Bolivia se hunde en crisis superpuestas y pospone su normalización institucional – Por Lucio Garriga Olmo

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

En medio de una cuarentena nacional, Bolivia vive una crisis política que se profundiza a medida que los días pasan y que los casos y muertos de por el COVID-19 aumentan. Luego del golpe de Estado de noviembre contra Evo Morales, el país debía realizar sus elecciones nacionales el último domingo, pero el proceso fue suspendido debido a la circulación comunitaria del virus sin fecha definida. La incertidumbre abarca todos los frentes: el sanitario, el social, el económico y el político. La Argentina sigue la trama con atención por ser un país limítrofe, sede de una importante comunidad de origen boliviano y, además, porque le brinda asilo político a Morales.

La actual presidenta de facto, Jeanine Áñez, llegó al poder tras semanas de protestas y represión que terminaron con un saldo de más de 30 muertos. Lo hizo con una promesa de diálogo, consenso y elecciones libres, aunque sin la participación de Morales. Lo poco que quedaba de lo prometido, después de que se conocieran denuncias de persecuciones y censura, se perdió en la pandemia. En estos momentos, el país se enfrenta a un aumento de contagios y muertes, a una crisis económica grave y a una profundización de la anomalía política e institucional.

En diálogo con Letra P, el exministro de Gobierno (Interior) de Morales y exrepresentante de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Sacha Llorenti, aseguró que el país “está atravesando una multiplicidad de crisis, que han sido profundizadas por la pandemia”. “Ya se estaban viendo señales de una crisis económica, social y política, pero ahora se han agravado exponencialmente”, manifestó.

La suspensión de las elecciones marcó uno de los puntos más duros de la discusión. La propia Áñez, que será candidata a pesar de haber prometido lo contrario, asegura que se llevarán a cabo cuando la situación mejore y que no busca perpetuarse en el poder. Por su parte, el partido de Morales, el Movimiento Al Socialismo (MAS), denuncia que se quieren postergar hasta el año que viene y presiona para que el país vote lo más pronto posible. “Utilizan la pandemia para que no haya elecciones”, denunció Llorenti.

La bancada legislativa del MAS, que cuenta con mayoría de dos tercios en ambas cámaras, aprobó la semana pasada una ley que obliga al Tribunal Supremo Electoral (TSE) a convocar y realizar las elecciones en un plazo de 90 días a partir del 3 de mayo, es decir, antes del 3 de agosto. Esto llevó al presidente del ente, Salvador Romero, a confirmar que se respetarán estos tiempos a pesar de que la propuesta original del tribunal era votar entre el 28 de junio y el 27 de septiembre. Por su parte, Áñez rechaza estos plazos y pide votar solo cuando la situación sanitaria mejore.

“Queremos hacer elecciones y vamos a hacer elecciones. Pero hay que hacerlas cuando la pandemia lo permita”, dijo Áñez en una carta en la que denunció que la convocatoria del MAS “es un atentado gravísimo contra la salud y la vida”. Llorenti le respondió: “No podría esperarse otro tipo de respuesta del gobierno porque su afán es prorrogarse en el poder el mayor tiempo posible”.

Al mismo tiempo, la discusión por las elecciones está atravesada por otro debate importante, su legitimidad, ya que serán organizadas por una fuerza política que llegó al poder luego de un golpe de Estado. En efecto, ¿un gobierno de facto permitiría al partido derrocado volver al poder a través de las elecciones? La respuesta se conocerá recién cuando se hagan públicos los resultados, pero Llorenti se anticipó: “El gran desafío es garantizar elecciones libres, transparentes y con la debida observación internacional”.

A la crisis política hay que agregar la sanitaria y la económica, provocada por la cuarentena nacional que durará, como mínimo, hasta el próximo domingo. Hasta el momento, el país no sufrió una saturación extrema del ya de por sí deficitario sistema sanitario, pero en los últimos días los casos se han propagado a un ritmo más veloz y el temor aumenta.

“El gobierno tiene una incapacidad muy clara para resolver esta situación”, afirmó Llorenti, a la vez que denunció que Bolivia “es el país que menos pruebas ha tomado para detectar a los enfermos”.

Por otra parte, se espera que el golpe económico sea especialmente duro para Bolivia porque cerca del 70% de su fuerza laboral trabaja de forma irregular y sufre graves problemas a la hora de recibir ayuda estatal. Debido a esto se han registrado manifestaciones en distintos puntos del país y el gobierno anunció un préstamo de “aproximadamente 327 millones de dólares” del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Una victoria electoral de Áñez en eventuales comicios enfrentaría a la Argentina al dilema de mantener la relación bilateral en buenos términos y, al mismo tiempo, seguir brindándole asilo a Evo Morales.

De esta manera, el organismo internacional volverá al país después de los 14 años de gobierno de Evo Morales. “Esto es muy grave”, aseguró Llorenti. “Esos créditos son una especie de caballo de Troya que viene de la mano de una serie de acontecimientos que benefician al sistema financiero y que son absolutamente contradictorios con los intereses de las mayorías”, añadió.

Las declaraciones políticas que hace Morales sobre la actualidad de su país, sin violar las normas regulatorias, generan críticas de Áñez a Alberto Fernández. Las mismas, por ahora, no reciben respuesta porque Buenos Aires no reconoce a su gobierno surgido de un golpe. Una eventual victoria electoral de Áñez, sin embargo, podría modificar esto ya que el país se enfrentaría al dilema de mantener la relación en buenos términos y, al mismo tiempo, seguir brindándole asilo al expresidente.

Uno de los logros más importantes del gobierno de Morales fue haber alcanzado una estabilidad política y económica como pocas veces vivió Bolivia en su historia. Apenas unos meses después de haber sido derrocado, el futuro del país se vuelve a definir en un contexto de crisis política, económica, social y sanitaria que no se sabe cómo terminará, pero que, todo indica, tiende a profundizarse.

Letra P


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