La libertad y la deuda – Por Aloizio Mercadante y Marco Enriquez-Ominami, especial para NODAL

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Por Aloizio Mercadante * y Marco Enriquez-Ominami **

Tan antiguo como contraer deudas es perdonarlas. Nehemías, Gobernador judío del 440 antes de cristo, enfrentado a una crisis social donde una mitad de la provincia era perseguida por deudora, y la otra vapuleada por usurera, decidió institucionalizar la «Ley del Jubileo», que ordenaba que las deudas quedarían canceladas, automáticamente, en el «Año del Sabbat», vale decir, cada siete años, y que por tanto todos aquellos requeridos por deudas, quedarían, entonces, libres. Porque la libertad – y esto está en la Biblia- es precisamente eso, quedar libre de deudas: perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, dice Mateo 6:12.

Nuestros países latinoamericanos y del caribe, han sido modernizados, en cambio, a través de una historia continua de deudas, que nunca encuentran un momento de redención, y, por tanto, de libertad. Nuestra historia ha sido una de esclavitud por deuda. Hasta hoy. Porque ahora es urgente que nuestros países logren moverse libres de lastres, por la fangosa recesión que nos dejará la pandemia.

La economía que no es moral es mera economía, y la economía que es inmoral es usura. Y es que nos suelen enrostrar, sobre todo la prensa controlada por «los acreedores», que contraer una deuda y dejar de pagarla es inmoral. Sin embargo, pensamos nosotros y nosotras, exigir a los países pagar préstamos contraídos con gobiernos ilegítimos, fuera de acuerdos democráticos, o al margen de los marcos legales regulatorios de los prestamos, es aún más inmoral, porque es extorsión. Y que intentar cobrarles, además, a esos mismos países, al mismo tiempo que atraviesan situaciones de miseria causadas por esas deudas, es, al menos, indecente.

Por eso proponemos, las y los miembros del Grupo de Puebla, se condonen las deudas de los países latinoamericanos, no solo porque son deudas materialmente impagables, sino porque son también, en su mayoría, deudas contraídas de manera ilegítima. Hemos vivido una globalización sin reglas, con gobiernos neoliberales que han contraído deuda para desmantelar, precisamente, al único que podía pagarlas que era el Estado, y hoy vivimos los efectos económicos y sanitarios de esas decisiones. Nuestros acreedores son también responsables de esta crisis de lo público y de la quiebra de nuestros Estados.

Sostenemos, que es una exigencia moral la amnistía para la deuda externa soberana de Latinoamérica. La mochila con la que cargan nuestras economías es demasiada pesada para enfrentar la actual crisis: La deuda externa bruta de América Latina al año 2019 es, según CEPAL, de USD 2.071.274 millones, y el pago de intereses para esta deuda es en promedio el 2,6% del PIB, lo que equivale a que América Latina adeuda el 43,2% de su PIB. Frente a esta deuda usurera, hacemos un llamado a priorizar moralmente otra deuda, aquella que mantienen nuestros Estados latinoamericanos con sus pueblos, que en su dimensión más urgente es esta: mientras el gasto público en salud recomendado por la OMS es del 6%, el de América Latina es solo del 2,2%. Debemos invertir el orden de las prioridades, y colocar la deuda con la salud de nuestra gente, antes que cualquier otra.

* Exministro de educación de Brasil y fundador del Partido de los Trabajadores. Miembro del Grupo de Puebla.

** Excandidato presidencial en Chile y director de cine y TV. Miembro del Grupo de Puebla.


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