Ciudad y Pandemia – Por Silvia Coriat, de la Fundación Rumbos

Foto: Un grupo de personas con carteles en rechazo a los códigos de Edificación y Urbanístico en la Ciudad de Buenos Aires, en ella Silvia Coriat habla a através de un megáfono.
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Por Silvia Coriat *

«En los últimos 150 años, la expectativa de vida ha aumentado de alrededor de 45 a 80 años y es justo afirmar que la mitad de eso se debe a la arquitectura y la ingeniería y la otra mitad, a la comunidad médica. (…..) Solemos pensar que los grandes cambios se deben a que tenemos hospitales y cosas así. Ese no es el gran cambio. El gran cambio vino antes, cuando conseguimos tener agua limpia y manejar la sucia, así como mejores viviendas«.[1]

¿Dónde se produjo ese gran cambio?

¿En la ciudad construida según normas de edificación? ¿O en la que fue surgiendo como pudo? En el caso de la Ciudad de Buenos Aires (en adelante CABA), Argentina, ambas ciudadescoexisten en una sola.

Las favelas son una manifestación del desajuste social que se verifica por toda América Latina desde México hasta el extremo sur del continente. En cada país adquieren nombres diferentes (villas miseria, poblaciones, callampas, etc.) y características particulares, pero todas comparten el hecho de ser una parte de la ciudad que no se quiere registrar”.[2]

¿Por qué al poder le preocupa que se cumplan las normas de edificación y urbanas en determinados sectores y, ante otros, cierra los ojos?

Parecería haber una desidia, un desinterés planificado. El caso del Barrio Padre Mugica en CABAes elocuente. En una zona que para inversionistas resulta muy valiosa en cada metro cuadrado, toda esa gente está de más. Luego de la tremenda desindustrialización que tuvo lugar en Argentina, la vida de los trabajadores, desocupados en su mayoría, no tiene el valor que tuvo en plena época industrial cuando para garantizar la fuerza de trabajo se aseguraba la salud pública y se propiciaba un mejor hábitat.

Hay una falacia que quisiera romper: la de que es un virus democrático, que ataca por igual a todas las personas. Si bien al principio atacaba a las clases media y alta, que tuvieron la posibilidad de viajar, hoy en día las curvas bajan abruptamente en esos sectores y sube brutalmente la curva de los infectados en clases bajas. Eso es así porque la estructura económica y social del capitalismo hace que los sectores más vulnerables, los que tienen peores condiciones edilicias, de alimentación y más hacinamiento, sean el blanco donde finalmente el virus está actuando con más crudeza”.[3]

Ramona Medina, del Barrio Padre Mugica, lo testimonia en reportaje días antes de morir por Coronavirus: ¿Cómo quedarme en casa si tengo que salir a comprar el agua?

Miles de habitantes en Argentina, en barriadas de las grandes metrópolis, carecen de condiciones básicas de infraestructura, entre ellas, agua.

Una de las hijas de Ramona tiene una multidiscapacidad. Son inimaginables las dificultades que tuvo que sortear esta madre para sostener condiciones mínimas de higiene en su familia; más aún a partir del riesgo de contagio que terminó con su vida.

Al hablar de accesibilidad física siempre me he referido al baño, a sus dimensiones y diseño, para poder ser utilizado desde silla de ruedas…descontando que habría agua.

Ni la historia de Ramona ni la de su hija son excepcionales. Son una más entre miles, invisibilizadas.

Silvia Coriat sostiene dos carteles, en uno se lee viviendas para familias no para inversores, en el otro código excluyente es igual a ciudad no inclusiva.

La Constitución Nacional enuncia acciones positivas para con niños, ancianos y personas con discapacidad. Pero el Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 relevó un 12,9% de personas “con dificultades permanentes” (con discapacidad), es decir, 5 millones de personas en todo el país, de las cuales se estima que cerca del 30% habita en los barrios más pobres en condiciones de hacinamiento.  En dichos barrios escasea la longevidad: la pobreza reduce la expectativa de vida. A su vez, UNICEF afirma que el 45% de los niños en Argentina viven en los barrios más pobres.

Es hora de poner allí la lupa.

En debates y conferencias sobre ciudades pospandemia se plantea la necesidad de más aire, luz y ventilación en viviendas, calles y espacios públicos amplios.Es lo que se hizo en Barcelona en el siglo XIX en la lucha contra epidemias.

De la Convención por los Derechos de las Personas con Discapacidad se desprende el compromiso de asegurar un hábitat físicamente accesible.

Humanamente sería lo apropiado.

En tanto no cambien las relaciones de poder y las políticas urbanas sigan respondiendo a los intereses de grandes emprendedores inmobiliarios, tanto las condiciones socioeconómicas de los grupos vulnerables como su hábitat seguirán empeorando.

Notas

[1] J.B. Knudsen.Decano,Escuela de Arquitectura, Real Academia de Bellas Artes, Dinamarca.BBC News, 11/05/20

[2] J.M. Jáuregui. http://www.jauregui.arq.br/favelas.html

[3]A. Kornblihtt.Directorio CONICET.Tiempo Argentino, 24/5/20

* Arquitecta, Rumbos Accesibilidad (www.rumbos.org.ar)


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