Responsabilidad y solidaridad en tiempos de pandemia – Por Yassel A. Padrón Kunakbaeva
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Yassel A. Padrón Kunakbaeva
La propagación mundial del Covid-19 ha significado un reto extraordinario para los estados y las sociedades alrededor del planeta. En estas circunstancias, Cuba no será la excepción: la presencia del virus en el territorio nacional es un hecho, los casos siguen aumentando, y se aplican medidas de contención que impactarán en la cotidianidad de todos los ciudadanos. Momentos como este requieren por parte de todos una conciencia de la responsabilidad compartida, así como de la solidaridad que debe caracterizarnos como seres humanos.
Analicemos por un momento las características de este nuevo coronavirus. Lo más grave, si se le compara con otras enfermedades infecciosas que han sido noticia en el siglo XXI, no es su índice de mortalidad (4,15%), que es inferior al del SARS y definitivamente menor al 50% de mortalidad del Ébola. El verdadero problema de este virus está en su capacidad de propagación: al aumentar de forma exponencial el número de casos, la cantidad de personas que necesitan cuidados médicos especiales crece de manera crítica en muy poco tiempo y sobrepasa las capacidades de los sistemas de salud.
Dadas las características de la enfermedad, muchas de las personas que se infectan con el coronavirus se mantienen asintomáticas, lo cual no impide que se conviertan en un foco de propagación. Es por eso que resulta tan difícil de contener la epidemia, y por lo que resulta tan importante el compromiso de todos por mantener una actitud responsable y cumplir con las medidas de contención que recomiendan las autoridades. Se puede y se debe comenzar por lo más simple: lavarse bien las manos y evitar el contacto físico y las aglomeraciones.
Se acercan tiempos difíciles en todos los sentidos.
Lo menos que podemos hacer es no contribuir a actitudes negativas como el pánico, el egoísmo desbordado o la negligencia. Para una economía como la cubana, bloqueada, empobrecida, sancionada, tener que hacer frente a esta epidemia significará sin dudas una gran tensión. No tendremos que preocuparnos solo por los contagios, sino también por la falta de alimentos, combustible e insumos de todo tipo. Más razón para mantener la calma y actuar con toda la cooperación y solidaridad posible.
Debemos cuidarnos de no asumir actitudes marcadas por el pánico. No aporta nada útil compartir en las redes sociales mensajes maliciosos sobre criminales intenciones del gobierno en mantener las escuelas abiertas. Tampoco aporta nada dejarse llevar por reflejos condicionados clasemedieros, de querer que se apliquen en Cuba los mismos métodos que se han aplicado en Europa solo porque se han aplicado en Europa. Ningún país es igual a otro, ni desde su capacidad económica, ni por el grado de penetración de la enfermedad.
Son muchas las personas en el viejo continente preocupadas por los daños que la cuarentena y el aislamiento social están provocando y provocarán en la economía europea, sobre todo en los pequeños negocios. Cada medida que se tome en Cuba en esa dirección, como la reciente decisión de regular las fronteras, tendrá un costo económico importante, por lo que no se la debe tomar a la ligera. No es una casualidad que muchos de los más activos promotores de estas medidas extremas sean los defensores del bloqueo a Cuba de toda la vida. En este punto se hace necesario recordar algo que a veces no se tiene en cuenta: el colapso económico también mata.
Por supuesto, si de lo que se trata es de salvar vidas se deberán ejecutar las medidas necesarias, para lo cual debemos confiar en el criterio de los especialistas del sector de la salud.
En el rango de las actitudes inaceptables se encuentran las de aquellas autoridades que incumplen con sus responsabilidades en la prevención. Me refiero, entre otros, a los que propician que se formen colas y aglomeraciones para conseguir productos, sin que aparezca al menos una persona para organizar la cola. Me refiero también a los que con sus acciones o mensajes en los medios de comunicación no están contribuyendo a una adecuada percepción de riesgo.
Pero como trataba de decir más arriba, esta situación no es algo que se le pueda dejar solo al Estado. Mucho dependerá de la conciencia de cada persona que se evite una propagación catastrófica de la enfermedad. En estos días, lavarse las manos es ser solidario, caminar a un metro y medio de las demás personas es ser solidario, mantenerse en casa todo el tiempo posible es ser solidario.
Ya tendremos tiempo de darnos besos, abrazos y bailar en la discoteca.
Nuestra economía va a sufrir mucho este año y todos sufriremos las consecuencias. Me gustaría que de esta situación se aprovecharan al menos dos aspectos: uno es reflexionar sobre qué clase de economía queremos tener en Cuba. Soy un firme crítico de la importancia desproporcionada que se le ha dado al turismo en la economía nacional de las tres últimas décadas. Depender solo del turismo es un arma de doble filo, entre otros motivos, porque en tiempos de pandemias, guerras o crisis económicas el turismo cae abruptamente. Se debe intentar desarrollar otras áreas de la economía, aunque sea más difícil.
El otro aspecto es aprovechar este momento para exigir el levantamiento del bloqueo a Cuba. No es que espere mucho del absurdo gobierno norteamericano. Pero al menos el mundo podrá ver en toda su magnitud el carácter criminal de esa política, que no amaina ni siquiera en los momentos de mayores calamidades.
Mucha prevención y solidaridad, es lo que necesitamos en estos tiempos. Somos cubanos, hemos resistido muchas batallas. Esta apenas comienza.
Para contactar con el autor: yasselpadron1@riseup.net
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