La unión continental es el mejor homenaje – Prensa Libre, Guatemala
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Esta guerra la vamos a ganar debe ser la idea común, el lema compartido por todos los países de Latinoamérica. A paso desigual, con fallos estatales, excusas, dispares criterios presidenciales pero con el innegable heroísmo de centenares de médicos, enfermeras y conductores de ambulancias, nuestras naciones libran una guerra sin precedentes contra el coronavirus, limitada por los atávicos rezagos en los sistemas hospitalarios pero fortalecida por el espíritu de sobrevivencia de todos sus habitantes.
Este 23 de junio se produce una triste marca: se sobrepasan los 100 mil fallecidos a causa del covid-19, de los cuales al menos 51 mil pertenecen a una potencia continental, Brasil, que vive el dolor de la tragedia pero a la vez es el núcleo de renovadas esperanzas de encontrar una vacuna eficaz con la puesta en marcha de estudios clínicos para probar compuestos desarrollados por compañías farmacéuticas que pueden cambiar el giro de la batalla.
Guatemala marcó ayer también un nuevo máximo histórico de casos confirmados, con 771 positivos, un hecho que subraya la virulencia de este mal y que debería servir para acrecentar las medidas de precaución personal y familiar que algunos grupitos intentan desacreditar o incluso desactivar bajo criterios cortoplacistas. Cabe señalar que algunas de estas facciones negacionistas se identifican con ciertas posturas religiosas fundamentalistas, lo cual es un contrasentido, puesto que toda creencia de fe se basa en el valor de la vida, el amor al prójimo y la protección de su existencia.
Cabe señalar que se mantienen las medidas punitivas en contra de quienes transgredan las restricciones sanitarias impuestas por el Gobierno y se han producido capturas de personas involucradas en festejos o actividades colectivas en la provincia. Tal severidad policial contrasta con las pocas acciones enderezadas en contra de organizadores y participantes de la fiesta clandestina del 12 de junio, en la cual se señaló incluso la ingesta de licor por parte de menores, hecho que algunos apologistas de la actividad negaron. Si es cierto que no había menores en el agasajo, todos los participantes son responsables de sus acciones. Cualquier doble rasero es afrenta contra el estado de Derecho y las inverosímiles excusas policiales sientan un pésimo precedente.
Por si fuera poco, sucesos naturales se conjugan con estos días aciagos: el sismo en México, una alerta de tsunami que se emitió de forma automatizada y que no entrañaba mayor riesgo para la Costa Sur del país, pero que igual generó alarma. A ello se agrega la actividad de tres volcanes del país y el anual suceso de la nube de polvo proveniente del desierto del Sahara, que aún suscita aprensiones. Es como si la naturaleza transmitiese un mensaje codificado a la humanidad, pero no de miedo, sino de ánimo.
En todo caso, la carrera por encontrar una vacuna es tan valiosa como los intensos diálogos médicos sobre probados protocolos de tratamiento. Especialistas guatemaltecos han emitido recomendaciones para exponer fármacos y metodologías que les han resultado efectivos para recuperar pacientes. Tales voces deben ser escuchadas por las nuevas autoridades de Salud, pues las anteriores se hicieron de oídos sordos. Estas experiencias deben ser compartidas, discutidas y refrendadas con otros países del continente. Porque la mejor forma de honrar a tantos fallecidos, indistintamente de su nacionalidad, es unir esfuerzos, compartir las duras lecciones y también generar nuevas esperanzas para vencer a esta plaga mediante la fuerza de la unión.