Los garantes de nuestra democracia – El Día, Bolivia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Los garantes de nuestra democracia
Durante 14 años los bolivianos estuvimos pendientes de la comunidad internacional, de organismos multilaterales, de la prensa extranjera, de los grandes líderes y por todos los medios buscábamos la forma de que pongan su mirada en el país con el objetivo de que nos puedan ayudar a salir de la dictadura.
Todos los esfuerzos fueron vanos, pues mientras más apretaba el cocalero su torniquete autoritario, más apoyo recibía de aquellos que supuestamente están para defender la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Nadie dijo jamás esta boca es mía para denunciar el atentado a la democracia que se perpetró en Bolivia, el vaciamiento institucional, la cooptación de la justicia, la monstruosa corrupción y ni siquiera se pronunciaron cuando nuestro país se convirtió en uno de los principales productores y exportadores de droga del mundo, con presencia de cárteles brasileños, colombianos y mexicanos actuando con amplia protección del régimen gobernante.
Los bolivianos no podemos quejarnos tanto, pues esa misma connivencia actúa con absoluto descaro frente a lo que ocurre en Venezuela, donde la situación alcanza los niveles de un genocidio y una crisis humanitaria, de las más graves que se hubieran producido en la historia. Esos “demócratas” jamás han llamado dictadura a la tiranía castrista de Cuba, pese a que durante más de 60 años no han hecho otra cosa que fustigar al pueblo a punta de fusil, cárcel y hambre.
Muchos bolivianos soñaban con que algún día venga alguna misión a salvarnos de los dictadores, que la ONU, la OEA o algún país comprometido con la democracia emita alguna advertencia, cuando menos, pero todo lo que obtuvimos fue amplias señales de complicidad y los misioneros solo vinieron para apañar al autócrata, cuya imagen era la de un paladín de la libertad y los derechos. Todas las denuncias que se hicieron ante las instancias internacionales cayeron en saco roto y ni siquiera se pronunciaron ante el flagrante atentado cometido contra la Constitución, cuando Evo Morales se escudó en los derechos humanos para repostularse ilegalmente.
Bolivia “se hizo viral”, por así decirlo, cuando la gente se sublevó contra el fraude, cuando millones de personas arriesgaron sus vidas para salir a defender su voto, robado por un régimen que no hubiera dudado en reprimir, recurrir al narco-terrorismo y a las balas, de no haber sido porque tanto militares como policías desistieron de desatar una carnicería. Ese mismo día, la misma comunidad internacional saltó a gritos para llamar “golpe de estado”, porque no podían creer lo que había logrado la gente, sin disparar ni un solo tiro.
Los bolivianos no podemos confiarnos en que todos esos actores lleguen a aceptar “lo imposible” y estamos viendo cómo siguen insistiendo en defender al dictador, con el objetivo de devolverle su puesto. No debemos caer en el mismo error y convencernos por todos los medios que los únicos garantes de la democracia somos los mismos ciudadanos que logramos esa epopeya.
Los bolivianos no podemos confiarnos en que la comunidad internacional llegue a aceptar “lo imposible” y estamos viendo cómo siguen insistiendo en defender al dictador, con el objetivo de devolverle su puesto. No debemos caer en el mismo error y convencernos por todos los medios que los únicos garantes de la democracia somos los mismos ciudadanos que logramos esa epopeya.