenta. Que por eso le disparó», afirman los papás de Alan Medina. Horacio, papá de Diego Cagliero, asesinado por policías en Martín Coronado, habla del proyecto para decretar al 19 de mayo como el Día de la Lucha contra la Violencia Institucional en Tres de Febrero. Y dice: «Somos muchos pero peleamos contra poderes muy superiores: plantan pruebas, hacen lo que quieren, los fiscales no nos atienden, nuestros abogados son públicos y no tienen tiempo para nosotros».

La mamá de Nazarena Vargas, acribillado en Merlo, en 2017, comenta: «El abuso policial que sufrimos los trabajadores cuando subimos a un tren, a un colectivo, es terrible. No solo es hostigamiento con un palo; es verbal».

«Queremos denunciar al sistema penal: con la excusa de la pandemia nos niegan copias de las causas penales», señala Claudio Castro, que acompaña a familiares de víctimas de causas armadas.

«Muchas veces somos discriminadas como mamás», retoma Vasallo. Y concluye: «Nos llaman ‘las madres de los chorros’. Algunos de nuestros hijos sí estaban robando. Pero no tenían armas y fueron fusilados, cuando los podrían haber detenido. Lo que decimos es que no estamos a favor de la delincuencia; estamos a favor de la vida».

Clarín


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