Ya son más de 100 mil contagios en medio de una caída récord en la economía

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Chile supera los 100 mil contagios por COVID-19 y Minsal anuncia cambios metodológicos

Tras el mes más critico que se ha vivido de la pandemia del coronavirus en Chile, junio comenzó con un nuevo hito en el avance de esta enfermedad: 5.471 casos y 59 fallecidos fueron notificados en las últimas 24 horas, sumando así un total de 105.159 contagiados y 1.113 víctimas mortales por COVID-19.

Junto con señalar que analizará con el comité de crisis la decisión de continuar con las cuarentena que rigen actualmente, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, reconoció que hay “luces de esperanza” en algunas zonas de la capital, por una disminución de los nuevos casos.

A la vez, el secretario de Estado anunció cambios metodológicos: desde este martes, en el balance que entrega la cartera se incluirá entre los fallecidos a aquellas personas a las que se le aplicó el test PCR, cuyo resultado aún no se haya informado. Debido a este nuevo criterio, advirtió que “un número leve, pero que puede ser significativo, de fallecidos va a aumentar”. A la vez, se homologarán a los casos activos con los pacientes contagiantes.

En la instancia se vivió un momento de tensión, debido a que Mañalich evitó responder a los cuestionamientos que generó el regreso a sus funciones del subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, luego de permanecer solo cuatro días en cuarentena por haber estado en contacto estrecho con un paciente positivo, contradiciendo las recomendaciones realizadas por el Consejo Asesor COVID-19 y el Colegio Médico.

Poco después, durante el lanzamiento del Programa de Salud Mental llamado “SaludableMente”, el presidente Sebastián Piñera reconoció que el país está viviendo “las semanas más duras” respecto a la emergencia sanitaria.

Asimismo, haciendo referencia al Imacec de abril, que marcó una histórica caída de -14,1% en abril, reiteró el llamado a que los distintos sectores de la política nacional alcancen un “acuerdo nacional” con respecto a las medidas para enfrentar la crisis causada por el virus. “El tiempo nos apremia, las necesidades de los chilenos son ahora”, enfatizó el mandatario.

Cerrando la jornada, la ministra Karla Rubilar entregó un nuevo balance del plan “Alimentos Para Chile”, detallando que 227.842 canastas familiares se han repartido en ocho regiones del país hasta ahora. En el punto de prensa, la vocera emplazó a la oposición ante los cuestionamientos realizados a la gestión del gobierno: “Menos crítica y más acción. Menos crítica y más grandeza. Menos crítica y más soluciones”.

En materia internacional, Estados Unidos sigue encabezando la lista de los países más golpeados por el coronavirus, al alcanzar 1.811.360 contagios y 105.165 fallecidos, de acuerdo a los datos de la Universidad Johns Hopkins.

Esto, en medio de una profunda crisis social que llevó a las autoridades a decretar toques de queda en distintas ciudades -entre ellas, Miami, Atlanta, Detroit y Nueva York-, debido a las protestas por la muerte de George Floyd, hombre afroamericano que falleció a manos de un policía en Minneapolis.

Expertos temen que se produzca una nueva ola de contagios, debido a que los manifestantes no siguen las medidas sanitarias.

En paralelo, países como España, Japón, Rusia y México avanzan en sus procesos de desconfinamiento, así como también varias ciudades de Brasil, donde a pesar de las altas cifras de contagios, se están tomando medidas para reabrir gradualmente el comercio.

CNN Chile


COVID-19 hace desplomar la economía chilena en niveles sin precedentes: Imacec de abril cae un histórico 14,1%

El COVID-19 golpeó a la economía chilena. Y lo hizo de forma drástica. De acuerdo al Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) correspondiente al mes de abril, cayó un 14,1% en comparación con igual mes del año anterior.

Se trata de la primera entrega sobre la situación económica del país considerando el efecto de la pandemia en un mes completo, desde que se confirmara el primer caso y comenzara la aplicación de las medidas sanitarias. En marzo, la economía había caído un 3,5%.

Debido a esto, la cifra es preocupante, ya que si bien se preveía una caída mayor, se especulaba que iba a ser cercano a un 8,2%. Los más pesimistas aventuraban entre un 10% y un 13%. Solo algunos, como los analistas de Credicorp Capital, calcularon que el Imacec se iba a contraer en un número cercano al 14%.

La serie desestacionalizada disminuyó 8,7% respecto del mes precedente y 12,4% en doce meses.

El Imacec minero disminuyó 0,1%, mientras que el no minero lo hizo en 15,5%. En ese sentido, las actividades más afectadas fueron los servicios y el comercio, y, en menor medida, la construcción y la industria manufacturera.

En los servicios, destacaron las caídas de educación, transporte, restaurantes y hoteles y servicios empresariales. En términos desestacionalizados, y con respecto al mes anterior, el Imacec minero creció 0,9% y el no minero cayó 9,7%.

«Considerando los desafíos que la crisis sanitaria ha impuesto sobre la recolección de datos básicos, el Banco Central de Chile ha hecho esfuerzos adicionales con sus proveedores de información para minimizar el impacto en la calidad de las estadísticas. Sin embargo, es relevante señalar que las cifras entregadas en esta oportunidad podrían estar sujetas a mayores revisiones que las registradas históricamente, las cuales serán difundidas de acuerdo al calendario de publicaciones y revisiones de Cuentas Nacionales disponible en la página web institucional», indicó el ente emisor a través de un comunicado.

El 14,1% que se contrajo la economía chilena no se había visto en décadas, ni siquiera cuando el país se encontraba en plena crisis asiática, en 1999, cuando en abril de ese año la economía cayó un 4,8%.

«Es la caída más alta»

Tras revelarse las cifras del Imacec, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, dijo que «es una caída muy significativa, es la caída más alta desde que se tienen registros».

«No tenemos un registro de esta magnitud desde que se mide el Indicador Mensual de Actividad Económica», agregó.

«Quiero reforzar el llamado del Presidente para lograr un acuerdo por los ingresos de los chilenos y la reactivación económica», añadió el secretario de Estado en un punto de prensa realizado desde La Moneda.

«Esto hace que actualicemos nuestros escenarios de crecimiento para 2020», planteó el ministro.

Se intensificó «el choque externo» y el «interno»

El expresidente del Banco Central, Vittorio Corbo, había anticipado, antes de conocer el Imacec de esta jornada, que la caída sería entre 2% y 4,5%. Por eso, sobre esa cifra dijo que «si pensamos desde comienzos de abril se pensaba que el mundo iba a caer en torno al 3% y hoy ese número es más cercano entre el 5% al 6% en el mundo».

«Eso significa que en la economía chilena se intensificó el choque externo y ahora también se intensifica el interno, por el hecho de que ha seguido la pandemia y se ha seguido expandiendo en la economía chilena, lo que ha obligado a muchas más cuarentenas, por lo tanto, hoy ese número quedó obsoleto, ya que la actividad va a caer entre el 4% al 5% aproximadamente”, finalizó.

«Peor al esperado»

El decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Santo Tomás, Enrique Paris, calificó las cifras del Imacec como «peor al esperado y nos hace temer por una medición más negativa en mayo».

«Con estos datos las proyecciones para 2020 empeoran. Se apartan de la proyecciones de Hacienda, Banco Central o incluso del FMI o la CEPAL. Hoy es más probable una contracción de -5% o algo peor que eso. Esto refuerza la necesidad de un mayor esfuerzo fiscal para mantener los ingresos de los trabajadores, apoyar a las empresas, chicas, pequeñas y grandes que permitan que hibernen sin tener que destruir empleos. El apoyo actual es para que la economía esté en condiciones de retomar su funcionamiento cuando las condiciones sanitarias lo permitan», concluyó.

El Mostrador


Piñera insiste en urgencia de acuerdo nacional para enfrentar la pandemia: «El tiempo nos apremia»

Este lunes, al presentar el plan de salud mental para abordar las problemáticas agudizadas en ésta área por la pandemia de Covid-19 en el país, el presidente Sebastián Piñera reconoció que “estamos viviendo las semanas más duras de la pandemia”, insistiendo en la necesidad de un gran acuerdo nacional.

“Estamos viviendo las semanas más duras. Estamos muy conscientes de que se ha producido un aumento de los contagios y este aumento está generando una enorme presión y que el sistema de salud está siendo muy exigido, muy demandando, muy estresado”, planteó el mandatario, pidiendo responsabilidad y solidaridad a los ciudadanos con sus compatriotas.

Sostuvo que “en chile tenemos más de 5 millones de hogares, es imposible poder controlar a cada uno de ellos”.

En cuanto al llamado a un “gran acuerdo nacional” que convocó la semana pasada, al cual se han sumado sectores de la oposición y el oficialismo, expresó que espera que este se logre “en un tiempo muy corto, dos semanas, para poder fortalecer la red de protección social con más recursos, con más instrumentos, para proteger mejor y a más chilenos de las consecuencias de esta pandemia”, y fortalecer la capacidad de la economía para reactivarse, mejorar los salarios, dar oportunidades a las Pyme e incentivar la inversión.

Agradeció en este sentido la colaboración de los sectores y partidos políticos que se han manifestado en favor de este acuerdo, insistiendo en que “el tiempo nos apremia, las necesidades de los chilenos son ahora”.

“Hoy estamos todos preocupados, pero también tenemos que estar todos ocupados (…) No basta sólo con denunciar, lo que necesitamos es unir nuestras fueras, nuestras voluntades y nuestros corazones para empujar todos en la misma dirección y buscar soluciones con unidad, con grandeza, con responsabilidad, con solidaridad, porque eso es lo que nuestros compatriotas nos piden, quieren, necesitan y merecen”, sostuvo el mandatario.

Biobio


La primera línea invisible de los hospitales: Los trabajadores que mantienen en marcha el sistema de salud

Trabajadores del aseo, administrativos, choferes de ambulancias, auxiliares de bodegas, orientadores, personal de lavandería y de mantención. Todos y cada unos de estos perfiles laborales cumplen un rol indispensable en la atención de las personas enfermas por el COVID-19. Son parte de una cadena que incluye tanto al personal sanitario como al no sanitario, más invisibilizado, pero igual de imprescindible para mantener de pie toda la logística de un sistema de salud que funciona a full en plena pandemia.

Los engranajes no pueden detenerse ni un minuto y para que esto ocurra muchas personas han alargado jornadas laborales, asumido nuevas funciones, cambiado rutinas laborales y se han sometido a altos niveles de estrés. Trabajan codo a codo con la primera línea sanitaria, y desde ese frente –que también es el suyo– expresan sus miedos, angustias y riesgos.

Olga Arriagada, orientadora: “La familia necesita saber cómo está el paciente, verle la cara”

Todos los esfuerzos de Olga Arriagada se centraron, desde el inicio de la pandemia, en reforzar la contención emocional tanto de pacientes como de sus familiares. Olga es jefa de los orientadores de usuarios del Hospital San Juan de Dios y sabe bien la importancia de su trabajo porque cuando en 2012 su hermano estuvo seis meses hospitalizado en este establecimiento los orientadores de ese tiempo la contuvieron a ella. Fue entonces que decidió que se dedicaría a lo mismo en ese mismo hospital. En ocho años, ha pasado por distintos cargos y ahora coordina un equipo de 14 orientadores, entre los que hay dos intérpretes de creol para facilitar la comunicación con los pacientes haitianos. “La familia quiere saber si el paciente durmió bien, cómo se levantó o si comió y esta información la traspasan los orientadores”, explica Olga. En su cuaderno personal anota “lo que va pasando” con los pacientes y se preocupa que su equipo “entregue los recados” que dejan a los pacientes sus personas más cercanas.

Pero, según Olga, si hay una labor necesaria para los enfermos y sus seres queridos en este tiempo es facilitar las videollamadas. “Es un momento muy emocionante”, expresa. Las visitas al hospital no están autorizadas y la pantalla se ha convertido en el único canal para comunicarse. “Hay veces que pasan dos o tres días sin verse y la familia necesita saber cómo está el paciente, verle la cara; entonces se tranquilizan”, continúa. Dice que esos 15 o 20 minutos que dura la llamada sirven a los familiares para asegurarse de que no le falta de nada a su enfermo y que está bien atendido.

Olga también se ocupa de entregar todos los implementos de protección personal a su equipo. Ocupan alcohol gel, mascarillas, pecheras, antiparras y guantes. “Ninguno me ha dicho que tiene miedo. Se creen invencibles”, asegura en referencia al estado emocional de sus funcionarios. Tampoco ella trabaja con temor. “Cuando estoy en la casa sigo preocupada de que esté todo bien en el hospital. Prefiero estar allí ayudando”, dice.

Carlos Vargas, administrativo de logística y distribución del SAMU: “Estamos haciendo una pega cansadora y extenuante”

Hace casi dos semanas que Carlos Vargas, de 32 años, vive en un hotel sanitario de Estación Central. Se contagió con el virus Sars-CoV2 en la bodega central del SAMU Metropolitano, donde trabaja como administrativo en el área de logística y distribución. Vive con sus padres, ambos adultos mayores e hipertensos. Por eso, el mismo día que le informaron que el resultado de su PCR había salido positivo por coronavirus, gestionó su traslado al hotel: “No quiero que ellos corran ningún riesgo”, afirma taxativo.

Carlos lleva más de cuatro años en el SAMU. Se encarga de recibir los insumos clínicos y abastecer a las ambulancias del servicio metropolitano. “Entregamos circuitos para los ventiladores mecánicos, bajadas de suero, telas, y todo el stock que necesitan, aparte de los medicamentos”, explica. De los remedios, precisa, se encarga el área de farmacia. La suya es una labor “importante y fundamental” para mantener equipados los vehículos que se dedican a recoger los enfermos a sus domicilios. El protocolo en tiempos de pandemia exige que hay que sanitizar los insumos antes de almacenarlos en la bodega. Una tarea extra que alarga la cadena de trabajo.

En los último meses, su trabajo se concentra en recibir y distribuir los equipos de protección personal (EPP) para los funcionarios de las ambulancias: pecheras, mascarillas, guantes, buzos, overoles. “Estamos recibiendo grandes cantidades de EPP de muchos proveedores porque se necesitan demasiados. Estamos haciendo una pega cansadora y extenuante”, relata. Según sus cálculos, el 90% de los insumos que manejan son para enfrentar el coronavirus. Recalca que los trabajadores del SAMU se hacen cargo de la fase prehospitalaria, que tiene lugar en los domicilios de las personas. Antes de cada intervención, deben enfundarse los buzos “sí o sí”, lo que ya genera una situación “incómoda y estresante”, expone Carlos. Sin embargo, no todos logran evitar el contagio: “Cada vez llegan más personas acá al hotel, procedentes del SAMU, contagiadas o con sospecha”, indica. Como él, conviven con menores o adultos mayores y buscan evitar como sea un posible contagio.

Silvana Dolores González, auxiliar de aseo: “Los trabajadores tienen miedo y terror de ir a trabajar”

A Silvana Dolores González le ha tocado enfrentar la crisis sanitaria cuando cumple un año como dirigenta del sindicato de la empresa Siglo XXI, concesionaria para las labores de aseo, lavandería y mantención del Hospital Regional de Antofagasta. Han sido semanas duras para ella, no sólo por lo que supone limpiar el hospital, sino por las condiciones en las que ha tenido que hacerlo. La empresa no lo ha puesto fácil. Relata que partieron la pandemia sin EPP suficientes para desarrollar sus labores. “Si tenemos que limpiar 20 áreas del hospital, nos daban cinco pares de guantes, cuando una tiene que ocupar un par de guantes por habitación o área”, explica. Esa pelea la terminó ganando, junto con los y las trabajadoras, gracias a una movilización que levantaron el 25 de marzo y que también permitió que embarazadas, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas permanecieran en sus hogares.

Con más de diez años de experiencia en el aseo de establecimientos de salud, Silvana asegura que si bien la limpieza intrahospitalaria “en sí ya es muy estricta”, con la llegada del coronavirus “se ha puesto aún más exigente”. Y precisa: “Hay que ser muy cuidadosa y hacer varias capacitaciones para defenderte mejor en tu puesto laboral”. Pese a todos los resguardos, el alto nivel de exposición ha dejado a 40 personas contagiadas de las 210 que conforman el equipo de aseo. “Hay mucha gente con miedo, estresada, que me ha pedido llorando que les ayudara a salir de la empresa sin goce de sueldo”, comenta. Silvana insiste en el costo emocional que supone para muchos de sus compañeros y compañeras lidiar diariamente con el riesgo de contagio: “Los trabajadores tienen miedo y terror de ir a trabajar, hay mucho colapso psicológico y no encontramos contención en ningún lado”, se queja.

Cada día, cuando llega a su casa, donde vive con su marido y tres hijos de 13, 18 y 21 años, Silvana se saca los zapatos, se quita la ropa y se ducha. “Recién ahí puedo saludarles”, apunta. Eso ocurre después de 12 horas de trabajo, porque la emergencia ha obligado a alterar los horarios habituales. Ahora, desde el sindicato, reclama que los trabajadores puedan acabar el turno media hora antes para poder bañarse en el hospital y salir desinfectados: “No queremos llevarnos los virus a casa”.

Nicolás Maldonado, auxiliar de farmacia y reparto de medicamentos: “Nos estamos quedando sin stock en la bodega”

Se pasa el día hospital arriba, hospital abajo. Recorre desde Urgencias hasta la Maternidad. Nicolás Maldonado hace dos años que se dedica a repartir las dosis de medicamentos que necesitan los pacientes ingresados en los distintos servicios del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. “Cada día me doy cinco vueltas por los servicios, pero desde que llegó el coronavirus, también estoy a cargo de una bodega de sueros y, además, tomo las labores de las personas que han salido a hacer cuarentenas”, cuenta el joven de 22 años. Dice que los turnos se han alargado hasta 12 horas, cuatro más al día, y que no cobra todas las horas extra porque su pago es limitado. “Lo hago porque con lo que está pasando quiero ayudar y aportar mi grano de arena”, insiste.

La emergencia ha convertido el Hospital Clínico de la U de Chile en un centro exclusivo para pacientes COVID-19 y el trabajo de sus funcionarios, de todos los niveles, se ha intensificado considerablemente. “Estamos activos todo el día, almorzamos en 20 minutos y seguimos trabajando, porque si no, se nos acumula”. Nicolás es parte de la cadena que facilita la medicación a los pacientes: el médico manda la receta de la dosis diaria de cada paciente y, cuando la reciben, los auxiliares preparan la entrega “en unos cajones gigantes” que tienen un compartimento para cada paciente. “Me encargo de repartir cada cajón al servicio correspondiente”, comenta. Dice que en el último tiempo, los medicamentos que se entregan para tratar el COVID-19 han aumentado su uso de 40 a 600 diarios. “Estamos necesitando mucho medicamentos y nos estamos quedando sin stock en la bodega”, advierte.

Nicolás vive con su madre y sus abuelos, ambos con cáncer. “Es muy fuerte pensar que puedes provocar la muerte de tus familiares”, exclama. Dice que cada vez que pasa por la puerta tiene que hacer toda una “parafernalia” para sacarse la ropa y ducharse antes que hacer cualquier otra cosa. “Almuerzo aparte y ocupo un baño separado, también. Estar cerca de ellos sin mascarilla sería una irresponsabilidad por mi parte”, añade. Convivir sin contagiar. Es la prueba diaria a la que el virus ha sometido al personal de los centros de salud, sanitarios o no, y que no permite descuidos, olvidos ni errores.

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