Bolivia, del golpe de Estado al desgobierno de facto – Por Eduardo Paz Rada

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Eduardo Paz Rada *

La ausencia de una clara política de sanidad frente a la pandemia letal y, más aún, la ausencia de gobierno y capacidad de decisión y convencimiento a la población, acompañada de la falta de legitimidad de las actuales autoridades en Bolivia, a cinco meses del golpe de estado de noviembre de 2019, está mostrando las limitaciones e improvisaciones de los grupos de poder de las oligarquías empresariales y políticas y del mismo imperialismo norteamericano que ha abandonado a su suerte a país frente al coronavirus.

El entusiasmo y el triunfalismo de los primeros meses, acompañados de la violencia física (masacres de Sacaba y Senkata) y verbal (declaraciones de ministros y autoridades) contra las representaciones sociales y políticas populares y regionales vinculadas al gobierno anterior, se han convertido en una nerviosa e ineficiente gestión de salud para hacer frente a la pandemia, prueba de ello son la renuncia del Ministro de Salud, Anibal Cruz, y la decisión de las gobernaciones, especialmente las de Santa Cruz, Oruro y La Paz de realizar sus propias acciones al margen de coordinadores que estableció el poder central.

El ministro Iván Arias de Obras Públicas amenaza, sin ninguna atribución legal, con castigar y sancionar a los infractores de la cuarentena dispuesta por el gobierno con la tarea de ir a cuidar a los enfermos contagiados del virus -misión profesional y muy importante en este momento- y otros ministros con el uso de la violencia como lo hacen los ministros de Gobierno, Arturo Murillo, y de Defensa, Fernando Lopez.

Desafíos frente a la pandemia

Ante la crisis no existe capacidad de establecer y ejecutar decisiones claves sobre el tema de la expansión del virus y no se tiene otro recurso que la amenaza de castigo y violencia utilizando a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, introduciendo temor en la población, la misma que enfrenta, además de la posibilidad de infectarse con el virus, una situación de hambre e incertidumbre. Casi el 70% de los trabajadores en el país son informales, comerciantes y cuentapropistas que viven del trabajo y emprendimiento diario que con la cuarentena y encierro se encuentran en situación de alta precariedad.

Esto ha provocado que se produzcan acciones de protesta ante la falta de atención de las autoridades, como los casos de los barrios de Santa Cruz, Cochabamba, Beni y El Alto, principalmente. A esto se ha sumado la acción discriminatoria frente a bolivianos que buscan retornar al país: en unos casos se dieron facilidades para volver en vuelos contratados y, en otros, se les ha impedido su ingreso en la frontera con Chile, donde se encuentran más de setecientas personas en situación sumamente difícil por el frío y las condiciones extremas y enfrentando el rechazo de las autoridades de migración.

Esta situación obligó al Alcalde Colchane, Chile, Javier Garcia, a solicitar la presencia del comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para trasladarse desde Santiago de Chile a la frontera con el objetivo de apoyar a los “refugiados”, en tanto que la Defensoría del Pueblo en Bolivia ha conseguido que la justicia ampare a los bolivianos concentrados en los pasos fronterizos chileno-bolivianos.

Políticas y recursos

Jeanine Añez, que en las primeras semanas de su gestión mostraba ímpetu y seguridad, ahora solamente se limita a leer esporádicamente mensajes, algunos contradictorios, respecto a las medidas contra la pandemia y recurre al perdón de Dios para superar la situación.

Su Secretario Privado, Erick Foronda, casi veinte años funcionario de la Embajada de EEUU en La Paz y denunciado como agente de la Central de Inteligencia Estadounidense (CIA) por varios medios de comunicación como Sol de Pando, se ha convertido en la voz autorizada y en el redactor de la narrativa oficial de las autoridades.

Para enfrentar las deficiencias y limitaciones inmediatas del coronavirus se ha recurrido a utilizar mil millones de dólares de las Reservas Internacionales del Banco Central, acumuladas durante el gobierno de Evo Morales, con la finalidad de realizar adquisiciones de equipos, materiales, reactivos e insumos médicos imprescindibles ahora y para distribuir bonos económicos a los sectores sociales sin ingresos fijos.

La ayuda con profesionales médicos ofrecida por el gobierno de Cuba fue rechazada, en tanto que las donaciones médicas y sanitarias de China han sido muy importantes en este momento, a pesar de los discursos anti-chinos de algunos sectores políticos.

En un acto en el Palacio de Gobierno los empresarios bolivianos hicieron una donación de tres millones de dólares, luego de varios años de haber conseguido millonarias ganancias y solamente la banca consiguió utilidades de trescientos veintinueve millones de dólares el año pasado. Además hay que tomar en cuenta que los bancos serán los administradores de mil quinientos millones de dólares para gestionar bonos, préstamos y otras operaciones emergentes de la situación de crisis.

Alternativas a la crisis

La crisis mundial desatada por la pandemia ha dejado pendientes las orientaciones más radicalmente neoliberales de algunas autoridades del gobierno de facto que ya comenzaron a liberalizar las exportaciones agroindustriales de soya y orientar hacia las transnacionales los recursos del gas, el litio y otros minerales estratégicos, mientras se consideraba la privatización de las empresas de telecomunicaciones, energía, hidrocarburos, banca y aerolíneas.

Los efectos de la crisis económica y sanitaria en Bolivia podrán ser enfrentados fortaleciendo el Estado Nacional y el mercado interno, como lo hizo la gestión nacional-popular de Evo Morales, y confiando, apoyando y respaldando con créditos y medios e infraestructura a los productores campesinos, a los productores industriales, manufactureros y artesanos, a las empresas comunitarias y de autogestión y a las cooperativas de producción y de servicios para garantizar la autosuficiencia de alimento, vestido y vivienda, como modelo endógeno y patriótico de desarrollo, con un gobierno soberano de liberación nacional.

Que la pascua sea de esperanza para el pueblo que enfrenta la pandemia, el hambre y la violencia en la perspectiva planteada por el Papa Francisco, quien sostiene que “defender al pobre no es ser comunista, es el centro del evangelio”, y que “los cristianos serán juzgados por la forma en que han defendido a los más necesitados, quienes son víctimas de las políticas financieras y económicas”.

* Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.


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