¿Brasil se doblega en la disputa EEUU-China? – Por Raúl Zibechi
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Raúl Zibechi(*)
Aunque China es el principal socio comercial de Brasil, que le compra tres veces más que Estados Unidos, el Gobierno de Jair Bolsonaro insiste en una relación asimétrica con Washington que provoca hondos perjuicios a su país.
Son demasiado evidentes los fracasos cosechados por la subordinación de Brasil a Estados Unidos, como lo prueba la patada en el trasero de Boeing a Embraer, que deja a la aeronáutica brasileña en condiciones difíciles para seguir adelante en medio de una fuerte crisis del sector.
Ahora Brasilia está utilizando «barreras técnicas» para frenar las inversiones de China en el área de energía y telecomunicaciones, aunque también puede afectar al área comercial. Un informe de Folha de Sao Paulo asegura que uno de los proyectos más importantes paralizados es la reanudación de la planta de energía nuclear Angra 3.
Para esta obra la empresa favorita, porque ofrece los costos más competitivos, es la China National Nuclear Corporation (CNNC), pero el gobierno estaría dispuesto a concederla a la estadounidense Westinghouse, desplazando además a la francesa EDF y la rusa Rusatom. El concurso para adjudicar la obra aún no tiene fecha definida.
La administración de Angra 3 corresponde a la brasileña Eletronuclear, empresa estatal vinculada a Eletrobras que es la responsable del proyecto, paralizado en 2015 con el 60% de las obras ya terminadas. La empresa fue investigada por la Policía Federal porque su director, el almirante Othon Luiz Pinheiro, fue parte de un esquema de corrupción con el pago de sobornos por parte del contratist.
El almirante fue procesado a 43 años de prisión por el juez Sergio Moro en el marco de la Operación Lava Jato, pero fue puesto en libertad dos años después. Othon Luiz Pinheiro es considerado el padre del programa nuclear brasileño, ya que fue uno de los principales responsables del desarrollo de una tecnología para el enriquecimiento de uranio llamada ultracentrifugación.
De ahí que militares brasileños hayan considerado en su momento que el objetivo del juez Moro, en sintonía con Washington, giraba en torno a razones “geopolíticas”. Despejado el camino, ahora sería una empresa estadounidense la encargada de finalizar las obras de la central nuclear.
El segundo proyecto que está siendo retrasado, esta vez por el ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, es la participación china en un fondo de inversiones para proyectos de infraestructura creado en 2017, por 20.000 millones de dólares de los cuales Pekín aportará tres cuartas partes.
«Desde que Guedes asumió el ministerio de Economía el fondo se ha estancado por la resistencia del Gobierno brasileño», asegura Folha de Sao Paulo.Más grave aún es la amenaza del embajador de EEUU en Brasilia, Todd Chapman, quien en una entrevista a O Globo dijo que Brasil sufrirá “consecuencias económicas negativas” en caso de optar por la tecnología de Huawei para las redes telefónicas 5G.
Tanto Bolsonaro como su ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, y el de Seguridad Institucional, general Augusto Heleno, se muestran favorables a vetar a Huawei, aunque el vicepresidente Hamilton Mourao, también general en situación de retiro, no descartó que Brasil se incline por la empresa china.
Quien realmente muestra preocupación por la decisión del gobierno respecto a la telefonía 5G, es la ministra de Agricultura, Tereza Cristina, porque sospecha que China puede sustituir a Brasil en sus compras agrícolas. En efecto, en los primeros cuatro meses de 2020 las ventas agroindustriales a China representaron el 47% de las exportaciones, con una cifra récord de 31.400 millones de dólares.
Sobre este asunto existen lecturas muy distintas en Brasil. Las compras de EEUU representan apenas el 6,1% del total de las exportaciones brasileñas y varios técnicos aseguran que China podría diversificar las compras de soja, el principal producto de importación.
«Las simulaciones indican que si los chinos dejan de comprar sólo el 10% de nuestros productos, habrá una pérdida de al menos 8.000 millones de ventas y se eliminarán 800.000 empleos directos», explicaron técnicos agrícolas a los medios.
Por el contrario, el canciller Araújo, que profesa una ideología ultraderechista y se lo considera muy cercano a Donald Trump, sostiene que es China la que depende de los productos agrícolas brasileños y defiende la propuesta estadounidense de no considerar a China como una economía de mercado, lo que equivale a colocarla fuera de la Organización Mundial de Comercio.
Estas opiniones coinciden con las del área económica. El secretario de Comercio Exterior del Ministerio de Economía, Roberto Fendt, dijo a Folha que no habrá consecuencias ante un eventual veto a Huawei. «China tiene poco agua y siempre va a necesitar proveedores de alimentos y de otras materias primas».
Fendt razona que si China no le compra a Brasil, no podrá comprarle productos agrícolas a grandes exportadores como EEUU o Australia, porque con esos países también mantiene conflictos diplomáticos y comerciales.
De las declaraciones de la autoridades brasileñas de las últimas semanas pueden desprenderse algunas conclusiones.
La primera es que al interior del Gobierno de Bolsonaro se están evaluando decisiones estratégicas respecto a China. Todo indica que el alineamiento con EEUU es sólido, pero existen temores de que un veto a Huawei pueda enfurecer a China, que podría tomar represalias comerciales. Sin embargo, hasta ahora China no ha dado ese paso con Australia, donde compra importantes cantidades de mineral de hierro y con la que mantiene un serio contencioso con ramificaciones en el Mar del Sur de China.
La segunda es que más allá de las opciones geopolíticas e ideológicas que llevan a Brasil a seguir las orientaciones de Washington, el gabinete económico de Bolsonaro está enseñando fisuras importantes. Estos días se produjo una “desbandada en el ministerio de Economía con la renuncia de dos secretarios por la demora en iniciar el proceso de privatizaciones.
No son las primeras bajas en el equipo de Guedes, que meses atrás se vio diezmado por otras renuncias importantes como la del presidente del Banco do Brasil, Ruben Noaes, y el secretario del Tesoro, Mansueto Almeida.
Según el diario O Globo, se trata de una «fractura» dentro del gabinete, dividido entre el ministro de Economía Guedes, partidario de las privatizaciones, mientras del otro lado se situaría el general Walter Souza Braga Netto, el poderoso ministro de la Casa Civil que representa el ala militar.
La división interna del Gobierno y la necesidad de aumentar el gasto público por la pandemia, están apartando a Bolsonaro de su programa electoral original. En este momento se registra una fuerte pugna que enseña, como aapunta el periodista Tales Faria, que «los militares están más para el desarrollismo que para el ultraliberalismo económico».
(*) Periodista, escritor y pensador-activista uruguayo, dedicado al trabajo con movimientos sociales en América Latina.