El uso neoliberal de la pandemia (II): las políticas de ajuste
A mediados de abril, un grupo de políticos derechistas de España y América Latina, junto al escritor Mario Vargas Llosa —convertido en los últimos años en vocero del neoliberalismo—, dieron a conocer una declaración titulada “Que la pandemia no sea un pretexto para el autoritarismo”. Allí, acusaron a “muchos gobiernos” de tomar “medidas que restringen indefinidamente libertades y derechos básicos” con el resurgimiento del intervencionismo estatal, el socialismo y el populismo. Para ellos, siguiendo la tradición de Hayek y Friedman, la libertad es considerada solo en clave individual y se asimila a la vigencia de la libertad económica; caracterizando como autoritaria a toda política que restrinja el libre mercado, aunque esta política se aplique desde instituciones y gobiernos democráticos y/o para el bien de las mayorías. Con esa filosofía, estos pensadores habían apoyado, por ejemplo, la dictadura de Pinochet en Chile. En igual dirección, el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Ernesto Araujo, criticó la política de la OMS y denunció al “comunavirus”.
Pero simultáneamente a estos discursos y políticas, muchos de los gobiernos neoliberales de la región han aprovechado el contexto de la pandemia para llevar adelante reformas socioeconómicas de carácter neoliberal —muchas de las cuales ya formaban parte del programa impulsado antes de la llegada del virus— o promover paquetes de ayuda a los sectores del poder económico. Por ejemplo, en Paraguay, el gobierno de Mario Abdo impulsó un proyecto de ley que busca avanzar en la “Reforma Estructural del Estado” y cuyo objetivo es achicar el aparato estatal, reduciendo el gasto público, privatizando empresas y disminuyendo salarios y jubilaciones. En Colombia, el gobierno de Iván Duque sancionó el decreto 444, que quitó recursos económicos de las regiones para subsidiar a bancos y a empresas y consiguió la aprobación de la Ley de Emergencia Económica, que le otorga superpoderes para avanzar en las reformas laborales y previsionales que no habían podido implementarse aún. En igual dirección, la dictadura en Bolivia avanzó con el desmantelamiento de las conquistas obtenidas en el gobierno de Evo Morales, la desregulación económica, un nuevo ciclo de endeudamiento externo y la aprobación de la agricultura transgénica.
Tal vez el más trágico ejemplo del ajuste neoliberal implementado en tiempos de pandemia sea el de Ecuador, bajo la presidencia de Lenín Moreno. Desde los comienzos de la pandemia, el gobierno intentó retomar las políticas de ajuste comprometidas con el FMI, que habían sido rechazadas en las calles con masivas movilizaciones en 2019. Entre marzo y abril, pagó importantes vencimientos de deuda externa y obtuvo nuevos préstamos del FMI, que acentuaron los condicionamientos que debe cumplir el país para permitir los nuevos desembolsos. Finalmente, en mayo, consiguió la aprobación parlamentaria de dos proyectos de ley —la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas y la Ley de Ayuda Humanitaria— que avanzan con el ajuste en el Estado y el cierre o privatización de empresas y oficinas públicas, por una parte, y sobre la población trabajadora, facilitando la baja salarial y la precarización laboral, por la otra. Este paquetazo de ajuste comprometido con el FMI incluyó un recorte significativo del presupuesto universitario que despertó protestas estudiantiles y fue suspendido transitoriamente por la Corte Suprema. El paquetazo fue cuestionado por amplios sectores sociales y la oposición política, en una situación que puede derivar en una nueva crisis política. Pero el ejemplo regional de estas crisis en tiempos de pandemia es sin duda el proceso que se desarrolla en Brasil.
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