Cuba y Venezuela denuncian que EEUU no investiga ataques a embajada e incursión fallida tras ser señalados por no cooperar en lucha antiterrorista

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EE.UU. incluyó a Cuba en difamadora y selectiva lista de países que no colaboran con la lucha antiterrorista

El Departamento de Estado notificó al Congreso de Estados Unidos, este 12 de mayo, que Irán, Corea del Norte, Siria, Venezuela y Cuba estaban certificados bajo la Sección 40A (a) de la Ley de Control de Exportación de Armas como «no cooperando completamente» con los esfuerzos antiterroristas de EE.UU en 2019.

En el sitio web oficial del Departamento de Estado consta la notificación, donde se aclara que este es la primera vez que se reincorpora a Cuba a la infame lista de la que había salido en 2015, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones bajo el liderazgo de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.

Lo que no incluye el anuncio es que se produce el mismo día en que el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en conferencia de prensa internacional, emplazó al Gobierno estadounidense por su silencio cómplice ante el ataque terrorista contra la Embajada de Cuba en esa nación, ocurrido en la madrugada del pasado 30 de abril.

Con base en esa normativa, se prohíbe la venta o licencia para la exportación de artículos y servicios de defensa a Cuba y a los otros Estados incluidos en la lista negra estadounidense, donde se acusa a la Isla de no «apoyar los esfuerzos de Colombia para asegurar una paz, seguridad y oportunidad justa y duradera para su gente», señala el documento.

Se ignora a sabiendas que Cuba apoyó y auspició negociaciones entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Gobierno con el objetivo de lograr un acuerdo de paz entre ambas partes.

También, menciona el Departamento de Estado entre sus acusaciones que Cuba alberga a varios prófugos de la justicia estadounidense, cuando ya dejó claro el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba en una declaración publicada en abril de 2014 que ninguno de esos “fugitivos” ha sido acusado de terrorismo.

“A algunos de estos ciudadanos se les concedió asilo legítimamente, mientras que otros que cometieron delitos en los Estados Unidos, fueron debidamente juzgados y sancionados, y decidieron residir en Cuba tras el cumplimiento de sus sentencias”.

En aquella declaración, emitida cuando EE.UU aprobó por última vez la inclusión de Cuba en esa lista negra, el Minrex declaró:

«El Gobierno de Cuba ratifica que el territorio nacional nunca ha sido utilizado ni se usará para acoger a terroristas de ningún origen, ni para organizar, financiar o perpetrar actos de terrorismo contra ningún país del mundo, incluyendo los Estados Unidos. De igual forma, rechaza y condena inequívocamente todo acto de terrorismo, en cualquier lugar, circunstancia y cualesquiera que sean las motivaciones que se aleguen.

«Es el Gobierno de los Estados Unidos el que emplea el terrorismo de Estado como un arma contra países que se oponen a su dominación, utiliza métodos repudiables como la tortura y emplea tecnología militar avanzada, incluidos los aviones no tripulados, para ejecutar extrajudicialmente a supuestos terroristas, incluso ciudadanos estadounidenses, y han causado además numerosas muertes de inocentes entre la población civil»

LA SALIDA DE CUBA DE LA LISTA NEGRA EN 2015

Cuba debió esperar 33 años por el acto de justicia que se llevó a cabo en mayo de 2015, cuando el Departamento de Estado norteamericano oficializó la salida de nuestro país de la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional.

En 1982 el entonces presidente Ronald Reagan incluyó arbitrariamente a Cuba en ese listado unilateral por su apoyo a la causa revolucionaria en América Latina y el mundo.

En una nota publciada por nuestro diario en 2015, se declara que durante las últimas tres décadas no importó que el Estado cubano ratificara todas las convenciones y protocolos sobre esta materia que se han promovido por las Naciones Unidas, ni que propusiera al Gobierno de Estados Unidos cooperar en el enfrentamiento del terrorismo, ni que mostrara las pruebas de cómo Cuba ha sido víctima de centenares de ataques terroristas que han ocasionado la muerte de casi cuatro mil personas.

¿QUÉ SIGNIFICA VOLVER A SER INCLUIDO EN ESA SELECTIVA E INJUSTA LISTA ESTADOUNIDENSE?

En 2015, Granma publicaba el texto ¿Qué implica ser acusado de patrocinar el terrorismo? en el cual se especifica que ser miembro de la lista tiene varias implicaciones legales en cuanto a restricciones a las exportaciones, comercio, ayuda al desa­rrollo, créditos y otros.

Los bancos de terceros países son reacios a realizar las transacciones de los incluidos en la lista por temor a sanciones de Wa­shington. Recordemos, por ejemplo, que en 2013 el banco francés BNP Paribas pagó una mul­ta de más de ocho mil millones de dólares por realizar transacciones con Su­dan, Irán y Cuba.

En el caso cubano, casi todo el costo económico de estar en la lista quedó subsumido por el bloqueo, pues nada de lo que prohíbe la lista es permitido por el resto de las sanciones. No obstante, la presencia injusta de Cuba en esta lista ha servido en otras ocasiones para intensificar la aplicación de las medidas financieras del bloqueo.

Eso ha derivado en un acoso y persecución a todas nuestras transacciones financieras en el mundo, expresada en la negativa de bancos a operar con Cuba y en la imposición de multas multimillonarias a estos, lo cual cons­tituye una aplicación extraterritorial de las regulaciones de Estados Unidos.

Granma


Countries Certified as Not Cooperating Fully with U.S. Counterterrorism Efforts

Yesterday, the Department of State notified Congress that Iran, North Korea, Syria, Venezuela, and Cuba were certified under Section 40A(a) of the Arms Export Control Act as “not cooperating fully” with U.S. counterterrorism efforts in 2019. This is the first year that Cuba has been certified as not fully cooperating since 2015. This certification prohibits the sale or license for export of defense articles and services and notifies the U.S. public and international community that these countries are not fully cooperating with U.S. counterterrorism efforts.

Iran: In 2019, Iran continued to be the world’s largest state sponsor of terrorism, supporting Hizballah, Palestinian terrorist groups, and other terrorist groups operating throughout the Middle East. In 2019, Iran maintained its support for various Iraqi Shia terrorist groups, including Kata’ib Hizballah (KH), Harakat al-Nujaba (HAN), and Asa’ib Ahl al-Haq (AAH). Iran’s Islamic Revolutionary Guard Corps (IRGC), a designated Foreign Terrorist Organization, has been directly involved in terrorist plotting and has killed U.S. citizens. The IRGC – most prominently through its Qods Force – has the greatest role among Iranian regime actors in directing and carrying out a global terrorist campaign.

North Korea: In 2019, four Japanese individuals who participated in the 1970 hijacking of a Japan Airline flight continued to live in the DPRK. The Japanese government also continued to seek a full account of the fate of 12 Japanese nationals believed to have been abducted by DPRK state entities in the 1970s and 1980s.

Syria: Syria has continued its political and military support for terrorist groups, including the provision of weapons and political support to Hizballah. The Assad regime’s relationship with Hizballah and Iran grew stronger in 2019 as the regime became more reliant on external actors to fight opponents and secure areas. The IRGC and IRGC-backed militias remain present and active in the country with the permission of President Bashar al-Assad.

Venezuela: In 2019, Maduro and members of his former regime in Venezuela continued to provide permissive environments for terrorists in the region to maintain a presence. While Maduro was not the recognized President of Venezuela during this period, his control within Venezuela effectively precluded cooperation with the United States on counterterrorism efforts. Individuals linked to Revolutionary Armed Forces of Colombia (FARC) dissidents (who remain committed to terrorism notwithstanding the peace accord) and the National Liberation Army (ELN) were present in the country. The U.S. Department of Justice has criminally charged Maduro and certain other former regime members with running a narco-terrorism partnership with the FARC for the past 20 years.

Cuba: Members of the ELN, who travelled to Havana to conduct peace talks with the Colombian government in 2017, remained in Cuba in 2019. Citing peace negotiation protocols, Cuba refused Colombia’s request to extradite ten ELN leaders living in Havana after the group claimed responsibility for the January 2019 bombing of a Bogota police academy that killed 22 people and injured more than 60 others. As the United States maintains an enduring security partnership with Colombia and shares with Colombia the important counterterrorism objective of combating organizations like the ELN, Cuba’s refusal to productively engage with the Colombian government demonstrates that it is not cooperating with U.S. work to support Colombia’s efforts to secure a just and lasting peace, security, and opportunity for its people.

Cuba harbors several U.S. fugitives from justice wanted on charges of political violence, many of whom have resided in Cuba for decades. For example, the Cuban regime has refused to return Joanne Chesimard, who was convicted of executing New Jersey State Trooper Werner Foerster in 1973. The Cuban Government provides housing, food ration books, and medical care for these individuals.

Departamento de Estado de EEUU


Canciller cubano: Estados Unidos esconde su historial de terrorismo de estado contra Cuba

El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, condenó hoy la nueva inclusión de Cuba en la lista de países que no luchan contra el terorrismo, en momentos en que el propio Departamento de Estado norteamericano silencia el ataque armado contra la Embajada de la isla en Washington.

En la red social Twitter, Rodríguez Parrilla se refirió a la constante actitud del gobierno estadounidense de esconder los numerosos actos de terrorismo cometidos contra la mayor de las Antillas por grupos ultraderechistas de la mafia anticubana, apoyados por las sucesivas administraciones de la Casa Blanca.

“Dpto Est #EEUU pone a #Cuba en lista espuria países no cooperan en lucha vs el terrorismo, pero no impidió ni condena ataque terrorista 30/4 vs nuestra Embajada en Washington. Esconde su historial de terrorismo de Estado vs Cuba e impunidad de grupos violentos en su territorio”, tuiteó el Canciller cubano.

Igualmente, el jefe de la diplomacia antillana reitera su denuncia a la postura de Washington de ignorar las pruebas y advertencias previas a la agresión armada, en clara violación a las leyes internacionales que plantean la protección de las sedes diplomáticas y sus funcionarios en cualquier país.

El Departamento de Estado norteamericano incluyó hoy a Cuba en su lista de países que no colaboran con la lucha contra el terrorismo, junto a otras naciones como Irán, Corea del Norte, Siria y Venezuela.

La mayor de las Antillas no estaba en dicha lista desde el año 2015, cuando fue sacada durante el mandato del presidente Barack Obama, luego de haber sido incluida durante 33 años.

ACN


Bruno Rodríguez: Ataque terrorista contra Embajada de Cuba es resultado de la política de odio del Gobierno norteamericano

Muchas gracias a todos quienes desde sus casas siguen esta conferencia de prensa en Cuba o en otros países, y reitero la sugerencia de “Quédese en su casa”.

Como conoce nuestro pueblo, el pasado 30 de abril, a las dos y cinco de la madrugada se produjo un ataque con arma de fuego contra la Embajada de Cuba ante los Estados Unidos.

El autor, Alexander Alazo Baró, cuyas imágenes pueden verse (Señala), es una persona de origen cubano que vive en los Estados Unidos desde 2010.

Hemos reconocido la actuación profesional y rápida de las fuerzas de la policía local y del servicio secreto en el momento del ataque; sin embargo, debo decir que el Departamento de Estado demoró casi cinco días para ponerse en comunicación con las autoridades cubanas y emitir alguna comunicación de carácter oficial sobre este grave suceso.

El Departamento de Estado y el Gobierno de los Estados Unidos, lamentablemente, han optado por silenciar este grave ataque terrorista. Hasta este mismo instante no se ha producido ninguna declaración pública de condena a este hecho, ni de rechazo a un acto terrorista; ante una situación de esta gravedad, es necesario denunciar el silencio cómplice del Gobierno de los Estados Unidos.

Como muestran las imágenes (Señala), el atacante se aproximó a la Embajada, gritó frases ofensivas y lanzó contra la reja una bandera cubana profanada con varias frases incoherentes y después trató de incendiarla con gasolina.

Se produjo entonces un ataque a tiros, como puede verse (Señala), contra la Embajada, que está en medio de la capital de los Estados Unidos, a unas cuadras de la Casa Blanca, utilizando un fusil semiautomático de asalto por parte de un individuo que viajó con el arma y las municiones desde el estado de Pensilvania. Iba con la intención de batir lo que hubiera delante, incluso seres humanos si hubieren estado en su línea de fuego; él mismo confesó después que actuó con intención de matar.

Debe precisarse que en el momento del asalto y de los disparos —empleó 32 proyectiles— había 10 funcionarios cubanos en la sede de la Embajada bajo fuego.

Es necesario preguntar al Gobierno de los Estados Unidos cuáles son sus motivaciones para mantener silencio sobre el hecho, mantenerlo alejado de la opinión pública y no lanzar mensajes de disuasión de actos como este en cumplimiento de sus obligaciones legales como país sede de la sede diplomática.

Se trata de un acto terrorista, un acto cometido contra nuestra sede diplomática en Washington, pero que no puede verse separado, sino como un resultado directo de la política y del discurso agresivo del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, del discurso de odio y de la permanente instigación a la violencia de políticos estadounidenses y grupos extremistas anticubanos que han hecho de este tipo de ataques su medio de vida.

Se sabe que Alazo Baró planificó el atentado con suficiente antelación, que visitó el lugar de los hechos previamente y con fines de exploración unas dos semanas antes del ataque.

Se declaró en el momento de la agresión como un seguidor del actual Presidente de los Estados Unidos. Vieron los carteles que profanaban la bandera cubana, y se arropó en la bandera de los Estados Unidos. No ofreció resistencia al momento de ser arrestado, como acaban de ver en las imágenes de video (Señala).

En los documentos legales a los que el público ha tenido acceso, se establece que, según la esposa, Alazo Baró visitó un hospital, en el que seguramente expresó sus sentimientos y delirios de persecución de supuestos grupos criminales cubanos o del propio Gobierno cubano, y posteriormente visitó las oficinas de varias agencias de aplicación de la ley, es decir, de varias agencias de seguridad nacional de los Estados Unidos para formular acusaciones contra nuestro Gobierno y denunciar que este supuestamente pretendía asesinarlo.

Corresponde al Gobierno de los Estados Unidos explicar qué cursos dio a esas acusaciones de Alazo Baró o cómo actuó cuando un individuo con esas características y esos antecedentes formula ante las agencias de aplicación de la ley acusaciones de cualquier naturaleza contra un país que tiene una sede diplomática en territorio estadounidense.

Debo decir que se aprecia negligencia en la conducta del Gobierno de los Estados Unidos, que no actuó ante informaciones de esa naturaleza.

El señor Alazo Baró había visitado las agencias de aplicación de la ley, era poseedor de una licencia para portar armas, dueño de una pistola marca Glock; obtuvo en el periodo previo al ataque un fusil AK-47 y dos semanas antes, como dije, hizo una exploración in situ, en el lugar de la Embajada.

El Gobierno de los Estados Unidos incumplió su obligación de prevenir este ataque del cual recibió señales suficientes.

En los documentos legales del arresto se registra que Alazo Baró es una persona que sufre algún trastorno mental, que, según dijo, utiliza medicamentos; sin embargo, también en el propio documento del Gobierno de los Estados Unidos se recoge que se encontró en su auto un paquete de polvo blanco que resultó ser cocaína.

Es sabido que Alazo Baró tenía dificultades económicas, había perdido un pequeño negocio y no tenía empleo en el momento del ataque. Según declaró su esposa, ellos han transitado por períodos en que no han tenido siquiera vivienda, lo que los ha obligado a vivir en el auto.

Sin embargo, como ya dije, es una persona que tenía licencia para armas y licencia de conducir, ¿cómo pudo haber permitido el Gobierno de los Estados Unidos, disponiendo evidentemente de estos antecedentes, que esta persona actuara de esa manera premeditada con ánimo de agresión y de matar? Corresponde al Gobierno de los Estados Unidos, también, realizar una investigación exhaustiva, a fondo que permita determinar de dónde salió el dinero utilizado.

Según documentos legales, Alazo Baró actuó motivado por odio a Cuba y por temor a agresiones de supuestos grupos criminales cubanos, que todo el mundo sabe que no existen. Es sabido que en Cuba no hay organizaciones criminales ni crimen organizado, esto lo sabe el Gobierno de los Estados Unidos y todo el mundo.

Debo informar que Alazo Baró en su infancia y juventud y mientras vivió en Cuba mantuvo una conducta social totalmente normal, con inclinaciones religiosas, y en su etapa profesional se dedicó a la labor pastoral. Cumplió de manera normal el Servicio Militar General, sin ninguna dificultad o suceso relevante alguno.

En el año 2003 Alazo Baró viajó a México con una visa religiosa para asentarse allí, habiéndose casado antes con una ciudadana mexicana de similar vocación. Residió en México durante varios años y mantuvo una relación normal con Cuba. Viajó a nuestro país en ocho ocasiones, la última vez en el año 2015, una relación como la que tienen con Cuba los cubanos que residen de manera permanente en el exterior.

Hay que recordar que en años normales, antes de las medidas de recrudecimiento del bloqueo y restricción de los viajes de cubanos a Cuba, nuestro país era visitado por más de 600 000 cubanos anualmente. De manera que dentro de las relaciones normales que tiene el país con los cubanos que residen en el exterior, dentro de sus propósitos de reunificación familiar, facilitación de los viajes y del derecho a viajar, Alazo Baró visitó frecuentemente nuestro país, la última vez en el año 2015.

Debo decir que durante su período en el exterior también tuvo contacto regular y recibió servicios consulares de manera normal por parte de nuestras oficinas. De manera que ha quedado establecido que el señor Alazo Baró nunca tuvo ni ha tenido ningún problema en Cuba ni con su país de origen.

Hay que preguntarse y hay que preguntar al Gobierno de los Estados Unidos cómo un individuo con una conducta normal, religiosa, pacífica se transforma en alguien con problemas mentales que, con escasos recursos económicos, se hace poseedor de un fusil de asalto, se traslada, viaja de un estado a otro de la Unión y se lanza a cometer una agresión armada contra una sede diplomática en la capital de esa nación.

Debo decir que Alazo Baró en el año 2010, incluso, antes de sus últimos viajes a Cuba, se mudó a los Estados Unidos y radicó primero en Miami, después en Texas, posteriormente en Pensilvania y quizás en otros lugares; pero es obligación del Gobierno de los Estados Unidos investigar a fondo, con precisión, cuáles son los vínculos, las conexiones de Alazo Baró con grupos e individuos, dentro de los Estados Unidos, con una trayectoria conocida de manifestaciones de odio y de instigación a la violencia o, incluso, al terrorismo contra Cuba.

Puedo informar con toda responsabilidad que Alazo Baró durante su estancia en Miami se asoció a un centro religioso llamado Doral Jesus Worship Center, Centro de oración de Jesús, en Doral, en Miami Dade, al que se aproximan regularmente y en el que se reúnen personas con reconocida conducta a favor de la agresión, la hostilidad, la violencia y el extremismo contra Cuba. En ese centro entró en contacto Alazo Baró con esta persona (muestra), que es el pastor Frank López, al que mantenía un seguimiento permanente en Facebook.

El pastor López es un individuo que mantiene estrechas relaciones con personas como el senador Marcos Rubio, con un venezolano —que es el que acaban de ver (muestra foto)—, llamado Carlos Vecchio y con otras figuras de conocido extremismo contra Cuba y promotores de la agresión a nuestro país, incluido el congresista Díaz-Balart.

El Vicepresidente de los Estados Unidos, curiosamente, visitó hace poco tiempo esa iglesia; antes, el 1ro de febrero de 2019 había pronunciado allí un discurso de franca hostilidad contra Cuba, de desprecio hacia América Latina y de amenazas a la región. Entre las personas con quienes Alazo Baró se asoció estrechamente en esa iglesia está el ciudadano de origen cubano llamado Leandro Pérez, quien en su propio perfil de Facebook —que están viendo (Muestra) o han visto— se declara como amigo cercano del tirador, a quien dice conocer y apreciar.

Leandro Pérez es conocido por sus incitaciones públicas en las redes sociales a favor de acciones de magnicidio en Cuba, ha singularizado en sus llamados a acciones violentas, precisamente contra el General de Ejército Raúl Castro Ruz y el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Basta con revisar en este momento sus cuentas en redes sociales para encontrar apelaciones como la que ven en pantalla (Señala), mediante la cual llama a atacar con drones lugares oficiales de la ciudad de La Habana.

El 5 de febrero de este año usó Facebook para intentar amenazar a Cuba con tener listos drones que se utilizarían para agredirnos. Ha usado también las redes y sus contactos para promover ayuda al terrorista —que aparece en pantalla (Señala)— Ramón Saúl Sánchez, cuya violación sistemática de las propias leyes norteamericanas, provocó la orden de deportación que, sin embargo, no se ejecuta. Los vínculos de Saúl Sánchez con el terrorismo contra Cuba están ampliamente documentados.

Alazo Baró tiene este perfil en Facebook (Señala), en el cual se hace llamar Hamilton Alexander, que es un personaje histórico, en él comparte los mensajes de un individuo, que han visto en pantalla, que promueve canciones de estilo y contenido marginal, con incitaciones abiertas a actos de violencia contra funcionarios diplomáticos, precisamente, en los Estados Unidos.

En el sitio observan ustedes (Señala) vínculos con los autores de actos de profanación contra los bustos o esculturas de José Martí que se produjeron para ofensa de nuestra nación hace algunos meses. Esta información puede ser comprobada en este minuto accediendo a esas cuentas y a esos sitios.

Emplazo al Gobierno de los Estados Unidos a explicar qué sabe sobre esos vínculos, qué conoce de los contactos y admiración mutua entre Alazo Baró e individuos que pertenecen a agrupaciones seguidoras que apoyan al actual Gobierno de los Estados Unidos, pero que también incitan constantemente a la violencia y al odio contra Cuba.

Es obligación del Gobierno de los Estados Unidos aclarar qué influencia ejerció en la conducta de Alazo Baró el sentimiento y la acción agresiva contra Cuba que se promueve en el Doral Jesus Worship Center, de Miami, qué papel pueden haber desempeñado los individuos que he mencionado en la decisión de Alazo Baró de abrir fuego contra la Embajada de Cuba.

El silencio cómplice del Gobierno de los Estados Unidos se torna sospechoso, cuando se conoce que sus servicios de aplicación y cumplimiento de la ley tienen un monitoreo constante y preciso de los grupos violentos que actúan incluso contra Cuba en ese país e incluso se ufanan de ello.

Hay derecho a preguntarle al señor secretario de Estado Mike Pompeo qué sabe él de estos asuntos, sobre todo cuando suele pronunciarse de manera constante con relación a Cuba; pero que, sin embargo, no ha dicho una palabra sobre el ataque ocurrido.

Es deplorable que el Secretario de Estado mientras mantiene silencio sobre el ataque terrorista, se haya pronunciado contra Cuba, dedique pronunciamientos permanentes y casi diarios a atacar la cooperación médica internacional cubana y a calumniar a nuestros médicos que trabajan en otros países, incluso en medio de la pandemia de la COVID-19. Lo mismo hace su Subsecretario Asistente, quien con frecuencia y desvergüenza mayor publica a diario mentiras sobre la labor, la dedicación y el sentido ético de los profesionales cubanos de la salud, tal como ustedes han visto en su cuenta.

Es muy difícil separar la acción de Alazo Baró del discurso constante de los funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, contra nuestra cooperación médica, que alienta, que incita a la violencia contra personal médico cubano y sus constantes ataques contra la actividad diplomática de nuestro país.

Un gobierno que aplica una política genocida, que defiende como legítimo castigar a todo un pueblo que ha decidido ser libre, que aplica un bloqueo económico, comercial y financiero que tipifica, según la Convención contra el Crimen de Genocidio, como un acto de genocidio; un gobierno que considera aceptable agredir a las familias cubanas, qué relación existe entre esas políticas y estos actos.

Yo afirmo de manera directa que este ataque contra la Embajada de Cuba, de naturaleza terrorista, es un resultado directo de una política oficial de instigación al odio y a la violencia contra mi país.

Quien escuche los pronunciamientos y falsedades constantes del Departamento de Estado y del propio Secretario de Estado, observará que hay constantemente una apelación al resentimiento y al odio a Cuba.

Existen, además, evidencias de la participación de funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos en las acciones violentas que se produjeron contra los colaboradores de la salud cubanos en Bolivia durante el reciente golpe de Estado. En su momento se presentó evidencia fotográfica de la participación de operativos estadounidenses y vehículos con chapa diplomática norteamericana en acciones de hostigamiento y acoso contra médicos cubanos en La Paz.

El que entienda que actúa en línea con la política agresiva y de hostilidad que pregona y practica constantemente el Gobierno de los Estados Unidos, puede sentirse alentado a cometer actos violentos.

Quien crea que coincide con mensajes de odio y de violencia contra Cuba, que se promueven a diario en la radio, en la televisión y en las redes sociales de figuras oficiales y de grupos violentos desde territorio norteamericano, puede asumir que cuenta con respaldo para cometer actos como el del 30 de abril.

Si hubo odio en la actuación de Alazo Baró, puede afirmarse que es un odio inducido por el discurso agresivo del Gobierno de los Estados Unidos, de los políticos y agrupaciones que viven de la hostilidad contra Cuba y resultado de la acción de promoción de la violencia que se realiza por diferentes grupos, en particular, en Miami.

El Gobierno de Cuba espera por resultados de una investigación exhaustiva y a fondo de este ataque terrorista. Veremos si el Gobierno de los Estados Unidos encuentra alguna explicación plausible a los vínculos de Alazo Baró con las agrupaciones extremistas y violentas que he mencionado, y cómo explica la relación ineludible entre esos vínculos y esos actos y el ataque contra nuestra misión diplomática.

Observemos las imágenes —que esperamos que el Gobierno de los Estados Unidos aclare en su momento— de personas que apenas horas después del ataque terrorista se acercan y fotografían la Embajada de Cuba y que son de reconocida conducta agresiva y de hostigamiento contra esa sede diplomática. Puedo mencionar a Yoaxis Marcheco Suárez y a Mario Félix Leonard Barrós, ambos asiduos participantes en actos de hostigamiento contra los diplomáticos cubanos.

Dejo en esta rueda de prensa varias preguntas al señor secretario de Estado Mike Pompeo; corresponde a usted, señor secretario, dar respuestas al pueblo de los Estados Unidos, al pueblo de Cuba y a la opinión pública internacional sobre estos graves hechos y la evidencia ineludible que acabo de presentar.

No podría nadie olvidar la larga y cruenta historia de terrorismo contra las misiones diplomáticas de Cuba en los Estados Unidos y contra sus funcionarios. Once mártires tiene el servicio exterior de la República de Cuba, asesinados violentamente por grupos terroristas, uno de ellos en 1980 en una avenida céntrica en Quinns, en la ciudad de Nueva York. El asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier en una avenida céntrica de Washington es también parte de esa historia.

Muchas de las evidencias que existen sobre el ataque terrorista contra la Embajada cubana son públicas, no todas, no son las únicas, entre ellas hay abundante información en redes y en otros medios públicos.

Reitero que el Gobierno de los Estados Unidos ha optado por silenciar, no denunciar, no condenar, no rechazar un acto terrorista cometido contra una sede diplomática en Washington. El ametrallamiento contra la Embajada de Cuba con un fusil de asalto y con la intención de matar es resultado directo de la política agresiva del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba y de la tolerancia e instigación a la violencia de políticos y grupos extremistas anticubanos que han hecho de los ataques de este tipo un medio de vida.

No es un secreto que los sectores con una trayectoria extrema contra Cuba han logrado una influencia desproporcionada en la Casa Blanca y algunos de ellos hoy participan en el control, lamentablemente, de la política de los Estados Unidos hacia Cuba, lo que nuestro Gobierno ha denunciado de manera contundente, oportuna y sistemática.

Estos son los hechos alrededor del ataque y las causas profundas que llevaron a este, junto a la omisión del Gobierno de los Estados Unidos de condenar y denunciar, y junto a su negligencia criminal de no haber atendido los numerosos datos que tuvo previamente y que le pudieron haber permitido evitar que este ataque terrorista se consumara.

Muchas gracias.

Presentador.- Ministro, tenemos una primera pregunta, la formula el diario The Washington Post. La pregunta es la siguiente: ¿Está usted satisfecho con la manera en que la policía local manejó el ataque?

Bruno Rodríguez.- En mi conferencia de prensa anterior y en esta, acabo de expresar nuestro reconocimiento a la actuación rápida y eficaz, en el preciso momento de los hechos, de la policía local y del Servicio Secreto, para reprimir al agresor.

Presentador.- Hemos recibido también, Ministro, otra pregunta, en este caso del diario Granma:

Usted explica que ha habido silencio de las autoridades del Gobierno de los Estados Unidos, incluido el Departamento de Estado. ¿Ha recibido reacciones de otros actores en Estados Unidos?

Bruno Rodríguez.- De numerosos. Varios senadores y congresistas se han dirigido a nuestro Embajador, a nuestra Embajada condenando lo ocurrido y expresando solidaridad frente a un hecho de naturaleza terrorista como este. Numerosos ciudadanos y ciudadanas norteamericanos han hecho lo mismo; diplomáticos, embajadores acreditados en Washington también; desde numerosos países hemos recibido también mensajes de condena y aliento en este sentido. Y debo decir también que numerosos cubanos residentes en distintos países, en particular en los Estados Unidos, en la Florida, New Jersey, que son estados donde hay importante concentración de ellos, se han dirigido también a nuestra Embajada para condenar este hecho.

Presentador.- La siguiente pregunta la formula el Canal 10 ABC, Miami, y dice así: Canciller, en un tuit usted dijo y cita: “Es responsabilidad de los Estados proteger a los diplomáticos acreditados y sus instalaciones”; pero los críticos del Gobierno cubano y funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos han dicho que el Gobierno cubano no protegió a los diplomáticos estadounidenses en La Habana. ¿Qué similitudes o qué diferencias tienen ambos incidentes?

Bruno Rodríguez.- Confirmo rotundamente que es obligación de todo Estado la protección de la integridad, la dignidad y el normal funcionamiento de una misión diplomática y del personal diplomático y sus familiares, tal como Cuba cumple escrupulosamente.

Hay diferencias fundamentales. La primera diferencia es que contra el personal diplomático estadounidense en La Habana no hubo ningún ataque, no hubo ningún acto deliberado. Emplazo al Gobierno o al Departamento de Estado de los Estados Unidos a presentar mínima información creíble o mínima evidencia. Puede la prensa preguntarle al Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos cuyo resultado de investigación coincide en este sentido con la investigación cubana, que demuestra contundentemente que no hubo ni ataque ni acto deliberado.

En segundo lugar, el Gobierno cubano, desde los primeros momentos en que se movió alguna información con relación a este asunto o en las primeras horas después que la Embajada norteamericana se había puesto en contacto con nuestra Cancillería, al más alto nivel se dirigió al Gobierno de los Estados Unidos, ofreció completa y plena cooperación, información, disposición a recibir investigadores norteamericanos y a cubrir todas sus necesidades, incluida la toma de muestras y la exportación de estas. Designó un equipo de expertos del más alto nivel internacional y propuso numerosas acciones de cooperación, incluso, en el plano de la cooperación entre ambos equipos médicos, el norteamericano y el cubano, que el Gobierno de Estados Unidos rechazó o impidió realizar.

En tercer lugar, respecto a los llamados incidentes de salud de diplomáticos norteamericanos en Cuba, no hay ni un autor, ni una hipótesis, ni una evidencia, ni un arma. Aquí hay un atacante, un fusil AK-47, 32 casquillos de proyectiles, 32 orificios de bala y declaraciones de la intención de agredir y de matar.

Recuerdo que en los documentos legales se reconoce que el atacante confesó que si hubiera salido de la Embajada cualquier diplomático, habría hecho fuego sobre él.

Y una diferencia —habría otras—, pero otra diferencia significativa: Cuba en este momento espera por el resultado de investigación del Gobierno de los Estados Unidos, tiene la esperanza de que haya una investigación exhaustiva y de que se compartan con transparencia sus resultados. Tiene también la esperanza de que el Gobierno de los Estados Unidos cumpla su obligación de adoptar medidas suficientes para prevenir que hechos como este se vuelvan a producir en el futuro contra diplomáticos o sedes diplomáticas cubanas o de cualquier otro país en los Estados Unidos.

El Gobierno cubano no ha hecho amenazas, no ha aplicado medidas de bloqueo, no ha hecho advertencias a los viajeros, no ha expulsado personal norteamericano de La Habana, no ha desmantelado su Embajada o su Consulado en Washington. Todo esto sí se hizo sin una hipótesis, sin información creíble y sin una sola evidencia por parte del Gobierno de los Estados Unidos de América contra Cuba, con el pretexto de aquellos llamados incidentes de salud.

Yo, en lo personal, viajé expresamente a Washington para reunirme en su oficina con el Secretario de Estado, señor Tillerson, a quien manifesté nuestras preocupaciones y compromiso de dar absoluta seguridad, como ha sido en la historia intachable de estos 60 años, a diplomáticos, delegaciones norteamericanas que han estado en nuestro país. No olvido que el señor Tillerson, cuando lo exhorté a investigar y a buscar hipótesis y evidencias, me dijo que no era de su interés, que para él bastaba con que un supuesto hecho hubiera ocurrido supuestamente en Cuba para responsabilizar y culpar de ello al Gobierno cubano.

Espero que el señor Pompeo, el Departamento de Estado y el Gobierno de los Estados Unidos se atengan a esa conducta.

Presentador.- La siguiente pregunta nos llega desde la agencia de prensa AP, y dice así:

Ministro, medios de prensa en Estados Unidos aseguraron que la persona que atacó la Embajada tiene antecedentes psiquiátricos. Cuba sugirió que la retórica agresiva del presidente Trump fogonea este tipo de acciones. Dado que el atacante es una persona emigrada, ¿tiene Cuba antecedentes médicos o historia clínica de dicha persona que confirme o no su enfermedad?

Bruno Rodríguez.- He explicado que su conducta en Cuba fue totalmente normal durante los largos años que vivió en nuestro país y durante sus sistemáticas visitas a nuestro país, igual que su relación con los consulados cubanos que le brindaron servicio durante su estancia en el exterior.

Todo esto me hace reiterar que hay una conexión indisimulable e inocultable entre la política agresiva de odio y de instigación a la violencia que sigue el Gobierno de los Estados Unidos; que grupos de políticos norteamericanos, de inclinación extremista y grupos de origen cubano u otros con antecedentes de violencia, generaron las condiciones para que este ataque se produjera.

Invito también a preguntarle al Gobierno de los Estados Unidos qué sabe sobre qué está pasando en el Doral Jesus Worship Center.

Presentador.- Una última pregunta, Ministro. Nos llega, en este caso, de la agencia de prensa DPA, y dice así:

Ministro, a raíz del ataque a la Embajada, Cuba convocó a la Encargada de Negocios en La Habana y se comunicó con el Departamento de Estado, pero no ha habido reacciones del Gobierno de Estados Unidos sobre este ataque. ¿Cuál sería el siguiente paso diplomático de Cuba?

Bruno Rodríguez.- Esperamos porque el Gobierno de los Estados Unidos cumpla con sus obligaciones bajo tratados internacionales. Apelaremos a todas las instancias de Derecho Internacional. A menos que haya resultado evidente y apropiado, continuaremos nuestra denuncia. Por supuesto, seguiremos garantizando de manera plena y absoluta la seguridad de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, de sus diplomáticos y de todas las demás.

Tenemos la esperanza de que el Gobierno de los Estados Unidos intente por lo menos hacer coincidir su retórica contra el terrorismo y su política de lucha contra el terrorismo internacional con sus responsabilidades ante un ataque terrorista que se ha producido contra una Misión Diplomática en el centro de Washington.

Muchas gracias a todos.

Granma


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