Alex Cobham, director de Tax Justice Network: «Las compañías que ganan con el coronavirus deberían pagar un impuesto especial»

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Por Marcelo Justo

El coronavirus ha puesto en el candelero a nivel mundial dos temas centrales que el análisis económico ortodoxo relega a un segundo plano: la recaudación y la evasión fiscal. El impuesto a las grandes fortunas que está impulsando el gobierno argentino tiene versiones similares lanzadas desde el oficialismo en España, Italia y Rusia, junto a numerosas iniciativas de la oposición tanto en países centrales como periféricos, sea en el Reino Unido y Suiza o en Perú, Brasil, Bolivia y Ecuador.

El otro gran capítulo del modelo financiero global son las multinacionales, responsables de un 60 por ciento de los flujos ilícitos a nivel mundial. En el estallido 2008, grandes corporaciones del sector financiero y productivo obtuvieron rescates multimillonarios sin modificar el modus operandi: “La planificación fiscal nociva”.

Tiene tres patas: fuga de capitales, evasión y elusión fiscal. Es una de las mayores amenazas contra el modelo social que se impuso en la posguerra en casi todo el mundo occidental. La planificación nociva, con su entramado de grandes estudios de abogados, contadores, empresas fantasmas y paraísos fiscales, se completa con una feroz ironía en tiempos de crisis: cuando se produce la debacle, las multinacionales reclaman la mano protectora del mismo Estado que desfinancian con sus prácticas.

Hoy la Argentina, Polonia, Francia y Dinamarca están al frente de iniciativas para impedir que las corporaciones que tengan cuentas en paraísos fiscales reciban ayuda estatal. “Estas iniciativas son un mensaje muy importante. Esas compañías deben estar a la cola de toda ayuda. Pero hay algunos puntos complejos. Lo más importante hoy es proteger el ingreso de los trabajadores. Y hay temas técnicos también que pueden empantanar la ejecución de estas medidas”, señaló a Cash Alex Cobham, director de Tax Justice Network (TJN).

En 2017 Alex Cobham publicó junto al economista checo Petr Janský un estudio para el Instituto Wider, dependiente de Naciones Unidas, sobre la evasión y elusión corporativas. La Argentina figuraba entre los cinco países del mundo con mayor pérdida de ingresos fiscales a manos de las multinacionales. “Solo lo superaban en términos absolutos por monto Estados Unidos, China, India y Japón, países que tiene un PIB mayor”, señala Cobham.

El impacto en la recaudación de las prácticas fiscales nocivas de las multinacionales equivalía en Argentina a 21.000 millones de dólares anuales: 4,4 por ciento del PIB. 

En términos globales, Tax Justice Network calcula que los gobiernos pierden anualmente unos 500 mil millones de dólares de recaudación por la evasión o elusión impositiva de las multinacionales.

Lo que sigue es el diálogo que tuvo Cash con Cobham.

-¿Cuáles son estos temas técnicos que pueden empantanar la aplicación de iniciativas de control de las multinacionales que operan en guaridas fiscales?

–En primer lugar hay que ver si la iniciativa se refiere a que la multinacional tenga su sede central en una guarida fiscal o si se aplica también a sus subsidiarias en el mundo offshore. En este segundo caso estamos hablando de casi todas las multinacionales. Aparece entonces un segundo tema: ¿qué jurisdicciones son clasificadas como guaridas fiscales? La lista de la Unión Europea, por ejemplo, solo contiene a uno de los actores importantes (las islas Caimán) y no incluye a miembros del bloque europeo que actúan como guaridas fiscales como Holanda y Luxemburgo y que son responsables de buena parte de la enorme evasión fiscal corporativa que padecen otros países de la Unión Europea.

-En la Argentina la decisión Administrativa 591/2020 dice que no habrá rescates a “sujetos relacionados directa o indirectamente con el beneficiario cuya residencia, radicación o domicilio se encuentre en una jurisdicción no cooperante o de baja o nula tributación”. 

-Tiene sentido porque abre el camino a tener una lista bien amplia de guaridas fiscales que cubra el espectro operativo de las multinacionales en el mundo offshore. En esto igual creemos que hay que tener cuidado porque dada la crisis global por la pandemia, que no sabemos cuándo ni cómo va a terminar, la realidad es que muchas multinacionales también están teniendo pérdidas, lo que hay que tener en cuenta porque se debe proteger las fuentes de trabajo. En este sentido, condición básica e innegociable para un rescate es que esas compañías transparenten sus cuentas y ganancias con el fisco como para que, una vez que termine la crisis, se pueda avanzar hacia un nuevo sistema tributario. A esto habría que agregarle otra cuestión para la actual emergencia. Las compañías que sí tienen ganancias hoy, como Amazon, las empresas digitales o las farmacéuticas, deberían pagar un impuesto especial a las ganancias excesivas debido a la crisis (por ejemplo si sus ganancias exceden en 5 por ciento su facturación normal). En este momento el Estado está creando las condiciones para que algunas empresas tengan grandes ganancias y, al mismo tiempo, está gastando para lidiar con esta crisis, incluyendo el gasto en salud, así que necesitamos recapturar una parte de las ganancias extraordinarias de un pequeño grupo de grandes corporaciones.

Grandes fortunas

Al igual que con el impuesto a la ganancia excesiva de las corporaciones, hay una larga tradición de impuestos a la riqueza en épocas especiales, sea por guerra o por crisis como la actual. El punto acá es la riqueza offshore. Sabemos que hay billones de dólares offshore en su mayoría para evasión o elusión impositiva. Es fundamental que una medida de esta naturaleza puede incorporar el peso de este factor offshore”, señala Cobham.

El intercambio automático de información, impulsado por la OCDE después del estallido financiero 2008 y en el que participan unos 100 países, aunque entre los ausentes figure Estados Unidos, fue una de las tres patas de la plataforma con que se constituyó en 2003 Tax Justice Network para luchar contra la evasión fiscal a nivel mundial. “En ese momento no era un tema central, era luchar un poco en el desierto. Nuestra plataforma estaba armada en torno a un ABC de la transparencia impositiva. A era el Automatic Exchange of Information. B los Beneficial Owners, es decir la identificación de los dueños reales de compañías y la C de Country by Country reporting, un sistema para que se cobre impuestos a las multinacionales de acuerdo a donde tienen sus ganancias y no donde las declaran. Una buena parte de esto, que era prédica en el desierto, está aplicándose o está en agenda a nivel nacional o multilateral”, explica Cobham.

-La A, el intercambio automático de información, es quizás el que está más adelantado en el sentido que lo adoptaron unos 100 países. Pero mucho parece todavía depender de la voluntad política de los gobiernos.

–Es un problema que tiene esta iniciativa tal como está planteada por la OCDE. Cuando lanzamos el ABC, el intercambio de información financiero sobre cuentas era a pedido de una autoridad fiscal a otra y para que tuviera éxito tenía que hacerse en base a un tratado existente entre ambos paíes y el que requería la información tenía que suministrar información muy precisa antes de que hubiera alguna remota posibilidad de obtener la información. En este sentido la adopción de un intercambio que es anual y automático de información financiera de los no residentes en cada jurisdicción es un gran éxito para el movimiento por la justicia impositiva. Pero hay países como Suiza que eligen a quién darle información y a quién no. El peor ejemplo es Estados Unidos, que apoyó al principio la idea, y que luego cambió y se negó a dar información automática y es hoy una de las grandes amenazas. Otro gran problema es que la información que se intercambia se mantiene secreta, y esto permite que algunos gobiernos como el anterior de Argentina no hagan nada con toda esta información. Es muy posible que no se haya hecho nada porque las cuentas pertenecen a la élite, quizás incluso a gente conectada con el gobierno de Macri. Para evitar este problema lo que necesitamos es que haya un mínimo de información pública sobre las cuentas. Es muy alentador lo que hace el actual gobierno.

-En 2008 se habló del fin de la era de las guaridas fiscales pero no se hizo nada. ¿Cree que con la pandemia habrá finalmente un cambio?

–Es cierto que el estallido financiero no significó el final de la era de las guaridas fiscales, pero puso en movimiento una serie de procesos políticos que hacen posible hoy que en un año o dos avancemos tanto a nivel nacional e internacional hacia su fin. Creo que hay una voluntad política en esta dirección porque hay una necesidad de recaudación muy grande, pero también porque hay mucha más conciencia pública hoy que en 2008 de que se necesita financiar los servicios públicos y para eso se necesita un sistema impositivo justo. Es importante que un número de gobiernos, quizás entre ellos el argentino, se pongan a la vanguardia de esta lucha para liderar y generar un cambio profundo.

-¿Qué sucede en Europa?

Lo que está sucediendo en la Unión Europea expone como nunca las contradicciones a nivel impositivo. Según los números de Tax Justice Network, la Unión Europea pierde una recaudación neta de 27 mil millones de dólares por evasión o elusión solo de las multinacionales estadounidenses. Este número se dispara si se incluye a todas las multinacionales. Y lo que pasa es que países como Holanda, Luxemburgo y la República de Irlanda están socavando el ingreso fiscal de sus propios socios en el bloque europeo. El colmo de esta situación es Holanda que puso en peligro la unidad europea al negarse a formar parte de un fondo de solidaridad por el coronavirus con el argumento que debería ser condicional a que los países pusieran sus cuentas en orden. Holanda es una guarida fiscal que le roba a los otros miembros, en especial a naciones como Italia y España, unos 10 mil millones de recaudación anual con su práctica fiscal nociva. Y tiene el desparpajo de hablar de transparencia en las cuentas fiscales. Creemos que con la crisis descomunal del coronavirus ya no hay lugar económico o político para estas prácticas.

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