Paraguay: el hambre seguirá después de la pandemia – Por Adolfo Giménez, especial para NODAL

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Por Adolfo Giménez *

A las tres semanas de la cuarentena dispuesta por el Gobierno de Mario Abdo Benítez, del Partido Colorado, el 11 de marzo pasado para frenar al coronavirus, comenzaron las primeras manifestaciones en reclamo de comida en los asentamientos pobres de la capital y en el Departamento Central, el más poblado del país. No hay cifras oficiales, pero organismos no gubernamentales estiman que existen cerca de 500 villas donde la gente vive en condiciones precarias, del trabajo informal y contratos laborales temporales, con escaza asistencia de servicios públicos y de seguridad social.

Los subsidios dispuestos por el Gobierno para los sectores considerados “vulnerables” no son suficientes, alrededor de 90 dólares que no alcanzará a la cantidad de familias necesitadas. Por recomendación de las autoridades sanitarias se cerraron las fronteras, aeropuertos y terminales de ómnibus cuando el peligroso virus comenzó a aparecer. El número de contagiados al 8 de abril es de 124 personas, 5 fallecidos, aunque la cifra de testeos es baja, comenzó con menos de 100 y ahora llegó a 242 diarios, aunque va aumentando paulatinamente.

Como ocurre en muchas partes del mundo, Paraguay no tiene la infraestructura hospitalaria, equipos médicos y trabajadores de salud en la cantidad necesaria para contener una arremetida masiva del covid-19.

El costo económico y social de la pandemia es tremendo y tendrá un impacto que durará años. La cantidad de pequeñas y medianas empresas que cerraron es grande, aunque todavía no hay cifras oficiales, especialmente comercios diversos, bares y comedores, vendedores de la calle de todo tipo de mercancías, hoteles, mercados públicos. El Instituto de Previsión Social (IPS) que administra la jubilación y el servicio de salud de los trabajadores formales estima que la reducción de los aportes podría superar el 30 por ciento.

El Ministerio de Hacienda hizo un préstamo de emergencia de 1.600 millones de dólares y ahora estudia una denominada Reforma del Estado que no sería otra cosa que achicarlo con fórmula FMI, porque el año próximo los ingresos no serán iguales y la deuda se habrá abultado, pero ninguno de sus voceros menciona la necesidad de un nuevo régimen tributario para dejar de favorecer a grupos poderos que apenas aportan. No se sabe el tiempo estimado de recuperación, más aún si caen los precios de las materias primas y las inversiones estimadas.

La protesta de los grupos empobrecidos estimula la solidaridad y la esperanza nunca se pierde, que esto se va a superar pronto. Los fogones y ollas populares se extienden por todo el país, al igual que la recolección de alimentos.

Es posible que en esta mala época de increíble pandemia surjan los necesarios nuevos protagonistas, los siempre desempleados, las miles de personas olvidadas, hombres, mujeres, niños, aquellos integrantes de pueblos originarios en la miseria, que sobrevivían con un trabajo informal diario que hoy ya no existe.

* Periodista paraguayo


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