Chile | No se trata sólo de dinero: es dignidad – Por Camila Avilés

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Después de cuatro meses de pandemia, donde la ayuda del gobierno ha llegado tarde, donde cada propuesta ha sido para contrapesar las iniciativas parlamentarias, donde el gobierno no ha flexibilizado la billetera fiscal para asumir los costos de la desprotección, se mantiene la discusión sobre el retiro de fondos previsionales, aprobado el miércoles 15 de julio por la Cámara.

En un urgido esfuerzo por parte del gobierno por evitar que diputados de su propia coalición no apoyaran el retiro del 10% de los fondos previsionales, promueve una nueva iniciativa que reemplaza este retiro por un préstamo de baja cobertura, donde las familias deben acreditar pérdidas de más de un 30% y, para poder acceder a él, contar con un ingreso formal superior a 500 mil pesos.

El gobierno sigue sin entender y continúa actuando con la misma soberbia con la que trató de controlar la pandemia, ya desbordada.

Posterior a este anuncio, vuelven los cacerolazos y las manifestaciones. Esto no es casualidad, y el gobierno no está visualizando la magnitud del problema.

En primer lugar, que la gente se aburrió de escuchar que todo lo que los pueda beneficiar sea “inconstitucional”. Pasó con el proyecto de pago de servicios básicos, que luego retractaron, y estaban listos para llevar al Tribunal Constitucional el proyecto del Postnatal de Emergencia, hoy reemplazado por la “Licencia Covid”.

Y lo segundo es que, pese al hambre, la necesidad y la sensación permanente de incertidumbre, el presidente Piñera aún no lee entrelíneas: la gente prefiere morir de pie que vivir de rodillas.

Según la Revista de Análisis Económico, las AFP generan una rentabilidad sobre patrimonio de 4,8 veces la rentabilidad de “equilibrio” (o “justa”). En la práctica, esto se traduce en que la gente constata cómo recibe pensiones miserables, a través de un sistema que genera muchas utilidades (con sus ahorros) y que estas ganancias no llegan a sus familias.

Sucede que no sólo hablamos de dinero: hablamos de dignidad y de justicia social, y cualquier propuesta que no responda a eso no tendrá lugar.

Ya no hay encuestas a favor, los poderes fácticos ya no están influyendo tanto como se esperó, las campañas del terror ya no están dando buenos resultados. Y fueron ellos mismos que, tras uno y otro error no forzado, prendieron fuego a su hoguera. Ya no hay espacio para la indolencia, ni para más soberbia. ¡Se ha hecho tarde!

(*) Camila Avilés. Vicepresidenta de la Democracia Cristiana.

El Desconcierto


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